¿Cómo
es posible que en Alemania, el país con el movimiento obrero más organizado de
Europa, millones de trabajadores apoyaran a Adolfo Hitler a pesar de su
carácter reaccionario? Una respuesta interesante pero controvertida a esta
pregunta la ofreció Wilhelm Reich en su libro “La psicología de masas del
fascismo”: el apoyo masivo al nazismo habría sido consecuencia de la represión
sexual propia de un modelo de familia autoritario muy extendido entre las
clases medias y entre gran parte de los trabajadores. La represión de los
instintos sexuales más profundos y desde la más tierna infancia habría creado
individuos con grandes carencias y frustraciones que habrían tratado de
compensar participando en un movimiento autoritario y obedeciendo a un líder que
reproducía a nivel político esas mismas estructuras autoritarias de la familia.
Wilhelm Reich fue un
autor muy polémico en su época. Sociólogo, psicoanalista y comunista austriaco
(expulsado del partido por “heterodoxo”), vio la llegada de Hitler al poder en
Alemania en 1933. Ese año escribió su obra “La
psicología de masas del fascismo” para tratar de dar una respuesta a la
pregunta que en ese momento se hacían en la izquierda europea: ¿Cómo es
posible que millones de trabajadores alemanes, el movimiento obrero más grande
y mejor organizado de Europa, no impidieran e incluso apoyaran al fascismo a
pesar de tratarse de una ideología reaccionaria que trabajaba en contra de sus
intereses como clase social? Y también, ¿cómo es posible que millones de
ciudadanos alemanes de clase media aceptaran la muerte de la democracia y el
triunfo de un sistema que les perjudicaba en sus aspiraciones individuales,
tanto económicas como políticas?
Reich explicó que según
el dogma imperante entre los autores marxistas en los años 30, a los que
calificó como “vulgares”, eran las condiciones económicas las que determinaban
la conciencia de clase y por lo tanto la acción política de las masas. Según
este planteamiento, no habría otra fuerza más poderosa que la realidad
económica para mover a los individuos hacia una determinada ideología política
que debería corresponder a sus intereses. Es decir, en teoría, durante la crisis económica que azotó el
mundo a partir de 1929, las masas deberían haber apoyado a las izquierdas
porque solamente éstas defendían sus intereses frente a la explotación
capitalista despiadada, y los nazis deberían haber carecido casi de de
seguidores entre los obreros y las clases medias en peligro por la crisis
porque “su esencia se presentaba como la expresión más extrema de la reacción
política y económica”.
Sin embargo, la
realidad tomó un rumbo muy diferente. Como explicó el autor, “la crisis
económica, que hubiera debido imprimir un impulso hacia la izquierda a la
ideología de las masas, inició de hecho un deslizamiento hacia la derecha que
se apoderó de todas las capas proletarias de la población”. Reich fue incluso
más lejos y aseguró que “fueron precisamente las masas empobrecidas las que ayudaron a la instalación en el poder
del fascismo, es decir, a la reacción política más despiadada”. ¿Por qué?
¿Por qué se equivocaron los
partidos de izquierda?
Reich criticó que el
análisis de sus compañeros marxistas no tuviera en cuenta otra variable más
poderosa a la hora de predecir el comportamiento político del individuo que no
fueran las condiciones económicas. Para Reich, lo que faltaba en el análisis marxista
eran las condiciones subjetivas, las
fuerzas que anidan en el interior de la personalidad de cada individuo y que
pueden incluso ser más poderosas que las condiciones objetivas de su entorno. Reich
se refería a la estructura psíquica
de cada individuo, que tiene su expresión política en la psicología de las
masas.
Según Reich, los
partidos de izquierda habrían fracasado ante Hitler porque no supieron trabajar
las condiciones subjetivas de los obreros alemanes, mientras que los nazis sí supieron conectar y movilizar
la estructura psíquica del proletariado y las clases medias mediante una
propaganda muy eficaz. En este sentido, Reich explicó que “la ideología de cada
formación social no solamente tiene como función reflejar el proceso económico,
sino también enraizarlo en las estructuras psíquicas de los hombres de esa
sociedad”. Es decir, mientras que los partidos de izquierda hablaron durante la
crisis de la lucha de clases con un éxito moderado entre los obreros, Hitler habló
de otros asuntos que conectaban mejor con la mayoría de la población.
¿Cómo fue eso posible? Porque
el mensaje de Hitler era absolutamente “irracional”
y por ello consiguió un apoyo igualmente totalmente irracional que nada tenía
que ver con las causas “objetivas” de los autores marxistas. El movimiento nazi
tenía un fuerte componente emocional
“que no se sostiene con argumentos racionales”.
