viernes, 27 de abril de 2012

¿CÓMO HEMOS LLEGADO A ESTO?: CONDENA A LOS INMIGRANTES ENFERMOS MIENTRAS AUMENTA EL GASTO MILITAR


El pasado 23 de abril el Gobierno de España dio a conocer un decreto por el que se anunciaba la próxima retirada de la tarjeta sanitaria a miles de inmigrantes sin papeles en el país que se quedarán así sin asistencia médica pública y gratuita. En concreto, y según cálculos del Diario El País, los afectados serían unos 150.000 inmigrantes de países en desarrollo o subdesarrollados que llegaron a España para encontrar trabajo y todavía no han podido tramitar los documentos de residencia.

Según el Decreto del Gobierno, publicado el día siguiente en el BOE, las condiciones fueron aún más duras anunciando la retirada de las tarjetas a partir del próximo 31 de agosto de 2012. La ministra Ana Mato –la misma cuyo marido recibió un Jaguar por su participación en la trama Gürtel- explicó que las tarjetas sanitarias “son para los españoles y para los que de verdad trabajan y pagan sus impuestos como nosotros”. Según la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se trata de ‘turistas sanitarios’: "Se darán tarjetas sanitarias a todos los que lo pidan, nacionales y extranjeros inmigrantes que vienen a trabajar y están residiendo, pero no a los turistas ni a los turistas sanitarios por el hecho de empadronarse".

Mato y Echániz.
Con esta medida, explicó la ministra, el Gobierno espera ahorrar unos 500 millones de euros del total de 7.000 millones que tiene previsto recortar.  


Días antes, la propia Mato anunció el copago sanitario en el gasto farmacéutico. Es decir, a partir de ahora todos los ciudadanos que quieran adquirir medicinas recetadas por un médico de la sanidad pública tendrán que pagar por ellas. Por ejemplo, los pensionistas tendrán que pagar, al menos, el 10% del valor de las medicinas que necesita para vivir, una cifra que según el consejero de Sanidad de Castilla La Mancha y portavoz del PP de Sanidad, José Ignacio Echániz “son cuatro cafés”. Otro colectivo castigado son los enfermos crónicos que necesitan medicinas diarias y costosísimas para sobrevivir. Enfermos de cáncer, trasplantados, infectados de VIH, etc.

Una situación dramática que se volverá mortal para algunos, los más invisibles de todos: los inmigrantes sin papeles con enfermedades mortales. A continuación reproduzco íntegramente una carta al director enviada por un médico al Diario El País el 27 de abril de 2012. Es, simplemente, escalofriante:


Trabajo atendiendo a personas con infección por el VIH en un hospital público. De los 1.000 pacientes bajo mi cuidado, unos 150 son inmigrantes. Ni uno solo ha hecho turismo sanitario, y la mayoría no sabían que estaban infectados cuando dejaron su país en busca de un trabajo con el que ganarse la vida, o se han infectado estando en nuestro país.

Muchos de ellos perderán la tarjeta sanitaria y su tratamiento antirretroviral en agosto si se cumple lo anunciado por la señora ministra. Serán los elegidos para morir por el bien de los españoles.

Ahorraremos algo de dinero de nuestras maltrechas cuentas dejándoles morir, pero no nos importará porque son ilegales. No lo merecen. No existen. Pero yo conozco sus nombres y sus caras y cuando me despida de ellos en la consulta sabré que soy parte de la hipocresía de una sociedad donde el derecho a la vida es solo para algunos. ¿Qué sentirá un político tomando decisiones que suponen la muerte de personas en aras de un bien supuestamente superior, como es la reducción del déficit? Espero no estar nunca en su pellejo.— Federico Pulido Ortega”.



Aumenta el gasto militar español en 1.000 millones de euros en 2012

Ana Mato y el PP están dispuestos a asumir esta situación por un ahorro estimado de unos 500 millones de euros. Sin embargo, una cuestión inexplicable es el aumento del gasto previsto para el Ministerio de Defensa en 2012. En concreto, los Presupuestos Generales del Estado “más restrictivos de la historia de España” prevén un gasto de unos 18.000 millones de euros relacionados con la Defensa aunque, eso sí, bien diluidos y escondidos en diferentes partidas ministeriales para no ser directamente computados al Ministerio de Defensa.
Es una subida de casi 1.000 millones de euros con respecto a los más de 17.000 millones destinados a este fin en 2011 por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero según ha calculado el Centro de Estudios por la Paz JMDelás que también contabiliza los gastos destinados a Defensa de otros ministerios, sobre todo el destinado a I+D militar por el Ministerio de Industria. Para ver los detalles del desglose pincha aquí.

