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lunes, 2 de enero de 2017

El PSOE en crisis: más poder con menos votos

El Partido Socialista comienza 2017 en crisis, pero paradójicamente, mientras ha ido perdiendo apoyos electorales en las últimas citas en las urnas, ha visto como se ha ampliado su influencia y poder en las instituciones: después de la debacle de 2011, en 2015 consiguió recuperar varios gobiernos autonómicos y muchos grandes municipios perdidos, y tras el intenso año 2016 y la celebración de dos elecciones generales consecutivas, tiene capacidad para influir decisivamente en la agenda de La Moncloa. El PSOE en crisis está consiguiendo más con menos.

El PSOE está en crisis. Así lo dicen los números. Las últimas encuestas revelan que los socialistas sufren por mantenerse alrededor del 20% en intención de voto, cuando hace tan solo unos años, en las elecciones generales de 2008, el 43,87% de los votantes eligieron una papeleta del PSOE. Esta sangría en los resultados ha sido la que ha provocado una crisis de liderazgo que persiste en la cúpula del partido desde que el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, declinara presentarse a las elecciones generales de 2011. Desde entonces, en cinco años los socialistas han tenido dos candidatos, dos secretarios generales y una gestora que debe organizar un nuevo congreso que dará paso a un liderazgo en 2017. En ese proceso, el PSOE ha perdido casi seis millones de votantes y, lo que es más grave, la imagen de partido ganador, teniendo que pugnar ahora por el protagonismo en la oposición con los partidos emergentes.

Sondeo de Sigma Dos, enero 2017.
Sin embargo, aunque parezca paradójico, en esos mismos cinco años el PSOE ha visto cómo, a pesar de perder la mitad de sus votantes, ha recuperado un importantísimo poder institucional y, lo que es crucial en el nuevo sistema de partidos, se ha situado en una posición envidiable en el centro del tablero político que le otorga una influencia fundamental en las agendas gubernamentales, con capacidad de diálogo a su derecha y a su izquierda.

Este fenómeno es muy evidente a nivel local. En las elecciones municipales de 2015 el PSOE recibió 5.603.823 votos que se tradujeron en un total de 20.823 concejales y concejalas. En las municipales de 2011 los socialistas consiguieron 6.276.087 votos y 21.767 ediles. El contraste con 2007 es aún más fuerte, ya que ese año salieron elegidos 24.029 ediles socialistas con 7.760.865 votos. Es decir, en cuatro años, el PSOE perdió a nivel municipal más de un millón de votos y más de tres mil ediles. Sin embargo, a pesar de que los resultados globales en 2015 son peores, el resultado en clave de poder es mucho más positivo: En las municipales de 2011 el PSOE perdió 19 alcaldías en las capitales de provincia (entre ellas Barcelona y Sevilla) y solamente mantuvo el poder en cuatro: Toledo, Cuenca, Soria y Zaragoza. Cuatro años después, los socialistas gobiernan en 19 capitales y grandes ciudades gracias a coaliciones y acuerdos con otras formaciones políticas, y son socios fundamentales de gobierno en otras siete, entre ellas Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza.

Poder autonómico y legislativo

A nivel autonómico ocurre algo parecido. En las elecciones autonómicas de mayo de 2011 el PSOE obtuvo en total 256 diputados en los parlamentos regionales que se sometían a las elecciones (todos excepto Andalucía, Euskadi, Galicia y Cataluña). Fue una debacle que hizo perder al PSOE en sus feudos regionales como Extremadura y Castilla la Mancha, quedando reducidos los gobiernos autonómicos socialistas de seis a dos: Asturias y Andalucía. Cuatro años después, en mayo de 2015, los socialistas consiguieron un total de 225 diputados autonómicos, es decir 31 menos que en 2011. Sin embargo se hicieron con el gobierno de seis comunidades gracias a coaliciones o acuerdos con otros partidos: Extremadura, Castilla la Mancha, Baleares, Asturias, Aragón y la Comunidad Valenciana, además del gobierno de Andalucía que ya había defendido con éxito en las urnas unos meses antes. Por lo tanto, el PSOE terminó el año 2015 con siete gobiernos autonómicos, uno más que en el año 2007 y siendo el socio fundamental en dos más: Canarias y Cantabria.


Otro ejemplo más reciente a nivel autonómico. En las elecciones vascas del pasado 25 de septiembre de 2016 los socialistas bajaron de los 16 escaños alcanzados en 2012 (casi 212.000 votos) a 9 (poco más de 126.000 papeletas). Son siete diputados y unos 86.000 votos menos que hace cuatro años. Sin embargo, el PSE-EE ha conseguido no solamente influir en el Gobierno vasco, sino participar directamente en tres consejerías. Los socialistas han vuelto así a Ajuria Enea después de que en 2009 consiguieran ganar las elecciones con 25 escaños y 318.000 votos. Esta vez han perdido casi dos tercios de sus apoyos de hace siete años, pero vuelven a jugar un papel fundamental en la política vasca.

Por último, a nivel de las elecciones generales, la sangría de votos y de escaños socialistas es más flagrante: Si en 2008 votaron al PSOE 11,2 millones de españoles y los socialistas consiguieron 169 diputados en el Congreso, en 2011 fueron solamente siete millones los que eligieron al PSOE y su Grupo Parlamentario menguó hasta 110 representantes. Los socialistas perdieron el Gobierno y pasaron a la oposición frente a una mayoría absoluta del PP de 186 diputados, lo que le permitió aprobar una serie de leyes y medidas que provocaron el espanto de una oposición absolutamente impotente en el parlamento.

En las elecciones de junio de 2016, la repetición de los comicios debido a la imposibilidad de formar Gobierno tras las elecciones de diciembre de 2015, los socialistas perdieron aún más votos y escaños: solamente votaron al PSOE 5,4 millones de españoles (unos 2,6 millones menos que en 2011 y 5,8 millones menos que en 2008). El resultado fueron 85 diputados, 25 menos que en la debacle de 2011, y casi la mitad que los conseguidos en 2008. Sin embargo, a pesar de contar con menos escaños que hace cuatro años, el PSOE tiene ahora la capacidad de influir notablemente en la agenda del Gobierno del PP, al que ha permitido formarse debido a su abstención en la investidura. El PP necesita al PSOE, y éste ya está empezando a abordar la derogación o el cambio de las leyes y medidas polémicas aprobadas en solitario por el PP en la pasada legislatura cuando los socialistas, con más diputados que ahora, no podían impedirlo: LOMCE, Ley Mordaza, Reforma Laboral, etc.