El control de las ideas
Reich explicó que la
conciencia colectiva no avanza a la misma velocidad que los acontecimientos,
por ejemplo una crisis económica: “La situación económica no se traslada
inmediata y directamente a la conciencia política”. Existen una serie de controles
que impiden esperar una reacción inmediata y explosiva por parte de las clases
explotadas contra su situación y el principal control es el ejercido sobre las
ideas. En este sentido, Wilhelm Reich citó a Karl Marx para explicar que “las ideas de la clase dominante son
también las ideas dominantes de cada época”. Es decir, es posible mantener
bajo control a una mayoría sumisa que acepta la explotación y la dominación
gracias al control de las ideas
Wilhelm Reich |
Pero no se trata de una
simple manipulación mediática y del mensaje. Es mucho más profunda. Según Reich
se articula a través de la familia, en concreto del concepto de la familia dominante que reproduce a escala
doméstica las relaciones de poder y dominación del Estado sobre los individuos:
“La familia autoritaria representa la célula productiva más inmediata y la más
importante del pensamiento reaccionario: constituye la fábrica de la ideología
y de la estructura reaccionarias”, explicó el autor.
En concreto, Reich
aseguró que la dominación comienza en los primeros años de vida del individuo
con la represión de los instintos sexuales del niño y adolescente, aplicando la
prohibición, los castigos y el remordimiento. Se trata de una técnica muy
eficaz porque “la inhibición sexual es el medio de ligar al individuo con la
familia”. El objetivo de esa unión sería convertir “el lazo biológico del niño
con su madre y el de la madre con los niños en una fijación sexual indisoluble
y en una falta de aptitud para contraer otros vínculos. El vínculo del niño con
su madre es el núcleo de la unión familiar”. Una vez pasa el tiempo y los niños
se convierten en adultos, esa unión con la familia se traslada al Estado, ya
que “las representaciones de patria y de
nación son, en su núcleo subjetivo emocional, representaciones de la madre y de
la familia”.
Según este análisis, la
familia reproduciría a pequeña escala a la nación y representaría a la patria,
con la que se formarían unos lazos de
lealtad que impedirían cualquier actitud hostil hacia el poder estatal. En
otras palabras, según Reich el miedo a la libertad sexual sería el principal
obstáculo para la revolución contra la explotación económica y contra las
clases dominantes, y la mejor vía para apoyar las opciones políticas
reaccionarias que reproducen las relaciones de poder que se dan en las familias
autoritarias.
La clase media, el principal apoyo de
Hitler
La
familia era la base de la estructura social de las clases medias porque proporcionaba la ayuda
económica y era la base de la existencia de los pequeños y medianos negocios,
ya que a diferencia del gran capital que explota a los obreros, “la clase media
se explota a sí misma” (empleando a familiares en el negocio, manteniendo a la
mujer en el hogar, etc). A su vez, esta explotación familiar se basaba en una estructura patriarcal con una fuerte
represión sexual, lo que reproducía en la familia la dominación del poder
estatal: “La posición del padre en el Estado y en la economía se refleja en
su actitud patriarcal con respecto al resto de la familia. El padre representa
en la familia al Estado autoritario, de donde el padre se convierte en el más
precioso instrumento del poder estatal”, afirmó Reich.
Esa posición
autoritaria del padre facilitó el acceso del nazismo a las clases medias, según
Reich, ya que el liderazgo carismático
de Hitler representaba a ese padre autoritario. Hitler encarnaba a la nación
y la relación de la masa era emocionalmente individual: es decir, cada uno de
sus seguidores creía tener una relación individual con Hitler y sentía una
confianza infantil hacia Hitler, una actitud provocada desde la infancia por la
familia autoritaria que extirpaba cualquier tipo de iniciativa independiente: “Cuanto más ha perdido el individuo, a
consecuencia de su educación, su sentido de la independencia, tanto más se
manifiesta la necesidad infantil de apoyo por la identificación afectiva con el
führer. (…) El pequeño burgués reaccionario se descubre a sí mismo en el
führer, en el Estado autoritario; en razón de esa identificación se siente
defensor de la nacionalidad”, escribió Reich.
La clase media fue, con diferencia, la que mayor apoyo prestó a los nazis
en su camino hacia el poder (“El grueso de las tropas de la cruz gamada
fueron las clases medias”). La familia autoritaria creó el marco para que el
mensaje de Hitler fuera bien recibido en esa clase social. Pero, ¿cuál era ese
mensaje?
El mensaje de Hitler: la
lucha contra el sistema a favor del sistema
El propio Partido Nazi
tenía un origen pequeño burgués y el
componente emocional del mensaje del nazismo funcionó porque, según Reich,
coincidía con las estructuras de esta capa social: “En lo esencial el origen
pequeño burgués de sus ideas coincidía con las estructuras de las masas,
dispuestas a darles la mejor acogida”. Es decir, el mensaje del nazismo se acoplaba como un guante a las clases medias.
¿Por qué?
