domingo, 25 de junio de 2017

Pedro Sánchez y las primarias del PSOE, o ¿la victoria de la emoción?


La victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, ¿es la victoria de la emoción a través de un relato?: La historia de un líder injustamente expulsado de palacio por una confabulación de sus lugartenientes que traicionan su confianza, y que meses después, reciben un justo castigo con el retorno de la víctima al poder. ¿Hasta qué punto este relato y las emociones que despierta ha sido fundamental para los resultados de las primarias? El sociólogo Manuel Castells explica que “el componente emocional de la cognición política condiciona la eficacia del procesamiento de la información relativa a asuntos y candidatos. (…) La racionalidad por sí sola no determina la toma de decisiones; es un proceso de la información a un segundo nivel que depende de las emociones activadas”.

El pasado 21 de mayo Pedro Sánchez ganó las primarias del PSOE. Lo hizo de manera contundente, con una mayoría absoluta del 50,26% y 74.805 votos. Por el otro lado, su principal oponente, la líder del PSOE andaluz, Susana Díaz, pudo contabilizar 59.392 votos, el 39,90% del total. El tercero en liza, Patxi López, quedó a bastante distancia de los dos primeros; consiguió el 9,84% de los votos, un total de 14.652.

López fue el primer candidato en presentarse públicamente. Lo hizo el 15 de enero, un día después del Comité Federal que fijó las fechas del 39 Congreso para los días 17 y 18 de junio. Por delante quedaban seis meses, y prácticamente todos los colaboradores y ‘barones’ territoriales que habían apoyado a Pedro Sánchez durante su primera etapa como secretario general se aliaron en esta candidatura. Todos tenían en común haber sido expulsados del núcleo dirigente del PSOE tras el Comité Federal del 1 de octubre de 2016 en el cual Pedro Sánchez y los líderes territoriales encabezados por Susana Díaz se enfrentaron abiertamente por el poder, con el desenlace de la dimisión de Sánchez y su retirada de Ferraz.

Parecía que esa retirada del liderazgo del PSOE también iba a serlo de la política, sobre todo, tras su renuncia al acta de diputado en el Congreso. Todo apuntaba a un enfrentamiento entre un Patxi López que aglutinaría el ‘aparato’ afín a Sánchez, y Susana Díaz y los líderes territoriales y sus propios y poderosos ‘aparatos’. Sin embargo, dos semanas después de la presentación de la candidatura de Patxi López, Pedro Sánchez sorprendió al anunciar su propia candidatura en un acto en Dos Hermanas, Sevilla.

En un principio parecía que la ausencia de cuadros experimentados y de ‘aparato’ con capacidad de crear y mantener una campaña sobre el terreno, iba a condenar a Sánchez al papel de comparsa. Sin embargo, pronto se vio que no iba a ser así. Los actos públicos se llenaban, y poco a poco se fue creando una expectativa en torno a la candidatura que le fue dando cuerpo con cada vez más militantes y simpatizantes apoyando y colaborando, al margen de los mensajes que recibían de otras instancias del PSOE, hasta el punto de crear lo que el diario El País llamó una “estructura paralela” con capacidad para recoger avales, organizar mítines y movilizar el voto ¿Cómo fue esto posible?

La clave está en la emoción

El sociólogo Manuel Castells explica en su libro ‘Comunicación y poder’ que “el componente emocional de la cognición política condiciona la eficacia del procesamiento de la información relativa a asuntos y candidatos”. Es decir, frente al tradicional ‘contar apoyos’ de los procesos internos de los partidos, Sánchez se centró en movilizar el componente emocional de los militantes del PSOE, una estrategia que ha empezado a cobrar sentido desde que el sistema de elección del liderazgo a través de delegados ha sido sustituido por el voto directo de la militancia, y, por lo tanto, funcionan los mismos mecanismos de una campaña electoral tradicional.

