domingo, 30 de junio de 2013

MENOS DE TRES MESES PARA CONOCER EL FUTURO DE MERKEL



En menos de tres meses se celebrarán elecciones federales en Alemania. Los ciudadanos alemanes están ante la posibilidad de poner fin al actual gobierno conservador, o bien pueden alargar una legislatura más el mandato de la canciller Angela Merkel. Tomen la decisión que tomen, será crucial para el futuro de Europa, y observando los datos de las encuestas más recientes, parece que esa decisión será la de la continuidad de la canciller. Sin embargo, no está claro que su política de austeridad pueda continuar. - Publicado en MBC Times.

El próximo 22 de septiembre, es decir en menos de tres meses, se celebrarán las que probablemente sean las elecciones alemanas más importantes de la historia reciente de Europa. 61,8 millones de ciudadanos alemanes de los más de 80 millones de habitantes de Alemania podrán ejercer su derecho al voto para elegir a sus representantes en el Parlamento, el Bundestag. De las mayorías que se conformen de esa votación saldrá el próximo Gobierno de ese país, que se ha convertido en la potencia económica y ahora también política más poderosa e influyente del viejo continente.

La prueba es que centenares de millones de miradas observan cada día el devenir del Gobierno de Berlín y centenares de millones de personas dependen de sus decisiones, ya que su fuerza es fundamental para el funcionamiento de la Unión Europea y por lo tanto de los 27 países que la componen (sobre todo de los 17 que conforman la zona Euro).


Por el momento esas decisiones las impone desde 2009 el Ejecutivo conservador resultante de la coalición de los cristianodemócratas del CDU y los liberales del FDP, un Gobierno no exento de tiranteces y dirigido por Angela Merkel, probablemente hoy en día la mujer que más rechazo despierta entre la población del sur de la Unión Europea debido a su política de austeridad para combatir la crisis financiera y económica. Por ejemplo, en España sólo un 39% de los ciudadanos y en Italia un 36% aprueban su gestión, según datos publicados hace un mes por Pew Research Global Attitudes Project. 

Sin embargo, en Alemania este rechazo no existe. Su gestión al frente del Gobierno cuenta con una aprobación del 57% frente a un rechazo del 41%, según Pew Global. Cuando se pregunta directamente por la propia Merkel los datos son también contundentes: un 74% de los alemanes apoya a su líder.

Merkel, la “buena madre” de Alemania
Durante meses el personaje de la canciller ha conseguido independizarse de sus siglas y actuar más como un símbolo (matriarcal) de la sociedad alemana que como representante de la CDU y de sus valores conservadores. Es decir, Angela Merkel es percibida como una especie de “madre” – una “madre buena” como la denomina el sociólogo Tilman Allert de la Universidad Goethe de Frankfurt- que vela por los intereses de los alemanes más allá de las siglas que representa.


Y esto tiene sus consecuencias también en las encuestas electorales. Preguntados si pudieran votar directamente a Merkel o a su rival (el socialdemócrata Peer Steinbrück) en vez de a una lista electoral, un 57% de los alemanes prefiere directamente a Merkel frente a un 30% que prefiere directamente a Steinbrück. La canciller no sólo arrasa entre los electores de su partido (de los que un 94% dice que será fiel a su líder), sino que consigue que un 21% de simpatizantes socialdemócratas la prefieran a ella antes que a su propio candidato, según datos de Infratest dimap de principios del mes de junio.

Pero este “sí” masivo a la persona de Merkel no significa un apoyo incondicional a su partido. No es lo mismo la valoración que se hace de los partidos que de sus líderes, pero comienza a perfilarse un claro adelanto de los conservadores sobre sus rivales. Por ejemplo, según los últimos datos publicados el 21 y el 23 de junio por los institutos demoscópicos Infratest dimap y Emnid respectivamente, la CDU de Merkel sacaría un resultado del 41%, lejos de la mayoría absoluta, pero bastante mejor que los resultados de las últimas elecciones federales de septiembre de 2009, cuando alcanzó el 33,8% de los votos.

Su socio de gobierno, los liberales del FDP, en cambio, se hunden. Si en 2009 consiguieron un 14,6% de los votos, las encuestas a menos de tres meses de las elecciones no les otorgan más del 4% (Emnid) o del 5% (Infratest dimap). La diferencia de un porciento no es baladí, ya que es la diferencia que la ley electoral alemana establece para tener representación parlamentaria: todos los partidos que consigan menos del 5% no estarán representados. Eso sería un desastre para el FDP, un  partido que siempre ha estado en el Bundestag y ha jugado un papel fundamental en la formación de los gobiernos desde la fundación de la República Federal de Alemania en 1949.