Mayor flexibilidad

A modo de conclusión se puede afirmar que el PSOE está sufriendo una grave crisis cuantitativa desde 2011, perdiendo votos y representantes de forma constante en cada cita electoral, ya sea local, autonómica o nacional. Sin embargo, a pesar de esta sangría, el PSOE ha sido capaz de recuperar desde 2015, e incluso superar, el poder institucional que tenía cuando ostentaba el Gobierno central entre 2004 y 2011. Es decir, está compensando la crisis cuantitativa con éxitos cualitativos. La causa es el cambio sustancial que está viviendo el sistema de partidos español, que ha pasado de un bipartidismo imperfecto a nivel nacional a un sistema multipartidista. Esto ha permitido repartir los votos y los escaños de manera diferente a la anterior etapa, haciendo casi imposible alcanzar una mayoría absoluta que era la premisa del PP para gobernar y que condenaba al ostracismo al partido de la oposición.

Hoy se puede conseguir más con menos. En 2015 y 2016 el PP ha superado al PSOE en prácticamente todas las citas electorales (excepto en Andalucía y en Euskadi), pero ha visto menguado su poder institucional de manera notable, mientras que los socialistas han llegado a multitud de alcaldías y gobiernos autonómicos porque han tenido la capacidad de alcanzar acuerdos con los nuevos partidos, tanto con Podemos como con Ciudadanos, mientras que el PP carece de esa flexibilidad con ambos. Hoy es el PP el que, a pesar de ganar, está en la oposición, como ocurre en el Ayuntamiento de Madrid, o en los parlamentos de Castilla la Mancha, Comunidad Valenciana, aragón, Baleares, etc.


El PSOE se enfrenta en 2017 al reto de elegir su liderazgo, pero también de redefinir su perfil en el sistema de partidos español. La época de las grandes mayorías y de los apoyos masivos han terminado y los socialistas ya no repetirán más sus resultados espectaculares e históricos de los años 80, 90 y 2000. Sin embargo, el éxito cuantitativo ha dado paso al cualitativo. Puede conseguir más con menos. Sobre todo porque el PSOE es el único partido con capacidad de negociar y alcanzar acuerdos con todos los demás. 

domingo, 30 de octubre de 2016

El desierto se extiende en España

Los cambios demográficos en 2031
Dos noticias publicadas con pocos días de diferencia advierten que el futuro de España podría estar marcado por la desertización. Por un lado, el INE afirma que en el año 2031 el noroeste español (Galicia, Asturias y Castilla y León) habrá perdido población de forma significativa. Por otro lado, los investigadores alertan de que el cambio climático amenaza con convertir a finales del S. XXI el sur del país en un desierto que sería la continuación del Sáhara. Despoblación y desertización, dos retos que marcarán la agenda política, económica y social del futuro de España.


El INE ha calculado el futuro de la demografía española hasta el año 2031 y sus conclusiones son: el tercio noroeste español perderá aún más población y los grandes focos demográficos se centrarán en el litoral mediterráneo y en el entorno de Madrid. En concreto, las comunidades autónomas de Galicia, Asturias y Castilla y León seguirán perdiendo habitantes poco a poco en un proceso que lleva ya muchos años en marcha y que comenzó durante el desarrollismo económico del franquismo. Hoy es la falta de inmigración y una tasa de natalidad muy baja las causas fundamentales de la pérdida de habitantes en vez de la emigración masiva de los años 60 y 70 del S. XX. Será una muerte lenta en la que la población anciana no será sustituida por generaciones posteriores y que afecta con mayor virulencia a las provincias ya de por sí muy poco pobladas. Así, según el INE la provincia de Zamora perderá en 2031 hasta un 17% de su población, Ávila un 13,1%, Orense un 12,6% y Asturias un 11,6%, por poner algunos ejemplos.

Por otro lado, son pocas las provincias que verán aumentar su población y casi todas tienen un elemento en común: están en el litoral mediterráneo. Las Islas Baleares (+7,7%), Málaga (6,7%), Almería (6,2%), Murcia (+1,3%), Alicante (+0,7%) o Barcelona (+1,3%) crecerán. También lo harán las Islas Canarias y Madrid, que pasará a acercarse a los siete millones de habitantes. En una clara confirmación futura del carácter fundamental de la industria del turismo en la economía española, ya que el aumento de la población se deberá ante todo a la inmigración por motivos de empleo en el sector servicios y también de una generación de ancianos que se trasladará allí en su jubilación, la costa mediterránea y el centro peninsular se consolidarán como los ejes sobre los que gravitará el país. El resto (con la excepción vasca) estará al margen de la agenda.

Lo explicó el periodista Enric Juliana en su artículo “Lo que nos dice la demografía” publicado en La Vanguardia el 5 de julio de 2015 tras la publicación de un mapa que estudia la evolución de la dinámica poblacional europea entre 2001 y 2011 (ver imagen): “España se está desplazando al Mediterráneo”. (…) “En España, la nueva línea de tensión es Oeste-Este. Puesto que la población ha crecido gracias a la inmigración y no a la natalidad, los rojos y los azules intensos nos muestran donde están el dinamismo y la depresión económica. Han crecido el Gran Madrid, toda la costa mediterránea, con fuerza en Catalunya, Baleares y Valencia, y el corredor del Ebro. La España del Oeste se despuebla y envejece”. En 2016 el INE confirma estas conclusiones y las proyecta hacia 2031 vaticinando un grave desequilibrio demográfico en el país.

Por otro lado, a la amenaza de desertización demográfica en el tercio noroccidental se suma el peligro del cambio climático. Según ha publicado el Diario El País el pasado 28 de octubre, el investigador del Centro Europeo de Investigación y de Enseñanza de Geociencias Ambientales Joel Guiot advierte: “Aunque se cumplan los objetivos del acuerdo de París, los paisajes mediterráneos cambiarán, los biomas más secos avanzarán hacia el norte”. “La estrecha franja verde del norte de África desaparecerá engullida por el desierto. Los bosques de hoja caduca quedarán arrinconados en las cumbres más altas. Y un tercio de España será tan árido como lo es hoy el desierto de Tabernas, en Almería, si no se reducen las emisiones de CO2”, afirma el artículo. Una desertización que tendrá, sin duda, grandes consecuencias demográficas provocando movimientos migratorios que añadirán al tercio sur español, Andalucía fundamentalmente, al territorio en proceso de despoblación, sobre todo en su zona interior.

