lunes, 2 de enero de 2017

El PSOE en crisis: más poder con menos votos

El Partido Socialista comienza 2017 en crisis, pero paradójicamente, mientras ha ido perdiendo apoyos electorales en las últimas citas en las urnas, ha visto como se ha ampliado su influencia y poder en las instituciones: después de la debacle de 2011, en 2015 consiguió recuperar varios gobiernos autonómicos y muchos grandes municipios perdidos, y tras el intenso año 2016 y la celebración de dos elecciones generales consecutivas, tiene capacidad para influir decisivamente en la agenda de La Moncloa. El PSOE en crisis está consiguiendo más con menos.

El PSOE está en crisis. Así lo dicen los números. Las últimas encuestas revelan que los socialistas sufren por mantenerse alrededor del 20% en intención de voto, cuando hace tan solo unos años, en las elecciones generales de 2008, el 43,87% de los votantes eligieron una papeleta del PSOE. Esta sangría en los resultados ha sido la que ha provocado una crisis de liderazgo que persiste en la cúpula del partido desde que el ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, declinara presentarse a las elecciones generales de 2011. Desde entonces, en cinco años los socialistas han tenido dos candidatos, dos secretarios generales y una gestora que debe organizar un nuevo congreso que dará paso a un liderazgo en 2017. En ese proceso, el PSOE ha perdido casi seis millones de votantes y, lo que es más grave, la imagen de partido ganador, teniendo que pugnar ahora por el protagonismo en la oposición con los partidos emergentes.

Sondeo de Sigma Dos, enero 2017.
Sin embargo, aunque parezca paradójico, en esos mismos cinco años el PSOE ha visto cómo, a pesar de perder la mitad de sus votantes, ha recuperado un importantísimo poder institucional y, lo que es crucial en el nuevo sistema de partidos, se ha situado en una posición envidiable en el centro del tablero político que le otorga una influencia fundamental en las agendas gubernamentales, con capacidad de diálogo a su derecha y a su izquierda.

Este fenómeno es muy evidente a nivel local. En las elecciones municipales de 2015 el PSOE recibió 5.603.823 votos que se tradujeron en un total de 20.823 concejales y concejalas. En las municipales de 2011 los socialistas consiguieron 6.276.087 votos y 21.767 ediles. El contraste con 2007 es aún más fuerte, ya que ese año salieron elegidos 24.029 ediles socialistas con 7.760.865 votos. Es decir, en cuatro años, el PSOE perdió a nivel municipal más de un millón de votos y más de tres mil ediles. Sin embargo, a pesar de que los resultados globales en 2015 son peores, el resultado en clave de poder es mucho más positivo: En las municipales de 2011 el PSOE perdió 19 alcaldías en las capitales de provincia (entre ellas Barcelona y Sevilla) y solamente mantuvo el poder en cuatro: Toledo, Cuenca, Soria y Zaragoza. Cuatro años después, los socialistas gobiernan en 19 capitales y grandes ciudades gracias a coaliciones y acuerdos con otras formaciones políticas, y son socios fundamentales de gobierno en otras siete, entre ellas Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza.

Poder autonómico y legislativo

A nivel autonómico ocurre algo parecido. En las elecciones autonómicas de mayo de 2011 el PSOE obtuvo en total 256 diputados en los parlamentos regionales que se sometían a las elecciones (todos excepto Andalucía, Euskadi, Galicia y Cataluña). Fue una debacle que hizo perder al PSOE en sus feudos regionales como Extremadura y Castilla la Mancha, quedando reducidos los gobiernos autonómicos socialistas de seis a dos: Asturias y Andalucía. Cuatro años después, en mayo de 2015, los socialistas consiguieron un total de 225 diputados autonómicos, es decir 31 menos que en 2011. Sin embargo se hicieron con el gobierno de seis comunidades gracias a coaliciones o acuerdos con otros partidos: Extremadura, Castilla la Mancha, Baleares, Asturias, Aragón y la Comunidad Valenciana, además del gobierno de Andalucía que ya había defendido con éxito en las urnas unos meses antes. Por lo tanto, el PSOE terminó el año 2015 con siete gobiernos autonómicos, uno más que en el año 2007 y siendo el socio fundamental en dos más: Canarias y Cantabria.