Las clases medias
vivían atemorizadas por la expansión del gran capital que amenazaban con
destruir su modo de vida. El pequeño comercio se arriesgaba a ser absorbido por
las grandes empresas en las ciudades y las pequeñas propiedades campesinas estaban
amenazadas por los grandes latifundios en el campo. Temían perder su estatus
social y acabar “degradadas” a clase obrera, hacia la que sentían una mezcla de
temor y desprecio. Las clases medias
vieron en el nazismo una oportunidad de enfrentarse a sus dos miedos, el gran
capital y la clase obrera, y a tener una expresión política propia: “Las
clases medias se pusieron en movimiento y, bajo el disfraz del fascismo,
efectuaron su entrada en la escena política como fuerza social”, escribió
Reich.
Las clases medias interpretaron
su apoyo a los nazis como “una lucha contra el sistema, y por tal entendía el
régimen marxista de la socialdemocracia”. Pero también sentían un violento rechazo
al gran capital. Como escribió Reich: “Nunca hubiera podido ganar Hitler para
su causa a las clases medias si no hubiera prometido iniciar la lucha contra el
gran capital”. Precisamente el gran capital era un aliado fundamental para los
nazis y su objetivo fundamental de acabar con las fuerzas de izquierda, según
Reich, por lo que obligatoriamente existió
una contradicción con las aspiraciones de las clases medias de realizar la “revolución
nacional”.
Esa contradicción fue
superada con éxito por Hitler porque conectó
con esta clase social en su aspecto más íntimo, según Reich: “El estudio de
la eficacia psicológica de Hitler sobre las masas debía partir de la idea de
que un führer o representante de una idea, no podía tener éxito más que si sus
conceptos personales, su ideología o su programa se encontraban en armonía con la
estructura media de una amplia capa de individuos integrados en una masa”. Es
decir, Hitler contó con la ayuda de la estructura
de la familia autoritaria para imponer un mensaje altamente irracional y
emocional entre la clase media que “olvidó” sus aspiraciones revolucionarias
contra el gran capital guiados por un liderazgo carismático y autoritario.
Los obreros, también con
Hitler
Pero las masas que
llevaron al movimiento nazi al poder no provenían solamente de las clases
medias, ya que solamente con ellas no era suficiente alcanzar una mayoría decisiva
en las sociedades de los años 30. Como ya se ha señalado, un número muy
considerable de trabajadores, incluso muchos organizados en el movimiento
obrero, apoyaron a los nazis a pesar de que representaban supuestamente justo
lo contrario de sus intereses objetivos. Según Reich, lo hicieron porque “se aburguesaron”, es decir, adoptaron una
conciencia de clase media y con ella adoptaron las mismas estructuras que
permitieron calar el mensaje nazi.
A diferencia del
proletariado en época de Marx y Engels a mediados y finales del S.XIX cuando los
obreros sufrían unas condiciones de vida miserables, en los años 30 del S. XX, los obreros (los alemanes, sobre todo),
disfrutaban de unas condiciones de vida mucho mejores, lo que les habría
alejado de su motivación revolucionaria y les habría acercado emocionalmente a
las clases medias. Los obreros habrían adoptado así los modelos
pequeño-burgueses de familia autoritaria, facilitando el acceso de la ideología
nazi a un grupo social en el que, según los analistas marxistas de la época, no
debería haber tenido cabida.
Hitler pudo contar así
con el apoyo masivo de la clase media y con una amplia capa de la clase
trabajadora porque en ambas funcionaba la estructura de la familia autoritaria.
Por lo tanto, y a modo de conclusión, Reich explicó que para combatir a las ideologías reaccionarias no hay que apostar por un
discurso basado en la realidad “objetiva”, sino adentrarse en la estructura
psíquica de cada individuo que no tiene por qué coincidir con la realidad
que le rodea. Por todo ello, la única manera de atacar a las fuerzas
reaccionarias y conseguir que triunfe la revolución, es atacando el concepto de familia autoritaria y la represión sexual de
sus miembros.
El poder de lo irracional
“La psicología de masas
del fascimo” de Wilhelm Reich es una teoría heterodoxa que analiza la causa del
apoyo masivo a una ideología extremista, irracional y violenta por parte de una
sociedad moderna y educada. Reich
despertó una importante polémica con este libro, que cuenta con muchos
detractores y también con muchas opiniones favorables abriendo un debate
todavía sin fin.
Hoy es difícilmente
aplicable, al menos al pie de la letra. El mundo, al menos en Occidente, se ha
transformado de manera decisiva en algunos de los aspectos clave de su teoría.
Por ejemplo, el concepto de familia autoritaria ya no existe en las sociedades
europeas actuales de la misma manera como en los años 30 del S. XX. Sin
embargo, más de ocho décadas después, esta obra de Wilhelm Reich contiene unos elementos
interesantes de reflexión acerca de cómo millones
de personas guiaron su comportamiento político por lo emocional y lo irracional
en una época de crisis.
Artículo disponible en Ssociólogos.com.
Artículo disponible en Ssociólogos.com.
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