Resultados electorales por municipios 26J 2016
Con dos tercios de España amenazados por la desertización solamente quedará viva una tercera parte del territorio donde se concentrará la población y, por consiguiente, la actividad económica, política y social del país. La franja del litoral mediterráneo y Madrid serán los ejes de España. El mapa político estará muy influido por esta evolución que afectará, sobre todo, a los dos partidos tradicionales que son los que hoy siguen manteniendo el poder en esas zonas. Incluso se podría decir que las zonas afectadas por la desertización del futuro son las que hoy ejercen una mayor influencia política sobre el resto del país a través del Partido Popular y del PSOE: El PP ha perdido su capacidad que tenía en 2011 de ganar por mayoría absoluta excepto en Galicia y en Castilla y León, las dos comunidades más afectadas por la pérdida de población en 2031. Asturias, la tercera comunidad, está gobernada por el PSOE, cuyo feudo de Andalucía se verá directamente golpeado por el cambio climático (ver imagen).

Los mapas de hoy nos revelan que las fuerzas políticas emergentes (Podemos y Ciudadanos principalmente) se nutren fundamentalmente de votos en los lugares en los que se produce crecimiento demográfico: Madrid y la costa mediterránea (ver imagen 3). El periodista Enric Juliana lo comentó en su artículo “El mapa del 20D muestra que la España del cambio está en el litoral” publicado el 22 de diciembre de 2015 sobre los resultados electorales de las generales celebradas dos días antes: “En pocas palabras, la adhesión a los dos partidos clásicos tiende a hundirse en la España con mayor dinamismo económico, en las grandes ciudades, evaporándose en el País Vasco y en la inflamada Catalunya. El bipartidismo, por el contrario, aguanta bien en la España interior, sobre todo en Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, la vieja Castilla, y en las dos provincias más envejecidas de Galicia (Lugo y Ourense)”. (...) “Hay una España que desea cambios, quizá de manera dispersa y contradictoria. Y hay otra España que prefiere quedarse como está, o cambios muy seguros, timbrados por las fuerzas políticas tradicionales. No es difícil adivinar que en la España metropolitana se concentran las nuevas generaciones fuertemente decepcionadas por el derrumbe de las expectativas sociolaborales provocado por la crisis económica. En la segunda hay más población mayor”.

La población mayor ya ejerce hoy una clara importancia en los resultados electorales. El PP, vencedor en las últimas tres citas electorales españolas a nivel nacional, es el líder indiscutible entre el electorado mayor de 65 años. En cambio, Podemos lo es en la franja hasta los 45 años. Es decir, existe entre los dos partidos una clara brecha generacional que apunta a ser también territorial en la siguiente generación. Según el estudio del INE que advierte sobre la despoblación del noroeste, también se prevé la intensidad del envejecimiento de la población. De mantenerse la situación actual, la pérdida se concentrará en el tramo de edad entre 30 y 49 años, que se reduciría en 4,2 millones en los 15 próximos años (un 28,5 %) y en 6 millones hasta 2066 (40,1 %). En 15 años años habrá más mayores de 65 años a costa de personas entre los 30 y los 50 años, justamente la franja que hoy vota mayoritariamente a Podemos. ¿Lo seguirá haciendo en el futuro? Si es así, Podemos tendrá la hegemonía política.

A priori las proyecciones demográficas y medioambientales en España pintan un futuro complicado para el PP y el PSOE y un escenario muy favorable para Podemos: los lugares donde hoy son electoralmente fuertes coinciden con los lugares que concentrarán la vida política, económica y social de España (prácticamente la vida en un país casi desertizado), y la generación que hoy les vota tendrá la hegemonía demográfica indiscutible.


Sin embargo, vivimos en tiempos de cambios constantes y las predicciones se basan en las variables de hoy. ¿Qué pasará mañana? 

sábado, 18 de junio de 2016

El contexto europeo del PSOE

La campaña electoral del 26 J está marcada por la expectativa del llamado ‘sorpasso’ de Unidos Podemos al PSOE. Las encuestas preelectorales, sobre todo el barómetro del CIS, dan por hecho el adelantamiento de la alianza electoral de Podemos, IU y las mareas a los socialistas. Así, según el CIS, los socialistas lograrían el 21,2% de los votos, mientras que Unidos Podemos se haría con el 25,6%.

Según estos datos, los socialistas solamente bajarían menos de un punto con respecto a las elecciones del 20 de diciembre. Teniendo en cuenta que en las elecciones de 2011 el PSOE consiguió el 28,73% de los votos y en 2008 el 43,87%, esta cifra es considerada un fracaso grave para el PSOE y su dirección, y podría tener consecuencias nefastas para el futuro de Pedro Sánchez y de su equipo por perder la segunda posición y no ser capaces de hacerse con el liderazgo de la política española.

Sin embargo, si se abre un poco la perspectiva y se tiene en cuenta el entorno europeo de España, la situación del PSOE no es muy diferente a la de otros partidos socialdemócratas o socialistas muy parecidos en su ideología, estructura, historia e incluso contexto. Sin entrar en las causas, aquí solamente se facilitan las últimas cifras de sondeos y resultados electorales de los principales ‘partidos hermanos’ europeos del PSOE.

-       Alemania, SPD: La última vez que gobernaron los socialdemócratas alemanes desde la cancillería de Berlín fue en el año 2005. Gerhard Schröder gobernó el país entre 1998 y 2005, y desde entonces el SPD no ha vuelto a ganar unas elecciones federales, aunque ha participado dos veces en gobiernos de gran coalición entre 2005 y 2009, y desde 2013. Aunque gobierna un número importante de estados federales y alcaldías importantes, los socialdemócratas alemanes no han dejado de bajar en sus resultados electorales federales. Desde la primera derrota en 2005, con el 34,2% de los votos, bajaron hasta el 23% en 2009 y el 25,7% en 2013. Los últimos sondeos de junio de 2016 dicen que la caída no ha terminado y sitúan la intención de voto en el 21%.

-       Francia, PS: Los socialistas franceses ganaron la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2012 con el 28,6% de los votos. Prácticamente desde entonces, el presidente socialista Françoise Hollande no ha dejado de perder popularidad y los socialistas se están batiendo en retirada en la mayoría de las elecciones. En las regionales de diciembre de 2015, la coalición de izquierda en la que se integró el PS alcanzó un total del 23,12% de los votos en unos comicios marcados por el temor al auge del Frente Nacional, que consiguió el 27,73%. Las expectativas no mejoran para los socialistas, que sin embargo gobiernan en importantes instituciones y municipios como París, y a un año de las elecciones presidenciales, las encuestas sitúan la intención de voto para Hollande solamente en el 14% en la primera vuelta frente al 28% del Frente Nacional y más del 20% la derecha tradicional, por lo que el PS quedaría fuera de la segunda vuelta.