Por otro lado, y según el prestigioso Instituto SIPRI de Estocolmo, el gasto militar español se ha duplicado desde 1988, pasando de algo más de 5.000 millones de euros hace 24 años a casi 11.000 millones en 2011. Eso sí, estos cálculos se han hecho sin tener en cuenta los datos contabilizados directamente como gastos militares. Falta el gasto militar oculto.

Por lo tanto, España ha duplicado su gasto militar en los últimos 24 años sin que existiera una amenaza exterior que lo justifique –y más siendo miembro de la OTAN-, y el Gobierno de España del PP ha aumentado el gasto relacionado con la Defensa en 1.000 millones de euros en 2012 mientras espera ahorrar 500 millones retirándole el derecho a la sanidad gratuita a más de 150.000 personas.  

Mientras tanto, España ha gastado 861 millones de euros en operaciones militares en todo el mundo en 2011. Solamente en Afganistán, desde que comenzó la misión de las tropas españolas, se han gastado 2.500 millones de euros y ha fallecido casi un centenar de militares. En 2014 está previsto que los soldados españoles se retiren del país. Los talibanes esperan pacientemente.

miércoles, 18 de abril de 2012

¿TIENE FUTURO LA MONARQUÍA EN ESPAÑA?

Los días posteriores a la Semana Santa de 2012 han sido de verdadero calvario para la monarquía española. Comenzaron con un disparo fortuito al pie del nieto de los reyes y terminó con otro accidente de caza, esta vez del propio rey. Queda lejos el famoso “por qué no te callas” de Juan Carlos I a Hugo Chávez que tanta popularidad le proporcionó. Ahora la cuestión no es si el rey es o no popular, sino incluso si tiene futuro la monarquía en España.

Junto a la amenazante sombra que se cierne sobre la casa real desde hace meses con respecto al presunto enriquecimiento irregular Iñaki Urdangarín, la semana comenzó con un accidente sufrido por uno de los nietos de los reyes, que se disparó en el pie en presencia de su padre a pesar de ser un menor de edad al que se prohibe el uso de armas de fuego. Aunque este incidente fue valorado en la mayoría de los medios de comunicación como un suceso con cierta gracia, ya se alzaron algunas voces para protestar por la falta de consecuencias legales en la familia real por el hecho de que un menor hubiese manipulado un arma de fuego. “Cosas de niños” dijo la reina, una explicación que causó más indignación que comprensión.  

Pero ha sido precisamente el uso de estas armas de fuego lo que ha provocado la verdadera tormenta que azota el Palacio de la Zarzuela. El sábado 14 de abril, en el 81 aniversario de la proclamación de la 2ª República, se anunció que el Rey se había roto una cadera en plena cacería privada de elefantes en África.

Esta noticia supuso un verdadero escándalo por dos cuestiones concretas: el hecho de que el rey se fuera de viaje de placer a África en plena crisis económica y que este viaje fuera para cazar animales y, además, a un precio astronómico. Las críticas no tardaron en aparecer, sobre todo en las redes sociales.

En Twitter los comentarios ingeniosos competían con el enfado y la indignación de miles de ciudadanos que no entendían cómo el máximo representante del Estado Español podía irse de caza a miles de kilómetros para matar animales a cambio de miles de euros y a costa del contribuyente. No hay que olvidar que tan sólo unos días antes los españoles tuvieron que soportar un recorte adicional de 10.000 millones de euros en las cuentas públicas, además de los ya anunciados en los Presupuestos Generales del Estado, y los ya habituales ataques de los mercados a la economía.

La cacería del rey, ¿una provocación?
Crisis económica, crecimiento del desempleo, recortes sociales, mala comunicación del Gobierno, una actitud distante de la clase política y empresarial, y el conflicto social con una huelga general reciente por el empeoramiento de las condiciones laborales de los que tienen trabajo. A este caldo de cultivo se sumó la noticia de la cacería del rey. ¿Una provocación?

