miércoles, 19 de junio de 2013

EL SOBERANISMO CATALÁN, ¿sentimiento o estratagema?

Cada 11 de septiembre los nacionalistas catalanes celebran la Diada. Rinden homenaje a los caídos en la defensa de Barcelona contra las tropas del rey Felipe V de Borbón en 1714 que murieron defendiendo la “independencia” de Cataluña contra un rey “invasor” que conquistó su tierra para imponer su voluntad, o eso es lo que cuentan. - Publicado en MBC Times.

Desde la Transición, la Diada ha sido la fecha tradicional de reivindicación de un nacionalismo que, a diferencia de por ejemplo el vasco, siempre mantuvo una línea de cooperación con el Estado español a pesar del discurso “invasor-invadido” de su fiesta. La Diada era un ritual que el nacionalismo catalán celebraba cada año con más o menos entusiasmo. No solía congregar a más que unos cientos de habituales y se había convertido en una rutina. Sin embargo, en la Diada del año pasado, el 11 de septiembre de 2012, se escenificó un ritual diferente. No sólo se presentaron las habituales representaciones de la élite nacionalista. Decenas de miles de personas colapsaron las calles de Barcelona al grito de independencia y contra la permanencia catalana en España.

El ambiente se ha radicalizado, ha traspasado el umbral de lo minoritario a lo masivo. Según el último barómetro del CIS del pasado mes de mayo, un tercio de los catalanes apoya la independencia, mientras que sólo un 12,1% entiende Cataluña como una región española. De pronto, la independencia de Cataluña se ha convertido en una idea respetada y apoyada por muchos. ¿Qué ha pasado?

El nuevo rumbo de CiU
El nacionalismo catalán tradicional, conservador y mayoritario representado por CiU se ha embarcado en un viaje que es nuevo para él. Tradicionalmente, la burguesía catalana ha estado plenamente integrada en la economía y en la política española. En época del presidente Jordi Pujol se decía que el objetivo del nacionalismo catalán era presionar para conseguir privilegios y poder con los cuales influir en la política de España en su conjunto. No se aspiraba a nada más. La independencia era folclore.


Era una diferencia nítida con respecto al otro nacionalismo periférico poderoso de España, el nacionalismo vasco, que nunca aceptó en ninguna de sus versiones (conservadora del PNV o radical de la Izquierda Abertzale) ni el Estatuto de Autonomía vasco ni la Constitución. Es cierto que de manera diferente y utilizando métodos en absoluto comparables, ya que el PNV siempre optó por la vía institucional y pacífica frente al terrorismo de ETA. Sin embargo, el nacionalismo vasco siempre mantuvo una equidistancia con respecto al Estado Español que el nacionalismo catalán nunca ha compartido, hasta ahora. 

El presidente de la Generalitat Artur Mas ha desafiado al Estado Español anunciando su determinación de consultar a los catalanes sobre la permanencia o no de Cataluña en España invocando el derecho de autodeterminación. Se justifica en el actual contexto de crisis económica argumentando que Cataluña no recibe nada de una España que la explota, que pertenecer a este país es un lastre, … y una imposición histórica que data de la derrota en 1714. Es un discurso independentista puro y duro.


La principal crítica que se le hace a este llamado “plan soberanista” es que se trata de una coartada. Según esta crítica, Mas y CiU se encontraron tras su victoria electoral de 2010 con un contexto de crisis económica en el que aplicaron recetas neoliberales de gestión. Estas medidas, como la privatización sanitaria, el copago, los recortes sociales, etc., se toparon con una gran resistencia popular que podía poner en peligro el liderazgo político de CiU poco después de volver al poder tras una década de oposición. La respuesta ha sido tapar esos problemas con un gran manto nacionalista que invoque la unidad nacional frente al “otro”.

Todos los partidos catalanes (excepto el PP y Ciutatans) aceptan este discurso y no denuncian esa presunta estratagema a pesar de que les perjudica, ya que mantiene en el poder a CiU. No tienen más remedio, ya que ellos mismos han experimentado una transformación catalanista que va más allá del regionalismo o autonomismo que habían defendido hasta hace poco.

