En
las últimas semanas se han sucedido una serie de éxitos para Rusia en la escena
internacional que refuerzan el papel de este gigante. Aunque continúa muy lejos
de ser la superpotencia que en su día fue la URSS, la Rusia de hoy está en el
tren del crecimiento económico, su influencia sobre Europa crece a medida que
aumenta la dependencia energética de la UE y su papel en las antiguas fronteras
soviéticas sigue siendo hegemónico.
El pasado 2 de octubre
se celebraron en Georgia las elecciones a la Presidencia del país. El enemigo
de Rusia Mijail Saakasvili perdió y dará paso al millonario Bidzina Ivanishvili,
que ha prometido rebajar la tensión entre ambos países después de la invasión
rusa en 2008.
Ese año Saakasvili ordenó
el ataque a Osetia del Sur, una región independizada de facto de Georgia y
apoyada por Rusia. Fue un error de cálculo garrafal de la fuerza y la voluntad
de Moscú, que no solamente expulsó a los georgianos, sino que atacó la propia
Georgia imponiendo su voluntad. Esa voluntad ha supuesto poner fin a los sueños
del ya ex presidente de integrar a Georgia en Occidente con una posible adhesión
a la OTAN. Rusia no lo consiente y tras la derrota de Saakasvili, ese desafío en
las fronteras rusas se ha alejado aún más.
Soldados rusos en Georgia, 2008. |
Precisamente el control
de las antiguas fronteras de la URSS por parte de Rusia se ha convertido en una
obsesión tras la caída del imperio soviético en 1991. Moscú nunca ha abandonado
la idea de ser la heredera de la URSS y de tener cierto derecho de tutela de
las antiguas repúblicas soviéticas hoy independientes. Es la política llamada
del “extranjero cercano”, y para ello cuenta con firmes aliados integrados en
la Organización del Tratado de
Seguridad Colectiva (OTSC)
como Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán o Tayikistán, país con el que
el pasado 5 de octubre Rusia firmó un tratado por el que mantiene sus bases
militares hasta el año 2042.
Parece un hecho algo
exótico y lejano, pero su significado estratégico es muy alto. Tayikistán
comparte frontera con Afganistán, por lo que se encuentra en primera fila ante
un territorio muy conflictivo y con gran presencia militar occidental, cerca de
China y con un potencial muy alto de recursos naturales. Tener soldados rusos
en esa frontera supone, ante todo, un mensaje a la OTAN y a EEUU de dónde está
el límite de su presencia en Asia Central.
Contra la presencia de EEUU
en Asia Central
Precisamente los EEUU
traspasaron ese límite en 2001 instalando una gran base militar en Uzbekistán
rompiendo así el “monopolio” ruso en la zona. Sin embargo, en 2005 el gobierno
de Tashkent exhortó a los estadounidenses a abandonar el país. El plazo de la
retirada se cumple en 2014, y a pesar de los intentos de EEUU de mantener su
presencia tan golosa en la zona después de su retirada de Afganistán también en
2014, el gobierno uzbeko a finales del pasado mes de agosto anunció que
mantiene su decisión de que “no haya bases extranjeras en el país”. Otra buena
noticia para los rusos.
Aunque Rusia al parecer
está recuperando su estatus hegemónico en Asia Central, su política de controlar
al “extranjero cercano” ha fracasado estrepitosamente en algunos lugares como
los estados bálticos –integrados en la OTAN y en la UE- y es muy polémica en
otros como Ucrania o la mencionada Georgia, donde la influencia rusa no es
bienvenida pero cuenta con gran fuerza, la que otorga el gas y el petróleo.
Gaseoducto ruso en construcción. |
Así, por ejemplo, en
2006 y 2008 Rusia cortó el suministro de gas a Ucrania imponiendo sus condiciones al gobierno surgido en 2004 de la llamada “revolución naranja” que
quería acercar Ucrania a Occidente (a la OTAN y a la UE) y alejarla de la
influencia rusa. Sin embargo, para Moscú Ucrania continúa siendo clave para
considerarse una gran potencia. Por ello su empeño en estar presentes en las
decisiones que se tomen en Kiev. Y la caída en desgracia y el encarcelamiento el
pasado verano de la ex primera ministra y heroína de la “revolución naranja”, Yulia Timoshenko, es un síntoma de que Moscú continúa muy presente a orillas del
Dniéper.
Ni los EEUU ni la Unión
Europea, tanto en 2008 en Georgia como ese año en Ucrania, tomaron ninguna medida
para defender a sus partidarios o amenazaron a Rusia por sus maniobras, excepto
algunos gestos aislados de llamadas a boicotear el Eurocopa de fútbol que no
quedaron en nada. Es el poder que da el contar con la mayor reserva de gas del
mundo y una de las más altas de petróleo.
Socio de un club emergente
Rusia sabe que la
energía es su gran baza en el mundo, lo que le permite estar entre los llamados
BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), los estados que han
experimentado un mayor crecimiento económico en la última década y que mejor proyección
tienen para el futuro, con expectativas de superar a la UE a medio plazo y a
EEUU a largo plazo. Si Moscú pertenece a este club es por sus reservas
energéticas, pero sabe que tiene que diversificar y apostar para mantener su
status.
Por eso el pasado 28 de
septiembre la empresa petrolífera Rosneft firmó un acuerdo con Venezuela para
explotar conjuntamente con la empresa estatal venezolana PDVSA la Faja
petrolífera del Orinoco a cambio de un crédito de 1.500 millones de dólares. Es
la primera vez que Rusia sale de su territorio para explotar yacimientos
ajenos. Pero no se trata sólo de petróleo. El presidente venezolano Hugo Chávez
explicó el día de la firma del acuerdo que las "relaciones cada día son
más solidas", y destacó el "tremendo apoyo" de Moscú para tener
capacidad operativa y logística en seguridad y defensa. Un mensaje muy claro
para Washington.
El acuerdo con
Venezuela es una “invasión” clara de Rusia de una zona que los EEUU continúan
considerando como su esfera de influencia, y más cuando se trata de un país con
una de las mayores reservas de petróleo del mundo. Pero no es la única. El
pasado 9 de octubre Irak permitió la explotación de un campo petrolífero a un
consorcio ruso-japonés. Es la primera vez que una empresa rusa vuelve a Irak
después de que los EEUU las vetara por el rechazo ruso a la invasión de 2003.
Pero el negocio no queda ahí: el mismo 9 de octubre se hizo oficial la venta de armas rusas a Irak por valor de 4.200 millones de dólares.
Acuerdo Rusia-Irak. |
Moscú vuelve a Oriente
Próximo, donde aún mantiene una base naval en Siria desde los tiempos de la
URSS. Y es en Siria, antigua aliada de la Unión Soviética y muy buen cliente de
la industria de armas, donde Rusia está poniendo en práctica su nueva
autoestima frente a los EEUU y a Europa al vetar, junto a China, todas las
resoluciones de la ONU para debilitar o condenar al régimen de Bashar Al-Assad.
Es, ante todo, una demostración de músculos ante la comunidad internacional.
Rusia está en racha y
se está reivindicando en el mundo. Sin embargo, mientras los éxitos se acumulan
en el exterior, aumentan las protestas y el rechazo en el interior contra el
régimen autoritario de Vladimir Putin. ¿Supondrá algún obstáculo al creciente
poder ruso?
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