-       Reino Unido, Labour: Los laboristas británicos han apostado claramente por apoyar la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea en un referéndum que las encuestas dan por perdido a una semana de celebrarse (47% para quedarse y 53% para el ‘brexit’). Una derrota en las urnas supondría un duro golpe para el primer ministro conservador David Cameron, pero también para los laboristas ya que no habrían podido proporcionar una capacidad de movilización suficiente. Comparado con los socialistas españoles, franceses y los socialdemócratas alemanes, la cifra cosechada en las últimas elecciones generales de mayo de 2015, es algo mejor con el 30,4%. Sin embargo, el sistema electoral mayoritario en el que solamente el diputado más votado es el que recibe el acta de cada distrito, hizo que los conservadores consiguieran una ventaja de 99 escaños en la Cámara de los Comunes con respecto a los laboristas. A pesar de la impresionante victoria de la Alcaldía de Londres en mayo de 2016, los laboristas siguen perdiendo poco a poco posiciones y en Escocia, que siempre había sido un granero de votos, pasaron a tercera fuerza política en el parlamento regional, el peor resultado escocés en un siglo. A pesar de la elección de Jeremy Corbyn como nuevo líder en septiembre de 2015 y de su ‘giro a la izquierda’, las encuestas siguen situando a los laboristas en torno al 30% de la intención de voto, más o menos la misma cifra que en las generales de 2015.

-       Italia, Partido Democrático: Italia es podría ser la gran excepción al panorama complicado de la socialdemocracia europea. Si en las elecciones de 2013 consiguió el 25,4% de los votos, las encuestas a principio de este año situaban la intención de voto en el 33%. Sin embargo, ya existen algunos puntos negros. Según la tabla de popularidad de líderes políticos del mes de junio elaborada por la Asociación de Comunicación Política (ACOP), el primer ministro Matteo Renzi solamente contaría con una aprobación del 28%, dos puntos por debajo incluso de Mariano Rajoy. Una cifra en constante caída ya que en mayo era del 33% mientras que en mayo de 2014 todavía era del 59%. Las elecciones municipales están siendo una prueba de fuego para Renzi y el Partido Democrático y las alcaldías de las principales ciudades como Roma, Milán y Turín tendrán que dirimirse en una segunda vuelta contra la derecha de Forza Italia o el Movimiento Cinco Estrellas.


La situación del socialismo español es muy difícil pero no es muy diferente al del resto de partidos socialistas o socialdemócratas de su entorno europeo. En todos los casos se combina una fuerte presencia municipal y regional (el PSOE gobierna en siete comunidades autónomas) con una cada vez más débil fuerza en los parlamentos nacionales. ¿Se está transformando el socialismo europeo en una fuerza localista y regional en plena fase de pérdida de soberanía nacional de los estados? 

miércoles, 8 de junio de 2016

Los vídeos electorales de la precampaña, ¡todos a por Podemos!

Los vídeos de PP, PSOE y Ciudadanos de la precampaña electoral del 26J tienen todos un mensaje común: la culpa de la repetición de las elecciones y de la inestabilidad política en España es de Podemos. Estos tres partidos pugnan por un perfil de votante que busca una característica con la que tratan de identificarse: la estabilidad y la moderación, incluso la moderación en el cambio político, frente al mensaje del cambio radical. Podemos reacciona aceptando un relato que polariza la contienda política entre ellos y el resto. Una polarización que le beneficia:  



Partido Popular: No a las líneas rojas y estabilidad



No a las líneas rojas, no a los cambios radicales y no a los experimentos. Aunque el eslogan es positivo (A Favor), el mensaje contiene una importante carga defensiva frente a las "líneas rojas" en clara alusión a la expresión utilizada por Pablo Iglesias durante las negociaciones fracasadas tras las elecciones del pasado mes de diciembre. El PP se presenta como el partido positivo frente a unas líneas rojas (Podemos) que sólo ponen trabas.



PSOE: La culpa es de Podemos




Un vídeo largo, de algo más de cuatro minutos para explicar que el próximo 26 de junio volverán a celebrarse elecciones por culpa de Podemos. Se pone en valor el acuerdo alcanzado con Ciudadanos tras las elecciones de diciembre y se asume el liderazgo y el protagonismo para desbancar al PP del Gobierno. Igual que en el vídeo anterior, el eslogan es positivo ("Un Sí por el cambio"), funciona como reacción a una supuesta actitud negativa por parte de Podemos para conseguir el cambio.




Ciudadanos: "El de la coleta es un vago"



El vídeo preelectoral de Ciudadanos tiene un mensaje que se refleja indirectamente pero que es clarísimo: Si hay elecciones otra vez el próximo 26 de junio es por culpa de la intransigencia de Podemos. Un hombre caracterizado con coleta y perilla, con una clara alusión a Pablo Iglesias, aparece como un personaje egoísta, inmaduro e incluso ridículo que es retratado como un vago oportunista que busca vivir del cuento mientras los sufridos ciudadanos le observan con desdén y desconfianza. El mensaje es claro: El cambio y la nueva política son necesarios, pero no se debe apostar por Podemos.



Podemos: Desafiante




El vídeo preelectoral de Podemos es una clara respuesta a los tres anteriores. Es muy corto, 39 segundos, y su contenido no es programático ni tampoco aparece Pablo Iglesias ni ningún otro dirigente conocido. El protagonismo es un boxeador vestido con la máscara de Darth Vader en actitud desafiante, como aceptando el envite. El vídeo no es defensivo ni contiene un discurso explicativo sobre la repetición de las elecciones. Es más, es el único vídeo en el que la repetición electoral es valorada de forma positiva, como una nueva oportunidad.

viernes, 8 de abril de 2016

¿Preparando las urnas para el 26 de junio?

La reunión ‘a tres’ entre PSOE, Podemos y Ciudadanos ha fracasado tras el primer encuentro. Parece lo previsible después de que Podemos y Ciudadanos hubieran escenificado sus diferencias y subrayado sus desacuerdos en los días previos en vez de apostar por un discurso conciliador que diera alguna oportunidad al acuerdo. Sin embargo, no es de extrañar que escogieran este tono agresivo, ya que a ambas formaciones no les interesa llegar a ningún acuerdo tripartito.