La foto que provocó la indignación.
Sin embargo, si se analiza detalladamente, lo realmente notable de este incidente es que los ciudadanos nos hayamos enterado del viaje y de su naturaleza, y sobre todo, el tratamiento de los medios de comunicación. Aunque al principio se manifestó cierto titubeo, al final la mayoría de los medios competían por realizar la crítica más dura al monarca publicando fotografías del rey posando con sus ‘víctimas’ de las cacerías –que trataron de ser censuradas en vano- y escribiendo análisis y comentarios criticándolas. Era el fin de la autocensura mediática con respecto a la Casa Real, uno de los últimos tabús desde la transición.

La cuestión es que los medios de comunicación han decidido subirse al tren de la crítica general expresada a través de las redes sociales y medios de comunicación alternativos, incontrolables por los grandes grupos mediáticos. Con una mayoría muy activa de críticos, medios como El País o El Mundo optaron finalmente por subirse al carro. Y es que ya existía un importante porcentaje de ciudadanos cuanto menos escépticos con respecto al papel de la monarquía española.

Poca o ninguna confianza en la Corona
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) tiene publicado en su web una serie de datos sobre el grado de confianza de los españoles en las instituciones públicas, entre ellas la Corona. Los datos publicados abarcan desde marzo de 1994 hasta octubre de 2011. Llama la atención que si hace 18 años solamente un 8,50% de los encuestados manifestaron ninguna o muy poca confianza en la monarquía, este dato se ha incrementado hasta el 29,70% hace seis meses, antes de los sucesos recientes. Además, si en 1994 a un 19,50% les era prácticamente indiferente el papel de la Corona, en 2011 éstos ya eran un 32,60%.

Dicho de otra manera, si en 1994 un 65,70% de los españoles confiaban plenamente en la monarquía, 18 años más tarde solamente lo hace el 33,20%. ¿Consecuencia del cambio generacional?

Se dice que los españoles no son monárquicos sino ‘juancarlistas’. La historia oficial de la transición española no se ha cansado de ensalzar el papel del rey en el paso de la dictadura a la democracia, e incluso en los últimos años se ha incrementado el esfuerzo propagandístico, sobre todo durante el 30 aniversario del 23-F. Pero lo cierto es que la figura del rey supo aunar a los españoles de diferentes ideologías, convirtiéndose en el símbolo de la nueva España democrática. Pero de eso hace una generación.

En octubre de 2010, y según datos del CIS, los jóvenes de entre 18 y 34 años degradaron a la Corona como institución del Estado más valorada, posición que había mantenido en las encuestas desde la transición. Empezaba el declive de la imagen del ‘rey campechano’, muy ligada a un momento histórico concreto. A medida que este momento va alejándose en el pasado y una nueva generación de ciudadanos entra en escena, el papel de la monarquía se empieza a juzgar por sus acciones e imagen presentes. Este es el gran problema de la Casa Real.

¿Podrá la monarquía ganarse a la nueva generación de españoles con derecho al voto? ¿Lo intentará Juan Carlos I o los últimos sucesos acelerarán la subida al trono de Felipe? Está claro que la cacería de elefantes en África en sí misma no ha provocado el hundimiento de la monarquía, ya que para ello ha hecho falta que se creara una opinión pública dispuesta a indignarse como consecuencia del actual marco económico, social y político. Pero este nuevo marco ha impulsado a los poderes tradicionales a comenzar a abandonar su alianza con la monarquía.

Ruptura del apoyo monárquico
Primero han sido los medios de comunicación tradicionales. Llama la atención que la  cabecera más influyente de la prensa española, El País, publicara el testimonio del socio de Urdangarín denunciando que el rey intermedió a favor de su yerno ante el ex presidente valenciano Francisco Camps. Por el momento es la denuncia de un sospechoso de corrupción, pero su publicación en El País le da el caché suficiente como para ser tomada en serio. Llama la atención que esta publicación solamente se produjera dos días después de la cacería africana.

También se han producido movimientos en los partidos tradicionalmente favorables a la Casa Real, como el PSOE. El secretario general del Partido Socialista de Madrid, Tomás Gómez, se desmarcó de la línea oficial socialista mencionando la palabra abdicación. Rápidamente fue desautorizado por Ferraz, pero el mensaje ha quedado, aunque hay que valorar estas declaraciones en su justa medida: Tomás Gómez busca apoyos en las bases socialistas de cara a la elección del candidato a las generales de 2015 a las que seguramente se presente.

