martes, 22 de mayo de 2012

UPyD ¿AHORA A POR EL PP?


Pacto de gobierno PSOE-UPyD en Asturias.
Asturias tendrá un presidente regional socialista gracias al apoyo del único diputado de UPyD en el parlamento de Oviedo. Hace casi exactamente un año tras las elecciones autonómicas y municipales, cuando aún gobernaba España José Luis Rodríguez Zapatero, la formación liderada por Rosa Díez también era la fuerza política bisagra necesaria para la formación de muchos gobiernos municipales. Podía elegir entre apoyar al PP o al PSOE y el partido afortunado fue el liderado por Mariano Rajoy. Gracias a este apoyo al PP, UPyD hizo posible que la derecha esté hoy gobernando en municipios como Getafe que han sido feudos socialistas desde la transición. Un año después la elección es la contraria. ¿Qué ha pasado?


La variable fundamental que ha cambiado es, sin duda, el color del gobierno central. UPyD es una formación política muy frágil, con un discurso basado prácticamente al 100% en el enfado hacia los dos partidos grandes, pero sin ofrecer alternativas programáticas propias. Es decir, UPyD vive de la oposición al Gobierno de turno. Para crecer necesita criticar al ejecutivo que en ese momento toma las decisiones políticas, sabiendo de sobra que éstas serán difíciles y muy impopulares.


La crisis es el combustible de UPyD. Se desmarca de los partidos políticos tradicionales criticando los comportamientos propios de organizaciones que llevan décadas en las instituciones y se han ido alejando progresivamente de los ciudadanos. Su discurso es claramente demagógico, pero tiene una gran audiencia en un momento en el que el sueldo de los políticos y la falta de imaginación (y de margen) para atajar la crisis exasperan a los ciudadanos.


UPyD fue claramente la fuerza política que más se benefició del efecto del 15-M. Por ejemplo, tras las elecciones regionales y municipales de hace un año, en la Asamblea de Madrid logró una representación de ocho diputados, en el Ayuntamiento de la capital cuatro concejales y en total, la fuerza liderada por Rosa Díez está presente en 94 ayuntamientos españoles. Para rematar la faena, en las elecciones generales del pasado mes de noviembre logró cinco escaños en el Congreso.


Desgastar al PSOE y al PP

La estrategia para conseguir este éxito estaba clara: atacar y desgastar al PSOE como responsable de la crisis y criticar al PP como una fuerza política tradicional, y por lo tanto también inepta para solucionar los problemas de los españoles. El PSOE gobernaba y Rosa Díez había protagonizado duros enfrentamientos con Zapatero antes abandonar el socialismo y de fundar UPyD. La respuesta desde el PSOE era (y sigue siendo) que UPyD es un submarino de la derecha para captar votantes progresistas insatisfechos.



Pero ahora el objeto de las críticas es el PP. Su ineficaz gestión de la crisis y los últimos avances en las negociaciones para el fin de ETA –adoptando el Gobierno una serie de medidas que el PP hubiera combatido con virulencia de seguir en la oposición- han servido de excusa para justificar el giro anti PP de UPyD. Y es que la estrategia ahora parece ser la de seguir desgastando al Gobierno, pero esta vez del PP. No es de extrañar que en la derecha vean a rosa Díez como una “infiltrada” que aspira a recoger los votos de los conservadores insatisfechos.


Ex votantes socialistas y conservadores en el mismo partido. Es necesario para mantener e incrementar la presencia institucional, un éxito electoral que solamente es posible si los dos partidos tradicionales continúan perdiendo credibilidad. Y para ganar precisamente en credibilidad ante los votantes, es decir, para eliminar las acusaciones de ser un ‘invento’ de PSOE o de PP, UPyD se reserva el derecho a pactar con los dos indistintamente según sus intereses coyunturales..


Esto es lo que ha pasado en Asturias. Si UPyD hubiese pactado con PP y el Foro de Álvarez Cascos, su credibilidad como partido protesta contra el poder hubiera sufrido mucho. Ahora el PSOE está en la oposición y ha dejado de ser el enemigo principal.