Albert Rivera le dijo a Pablo Iglesias en una intervención en el Congreso de los Diputados el día antes de la reunión a tres: “A ver si es verdad que usted defiende los derechos humanos en todo el mundo, donde tiene gente que le financia su partido”. Iglesias, por su parte, respondió que resultaría “muy difícil” conformar un gobierno del cambio con “intolerantes” que “querían negar la tarjeta sanitaria a personas que sólo estaban huyendo de la pobreza”. Un cruce dialéctico muy duro que hacía presagiar el fracaso del pacto y aparentemente extraño entre dos partidos que comparten el discurso de la primacía de la necesidad del cambio frente al PP y de llegar a acuerdos en la ‘nueva política’. ¿Qué ha pasado? Pues que la opinión pública no ha quedado congelada ni mucho menos desde que votó el pasado mes de diciembre.

Según el sondeo de Metroscopia publicado el 7 de abril, el mismo día de la reunión, si se repitieran las elecciones el próximo 26 de junio el gran vencedor sería Ciudadanos. La formación de Albert Rivera conseguiría el 17,7% de los votos, casi cuatro puntos más que en las elecciones del 20 de diciembre. Sus interlocutores de la reunión ‘a tres’ serían los damnificados: El PSOE perdería dos puntos y pasaría al 20,1% y Podemos se dejaría casi cuatro puntos en el camino pasando al 17%, por debajo de Ciudadanos que sería la tercera fuerza política. El PP, por su parte, se mantendría igual que en diciembre, incluso subiría un 0,3% hasta llegar al 29%.



Esta tendencia electoral al alza de Ciudadanos frente a una bajada de Podemos y el estancamiento de PP y de PSOE es compartida por otras encuestas publicadas en los últimos días. Por ejemplo Celeste Tel publicó el pasado 6 de abril que Ciudadanos podría sumar hasta siete escaños, el PP dos, el PSOE se quedaría igual o perdería uno, mientras que Podemos podría perder hasta ocho diputados. Otra encuesta, de JM&A publicada el mismo día, incluso se aventura a pronosticar una subida de 21 diputados naranjas en caso de repetición electoral.

Ciudadanos en mejor posición
Pero esta tendencia se mueve y cada día que pasa parece que aumentan las expectativas de los de Albert Rivera. La encuesta de Metroscopia ofrece un vistazo más detenido a lo que pasa y explica que, de todas las fuerzas políticas, Ciudadanos es la que se encuentra en mejor situación de cara a la repetición electoral. Según su análisis “el partido naranja combina su capacidad para retener a sus votantes de diciembre (un 79% de ellos repetiría ahora su voto) con la de ser el partido que mayor número de electores parece lograr atraer desde otras opciones políticas”.

Los otros miembros de la reunión ‘a tres’ no comparten un pronóstico tan halagüeño. Según Metroscopia, “Podemos es, hoy por hoy, el partido que cuenta con una menor fidelidad de voto: 64%”, y el PSOE “sufre fugas en todas las direcciones: sobre todo hacia Ciudadanos (10%) pero también hacia el PP (4%), Unidad Popular (3%) y Podemos (3%)”, además de tener el electorado con la menor determinación de volver a las urnas en caso de repetir los comicios.

Es decir, Ciudadanos estaría viviendo un momento dulce en el que cada día que pasa aumentan sus posibilidades de convertirse en un actor político mucho más influyente si se repitieran las elecciones. Tan influyente que, si esta tendencia se mantuviese, incluso podría facilitar al PP un Gobierno siguiendo sus condiciones, un escenario mucho más cómodo que un imprevisible tripartito con PSOE y Podemos. Ciudadanos ni siquiera necesitaría entrar en el Ejecutivo y sufrir así el desgaste de ser la ‘muleta’ del PP. Con un pacto de investidura y la negociación individual de cada ley, también con la oposición, pondría al Parlamento en el centro del debate y con ello al propio Albert Rivera, que cada año podría revisar su apoyo al PP con motivo de la aprobación de los Presupuestos Generales. Es el modelo que Ciudadanos ya está aplicando en la Comunidad de Madrid, donde vota con la oposición en muchas ocasiones, pero mantiene su apoyo al Gobierno conservador en las votaciones cruciales.

Con este escenario, ¿qué necesidad tiene Ciudadanos de fomentar su participación en las reuniones ‘a tres’? Incluso, ¿qué necesidad tiene de mantener su acuerdo programático con el PSOE?

Sigue la lucha por la hegemonía en la izquierda
Los socialistas son los grandes perdedores tras el fracaso de la reunión. Con Ciudadanos y Podemos amarrados con un acuerdo en el que Pedro Sánchez sería presidente, el PSOE podía reclamar la centralidad política y jugar el papel de mediador entre la izquierda y el centro. Ahora tendrá que elegir hacia qué lado lanzar su primer discurso preelectoral, es decir, señalar al culpable de impedir el ‘Gobierno del cambio’, y según la primera reacción parece que el señalado es Podemos, que no deja de ser el principal competidor de los socialistas en las urnas.

Pablo Iglesias, por su parte, no ha renunciado a su objetivo estratégico de superar al PSOE como partido hegemónico de la izquierda. No es solamente una cuestión de número de votos y de escaños. Podemos aspira a superar al PSOE como referente de la izquierda en un sentido amplio: en el discurso, en la movilización, incluso en la simbología. Si el triunfo del PSOE fue el símbolo del fin del franquismo, el triunfo de Podemos sobre el PSOE debe ser el triunfo de los indignados sobre el ‘sistema de 1978’. Y para ello Pablo Iglesias necesita no aparecer como la muleta del PSOE.

Para Podemos resulta fundamental que Ciudadanos se marche de las conversaciones y que el PSOE dependa exclusivamente de ellos para tener alguna oportunidad de gobernar. Solamente así Pablo Iglesias podría presionar de tal forma a los socialistas, que la única manera de que Pedro Sánchez llegue a la Moncloa sería cediendo y demostrando públicamente que depende de Podemos. La formación morada conseguiría así una influencia definitiva sobre el PSOE y la hegemonía cultural en la izquierda, aún teniendo menos diputados. Juega a su favor que Pedro Sánchez sabe que si finalmente se repiten las elecciones, en las filas socialistas serían muchos los que pondrían en duda su idoneidad para volver a liderar el proyecto el 26 de junio y podría ser el fin definitivo a sus aspiraciones políticas.

La única posibilidad de evitar volver a las urnas está por lo tanto en un hipotético pacto PSOE-Podemos que pueda arrastrar a alguna formación menor. Será una partida de póquer hasta el final. Puede que incluso parecida al fatigoso proceso de formación de Gobierno en Cataluña, donde se evitó la repetición de las elecciones literalmente en el último minuto.