En definitiva, la monarquía ha recibido un duro golpe mediático y de imagen en los últimos días. Y lo que es más llamativo, importantes e influyentes actores de la política y la prensa española parecen dispuestos a romper su apoyo tradicional a la corona desde la transición. El escenario que se presenta pues a la Casa Real no es muy halagüeña teniendo en cuenta este giro de actitudes y, sobre todo, la falta de apoyo y simpatía entre la nueva generación ajena a la transición. Juan Carlos I puede que haya perdido la oportunidad de ser recordado como un rey sin mácula y perfecto, pero el que puede pagar las consecuencias puede ser su hijo Felipe. Pero eso será a largo plazo.       

miércoles, 11 de abril de 2012

¿SUICIDARSE PARA SOBREVIVIR?

Pericles.
Cuenta el autor griego clásico Tucídices en su obra inmortal ‘La Guerra del Peloponeso’ que el no menos inmortal Pericles se dirigió a los atenienses en el funeral por los muertos en el primer año del conflicto con Esparta. Según el historiador, el líder de Atenas trató de explicar a sus conciudadanos por qué era importante luchar en esa guerra. Se trataba de luchar o de ser esclavos. De defender su imperio o de ser súbditos en el imperio de otros. En definitiva, Atenas tenía que guerrear para seguir siendo libre y gozar de los privilegios que otorgaba esa libertad.

Sin embargo, esa libertad se basaba en la opresión a otros. Durante el siglo V a.C. Atenas había conseguido crear un imperio marítimo que abarcaba todo el Mar Egeo. En teoría las ciudades sometidas eran aliadas, pero en la práctica pagaban un tributo anual a Atenas y se sometían a su voluntad política. Las que trataron de desembarazarse de este dominio fueron brutalmente castigadas.

Pero ese imperio también llevó la riqueza y el bienestar a Atenas. Sus ciudadanos pudieron gozar de unos edificios públicos grandiosos como la Acrópolis, además de los privilegios de ser miembros de la comunidad política más poderosa. Sus mercados estaban llenos de productos de todo el imperio, su moneda era la base de la economía y, sobre todo, gozaban de un sistema de gobierno llamado democracia.

Esta democracia, la soberanía popular sustanciada en la toma de decisiones directa por cada ciudadano reunido en asamblea (Ekklesía), era el gran orgullo de Atenas, y es hoy, todavía, el gran orgullo de la cultura europea. Sin embargo, tanto hoy como entonces la libertad de unos pocos se hizo posible por la esclavitud de la mayoría.

¿Fin de 500 años de hegemonía?
Esclavos negros.
Hoy la posición hegemónica de Occidente, o con mayor precisión, de Europa se tambalea. Durante unos 500 Europa ha gozado de un estatus de primacía en el mundo fruto de sus conquistas y colonias. Durante siglos, los europeos se beneficiaron de la expansión militar y comercial a expensas de otros pueblos en otros continentes. La conquista permitió la explotación de personas y de materias primas, y éstas permitieron el despegue económico europeo. Por ejemplo, el gran logro de la revolución industrial en Inglaterra en el S. XIX no se podría explicar sin la existencia de la India y su sumisión a la corona británica.

Durante siglos los europeos se enriquecieron. Al igual que Atenas hace 2.400 años, los europeos comenzaron a gozar de una serie de privilegios que eran inalcanzables para la mayoría de las personas en el resto del mundo. A pesar de –o mejor dicho debido a- dos guerras mundiales que arrebataron a Europa el control directo de los acontecimientos mundiales a favor de sus herederos culturales y sociales, los EEUU, los europeos construyeron el Estado social, mal llamado Estado del Bienestar.

Democracia, una Sanidad y Educación públicas, servicios sociales, prestación por desempleo, etc. La acumulación de capital durante siglos, la ayuda de los primos/hermanos de EEUU y la falta de competencia en el mundo hicieron de Europa (occidental) un lugar privilegiado para vivir después de la Segunda Guerra Mundial. Pero eso iba a tener un fin. Al igual que le pasó a Atenas, esa riqueza y ese privilegio de libertad era ansiado por otros.

Fábrica china.
El tiempo ha pasado. En esta década se cumplen 70 años del fin del conflicto mundial y los que entonces eran países divididos, dominados, arrasados y atrasados hoy son un peligro para nuestro bienestar. Pero a la vez no podemos vivir sin ellos. Por ejemplo, en China –la fábrica del mundo, la mayor exportadora del planeta- se producen los productos necesarios para mantener nuestro nivel de consumo, pero a costa de perderlo.

