miércoles, 11 de abril de 2012

¿SUICIDARSE PARA SOBREVIVIR?

Pericles.
Cuenta el autor griego clásico Tucídices en su obra inmortal ‘La Guerra del Peloponeso’ que el no menos inmortal Pericles se dirigió a los atenienses en el funeral por los muertos en el primer año del conflicto con Esparta. Según el historiador, el líder de Atenas trató de explicar a sus conciudadanos por qué era importante luchar en esa guerra. Se trataba de luchar o de ser esclavos. De defender su imperio o de ser súbditos en el imperio de otros. En definitiva, Atenas tenía que guerrear para seguir siendo libre y gozar de los privilegios que otorgaba esa libertad.

Sin embargo, esa libertad se basaba en la opresión a otros. Durante el siglo V a.C. Atenas había conseguido crear un imperio marítimo que abarcaba todo el Mar Egeo. En teoría las ciudades sometidas eran aliadas, pero en la práctica pagaban un tributo anual a Atenas y se sometían a su voluntad política. Las que trataron de desembarazarse de este dominio fueron brutalmente castigadas.

Pero ese imperio también llevó la riqueza y el bienestar a Atenas. Sus ciudadanos pudieron gozar de unos edificios públicos grandiosos como la Acrópolis, además de los privilegios de ser miembros de la comunidad política más poderosa. Sus mercados estaban llenos de productos de todo el imperio, su moneda era la base de la economía y, sobre todo, gozaban de un sistema de gobierno llamado democracia.

Esta democracia, la soberanía popular sustanciada en la toma de decisiones directa por cada ciudadano reunido en asamblea (Ekklesía), era el gran orgullo de Atenas, y es hoy, todavía, el gran orgullo de la cultura europea. Sin embargo, tanto hoy como entonces la libertad de unos pocos se hizo posible por la esclavitud de la mayoría.

¿Fin de 500 años de hegemonía?
Esclavos negros.
Hoy la posición hegemónica de Occidente, o con mayor precisión, de Europa se tambalea. Durante unos 500 Europa ha gozado de un estatus de primacía en el mundo fruto de sus conquistas y colonias. Durante siglos, los europeos se beneficiaron de la expansión militar y comercial a expensas de otros pueblos en otros continentes. La conquista permitió la explotación de personas y de materias primas, y éstas permitieron el despegue económico europeo. Por ejemplo, el gran logro de la revolución industrial en Inglaterra en el S. XIX no se podría explicar sin la existencia de la India y su sumisión a la corona británica.

Durante siglos los europeos se enriquecieron. Al igual que Atenas hace 2.400 años, los europeos comenzaron a gozar de una serie de privilegios que eran inalcanzables para la mayoría de las personas en el resto del mundo. A pesar de –o mejor dicho debido a- dos guerras mundiales que arrebataron a Europa el control directo de los acontecimientos mundiales a favor de sus herederos culturales y sociales, los EEUU, los europeos construyeron el Estado social, mal llamado Estado del Bienestar.

Democracia, una Sanidad y Educación públicas, servicios sociales, prestación por desempleo, etc. La acumulación de capital durante siglos, la ayuda de los primos/hermanos de EEUU y la falta de competencia en el mundo hicieron de Europa (occidental) un lugar privilegiado para vivir después de la Segunda Guerra Mundial. Pero eso iba a tener un fin. Al igual que le pasó a Atenas, esa riqueza y ese privilegio de libertad era ansiado por otros.

Fábrica china.
El tiempo ha pasado. En esta década se cumplen 70 años del fin del conflicto mundial y los que entonces eran países divididos, dominados, arrasados y atrasados hoy son un peligro para nuestro bienestar. Pero a la vez no podemos vivir sin ellos. Por ejemplo, en China –la fábrica del mundo, la mayor exportadora del planeta- se producen los productos necesarios para mantener nuestro nivel de consumo, pero a costa de perderlo.

Para ser competitivos con el gigante asiático tendríamos que prescindir de nuestro nivel de vida y comodidades. Tendríamos que sacrificar nuestro Estado Social. Tendríamos que trabajar decenas de horas semanales a cambio de un sueldo mísero (llamado por otros costes de producción) y, sobre todo, tendríamos que prescindir de nuestra libertad.

Resulta paradójico, ya que para sobrevivir tendríamos que sacrificarnos. Lo mismo que le ocurrió a la Atenas del S.V a.C. Tuvo que entrar en guerra para defender su imperio y su libertad, pero al entrar en guerra perdió su libertad porque la guerra le obligó a ello y al final también perdió su imperio.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.