Otro ejemplo más reciente a nivel autonómico. En las elecciones vascas del pasado 25 de septiembre de 2016 los socialistas bajaron de los 16 escaños alcanzados en 2012 (casi 212.000 votos) a 9 (poco más de 126.000 papeletas). Son siete diputados y unos 86.000 votos menos que hace cuatro años. Sin embargo, el PSE-EE ha conseguido no solamente influir en el Gobierno vasco, sino participar directamente en tres consejerías. Los socialistas han vuelto así a Ajuria Enea después de que en 2009 consiguieran ganar las elecciones con 25 escaños y 318.000 votos. Esta vez han perdido casi dos tercios de sus apoyos de hace siete años, pero vuelven a jugar un papel fundamental en la política vasca.

Por último, a nivel de las elecciones generales, la sangría de votos y de escaños socialistas es más flagrante: Si en 2008 votaron al PSOE 11,2 millones de españoles y los socialistas consiguieron 169 diputados en el Congreso, en 2011 fueron solamente siete millones los que eligieron al PSOE y su Grupo Parlamentario menguó hasta 110 representantes. Los socialistas perdieron el Gobierno y pasaron a la oposición frente a una mayoría absoluta del PP de 186 diputados, lo que le permitió aprobar una serie de leyes y medidas que provocaron el espanto de una oposición absolutamente impotente en el parlamento.

En las elecciones de junio de 2016, la repetición de los comicios debido a la imposibilidad de formar Gobierno tras las elecciones de diciembre de 2015, los socialistas perdieron aún más votos y escaños: solamente votaron al PSOE 5,4 millones de españoles (unos 2,6 millones menos que en 2011 y 5,8 millones menos que en 2008). El resultado fueron 85 diputados, 25 menos que en la debacle de 2011, y casi la mitad que los conseguidos en 2008. Sin embargo, a pesar de contar con menos escaños que hace cuatro años, el PSOE tiene ahora la capacidad de influir notablemente en la agenda del Gobierno del PP, al que ha permitido formarse debido a su abstención en la investidura. El PP necesita al PSOE, y éste ya está empezando a abordar la derogación o el cambio de las leyes y medidas polémicas aprobadas en solitario por el PP en la pasada legislatura cuando los socialistas, con más diputados que ahora, no podían impedirlo: LOMCE, Ley Mordaza, Reforma Laboral, etc.

Mayor flexibilidad

A modo de conclusión se puede afirmar que el PSOE está sufriendo una grave crisis cuantitativa desde 2011, perdiendo votos y representantes de forma constante en cada cita electoral, ya sea local, autonómica o nacional. Sin embargo, a pesar de esta sangría, el PSOE ha sido capaz de recuperar desde 2015, e incluso superar, el poder institucional que tenía cuando ostentaba el Gobierno central entre 2004 y 2011. Es decir, está compensando la crisis cuantitativa con éxitos cualitativos. La causa es el cambio sustancial que está viviendo el sistema de partidos español, que ha pasado de un bipartidismo imperfecto a nivel nacional a un sistema multipartidista. Esto ha permitido repartir los votos y los escaños de manera diferente a la anterior etapa, haciendo casi imposible alcanzar una mayoría absoluta que era la premisa del PP para gobernar y que condenaba al ostracismo al partido de la oposición.

Hoy se puede conseguir más con menos. En 2015 y 2016 el PP ha superado al PSOE en prácticamente todas las citas electorales (excepto en Andalucía y en Euskadi), pero ha visto menguado su poder institucional de manera notable, mientras que los socialistas han llegado a multitud de alcaldías y gobiernos autonómicos porque han tenido la capacidad de alcanzar acuerdos con los nuevos partidos, tanto con Podemos como con Ciudadanos, mientras que el PP carece de esa flexibilidad con ambos. Hoy es el PP el que, a pesar de ganar, está en la oposición, como ocurre en el Ayuntamiento de Madrid, o en los parlamentos de Castilla la Mancha, Comunidad Valenciana, aragón, Baleares, etc.


El PSOE se enfrenta en 2017 al reto de elegir su liderazgo, pero también de redefinir su perfil en el sistema de partidos español. La época de las grandes mayorías y de los apoyos masivos han terminado y los socialistas ya no repetirán más sus resultados espectaculares e históricos de los años 80, 90 y 2000. Sin embargo, el éxito cuantitativo ha dado paso al cualitativo. Puede conseguir más con menos. Sobre todo porque el PSOE es el único partido con capacidad de negociar y alcanzar acuerdos con todos los demás. 

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