Por lo tanto, y según los últimos pronósticos, la actual coalición de Gobierno CDU y FDP conseguiría como mucho un 46% del total, lejos del 48,4% de 2009 y que sostiene actualmente el Ejecutivo. ¿Corren riesgo de ser expulsados del poder?

La oposición a Merkel se va desinflando
Desde hace meses el peligro que corrían los conservadores alemanes era que, a pesar de la popularidad y la imagen integradora de Merkel, pudieran perder las elecciones al no conseguir la mayoría suficiente en el Bundestag para volver a formar Gobierno. En concreto, la “pata coja” de la actual coalición de Gobierno no es la CDU sino los liberales del FDP, como se ha visto arriba. Su derrumbe puede resultar catastrófico para los conservadores, y durante meses fue así.

Peer Steinbrück
A lo largo de la actual legislatura la derecha ha perdido el gobierno de varios Länder (estados federales) debido a la debilidad de su socio liberal y a caídas de popularidad coyunturales que fueron aprovechadas por el SPD que vio como subía en todas las regiones apoyado por su aliado ecologista de los Verdes. Por ejemplo, en 2012 la derecha perdió el gobierno en el Land de Nordrhein Westfalen (Renania Westfalia), el más poblado de Alemania. También sufrió una derrota en el de Schleswig Holstein y perdió miles de votos en el Sarre, aunque en ese caso firmó una coalición de gobierno con sus rivales socialdemócratas. La última derrota de la CDU se produjo en enero de este año en Niedersachsen (Baja Sajonia), donde perdió, aunque por un solo escaño, ante la coalición rojiverde de SPD y los Verdes (Die Grünen).

Puede que la estrechísima victoria rojiverde en la Baja Sajonia fuera una señal de que las tornas pueden volver a favorecer a los conservadores a medida que se va acercando la fecha decisiva del próximo mes de septiembre. Según los datos de las encuestas arriba mencionados, el SPD sólo conseguiría el 25% de los votos, y los Verdes el 14%. En total un insuficiente 39% que no conseguiría superar el 41% de la CDU de Merkel sin contar los votos del FDP.  
  
En este caso, la parte débil es paradójicamente la mayoritaria. Los socialdemócratas del SPD han ido perdiendo apoyos en los últimos meses, y parece que cada día que pasa les perjudica cada vez más en sus aspiraciones. A finales de 2012 y principios de 2013 el principal partido de la oposición se movía en valores en torno al 30%, todo un éxito y una señal de que el cambio político era posible en Alemania, teniendo en cuenta de que partían de un exiguo 23% conseguido en las elecciones de 2009, el peor resultado de la historia del partido.

El SPD supo reponerse a este descalabro y evitó una guerra civil que hubiera sido muy plausible teniendo en cuenta la cantidad de facciones en su interior y la hostilidad que se mostraban. En vez de atacarse y responsabilizar a sus rivales del desastre electoral, la dirección del SPD hizo piña y mostró unidad, también a la hora de elegir al candidato a canciller. Según los analistas, esta cuestión –la llamada “K-Frage”- podía haber significado el estallido de las hostilidades internas si no se realizaba de manera consensuada. Pero al final no hubo conflictos y el candidato elegido por la dirección es Peer Steinbrück, ex presidente de Renania Westfalia y ex ministro de Finanzas precisamente de Merkel entre 2005 y 2009 durante la gran coalición entre SPD y CDU.

Esta última parte de su currículo es lo que le hace atractivo a ojos de muchos analistas de cara a revivir una gran coalición entre conservadores y progresistas alemanes, siempre claro que los números no permitan un gobierno rojiverde, la coalición que pondría de patitas en la calle a Merkel. Y esa coalición parece ser la favorita para los socialdemócratas, como quedó claro en la escenificación del congreso de los Verdes a finales del pasado mes de abril y que contó con la presencia estelar del secretario general del SPD, Sigmar Gabriel – aunque, y esto es significativo, no con la del candidato Steinbrück.


Los Verdes son la parte de la pareja progresista que mayor estabilidad ofrece. Están sólidamente instalados en el 14%-15% desde hace meses, aunque hace dos años, en la primavera y el verano de 2011 llegaron a contar con datos de intención de voto en torno al 24%-25%. Fue la época de los grandes triunfos, con el SPD todavía hundido y tras la crisis nuclear japonesa de Fukushima que hizo aumentar la popularidad de las opciones ecologistas en todo el mundo. En Alemania Merkel incluso tuvo que dar marcha atrás a su moratoria para el fin de las centrales nucleares, que cerrarán definitivamente en 2022.