Sánchez e Iglesias saben que, según las encuestas, el tiempo va en su contra si se tuvieran que repetir las elecciones, pero ninguno quiere ceder ante el otro en pleno combate por la hegemonía en la izquierda. Ciudadanos, por su parte, ha perdido el interés y se prepara ya para volver a las urnas y salir de ellas con más fuerza. Solamente busca una excusa para salir de las conversaciones de manera que no se le acuse de no querer alcanzar soluciones. El PP, mientras tanto, espera.  

martes, 2 de febrero de 2016

“Compañeras y compañeros, a votar”: la militancia y su participación en las decisiones de los partidos

El secretario general del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció por sorpresa ante el Comité Federal de su partido que consultará la opinión de la militancia socialista ante cualquier pacto o negociación con otras formaciones políticas para formar Gobierno. Sánchez, que a su vez fue elegido líder del PSOE en un proceso de primarias directas en 2014, ha puesto encima de la mesa una medida pionera en España, aunque ya se ha puesto en práctica en otros países. Por ejemplo, en Alemania la militancia socialdemócrata pudo votar en diciembre de 2013 si el SPD debía o no participar en una gran coalición con los conservadores de Angela Merkel. Son medidas de participación directa de la militancia socialista que fueron precedidas por el proceso de primarias del Partido Socialista Francés celebrado en 2011 a dos vueltas.

Los tres partidos socialistas más importantes de Europa han elegido mecanismos de participación democrática para decidir cuestiones muy importantes y que afectan al conjunto de la ciudadanía. ¿Estamos ante una segunda ola democratizadora protagonizada por los partidos socialdemócratas?

Históricamente los partidos socialdemócratas han sido los abanderados de la ampliación del derecho al voto al conjunto de la población. Por ejemplo, a finales del S. XIX, en la mayoría de los países europeos con derecho a sufragio, éste no abarcaba a la clase trabajadora ya que el modelo del estado liberal que imperaba entonces sólo reconocía el derecho al voto a aquellos (hombres) que fueran propietarios. Era lo que se llamaría hoy un “Estado mínimo” para proteger exclusivamente la libertad individual y la propiedad privada. Es decir, el Estado no servía a los que no tenían nada.

Pero fueron los partidos socialdemócratas lo que, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, consiguieron que se instaurase el derecho al voto de una clase trabajadora que se había desangrado en las trincheras para defender al estado que ahora les debía ese reconocimiento.

Al abrir la participación política a las masas trabajadoras, los partidos socialdemócratas cambiaron también el fundamento del estado. Como explicó el jurista y politólogo Norberto Bobbio en su obra “El futuro de la democracia”, “cuando los titulares de los derechos políticos eran solamente los propietarios, era natural que la mayor exigencia hecha al poder político fuera la de proteger la libertad de la propiedad y de los contratos. Desde el momento que los derechos políticos fueron ampliados a los desposeídos y a los analfabetos, fue igualmente natural que a los gobernantes –que además de todo se proclamaban y en cierto sentido eran los representantes del pueblo- se les pidiese trabajo, ayuda para quienes no pueden trabajar, escuelas gratuitas y así por el estilo, ¿por qué no?, casas baratas, asistencia médica, etc.”. Es decir, con la ampliación de los derechos políticos a la masa conseguidos gracias a los partidos socialdemócratas, nació el estado social actual.


La “Ley de hierro de la oligarquía”

Así pues, los partidos socialdemócratas estaban unidos a la idea de la democracia. Sin embargo, esa idea no se correspondía con su funcionamiento interno que podía considerarse lejana a este ideal. Hace un siglo un sociólogo alemán llamado Robert Michels  estuvo investigando al que entonces era el mayor partido socialdemócrata del mundo: el SPD alemán. Tras años de análisis llegó a una conclusión que formuló como la llamada “Ley de hierro de la oligarquía”, que viene a decir, en resumen, que mientras más organizado y burocratizado sea un partido, más depende de sus líderes y menos democrático es. Se producía así una extraña paradoja, ya que el partido que había conseguido la creación del estado democrático era, a la vez, una organización gobernada por una oligarquía.

Sin embargo, esta paradoja no quiere decir que no sean partidos democráticos.  Según la teoría de Joseph A.  Schumpeter sobre el estado democrático, no se puede evitar la existencia de élites en una democracia, pero sí es fundamental que haya muchas élites compitiendo por el voto. Por lo tanto, para Schumpeter un gobierno no deja de ser democrático porque lo ejerza una élite siempre y cuando no tenga el poder absoluto ni el monopolio del mismo.

Bobbio recoge esta idea pero va más allá: “(…) el defecto de la democracia representativa en comparación con la democracia directa –defecto que consiste en la tendencia a la formación de aquellas pequeñas oligarquías que son los comités de partidos- no puede ser corregido más que por la existencia de una pluralidad de de oligarquías de mutua competencia. Tanto mejor si esas pequeñas oligarquías –a través de la democratización de la sociedad civil (…)- se vuelven cada vez menos oligárquicas y el poder no es solamente distribuido, sino también controlado”.

Es decir, Bobbio no pone en duda que los que dirigirán los partidos siempre serán élites, pero prefiere que sean muchas y que compitan entre ellas para conseguir así una mayor democratización de las organizaciones.

¿Es esto lo que pasará con las primarias en el PSOE y lo que ha pasado en el Partido Socialista francés? Ciertamente. Pero no es de extrañar, ya que este proceso de elección no deja de ser un espejo de las elecciones democráticas, donde tanto la élite que se presenta para ser elegida, como el elector que decide a qué élite le va a dar su voto, se mueven por su propio interés. Como dijo Max Weber en su obra “El político y el científico”: “La empresa política es, necesariamente, una empresa de interesados”.


¿Se vota por interés?

Bobbio distingue entre dos tipos de votantes: los que votan por opinión y los que lo hacen por intercambio, es decir, los que buscan un interés personal y directo en la victoria de una determinada élite. Como dice este autor, “tener poder, significa tener la capacidad de premiar o castigar, es decir, de obtener de los demás ciertos comportamientos deseados, o prometiendo y siendo capaz de dar recompensas, o amenazando y siendo capaz de infligir castigos”.          

En las elecciones internas de los partidos, las primarias, la situación no es muy diferente. Se vota entre diferentes élites dentro del mismo partido que se presentan al puesto de liderazgo. Habrá quienes decidan su voto por una cuestión de opinión, pero la mayoría de los electores (sobre todo entre los militantes) buscarán algo a cambio del suyo.