¿Y cómo activó Sánchez el componente emocional? Aprovechando el relato que sus contrincantes le habían servido en bandeja: La historia de un líder injustamente expulsado de palacio por una confabulación de sus lugartenientes que traicionan su confianza. El Comité Federal del 1 de octubre se convirtió en protagonista de las primarias frente a cualquier otra consideración o propuesta. Patxi López trató sin éxito de fijar el marco del discurso en el ‘día después’ del congreso, superando lo ocurrido en el Comité Federal y apelando a la confraternización frente al conflicto. Ese discurso no interesaba, no era atractivo para la mayoría de la militancia que buscaba integrar sus sentimientos en un relato, y esos sentimientos pedían venganza. Y tampoco lo consiguió Susana Díaz, que se presentaba con el eslogan ‘100% PSOE’, tratando de apropiarse de las esencias del partido, aunque sin especificar en qué consisten.

De todas formas, Susana Díaz lo tenía muy difícil ante la campaña de Pedro Sánchez, que decidió que el principal sentimiento que debía activar debía ser la ira. Manuel Castells destaca la importancia de la ira en la movilización emocional del electorado: “La ira es una respuesta a un acontecimiento negativo que contradice un deseo (en este caso el Comité Federal del 1 de octubre). La ira aumenta con la percepción de una acción injusta y con la identificación del agente responsable de la acción” (es decir, Susana Díaz). Y subraya: “Cuando esa ira se dirige hacia un candidato que antes nos gustaba, se produce la aversión”. Es decir, la campaña de Pedro Sánchez jugó sobre todo la carta del ‘antisusanimo’ para ganar.

Y en esto, los medios de comunicación jugaron un papel fundamental.

   
El papel de los medios

Dice Manuel Castells que medios y política se retroalimentan: los políticos necesitan a los medios para trasladar su mensaje a los votantes. Pero, por otro lado, los medios necesitan a los políticos para que les abran las puertas para acceder a una audiencia controlada emocionalmente por ellos, y acceder así a ese segmento y poder desarrollar su negocio en él. Esto es así porque los medios “se dirigen a audiencias específicas, interesadas en confirmar sus opiniones más que en informarse en otras fuentes”, asegura Castells, que en este sentido recuerda que para los medios “no se trata simplemente de conseguir una cuota de audiencia, sino de conseguir la audiencia objetivo. Ésta es la lógica fundamental del modelo de comunicación partidista”. Y la mayoría de los medios se dieron cuenta desde el primer momento de la fuerza del relato ‘sanchista’, y como afirma Castells, “los marcos de las noticias, una vez construidos, retroalimentan a las élites políticas”.

Pero, ¿por qué los medios eligieron el relato de Pedro Sánchez? Christian Salmon, el autor del libro de referencia en comunicación política, “Storytelling”, explica en el ensayo “La ceremonia caníbal. Sobre la performance política” que, debido a la revolución tecnológica, las personas están sometidas a una “sobrecarga de la información” en sus rutinas. Esto también afecta a la comunicación política, que utiliza los mismos medios de comunicación para llegar al cliente-votante que las empresas. En este caso, el político compite con todo un despliegue de programas, historias e imágenes de entre las que tiene que lograr ser visible para poder ser identificado y posteriormente votado. Para conseguirlo ya no sirven los antiguos discursos ni las antiguas técnicas de movilización política.

Ahora recurren a la técnica del relato, cuyo fin no es tanto informar a los ciudadanos como llamar su atención y retenerla mediante el entretenimiento. Los ciudadanos-espectadores “fingimos interesarnos por la crisis, la deuda, el paro, cuando en realidad estamos sedientos de historias, de héroes y de villanos”, asegura Salmon.    “Queremos relatos íntimos, sorpresas, golpes de efecto. Lo último just in time. Sin tiempos muertos. Emoción en flujo continuo”. La emoción es la clave del relato, no la ideología o el programa político. 

El relato, según Salmon, “permite no solo captar la atención como lo hacen el logo, la imagen de marca, sino también fidelizar a las audiencias, guiar y retener las atenciones gracias a auténticos engranajes narrativos”. Y eso en política significa llegar al poder o mantenerse en él.   


Es decir, el relato de Pedro Sánchez era tan fuerte y eficaz que siempre estaba en el primer puesto de la agenda mediática, aunque el propio Sánchez apenas ofreciera entrevistas ni ruedas de prensa. Su relato funcionaba solo, y los medios de comunicación lo necesitaban para aprovechar las primarias del PSOE para hacer de ellas un acontecimiento mediático y          que generara amplias audiencias, … e ingresos por publicidad.

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