Para ser competitivos con el gigante asiático tendríamos que prescindir de nuestro nivel de vida y comodidades. Tendríamos que sacrificar nuestro Estado Social. Tendríamos que trabajar decenas de horas semanales a cambio de un sueldo mísero (llamado por otros costes de producción) y, sobre todo, tendríamos que prescindir de nuestra libertad.

Resulta paradójico, ya que para sobrevivir tendríamos que sacrificarnos. Lo mismo que le ocurrió a la Atenas del S.V a.C. Tuvo que entrar en guerra para defender su imperio y su libertad, pero al entrar en guerra perdió su libertad porque la guerra le obligó a ello y al final también perdió su imperio.    

martes, 3 de abril de 2012

LAS REFORMAS DEL PP: VACIANDO EL ESTADO

Las políticas de reformas del gobierno del Partido Popular están recortando el papel del Estado como ningún partido había hecho antes en la historia de España. Escondido entre argumentos de carácter económico y de viabilidad financiera, con cada recorte de medios y de competencias el PP está regalando a la iniciativa privada nuevos campos de actuación que antes estaban reservados a la acción estatal, comprendida esta en sus tres niveles: nacional, autonómico y municipal.

No se trata solamente de la clásica privatización de empresas y sectores públicos. Con cada recorte de ayudas, con cada ‘flexibilización’ de las normas a favor de las leyes del mercado, el Estado pierde su papel fundamental de corrector de desigualdades y de protector de los ciudadanos más débiles. Es decir, con las reformas y recortes, el PP rompe el contrato social del Estado con los ciudadanos y provoca una pérdida de legitimidad del actual marco estatal entre la población.

Es decir, si la legitimidad del Estado se basaba en las obligaciones pero también, y sobre todo, en los derechos de los ciudadanos, con la pérdida de esos derechos las obligaciones se hacen cada vez más onerosas e injustas, ya que no  se recibe nada a cambio. Se pierde el principio de que a cambio de los impuestos y de una serie de comportamientos se garantizan una serie de derechos y de bienes. Con la pérdida de derechos y el aumento de la carga de las obligaciones, la legitimidad del Estado se reduce cada vez más a su condición de monopolista de la violencia (con permiso de las empresas de seguridad privada) y no de Estado social.

Menos derechos y más obligaciones
En concreto, la reforma laboral y los Presupuestos Generales del Estado aprobados por el Gobierno de España van en esa dirección. La reforma laboral supone unos cuantos pasos hacia atrás del papel del Estado como garante de los derechos de los trabajadores, que ahora se encuentran cada vez más desprotegidos y a merced de la “mano invisible” del mercado. Por su parte, los presupuestos más restrictivos de la historia suponen la retirada de la presencia del Estado en muchos y muy importantes ámbitos, sobre todo en lo que respecta a su papel de redistribuidor de las rentas.

La amnistía a los defraudadores fiscales señala una derrota en toda regla del Estado y de su papel fundamental de garante y ejecutor de las leyes. El Estado ha señalado con esta medida su incapacidad para hacer respetar su papel, es decir, para obligar a los defraudadores a cumplir con su obligación mientras elimina derechos a la mayoría y aumenta sus obligaciones, como es la subida de los impuestos en el IRPF.

Más impuestos y a cambio amnistía para los que no los pagan. Menos derechos sociales para todos y menos ayudas estatales para los más débiles. La pregunta que se podrían hacer los ciudadanos es muy simple: ¿Por qué participo en esto? Un golpe directo a la legitimidad del Estado. Pero este golpe también va dirigido a la que para muchos es la culpable de esta situación: Europa.

Es la Unión Europea quien alienta estos recortes pero a cambio no es capaz de recordar los beneficios de ser miembro del club europeo. Es cierto que los trabajadores españoles pueden (y deben) emigrar a otros países europeos sin trabas burocráticas para buscar empleo. Es cierto que el Euro ha ayudado a España a fortalecer su economía en la época de vacas gordas. Y es cierto que España se ha beneficiado de las muchas y generosas ayudas europeas en la construcción de infraestructuras y en la agricultura. Pero ahora toca sufrir, y no está claro que los beneficios superen a los sacrificios.

El miedo se llama Grecia. No acabar como Grecia, no ser como los griegos. No estamos tan mal, no podemos caer en eso. Este es el mensaje que trata de justificar todas las reformas y recortes destinados, en principio, a salvar el Estado. Sin embargo, ¿no somos ya un Estado cada vez más vacío?