A este respecto Max Weber afirmó que “es evidente que la militancia del partido, sobre todo los funcionarios y empresarios del mismo, esperan del triunfo de su jefe una retribución personal en cargos o en privilegios de otro género. Y lo decisivo es que lo esperan de él y no de los parlamentarios o sólo de ellos. Lo que esperan es, sobre todo, que el efecto demagógico de la personalidad del jefe gane votos y mandatos para el partido en la contienda electoral, dándole así poder y aumentando, en consecuencia, hasta el máximo las posibilidades de sus partidarios para conseguir la ansiada retribución”. Una observación que este autor hizo en 1919 y que sigue siendo perfectamente aplicable a día de hoy.


Una cuestión de élites

Como conclusión, se puede afirmar que los partidos socialdemócratas europeos, que hace un siglo abanderaron la democratización de sus sociedades defendiendo la ampliación del derecho de voto a la clase trabajadora, buscan hoy renovar su legitimidad entre la sociedad recuperando la bandera de la democratización, pero esta vez de las decisiones de sus propias organizaciones.

Sin embargo, a pesar de que ciertamente las oligarquías de los partidos pierden así el monopolio del poder de decisión, este no deja de estar en manos de unas élites que, eso sí, deben competir entre ellas para conseguir el voto de los militantes y simpatizantes. Esa competición es la que le da el carácter democrático al proceso y rompe la “ley de hierro de la oligarquía” de Michels, porque ya no es el comité dirigente el que decide a solas, ahora tiene que competir con otros comités en la sombra y para ello debe tener en cuenta la voluntad de los electores.

Entre los electores, a su vez, puede que en algunos casos decidan dar su voto a una élite por motivos de opinión (al ser élites del mismo partido la diferencia no debería ser ideológica), pero la mayoría lo hará con la expectativa de recibir algo a cambio. Es decir, si en las elecciones a los parlamentos o alcaldías el votante busca una ventaja personal con su voto (mejores servicios públicos que le beneficiarán individualmente, por ejemplo), en las elecciones internas de un partido, el votante/militante apoyará a un candidato con la esperanza de que su victoria impulse su propia carrera política o la de su entorno, o para evitar castigos.  

La apertura de los procesos de decisión de los partidos socialistas a la voluntad de los electores abre un poco más la puerta hacia su democratización y de la propia sociedad. No deja de ser una cuestión de élites, pero se podrá elegir qué élite será la que gobierne, y para ello tendrán que tener en cuenta la voluntad de los votantes.

Sin embargo, este proceso no está libre de imperfecciones, ya que la elección de las élites mediante sufragio no elimina el riesgo de que no se elijan a los mejores. Como dijo Bobbio: “La democracia representativa nació del supuesto (equivocado) de que los individuos, una vez investidos de la función pública de seleccionar a sus representantes, habrán preferido a los “mejores”. Es decir, el candidato que salga elegido de las primarias no necesariamente será el mejor, ya que será el que decidan los votantes atendiendo a sus intereses individuales, que no tienen por qué coincidir.

Pase lo que pase, elijan al que elijan los electores, el o la candidata/a electo/a hará bien en hacer caso a este consejo de Max Weber: “No hay más que dos pecados mortales en el terreno de la política: la ausencia de finalidades objetivas y la falta de responsabilidad, que frecuentemente, aunque no siempre, coincide con aquella. La vanidad, la necesidad de aparecer siempre que sea posible en primer plano, es lo que más lleva al político a cometer uno de estos pecados o los dos a la vez”.    



viernes, 22 de enero de 2016

¿Es el fin de las aspiraciones de Pedro Sánchez?

La política española ha vivido el pasado viernes 22 de enero un giro que podría ser definitivo. En pocas horas, dos anuncios espectaculares han hecho trizas la estrategia del PSOE para tratar de convertir a Pedro Sánchez en presidente del Gobierno y han transformado la gran ventaja estratégica de los socialistas de su posición central entre las fuerzas políticas en un problema.

La semana previa los acontecimientos señalaban a una ligera ventaja de los socialistas en la dura lucha por la investidura. El sorprendente acuerdo con Ciudadanos que hizo posible la presidencia de Patxi López en el Congreso de los Diputados era el aviso de que podía conseguirse algo mucho más importante si este acuerdo se repetía de cara a la investidura. Con el SÍ de Ciudadanos el PSOE superaría los escaños del PP y pondría a Podemos y a sus confluencias en la situación incómoda de tener que elegir entre apoyar un gobierno alternativo a Rajoy (ya sea votando a favor o absteniéndose) o votar en contra.

El resultado hubiera sido brillante para Pedro Sánchez: una derrota del PP y su parálisis temporal con una crisis interna importante en torno al liderazgo; la escenificación de Podemos como el miembro menor de la izquierda frente a un PSOE gobernante; la demostración ante la Unión Europea y los poderes económicos y empresariales de que es capaz de llegar a acuerdos con Ciudadanos y el centro político moderado; y, sobre todo, la victoria incuestionable sobre sus barones territoriales que se oponen abiertamente a su liderazgo.

Esta estrategia tenía un primer acto, y es que Rajoy debía presentar el primero su candidatura a la investidura y perderla. Aunque fuera con los votos favorables de Ciudadanos, pero esta sesión hubiera escenificado el NO de los socialistas y hubiera legitimado la posterior candidatura de Pedro Sánchez como líder del segundo partido más votado, sobre todo ante el importantísimo Comité Federal del PSOE del 30 de enero, que es el que debe dar luz verde a Sánchez en sus políticas de pactos.

Sin embargo, las cosas han venido de otra manera. Los rivales del PSOE no se han quedado dormidos y han trastocado todos estos planes.

Golpes de efecto

El primer golpe de efecto lo dio Pablo Iglesias tras su entrevista con el Rey, cuando anunció ante la sorpresa general que estaba dispuesto a apoyar la presidencia de Pedro Sánchez a cambio de participar en un gobierno de coalición en el que el propio Iglesias se recomendaba como vicepresidente. La reacción de los barones y de otros muchos influyentes socialistas contrarios a cualquier pacto con Podemos no se hizo esperar y respondieron enojados y ofendidos en contra de la oferta de Iglesias. El ambiente en el PSOE a ocho días del Comité Federal volvía a calentarse.

Pero a esta primera bomba informativa le siguió pocas horas después una segunda explosión espectacular. Mariano Rajoy anunció también tras su entrevista con el Rey que no iba a presentar su candidatura a la investidura, a pesar de que Felipe VI se lo había propuesto formalmente al tratarse del líder del partido más votado en las elecciones. Poco después el propio Rajoy matizó sus palabras y explicó que seguía aspirando a la Presidencia del Gobierno, pero que no se presentaría a la investidura hasta conseguir la mayoría que le diera la victoria.

