viernes, 12 de octubre de 2012

POR UNA FIESTA DE LA SOCIEDAD CIVIL

Todos los años se repite la misma imagen. El rey Juan Carlos vestido de uniforme militar y en calidad de Capitán General de los Reales Ejércitos, preside la tribuna de honor. A su lado, también vestido de militar, su heredero el príncipe Felipe. Ya detrás de la familia real –este matiz es muy importante- están los representantes de las principales instituciones del Estado. Todos reunidos para ver desfilar al Ejército entre música militar y aviones de combate sobrevolando el centro de Madrid. Esta es la imagen de la Fiesta Nacional, y no podría ser menos integradora.


Según la última encuesta del CIS el 26,9% de los españoles considera que los políticos son uno de los tres principales problemas de España. Es una cifra muy alta que ha ido creciendo en los últimos meses y que los políticos no aciertan a encarar. Por su parte, la Monarquía también sufrió un suspenso por parte de la ciudadanía en el barómetro del CIS publicado hace un año, en octubre de 2012. No hay datos posteriores porque después de este, sencillamente, el CIS no ha vuelto a consultar a los españoles sobre qué opinan de esta institución. Por último, también según otra encuesta, un 74,1% de los catalanes estaría a favor de un referéndum sobre la independencia de Cataluña.


La sociedad española está expresando su desencanto y su falta de identificación con unas instituciones estatales que han hecho muy pocos esfuerzos por mostrar su cercanía. Se escenifica su superioridad y alejamiento de la sociedad civil en la mayoría de los actos públicos, y el de la Fiesta Nacional del 12 de Octubre es el mejor ejemplo para ello.

 
Para empezar habría que revisar el concepto de Fiesta Nacional. En un contexto globalizado y europeo, las fiestas nacionales tienen cada vez menos sentido excepto para reivindicar una especificidad y una diferenciación que, por otro lado, de hecho se pierde cada día que pasa. Por ejemplo, resulta extraño ver al presidente del Gobierno reivindicando con su presencia en la tribuna la soberanía española, mientras al día siguiente negocia la pérdida de un poco más de esa soberanía estatal con respecto a la Unión Europea u otros organismos internacionales de carácter financiero.


¿Por qué el 12 de Octubre?

Por otro lado, la elección de la fecha de la celebración debería ser lo más representativa posible. Resulta cuanto menos cuestionable que el 12 de Octubre represente ya algo para alguien. La fecha del descubrimiento de América como fecha de la Fiesta Nacional contiene unas claras connotaciones difícilmente conciliables con el presente europeo de España. Esta fecha y el homenaje a Colón sirvieron a los intereses propagandísticos y discursivos del franquismo y de su triste intento de identificación con el imperio español del S. XVI.


La democracia española ni se identifica ni tiene nada que ver con la monarquía hispánica de los Habsburgo ni con el reinado de los reyes católicos. Ni siquiera sirve la reivindicación de los lazos culturales con América Latina. España no es, ni de lejos, el referente cultural y económico de los países hispanoamericanos. Como mucho representa una cómoda puerta de entrada a Europa y a su mercado. Pero España ni siquiera lidera esta cuestión en el seno europeo, cada vez más fragmentado, ya que cada estado, a la hora de la verdad, negocia individualmente sus intereses.


Tampoco estaría de más preguntarse ¿a quién representa la Fiesta Nacional? ¿Solamente a los españoles?, o ¿también a los más de cinco millones de extranjeros que, según el INE, viven en España? El concepto de nación que se deriva de la la ‘Fiesta Nacional’ a priori no incluye a estas personas. En una sociedad cada vez más abierta (son fronteras físicas en la UE, con libre movimiento y para afincarse, de viajar, de informarse, etc.) resulta cada vez más importante crear los mecanismos para integrar a los habitantes de un estado y miembros de una sociedad en sus valores, independientemente de su origen. Y es que los habitantes de España disfrutan todos, a priori y ante la ley, los mismos privilegios y las mismas desventajas, sean españoles con DNI o no.      


Por último, habría que replantearse el formato de la Fiesta Nacional. ¿Por qué un desfile militar? ¿Representa el Ejército a la nación española? En mi opinión nunca lo ha hecho, al menos en su totalidad. El actual Ejército es el descendiente directo del ejército franquista de la Guerra Civil que, y lo dejó muy claro, solamente representaba a los vencedores. Medio país queda así fuera y nunca se ha creado una cultura política que identifique al español medio con su ejército independientemente de su ideología política, ya que esta identificación casi siempre ha venido acompañada de un determinado punto de vista político.


Hoy, además, tampoco se puede decir que el actual ejército profesional represente a la sociedad. El anterior ejército compuesto por quintas al menos sí incluía entre sus filas a jóvenes de todos los lugares de España que, forzadamente o no, servían en esta institución. Se podía así crear la ilusión de un Ejército compuesto por ciudadanos iguales que cumplían su deber de servir al estado. Hoy esto no existe, ya que el que es soldado lo es como profesión, a cambio de un sueldo público. Cabe preguntarse entonces, ¿por qué no desfilan también otros trabajadores públicos como médicos, maestros, funcionarios, etc.?


La sociedad española ha cambiado mucho desde la Transición y demanda una mayor cercanía y eficacia a sus instituciones y a sus representantes. Son momentos muy difíciles para los símbolos y los discursos que tradicionalmente el estado ha ido blandiendo para  justificar su poder, y el formato y trasfondo de la Fiesta Nacional del 12 de Octubre es un ejemplo de ese discurso y simbolismo ya caduco. El Estado y sus instituciones deben ser más integradoras y adecuarse a la realidad contemporánea de España. Y para ello no vendría mal revisar la actual fiesta y adaptarla a la sociedad civil.  

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