lunes, 16 de noviembre de 2015

Podemos y Ciudadanos, ¿cambio político o muletas de PP y PSOE?

Las próximas elecciones generales del 20 de diciembre certificarán el fin del bipartidismo imperfecto que ha estado dominando el sistema de partidos español en las últimas décadas. Con la llegada de Podemos y de Ciudadanos se pone fin a las posibilidades reales de conseguir una mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados y también se quiebra el llamado balancín electoral, aquel fenómeno por el que las debilidades y crisis de uno de los partidos dominantes automáticamente beneficiaba en votos a su rival. Sin embargo, ¿la aparición de Podemos y de Ciudadanos cambiará el color del nuevo gobierno? ¿O simplemente serán muletas que apoyen a los dos grandes?


En las elecciones autonómicas de 2011 el PSOE perdió aproximadamente 1,5 millones de votos con respecto a 2007. Fue un resultado desastroso para el partido que perdió mucho poder institucional y dejó de gobernar en comunidades donde lo había estado haciendo desde el principio del Estado de las autonomías, como en Extremadura y en Castilla la Mancha. En las elecciones autonómicas de 2015 el resultado cuantitativo fue aún peor, con casi 700.000 votos menos que en 2011. Sin embargo, el PSOE ha logrado no solamente recuperar el gobierno de Extremadura y de Castilla la Mancha, sino que también ha vuelto a gobernar en la Comunidad Valenciana, Aragón, Baleares, y a apoyar gobiernos en Cantabria y en Canarias. Es decir, con más de dos millones menos de votos los socialistas han recuperado su poder autonómico de 2007. ¿Cómo es posible?

A diferencia de 2007, los socialistas no han conseguido una mayoría absoluta o contundente en ninguna de estas autonomías, pero sí controlan los gobiernos. Lo hacen gracias a acuerdos con otras fuerzas políticas que, por su parte, han recibido un enorme apoyo en su primera aparición electoral a nivel nacional. Podemos y Ciudadanos sumaron más de tres millones de votos en las elecciones autonómicas (1,7 Podemos y 1,4 Ciudadanos), bastante menos que los seis millones del PP y los 5,6 millones del PSOE, pero han sido clave para permitir que estos partidos sigan gobernando.

Las tres crisis de España

La crisis que sufre España desde hace años está provocando un terremoto político sin precedentes en la actual etapa constitucional del país. El periodista Enric Juliana habla de una “triple crisis”: una profunda crisis económica, una profunda crisis territorial (Cataluña) y una profunda crisis de legitimidad y credibilidad institucional. Estas crisis estarían transformando la realidad política e institucional española y habrían facilitado la aparición y, sobre todo, el éxito de los llamados partidos emergentes.

Según el politólogo noruego Stein Rokkan (1921-1979), los partidos políticos van surgiendo según los conflictos que aparecen en la sociedad. Los partidos serían la expresión de ese conflicto y de su encauce institucional. Por ejemplo: los partidos socialistas surgieron como consecuencia de la lucha del movimiento obrero, mientras que los democratacristianos lo hicieron durante la lucha Iglesia-Estado. Los verdes son consecuencia del aumento de la concienciación medioambiental y los partidos nacionalistas lo son del conflicto centro-periferia, etc. Según esta teoría, Podemos y Ciudadanos serían la consecuencia política de la profunda crisis de legitimidad y credibilidad política e institucional que señala Juliana, y por lo tanto habrían llegado para quedarse, de la misma forma que lo hicieron los socialistas hace un siglo o los verdes en Europa hace 30 años.

Por lo tanto se podrá aventurar que el bipartidismo imperfecto que había en España desde la Transición (es decir, dos partidos dominantes acompañados de otros más pequeños) se ha terminado. Con él también se habría esfumado el fenómeno conocido como ‘balancín electoral’, que quiere decir que cuando PP o PSOE sufrían un desgaste o una crisis, automáticamente la pérdida de votos en uno se traducía en un aumento de votos en el otro.

Ahora los votantes descontentos con los dos grandes partidos tienen otras marcas a las que votar. La empresa demoscópica Sigma Dos calcula que en las elecciones catalanas del 27 de septiembre de 2015, un 30% de los electores del PP de 2012 se pasó a Ciudadanos. Por su parte, Metroscopia calculó que el 30% de los votos de Podemos en las elecciones europeas de 2014 eran antiguos votantes socialistas. En ambos casos es muy difícil que los votantes vuelvan a sus antiguos partidos, ya que en muchos casos sus apoyos a PP y a PSOE se debían, sencillamente, a que no había nada más y se limitaban a votar al que más se acercaba a sus preferencias, ahora cubiertas por la nueva oferta electoral.

Sin posibilidades de gobernar

Sin embargo, la fuga de votantes socialistas y del PP a Podemos y a Ciudadanos no significa que los partidos emergentes hayan crecido tanto que tengan posibilidades reales de disputar a los dos grandes el protagonismo. Ni Pablo Iglesias ni Albert Rivera se presentarán previsiblemente a la investidura para ser Presidente del Gobierno, al menos con posibilidades de ganar. Esta posibilidad sigue reservada a Mariano Rajoy o a Pedro Sánchez, que lideran los partidos con el mayor número de votos y a los que las encuestas siguen otorgando el mayor apoyo, tanto en votos como en escaños: La ley electoral prima a los dos primeros partidos de cada circunscripción, por lo que la composición del Congreso de los Diputados será previsiblemente con una mayoría socialista y del PP.

La aportación de Podemos y de Ciudadanos al nuevo sistema de partidos español no es por lo tanto una nueva sigla al frente de los gobiernos, sino la obligación de pactar y negociar para llegar a ellos. Solamente el partido con mayor capacidad de negociación y flexibilidad podrá formar gobierno, y en esta búsqueda de parejas de baile, el PSOE y Ciudadanos tienen mayores posibilidades al no encontrarse escorados en el espectro ideológico.

PP y Podemos están cada uno escorados, el primero a la derecha y el segundo a la izquierda. En cambio, PSOE y Ciudadanos se encuentran más centrados y por lo tanto tienen más posibilidades de encontrar socio que los otros dos. Por ejemplo, el PSOE puede negociar con Ciudadanos y/o con Podemos, mientras que el PP solamente lo puede hacer con Ciudadanos. Es decir, Pedro Sánchez podrá sumar a sus diputados los de Podemos y/o los de Ciudadanos para ser presidente del Gobierno, mientras que Rajoy solamente tendrá posibilidades de repetir en La Moncloa si sus diputados sumados a los de Albert Rivera son mayoría, y si el propio Rivera tiene voluntad de llegar a un acuerdo con el PP y no con el PSOE.

En resumen, Podemos y Ciudadanos son la expresión política de la crisis institucional en España y han llegado para quedarse, pero sin fuerza electoral suficiente como para imponer un cambio radical en la composición de los gobiernos autonómicos (aunque sí municipales) y nacional. El cambio político que han provocado estos partidos emergentes es cualitativo al obligar a los dos partidos grandes a negociar para mantenerse o llegar al poder.


Al PP y al PSOE ahora les cuesta más seguir gobernando, pero ni Podemos ni Ciudadanos tienen capacidad para impedirlo. Hoy por hoy son las muletas de los dos grandes, a no ser que tras el 20 de diciembre rompan con otra tradición política española y exijan formar parte del nuevo gobierno y compartir asientos en el Consejo de Ministros. 

Artículo disponible en Ssociólogos.com 

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