La pregunta ahora es ¿qué ocurrirá con los pactos de gobierno o apoyos de UPyD al PP que han hecho posible que la derecha gobierne desde mayo de 2011 en determinados municipios? ¿Afectará esta estrategia al apoyo de UPyD al PP en Getafe donde su retirada podría suponer una moción de censura? ¿Y en Leganés, Coslada y Alcalá de Henares? Sólo son algunos ejemplos de municipios cuyas mayorías de gobierno dependen de UPyD.

miércoles, 16 de mayo de 2012

¿COMIENZA LA CUENTA ATRÁS PARA MERKEL?


El pasado 13 de mayo la canciller alemana y líder del partido conservador CDU sufrió una derrota espectacular en el Bundesland más poblado e importante de Alemania, Renania del Norte – Westfalia (Nordrhein-Westfalen). De un empate técnico en 2010 del 34% con su gran rival, los socialdemócratas del SPD, la CDU fue barrida este año perdiendo más del 8% de los apoyos electorales. La SPD, por su parte, aumentó en un 4,7% sus apoyos y fue la clara vencedora de las elecciones. Después de la victoria socialista en Francia y las victorias regionales del SPD, ¿está comenzando la cuenta atrás de Angela Merkel?



Con alrededor de 17,8 millones de habitantes de los casi 82 millones de Alemania, el Land de Renania del Norte es el más poblado (con una densidad de 523 habitantes por kilómetro cuadrado) y más urbanizado del país. Allí se encuentran 29 de las 80 ciudades de más de 50.000 habitantes alemanas, como por ejemplo Colonia, Düsseldorf, Dortmund o Essen, todos ellos importantes centros industriales y económicos de la locomotora de Europa.



Tradicionalmente esta zona siempre ha sido el corazón económico de Alemania. Ya desde finales del S.XIX la llamada cuenca del Ruhr era la mayor mina de carbón del país y como eso era lo que necesitaban las fábricas para funcionar, era también el mayor centro industrial del centro de Europa. Esto hizo que allí se concentraran centenares de miles de trabajadores con sus familias, lo que electoralmente convirtió la zona en un feudo de la izquierda alemana. Lo fue durante un siglo hasta que la derecha ganó en 2005.



Renania del Norte, cuna de cambios

El SPD estaba sufriendo en ese momento enormemente en credibilidad y apoyos electorales debido a las reformas sociales del entonces canciller Gerhard Schröder, unas reformas muy parecidas a las llevadas a cabo ahora por muchos estados europeos. La derrota socialdemócrata en Renania del Norte precipitó entonces la caída de Schröder, pero no significó la derrota absoluta del SPD en las elecciones federales de ese año 2005, ya que la CDU de Merkel no consiguió vencer de manera clara, lo que provocó una gran coalición que gobernó Alemania hasta 2009, año en el que los conservadores y sus aliados liberales arrasaron en las urnas.

Militantes socialdemócratas alemanes.


Entonces, al igual que ahora, la derrota del partido en el gobierno alemán en las elecciones regionales de Renania del Norte significa un punto de inflexión psicológico, además de político, ya que está en juego la gobernabilidad del país.



En Alemania la Constitución ha reservado a la Cámara Alta un papel territorial para subrayar la composición federal del estado. Es decir, los Länder están representados en el Bundesrat según la proporcionalidad de su población y son los que ratifican o no las leyes que llegan desde la Cámara Baja, el Bundestag. Merkel y la CDU tienen mayoría en el Bundestag, pero no la tienen en el Bundesrat, donde el SPD es ya desde su victoria en Renania del Norte, el partido más poderoso. Por lo tanto, el SPD tiene poder de vetar las leyes de Merkel. A diferencia de España, el Bundestag no puede aprobarlas en una segunda vuelta. Merkel necesita una mayoría en el Bundesrat para gobernar, y ya no la tiene. Este escenario fue el que obligó a Schröder a adelantar las elecciones en 2005, pero ahora Merkel no se lo plantea. ¿Por qué?



Angela Merkel debería estar sufriendo un momento político muy delicado. Con el SPD creciendo en votos, con la gobernabilidad tocada y con la ruptura de la alianza ideológica con Francia tras la victoria de Hollande, la canciller alemana debería sentirse acorralada. Sin embargo, tiene un elemento a su favor muy importante. El SPD carece de liderazgo que pueda capitalizar este momento.



