Las
próximas elecciones generales del 20 de diciembre certificarán el fin del
bipartidismo imperfecto que ha estado dominando el sistema de partidos español
en las últimas décadas. Con la llegada de Podemos y de Ciudadanos se pone fin a
las posibilidades reales de conseguir una mayoría absoluta en el Congreso de
los Diputados y también se quiebra el llamado balancín electoral, aquel
fenómeno por el que las debilidades y crisis de uno de los partidos dominantes
automáticamente beneficiaba en votos a su rival. Sin embargo, ¿la aparición de
Podemos y de Ciudadanos cambiará el color del nuevo gobierno? ¿O simplemente
serán muletas que apoyen a los dos grandes?
En las elecciones
autonómicas de 2011 el PSOE perdió aproximadamente 1,5 millones de votos con
respecto a 2007. Fue un resultado desastroso para el partido que perdió mucho
poder institucional y dejó de gobernar en comunidades donde lo había estado
haciendo desde el principio del Estado de las autonomías, como en Extremadura y
en Castilla la Mancha. En las elecciones autonómicas de 2015 el resultado cuantitativo
fue aún peor, con casi 700.000 votos menos que en 2011. Sin embargo, el PSOE ha
logrado no solamente recuperar el gobierno de Extremadura y de Castilla la
Mancha, sino que también ha vuelto a gobernar en la Comunidad Valenciana,
Aragón, Baleares, y a apoyar gobiernos en Cantabria y en Canarias. Es decir,
con más de dos millones menos de votos los socialistas han recuperado su poder
autonómico de 2007. ¿Cómo es posible?
A diferencia de 2007,
los socialistas no han conseguido una mayoría absoluta o contundente en ninguna
de estas autonomías, pero sí controlan los gobiernos. Lo hacen gracias a
acuerdos con otras fuerzas políticas que, por su parte, han recibido un enorme
apoyo en su primera aparición electoral a nivel nacional. Podemos y Ciudadanos
sumaron más de tres millones de votos en las elecciones autonómicas (1,7
Podemos y 1,4 Ciudadanos), bastante menos que los seis millones del PP y los
5,6 millones del PSOE, pero han sido clave para permitir que estos partidos
sigan gobernando.
Las
tres crisis de España
La crisis que sufre
España desde hace años está provocando un terremoto político sin precedentes en
la actual etapa constitucional del país. El periodista Enric Juliana habla de
una “triple crisis”: una profunda crisis económica, una profunda crisis
territorial (Cataluña) y una profunda crisis de legitimidad y credibilidad
institucional. Estas crisis estarían transformando la realidad política e
institucional española y habrían facilitado la aparición y, sobre todo, el
éxito de los llamados partidos emergentes.
Según el politólogo noruego
Stein Rokkan (1921-1979), los partidos políticos van surgiendo según los
conflictos que aparecen en la sociedad. Los partidos serían la expresión de ese
conflicto y de su encauce institucional. Por ejemplo: los partidos socialistas
surgieron como consecuencia de la lucha del movimiento obrero, mientras que los
democratacristianos lo hicieron durante la lucha Iglesia-Estado. Los verdes son
consecuencia del aumento de la concienciación medioambiental y los partidos
nacionalistas lo son del conflicto centro-periferia, etc. Según esta teoría, Podemos
y Ciudadanos serían la consecuencia política de la profunda crisis de
legitimidad y credibilidad política e institucional que señala Juliana, y por
lo tanto habrían llegado para quedarse, de la misma forma que lo hicieron los
socialistas hace un siglo o los verdes en Europa hace 30 años.
Por lo tanto se podrá
aventurar que el bipartidismo imperfecto que había en España desde la
Transición (es decir, dos partidos dominantes acompañados de otros más pequeños)
se ha terminado. Con él también se habría esfumado el fenómeno conocido como ‘balancín
electoral’, que quiere decir que cuando PP o PSOE sufrían un desgaste o una
crisis, automáticamente la pérdida de votos en uno se traducía en un aumento de
votos en el otro.
Ahora los votantes
descontentos con los dos grandes partidos tienen otras marcas a las que votar.
La empresa demoscópica Sigma Dos calcula que en las elecciones catalanas del 27
de septiembre de 2015, un 30% de los electores del PP de 2012 se pasó a
Ciudadanos. Por su parte, Metroscopia calculó que el 30% de los votos de
Podemos en las elecciones europeas de 2014 eran antiguos votantes socialistas. En
ambos casos es muy difícil que los votantes vuelvan a sus antiguos partidos, ya
que en muchos casos sus apoyos a PP y a PSOE se debían, sencillamente, a que no
había nada más y se limitaban a votar al que más se acercaba a sus
preferencias, ahora cubiertas por la nueva oferta electoral.
Sin
posibilidades de gobernar
Sin embargo, la fuga de
votantes socialistas y del PP a Podemos y a Ciudadanos no significa que los
partidos emergentes hayan crecido tanto que tengan posibilidades reales de
disputar a los dos grandes el protagonismo. Ni Pablo Iglesias ni Albert Rivera
se presentarán previsiblemente a la investidura para ser Presidente del
Gobierno, al menos con posibilidades de ganar. Esta posibilidad sigue reservada
a Mariano Rajoy o a Pedro Sánchez, que lideran los partidos con el mayor número
de votos y a los que las encuestas siguen otorgando el mayor apoyo, tanto en
votos como en escaños: La ley electoral prima a los dos primeros partidos de
cada circunscripción, por lo que la composición del Congreso de los Diputados
será previsiblemente con una mayoría socialista y del PP.
La aportación de
Podemos y de Ciudadanos al nuevo sistema de partidos español no es por lo tanto
una nueva sigla al frente de los gobiernos, sino la obligación de pactar y
negociar para llegar a ellos. Solamente el partido con mayor capacidad de
negociación y flexibilidad podrá formar gobierno, y en esta búsqueda de parejas
de baile, el PSOE y Ciudadanos tienen mayores posibilidades al no encontrarse
escorados en el espectro ideológico.
PP y Podemos están cada
uno escorados, el primero a la derecha y el segundo a la izquierda. En cambio,
PSOE y Ciudadanos se encuentran más centrados y por lo tanto tienen más
posibilidades de encontrar socio que los otros dos. Por ejemplo, el PSOE puede
negociar con Ciudadanos y/o con Podemos, mientras que el PP solamente lo puede
hacer con Ciudadanos. Es decir, Pedro Sánchez podrá sumar a sus diputados los
de Podemos y/o los de Ciudadanos para ser presidente del Gobierno, mientras que
Rajoy solamente tendrá posibilidades de repetir en La Moncloa si sus diputados
sumados a los de Albert Rivera son mayoría, y si el propio Rivera tiene
voluntad de llegar a un acuerdo con el PP y no con el PSOE.
En resumen, Podemos y
Ciudadanos son la expresión política de la crisis institucional en España y han
llegado para quedarse, pero sin fuerza electoral suficiente como para imponer
un cambio radical en la composición de los gobiernos autonómicos (aunque sí
municipales) y nacional. El cambio político que han provocado estos partidos
emergentes es cualitativo al obligar a los dos partidos grandes a negociar para
mantenerse o llegar al poder.
Al PP y al PSOE ahora
les cuesta más seguir gobernando, pero ni Podemos ni Ciudadanos tienen
capacidad para impedirlo. Hoy por hoy son las muletas de los dos grandes, a no
ser que tras el 20 de diciembre rompan con otra tradición política española y
exijan formar parte del nuevo gobierno y compartir asientos en el Consejo de
Ministros.
Artículo disponible en Ssociólogos.com
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