El nacionalismo atrapó al Tripartito
Es el caso de los partidos de izquierda integrantes del antiguo Tripartito, la coalición de gobierno de Cataluña entre 2003 y 2010, que incluía a los socialistas del PSC, a Iniciativa per Catalunya Verds (los herederos del comunismo catalán) y a los independentistas de Esquerra Republicana. Era una coalición muy complicada, con más diferencias que cosas en común. Por ejemplo, los socialistas representan tradicionalmente un proyecto amplio, con vocación de mayoría y representativo entre amplios sectores sociales. Por otro lado, Esquerra Republicana aspira a la independencia de Cataluña. Son dos discursos absolutamente incompatibles.

Entonces se explicó que la sensibilidad social era predominante en los programas de todos los partidos gobernantes y que esta faceta iba a ser la que guiara su gestión. Se pensaba que el independentismo de Esquerra iba a atenuarse con el paso del tiempo e incluso a ceder ante la “Realpolitik” de la gestión. Sin embargo, una década después los partidos del antiguo Tripartito compiten por presentarse como el más nacionalista, o al menos aspiran a ser aceptados en la comunidad nacionalista como uno más.


Esto ha provocado graves desgarros internos y externos en el PSC. Obligado a adoptar un discurso nacionalista que no le es propio, se encuentra enfrentado con el PSOE a nivel nacional y dividido en su seno. No en vano el PSC ha sido el partido que representaba a las amplias capas sociales de emigrantes de otros lugares de España que marcharon a trabajar a Cataluña en los años 60 y 70 y sin ninguna tradición nacionalista catalana. Sin embargo, con el tiempo esa generación ha dado paso a sus hijos, ya catalanoparlantes y estrechamente vinculados emocionalmente a Cataluña.

¿A quién representa el PSC? ¿A los “nuevos catalanes”? ¿A sus padres de Extremadura o Andalucía? Esta disyuntiva ha metido a los socialistas en un laberinto que le obliga a apoyar la estrategia soberanista de Mas para no perder credibilidad entre el electorado recientemente “catalanizado”. Sin embargo, lo hace a costa de enfrentarse con los intereses del PSOE que no puede apoyar esa deriva si no es a costa de graves daños en su imagen que no está dispuesto a sufrir. Por eso el PSC ha optado por defender la tesis federalista del PSOE para no tener que romper con su matriz. La consecuencia es que el PSC ni es nacionalista ni deja de serlo, o lo que es lo mismo, está perdiendo la carrera por situarse en el podio nacionalista catalán, lo que tiene como consecuencia un grave castigo en las urnas.

El socio minoritario del antiguo Tripartito, Iniciativa per Catalunya Verds, también ha apostado por el discurso nacionalista profundamente autonomista. Ha hecho suya la exigencia de celebrar una consulta popular sobre el derecho de autodeterminación y se postula como un partido cada vez más nacionalista en el que el discurso social y medioambiental juega un papel cada vez menos relevante.

¿Cómo es posible que tanto el PSC como Iniciativa, que partían como sólidos adalides de la defensa del discurso de izquierdas en el Tripartito, hayan asumido el discurso nacionalista a remolque de su entonces socio minoritario de Esquerra Republicana? La respuesta está en la evolución de esta formación en las últimas dos décadas, que corre paralela al crecimiento de la importancia del discurso soberanista en Cataluña.

Esquerra Republicana, de paria a protagonista
Hace veinte años ERC era una formación marginal que vivía de glorias pasadas de la época de la Guerra Civil y de la mítica presidencia de Lluís Companys. En las elecciones generales de 1993, hace ahora dos décadas, ERC consiguió 189.632 votos, el 5,1% del total, y consiguió ser la quinta fuerza política en Cataluña. El despegue comenzó una década después. En las elecciones autonómicas de 2003 y bajo el liderazgo de Carod Rovira, consiguió 544.324 votos, el 16,5% del total, catapultando a ERC al tercer puesto entre los partidos más votados en Cataluña. El cénit se alcanzó un año después, en las elecciones generales de 2004 cuando alcanzó 652.196 votos, el 15,89% del total.


