La política española ha
vivido el pasado viernes 22 de enero un giro que podría ser definitivo. En
pocas horas, dos anuncios espectaculares han hecho trizas la estrategia del
PSOE para tratar de convertir a Pedro Sánchez en presidente del Gobierno y han transformado
la gran ventaja estratégica de los socialistas de su posición central entre las
fuerzas políticas en un problema.
La semana previa los
acontecimientos señalaban a una ligera ventaja de los socialistas en la dura
lucha por la investidura. El sorprendente acuerdo con Ciudadanos que hizo
posible la presidencia de Patxi López en el Congreso de los Diputados era el
aviso de que podía conseguirse algo mucho más importante si este acuerdo se
repetía de cara a la investidura. Con el SÍ de Ciudadanos el PSOE superaría los
escaños del PP y pondría a Podemos y a sus confluencias en la situación
incómoda de tener que elegir entre apoyar un gobierno alternativo a Rajoy (ya
sea votando a favor o absteniéndose) o votar en contra.
El resultado hubiera
sido brillante para Pedro Sánchez: una derrota del PP y su parálisis temporal con
una crisis interna importante en torno al liderazgo; la escenificación de
Podemos como el miembro menor de la izquierda frente a un PSOE gobernante; la
demostración ante la Unión Europea y los poderes económicos y empresariales de
que es capaz de llegar a acuerdos con Ciudadanos y el centro político moderado;
y, sobre todo, la victoria incuestionable sobre sus barones territoriales que se
oponen abiertamente a su liderazgo.
Esta estrategia tenía
un primer acto, y es que Rajoy debía presentar el primero su candidatura a la
investidura y perderla. Aunque fuera con los votos favorables de Ciudadanos,
pero esta sesión hubiera escenificado el NO de los socialistas y hubiera
legitimado la posterior candidatura de Pedro Sánchez como líder del segundo
partido más votado, sobre todo ante el importantísimo Comité Federal del PSOE
del 30 de enero, que es el que debe dar luz verde a Sánchez en sus políticas de
pactos.
Sin embargo, las cosas
han venido de otra manera. Los rivales del PSOE no se han quedado dormidos y
han trastocado todos estos planes.
Golpes
de efecto
El primer golpe de
efecto lo dio Pablo Iglesias tras su entrevista con el Rey, cuando anunció ante
la sorpresa general que estaba dispuesto a apoyar la presidencia de Pedro
Sánchez a cambio de participar en un gobierno de coalición en el que el propio
Iglesias se recomendaba como vicepresidente. La reacción de los barones y de
otros muchos influyentes socialistas contrarios a cualquier pacto con Podemos
no se hizo esperar y respondieron enojados y ofendidos en contra de la oferta
de Iglesias. El ambiente en el PSOE a ocho días del Comité Federal volvía a
calentarse.
Pero a esta primera
bomba informativa le siguió pocas horas después una segunda explosión
espectacular. Mariano Rajoy anunció también tras su entrevista con el Rey que
no iba a presentar su candidatura a la investidura, a pesar de que Felipe VI se
lo había propuesto formalmente al tratarse del líder del partido más votado en
las elecciones. Poco después el propio Rajoy matizó sus palabras y explicó que
seguía aspirando a la Presidencia del Gobierno, pero que no se presentaría a la
investidura hasta conseguir la mayoría que le diera la victoria.
La estrategia del PSOE
se ha hecho añicos. Ahora todos los focos están sobre Pedro Sánchez y no sobre
Rajoy, y las preguntas son: ¿Se presentará ahora el líder socialista el primero
a la sesión de investidura? Y ¿aceptará la oferta de Podemos?
‘Vía
Crucis’ del PSOE
La que iba a ser una
semana cómoda y triunfal del PSOE con la derrota de Rajoy en el Congreso se ha
convertido en un más que probable ‘Vía Crucis’ de cara al Comité Federal del 30
de enero. Los barones y muchos miembros de este órgano no apoyarían con toda
seguridad el pacto con Podemos, lo que abriría una dura confrontación entre los
partidarios de negociar con Pablo Iglesias y los que no lo están. Se antoja
casi imposible para Pedro Sánchez conseguir en este ambiente una mayoría
absoluta (por no hablar de unanimidad) en el máximo órgano socialista entre
congresos que legitime su candidatura a la investidura con el apoyo de Podemos.
Es, sin duda, una gran
victoria táctica de Pablo Iglesias. Por un lado, si Sánchez consiguiera un SÍ
del Comité Federal a pactar con Podemos, se abriría un proceso de negociación
con el partido morado cuyos resultados son hoy por hoy imprevisibles, ya que
una coalición de partidos para formar gobierno como ha ofrecido Iglesias haría
saltar muchas chispas en el seno del socialismo que no olvida que Podemos tiene
como objetivo estratégico hacerse con la hegemonía en la izquierda. Por otro
lado, en el caso de que el PSOE dijera NO a un pacto con Podemos, Iglesias no
tardaría ni un segundo en afirmar que los socialistas no quieren el cambio y
que Podemos es la única alternativa real de izquierdas, con el claro objetivo
de atraer a más votantes socialistas a sus filas en una posible repetición de
las elecciones.
Con el movimiento de
Iglesias se ha invertido la situación: de ser Podemos el que tendría que
posicionarse ante un eventual pacto PSOE-Ciudadanos contra el PP, ahora es el
PSOE el que tiene que posicionarse, y cualquiera de las decisiones que tome
conllevan un desgaste.
Rajoy, por su parte,
espera pacientemente este desgaste del PSOE y, de la misma manera que Sánchez
esperaba un suicidio político de Rajoy en el Congreso, ahora es el presidente
en funciones el que espera que sea su rival el que se inmole en la Cámara. El
PP sigue jugando la baza del pacto con Ciudadanos y el apoyo (o abstención) del
PSOE, por lo que un fracaso y/o eventual dimisión o derrota de Pedro Sánchez
sería fundamental, ya que un nuevo liderazgo socialista podría permitir un
nuevo gobierno de Rajoy. Los socialistas tendrían que elegir entre la peste o
el cólera: mantener el NO a Rajoy y provocar unas nuevas elecciones en las que,
con bastante seguridad, pagarían ante sus votantes su negativa a aprovechar la
oferta de Podemos para echar al PP del Gobierno, o apoyar a Rajoy.
En resumen: en un solo
día los que parecía que iban perdiendo han provocado un giro en los
acontecimientos que puede poner fin a las aspiraciones de Pedro Sánchez de
convertirse en presidente del Gobierno. ¿Podrá contraatacar con otro golpe de
efecto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.