La estrategia del PSOE se ha hecho añicos. Ahora todos los focos están sobre Pedro Sánchez y no sobre Rajoy, y las preguntas son: ¿Se presentará ahora el líder socialista el primero a la sesión de investidura? Y ¿aceptará la oferta de Podemos?

‘Vía Crucis’ del PSOE

La que iba a ser una semana cómoda y triunfal del PSOE con la derrota de Rajoy en el Congreso se ha convertido en un más que probable ‘Vía Crucis’ de cara al Comité Federal del 30 de enero. Los barones y muchos miembros de este órgano no apoyarían con toda seguridad el pacto con Podemos, lo que abriría una dura confrontación entre los partidarios de negociar con Pablo Iglesias y los que no lo están. Se antoja casi imposible para Pedro Sánchez conseguir en este ambiente una mayoría absoluta (por no hablar de unanimidad) en el máximo órgano socialista entre congresos que legitime su candidatura a la investidura con el apoyo de Podemos.

Es, sin duda, una gran victoria táctica de Pablo Iglesias. Por un lado, si Sánchez consiguiera un SÍ del Comité Federal a pactar con Podemos, se abriría un proceso de negociación con el partido morado cuyos resultados son hoy por hoy imprevisibles, ya que una coalición de partidos para formar gobierno como ha ofrecido Iglesias haría saltar muchas chispas en el seno del socialismo que no olvida que Podemos tiene como objetivo estratégico hacerse con la hegemonía en la izquierda. Por otro lado, en el caso de que el PSOE dijera NO a un pacto con Podemos, Iglesias no tardaría ni un segundo en afirmar que los socialistas no quieren el cambio y que Podemos es la única alternativa real de izquierdas, con el claro objetivo de atraer a más votantes socialistas a sus filas en una posible repetición de las elecciones.

Con el movimiento de Iglesias se ha invertido la situación: de ser Podemos el que tendría que posicionarse ante un eventual pacto PSOE-Ciudadanos contra el PP, ahora es el PSOE el que tiene que posicionarse, y cualquiera de las decisiones que tome conllevan un desgaste.  

Rajoy, por su parte, espera pacientemente este desgaste del PSOE y, de la misma manera que Sánchez esperaba un suicidio político de Rajoy en el Congreso, ahora es el presidente en funciones el que espera que sea su rival el que se inmole en la Cámara. El PP sigue jugando la baza del pacto con Ciudadanos y el apoyo (o abstención) del PSOE, por lo que un fracaso y/o eventual dimisión o derrota de Pedro Sánchez sería fundamental, ya que un nuevo liderazgo socialista podría permitir un nuevo gobierno de Rajoy. Los socialistas tendrían que elegir entre la peste o el cólera: mantener el NO a Rajoy y provocar unas nuevas elecciones en las que, con bastante seguridad, pagarían ante sus votantes su negativa a aprovechar la oferta de Podemos para echar al PP del Gobierno, o apoyar a Rajoy.


En resumen: en un solo día los que parecía que iban perdiendo han provocado un giro en los acontecimientos que puede poner fin a las aspiraciones de Pedro Sánchez de convertirse en presidente del Gobierno. ¿Podrá contraatacar con otro golpe de efecto?

viernes, 18 de diciembre de 2015

Los vídeos electorales de la campaña 2015: Gana la emoción

Las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 son las primeras en la reciente historia democrática de España en las que más de dos partidos tienen capacidad de influir decisivamente en la formación del Gobierno de la Nación y en la labor legislativa del próximo Congreso de los Diputados. Hasta el último momento las encuestas han señalado un escenario muy reñido, lo que ha forzado a los partidos a poner en marcha la maquinaria de comunicación con los contenidos más emocionales de las últimas campañas.


Partido Popular: No hagas experimentos

El vídeo electoral del PP apela a un mensaje sencillo: "La cosa marcha, cuesta, pero marcha. No lo pongas en peligro votando cosas raras". Como buen vídeo del partido en el Gobierno que espera ser reelegido, pone en valor los éxitos alcanzados durante la legislatura y promete aumentarlos. Apela al esfuerzo, la constancia y la seriedad. Valores emocionales que vinculan con la marca PP y en los que no aparece en ningún momento el rostro del candidato.






PSOE: Resistir es vencer

Este vídeo electoral tiene un muy alto ingrediente emocional. Busca la movilización del voto tradicionalmente socialista a través del relato "resistir es vencer". Frente a encuestas que vaticinan un desastre electoral, este vídeo presenta un escenario de futuro en el que el PSOE logra vencer a pesar de todo y cumplir sus promesas electorales llenando de orgullo a sus votantes. Su objetivo: poner la piel de gallina y retener a los votantes socialistas. 






Podemos: Los dos Pablos Iglesias piden el voto a los socialistas 

El vídeo de Podemos tiene un doble objetivo: presentar a esta formación como libre de toda mácula frente a los partidos tradicionales y, sobre todo, como la alternativa al PSOE. Está dirigido directamente a los votantes socialistas decepcionados con la intención de atraer su voto apelando a los principios fundadores del socialismo y para ello utiliza el nombre de Pablo Iglesias, aprovechando la confusión entre los nombres del líder de Podemos y del fundador del PSOE. 





Ciudadanos: Albert Rivera y la ilusión

El vídeo de Ciudadanos es un reflejo de los dos ejes de su campaña: la figura de Albert Rivera y el elemento emocional de la ilusión. No se presentan propuestas concretas, sino mensajes generalistas basados en la esperanza y la emoción articulados en torno a la figura del candidato. Dirigido a los votantes que buscan algo nuevo pero sin compromisos.





Unidad Popular/Izquierda Unida: la verdadera izquierda

Este vídeo electoral quiere presentar a UP/IU como la defensora de las esencias de la izquierda, sin concesiones ideológicas. Reconoce que parte con menor apoyo en las encuestas y trata de convertir esta circunstancia en un valor con el relato: creéis que somos pocos los que defendemos la verdadera esencia de la izquierda, pero en las elecciones demostraremos que no es así. Un claro mensaje a Podemos.  





UPyD: el partido contra la corrupción


Es el vídeo más clásico de todos. La lucha contra la corrupción se ha convertido en el principal mensaje de este spot y en el elemento diferenciador de UPyD con respecto al resto de partidos, apelando al papel de la formación magenta en las denuncias en el caso Bankia. Un intento de retener votantes en su fuga a Ciudadanos.