La reunión ‘a tres’ entre PSOE, Podemos y Ciudadanos ha fracasado tras
el primer encuentro. Parece lo previsible después de que Podemos y Ciudadanos
hubieran escenificado sus diferencias y subrayado sus desacuerdos en los días
previos en vez de apostar por un discurso conciliador que diera alguna
oportunidad al acuerdo. Sin embargo, no es de extrañar que escogieran este tono
agresivo, ya que a ambas formaciones no les interesa llegar a ningún acuerdo
tripartito.
Albert Rivera le dijo a Pablo Iglesias en una intervención en el
Congreso de los Diputados el día antes de la reunión a tres: “A ver si es verdad que usted defiende los
derechos humanos en todo el mundo, donde tiene gente que le financia su
partido”. Iglesias, por su parte, respondió que resultaría “muy difícil”
conformar un gobierno del cambio con “intolerantes” que “querían negar la
tarjeta sanitaria a personas que sólo estaban huyendo de la pobreza”. Un
cruce dialéctico muy duro que hacía presagiar el fracaso del pacto y aparentemente
extraño entre dos partidos que comparten el discurso de la primacía de la
necesidad del cambio frente al PP y de llegar a acuerdos en la ‘nueva política’.
¿Qué ha pasado? Pues que la opinión pública no ha quedado congelada ni mucho
menos desde que votó el pasado mes de diciembre.
Según el sondeo de Metroscopia publicado el 7 de abril, el mismo día de
la reunión, si se repitieran las elecciones el próximo 26 de junio el gran
vencedor sería Ciudadanos. La formación de Albert Rivera conseguiría el 17,7%
de los votos, casi cuatro puntos más que en las elecciones del 20 de diciembre.
Sus interlocutores de la reunión ‘a tres’ serían los damnificados: El PSOE
perdería dos puntos y pasaría al 20,1% y Podemos se dejaría casi cuatro puntos
en el camino pasando al 17%, por debajo de Ciudadanos que sería la tercera
fuerza política. El PP, por su parte, se mantendría igual que en diciembre,
incluso subiría un 0,3% hasta llegar al 29%.
Esta tendencia electoral al
alza de Ciudadanos frente a una bajada de Podemos y el estancamiento de PP y de
PSOE es compartida por otras encuestas publicadas en los últimos días. Por
ejemplo Celeste Tel publicó el pasado 6 de abril que Ciudadanos podría sumar
hasta siete escaños, el PP dos, el PSOE se quedaría igual o perdería uno,
mientras que Podemos podría perder hasta ocho diputados. Otra encuesta, de
JM&A publicada el mismo día, incluso se aventura a pronosticar una subida
de 21 diputados naranjas en caso de repetición electoral.
Ciudadanos en mejor posición
Pero esta tendencia se mueve y cada día que pasa parece que aumentan las
expectativas de los de Albert Rivera. La encuesta de Metroscopia ofrece un
vistazo más detenido a lo que pasa y explica que, de todas las fuerzas
políticas, Ciudadanos es la que se encuentra en mejor situación de cara a la
repetición electoral. Según su análisis “el
partido naranja combina su capacidad para retener a sus votantes de diciembre
(un 79% de ellos repetiría ahora su voto) con la de ser el partido que mayor
número de electores parece lograr atraer desde otras opciones políticas”.
Los otros miembros de la reunión ‘a tres’ no comparten
un pronóstico tan halagüeño. Según Metroscopia, “Podemos es, hoy por hoy, el
partido que cuenta con una menor fidelidad de voto: 64%”, y el PSOE “sufre
fugas en todas las direcciones: sobre todo hacia Ciudadanos (10%) pero también
hacia el PP (4%), Unidad Popular (3%) y Podemos (3%)”, además de tener el electorado con la menor determinación
de volver a las urnas en caso de repetir los comicios.