Fue una época de triunfos para los Verdes que desembocaron a finales de marzo de 2011 en su histórica victoria en el Land de Baden Württemberg, en la que consiguieron el 24,2% de los votos superando incluso al SPD que consiguió sólo el 23,1%. Ambos sumaron sus esfuerzos que fueron suficientes para hacer doblemente historia: echar por primera vez en la historia de la RFA a la CDU del gobierno de un Land muy conservador y uno de los feudos electorales de la derecha alemana, y la presidencia de los Verdes de un ejecutivo regional. Pero dos años después la ola está volviendo a la dirección contraria.

¿Una mayoría de gobierno insuficiente?      
Tomando los datos de la intención de voto, podría darse un problema de gobernabilidad en Alemania a partir de septiembre. Por un lado, la suma del porcentaje de votos que apostarían por la coalición rojiverde es ahora del 39%, con tendencia a la baja. Por otro lado, la derecha cuenta con un sólido 41% de la CDU de Merkel y con tendencia a subir, aunque junto a su socio liberal hoy sólo sumaría un 46% en caso de que el FDP consiga superar la barrera electoral del 5% para entrar en el Bundestag. Es decir, no existe hoy por hoy una previsión de una mayoría clara en el Parlamento alemán.

El quinto partido con representación en el Bundestag dificulta aún más la ecuación. Die Linke, (“La Izquierda”) es una mezcla de ex comunistas de la antigua RDA con cierta fuerza y tradición política en el este de Alemania, con ex socialdemócratas y sindicalistas del oeste liderados por el ex ministro y líder histórico del SPD Oskar Lafontaine, desencantados con los socialdemócratas y con sus políticas de reformas sociales en la época del canciller Gerhard Schröder (1998-2005).


Die Linke cuenta ahora con 75 escaños en el Bundestag tras recibir el 11,9% de los votos en las elecciones de 2009. Según los sondeos actuales, esta formación está anclada entre el 8% y el 7% de la intención de votos, lo que le proporciona la llave para muchos acontecimientos.

Lo lógico y lo esperado es que voten en contra de una investidura de Merkel. Pero en el caso de la coalición rojiverde. no está clara su actitud. Lo previsible es que nunca entren a formar parte del Gobierno. Como mucho no se opondrían a una investidura de Steinbrück, lo que equivaldría a un gobierno en minoría de SPD y los Verdes siempre a merced de Die Linke.

En el este de Alemania, donde en Die Linke dominan los ex comunistas del PDS, hay casos de coaliciones de gobierno SPD-Die Linke (como en Berlín hasta 2011 o actualmente en Brandenburgo). Pero las pésimas relaciones entre los ex socialdemócratas en las filas de Die Linke y sus antiguos compañeros harían muy difícil una convivencia en el Parlamento, y mucho más complicado mantener un gobierno federal con la actual responsabilidad y poder sobre la Unión Europea. En resumen, es casi imposible que Steinbrück y sus compañeros accedan a formar un Gobierno que necesitaría constantemente el respaldo de un Lafontaine que predica una política anticapitalista en Europa y que ha basado su carrera en los últimos años a atacar a su antiguo partido.

Así, y si los números no cambian, la única salida para formar un gobierno estable sería reeditar la gran coalición entre SPD y CDU, lo que daría una cómoda suma del 66% de apoyos en el Bundestag. Esta opción mantendría a Merkel en el poder. Seguiría siendo la líder, la “buena madre”, aunque el SPD podría controlarla en gran medida.

El SPD está haciendo una campaña electoral con un discurso de izquierdas, consciente del desgaste ideológico que está sufriendo. Steinbrück está tratando de huir de su imagen compatible con una coalición con la derecha –que tanto daño le está provocando a su imahen- e intenta construir un perfil socialdemócrata que le separe de Merkel. Así, en el último congreso del SPD ha abanderado la crítica contra los paraísos fiscales y la política de austeridad de Merkel con respecto a Europa. También ha alertado sobre el coste en la imagen de Alemania de esta política de la derecha alemana.  


Por lo tanto, y esto es algo que importa mucho en España, en caso de que Merkel volviera a ser elegida canciller ¿podría seguir su política de austeridad en Europa? ¿Permitiría el SPD que las cosas sigan igual? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.