En las elecciones de 2004 ERC consiguió el máximo número de votos de su historia. Coincidió con el cambio de Gobierno del PP al PSOE tras ocho años de gobierno de José María Aznar, una época que se caracterizó por “fabricar nacionalistas”, como señaló una diputada de Esquerra en una conversación privada en 2003. El discurso centralista y nacionalista español del PP, sus ataques a los nacionalismos periféricos en su segundo mandato entre 2000 y 2004, tuvo como consecuencia que miles de personas que apoyaban el regionalismo o el autonomismo pasaran a considerarse atacadas y a abrazar opciones nacionalistas más radicales, lo que en Cataluña redundó en beneficio de Esquerra Republicana.

ERC entró pues en el Tripartito como el socio menor, susceptible de ser asimilado por sus socios mayoritarios, pero al final el que acabó asimilando a los demás fue Esquerra que en todo momento mantuvo una posición independiente e independentista. Por ejemplo, en el debate sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña celebrado en 2006, auspiciado por el PSOE a nivel nacional y el PSC a nivel regional, ERC dijo “no” por considerarlo insuficiente para sus aspiraciones independentistas. Mantuvo su coherencia a pesar de ser miembro del Tripartito.

Esquerra ha sobrevivido así a una década de gobierno Tripartito imponiendo su discurso nacionalista y saliendo muy fortalecida. Y eso tiene premio. Ahora es quien sostiene el nuevo gobierno conservador de CiU tras las elecciones del pasado mes de noviembre de 2012 en las que consiguió ascender a la segunda posición de partido más votado.  Fueron unas elecciones marcadas por una competición por ver quién era el más nacionalista, influidas por la convocatoria de la consulta popular sobre el futuro de Cataluña. Es decir, un escenario en el que ERC se encuentra no sólo muy cómodo, sino que lo tiene todo para ganar porque es la única formación política que defiende la independencia y el discurso soberanista desde el principio. Y eso le otorga una credibilidad ante el electorado de la que carecen los demás partidos.

El nacionalismo como medio y como fin
En resumen, se plantea si el nacionalismo catalán es un sentimiento o una estratagema. La respuesta es complicada y depende de a qué actor político se le plantea. Sin duda, para la mayoría de los partidos, incluido CiU, se trata de una estrategia para captar o mantener votos en un contexto cada vez más receptivo al discurso nacionalista radical y a las aspiraciones independentistas. Así es como PSC o Iniciativa per Catalunya no han tenido más remedio que entrar a saco en la carrera nacionalista, aunque con escasa credibilidad lo que se manifiesta en los resultados electorales, sobre todo en el caso del PSC que, además, sufre desgarros internos y en su relación con el PSOE.

Por otro lado, CiU y el presidente Artur Mas han optado por una deriva soberanista impropia de su discurso tradicional y culpan a España de todos los males de Cataluña y sugieren que la solución es la independencia. Es decir, es un ejemplo del uso del nacionalismo catalán como estratagema que, además, aviva los sentimientos.

Pero esa estratagema sólo ha tenido éxito porque previamente se ha experimentado una explosión del sentimiento nacionalista catalán durante la última década que ha impuesto su discurso a la agenda política catalana. Esa explosión ha sido como una ola que ha ido creciendo y en cuya cresta se ha situado ERC que ha ido evolucionando de ser un paria hace dos décadas, a ser la segunda fuerza política más votada en Cataluña.


Es decir, el nacionalismo catalán es una estratagema para camuflar otros fines políticos, como por ejemplo la supervivencia política de Artur Mas. Pero esa estratagema sólo es factible porque previamente se han desbordado los sentimientos. Cabe preguntarse si esos sentimientos se contentarán con la situación actual o, como sentimientos que son, desarrollarán una fuerza irracional que intente romper el actual marco político y nacional de Cataluña y España.         

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.