Es decir, Ciudadanos estaría
viviendo un momento dulce en el que cada día que pasa aumentan sus
posibilidades de convertirse en un actor político mucho más influyente si se
repitieran las elecciones. Tan influyente que, si esta tendencia se mantuviese,
incluso podría facilitar al PP un Gobierno siguiendo sus condiciones, un
escenario mucho más cómodo que un imprevisible tripartito con PSOE y Podemos. Ciudadanos
ni siquiera necesitaría entrar en el Ejecutivo y sufrir así el desgaste de ser
la ‘muleta’ del PP. Con un pacto de investidura y la negociación individual de
cada ley, también con la oposición, pondría al Parlamento en el centro del
debate y con ello al propio Albert Rivera, que cada año podría revisar su apoyo
al PP con motivo de la aprobación de los Presupuestos Generales. Es el modelo
que Ciudadanos ya está aplicando en la Comunidad de Madrid, donde vota con la
oposición en muchas ocasiones, pero mantiene su apoyo al Gobierno conservador
en las votaciones cruciales.
Con este escenario, ¿qué
necesidad tiene Ciudadanos de fomentar su participación en las reuniones ‘a
tres’? Incluso, ¿qué necesidad tiene de mantener su acuerdo programático con el
PSOE?
Sigue la lucha por la hegemonía en la izquierda
Los socialistas son los grandes
perdedores tras el fracaso de la reunión. Con Ciudadanos y Podemos amarrados
con un acuerdo en el que Pedro Sánchez sería presidente, el PSOE podía reclamar
la centralidad política y jugar el papel de mediador entre la izquierda y el
centro. Ahora tendrá que elegir hacia qué lado lanzar su primer discurso preelectoral,
es decir, señalar al culpable de impedir el ‘Gobierno del cambio’, y según la
primera reacción parece que el señalado es Podemos, que no deja de ser el
principal competidor de los socialistas en las urnas.
Pablo Iglesias, por su
parte, no ha renunciado a su objetivo estratégico de superar al PSOE como
partido hegemónico de la izquierda. No es solamente una cuestión de número de
votos y de escaños. Podemos aspira a superar al PSOE como referente de la
izquierda en un sentido amplio: en el discurso, en la movilización, incluso en
la simbología. Si el triunfo del PSOE fue el símbolo del fin del franquismo, el
triunfo de Podemos sobre el PSOE debe ser el triunfo de los indignados sobre el
‘sistema de 1978’. Y para ello Pablo Iglesias necesita no aparecer como la
muleta del PSOE.
Para Podemos resulta
fundamental que Ciudadanos se marche de las conversaciones y que el PSOE
dependa exclusivamente de ellos para tener alguna oportunidad de gobernar. Solamente
así Pablo Iglesias podría presionar de tal forma a los socialistas, que la
única manera de que Pedro Sánchez llegue a la Moncloa sería cediendo y demostrando
públicamente que depende de Podemos. La formación morada conseguiría así una
influencia definitiva sobre el PSOE y la hegemonía cultural en la izquierda,
aún teniendo menos diputados. Juega a su favor que Pedro Sánchez sabe que si
finalmente se repiten las elecciones, en las filas socialistas serían muchos
los que pondrían en duda su idoneidad para volver a liderar el proyecto el 26
de junio y podría ser el fin definitivo a sus aspiraciones políticas.
La única posibilidad de
evitar volver a las urnas está por lo tanto en un hipotético pacto PSOE-Podemos
que pueda arrastrar a alguna formación menor. Será una partida de póquer hasta
el final. Puede que incluso parecida al fatigoso proceso de formación de
Gobierno en Cataluña, donde se evitó la repetición de las elecciones literalmente
en el último minuto.
Sánchez e Iglesias saben
que, según las encuestas, el tiempo va en su contra si se tuvieran que repetir
las elecciones, pero ninguno quiere ceder ante el otro en pleno combate por la
hegemonía en la izquierda. Ciudadanos, por su parte, ha perdido el interés y se
prepara ya para volver a las urnas y salir de ellas con más fuerza. Solamente busca
una excusa para salir de las conversaciones de manera que no se le acuse de no
querer alcanzar soluciones. El PP, mientras tanto, espera.
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