viernes, 9 de diciembre de 2011

EL SILENCIO DE RAJOY, ¿ESTRATEGIA O NECESIDAD?

El pasado 6 de diciembre en la recepción en el Congreso de los Diputados por motivo de la festividad de la Constitución, los medios de comunicación coincidían en señalar a un Alberto Ruiz-Gallardón “visiblemente nervioso”. Especulaban que podría deberse a la incertidumbre sobre su posible participación en el futuro Gobierno de España, cuya composición sigue siendo uno de los secretos mejor guardados del presidente electo, Mariano Rajoy. Los medios de comunicación subrayaban así su impotencia a la hora de conocer los nombres de las personas que acompañarán a Rajoy en el Consejo de Ministros. Existen muchas especulaciones, pero ninguna confirmación. Por lo tanto, y a escasos días de la formación del nuevo Ejecutivo, el propio silencio de Rajoy se ha convertido en objeto de análisis. ¿Se debe a una estrategia o a una necesidad?

El todavía presidente en funciones, José Luis Rodríguez Zapatero, seguía una política de comunicación muy diferente. Además de no rehuir las cámaras ni los micrófonos cuando todavía era presidente electo, se fueron filtrando los nombres de los futuros ministros, de manera que no hubo sitio para sorpresas el día de la formación del Gobierno. Los socialistas más eminentes no tuvieron que sufrir demasiado tiempo esperando una llamada a su móvil. El proceso transcurrió relativamente deprisa.
 
Sin embargo, el estilo de Rajoy es completamente contrario. No es que solamente no se da ninguna pista sobre los futuros miembros del Gobierno, sino que Rajoy mantuvo silencio absoluto sobre cualquier tema desde la noche electoral del 20 de noviembre hasta la fiesta de la Constitución. Sus colaboradores más estrechos trataban de calmar a los periodistas, que ya comenzaban a criticar esta actitud como falta de transparencia.

El silencio como estrategia
Podría tratarse de una estrategia, de una manera de preparar a los medios ante lo que será seguramente un estilo de comunicación completamente nuevo, más escueto y menos permeable a las demandas periodísticas. Si el silencio de Rajoy es una estrategia, podría estar ‘educando’ a los medios y dando a entender que la agenda política la marca el Gobierno, y no los periodistas. Uno de los errores estratégicos que se achaca al Gobierno de Zapatero es que era demasiado dependiente de la agenda mediática y que esa actitud llegó incluso a mediatizar su labor de Gobierno. Es decir, que gobernaba a golpe de titular.

Si el silencio de Rajoy es una estrategia de comunicación está por ver si será capaz de dictar la agenda en vez de ser su esclavo. Todos los políticos pretenden conseguir este objetivo cuando llegan al poder pero terminan dependiendo de la opinión publicada, por el momento el elemento más importante y decisivo para conformar la opinión pública. Es como si una cadena de televisión privada lanzase una programación siguiendo un estilo propio y con la intención de mantenerlo al margen de su audiencia. Al final acaba por transigir.

El silencio como necesidad
Sin embargo, cabe la posibilidad de que el silencio de Rajoy se deba a una necesidad. Aunque el PP cuenta hoy con el mayor poder institucional de la democracia española, la victoria no ha proporcionado a sus filas la unidad en torno al líder que se podría suponer. El sector más conservador o de derechas, encabezado por Esperanza Aguirre, está comenzando a atrincherarse en la Puerta del Sol ante la enorme fuerza adquirida por Rajoy y sus colaboradores, entre ellos el alcalde de Madrid Ruiz-Gallardón, ‘enemigo íntimo’ de la presidenta regional. Dicen los periodistas que la reciente sustitución de Francisco Granados al frente del PP madrileño por el vicepresidente Ignacio González se debe interpretar en estas coordenadas.

Rajoy no olvida que en 2008 Aguirre encabezó la oposición a su reelección como líder del PP, y ahora ella teme represalias. Y es que Rajoy cuenta a partir de ahora con la administración pública central, la mejor herramienta para comprar o renovar voluntades. Si juega bien sus bazas podría utilizar este mecanismo para vaciar de poder a sus contrincantes, aunque calculando bien para no ofender a sus partidarios de primera hora. No sería justo, podrían pensar, que se recompensase de la misma manera a un fiel seguidor que a un rival.

¿Se debe a esto el silencio de Rajoy? ¿Estará configurando el Gobierno de España con el objetivo de conseguir la paz interna en el PP? En todo caso esto solamente podrá comprobarse cuando se sepan los nombres del futuro Gobierno. Hasta entonces, silencio.    

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