Las consecuencias de la catástrofe

En las elecciones de septiembre de 2009 el SPD sufrió un batacazo electoral histórico. De ser un partido de gobierno pasó a cosechar solamente un 23% de los votos, más de un 11% menos que en 2005 cuando ya perdió bastantes apoyos. Fue un tsunami en todos los sentidos que golpeó los cimientos de la socialdemocracia. La izquierda alemana se atomizó entre varios partidos (los Verdes, Linke, etc…) y la decepción entre el electorado de izquierdas fue brutal. El SPD había perdido su credibilidad ideológica al apoyar desde la gran coalición una política conservadora y de recortes del Estado Social.

La troika del SPD: Steinbrück, Gabriel y Steinmeier.


Parecía que el partido sufriría las consecuencias de esta derrota histórica en forma de una guerra civil encarnizada entre los diferentes sectores, pero sus líderes lograron impedir la lucha fracticida y llegaron a un acuerdo de reparto del poder. El secretario general es desde noviembre de 2009 Sigmar Gabriel, ex ministro de medio ambiente y ex presidente del Land de Baja Sajonia, la patria de Schröder. Le acompañaron en la troika dirigente del partido la líder del ala izquierdista, Andrea Nahles, como secretaria de Organización, y el candidato de 2009 y ex ministro de Asuntos Exteriores, Frank Walter Steinmeier, como portavoz del Grupo Parlamentario en el Bundestag.



Fue un pacto de último momento y con el objeto de no romper al SPD en su momento histórico más peligroso desde la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de salvar el barco a cambio de repartir los papeles entre personajes de gran ambición y peso político. La calve de este acuerdo estaba en la debilidad del partido: ya que el poder parecía lejano, no tenía sentido pelearse por él. Por ello la cuestión del candidato, la llamada ‘K-Frage’, se mantuvo abierta para evitar enfrentamientos. Pero la crisis económica está acelerando los ciclos políticos y desgastando a los gobiernos a un ritmo nunca visto en la posguerra europea. Merkel está a tiro y el SPD no tiene líder que lo aproveche.

La vencedora en Renania del Norte: Hannelore Kraft.


Existen dos posibilidades: la primera es que alguno de los dirigentes del SPD antes mencionados, a los que habría que sumar al ex ministro de finanzas y ex presidente de Renania del Norte, Peer Steinbrück, se arriesgue y rompa el armisticio interno dando un paso adelante postulándose como candidato. La segunda sería mantener el pacto de no agresión y buscar un nombre nuevo de consenso que capitalice el desgaste de la CDU. Dentro de esta última opción suena el nombre de la ganadora de Renania del Norte, Hannelore Kraft. Tiene una buena imagen, es mujer y su nombre –que en alemán quiere decir ‘fuerza’- parece hecho a posta para una campaña de marketing.



El SPD se había acomodado para pasar varios años en la oposición tras su debacle electoral en 2009 y en menos de tres ya vuelve a acariciar el poder. El partido no está preparado y debe abrir un debate interno sobre quién debe liderar este proceso y, sobre todo, debe abrir un debate ideológico y de propuestas alternativas para sacar a Europa de la crisis.

lunes, 7 de mayo de 2012

¿UN NUEVO RUMBO PARA EUROPA?


La victoria de François Hollande abre la cuestión sobre la gobernabilidad de Europa y sobre las recetas contra la crisis. ¿Afectará al eje franco-alemán? ¿Las medidas anticrisis cambiarán tomando un cariz más social y sobrevivirá el Estado del Bienestar? ¿Prevalecerá la política sobre los mercados? Estas son algunas cuestiones que surgen tras la vuelta de los socialistas al Palacio del Eliseo.


Al margen de estas preguntas la victoria socialista en Francia ha dejado claro que una mayoría de franceses –aunque no demasiado holgada del 51,7%- se opone a las políticas de austeridad planteadas por el eje ‘merkozy’. No en vano Hollande aseguró en su discurso de la victoria que “la austeridad no puede ser una condena” y durante la campaña basó su programa en el mantenimiento del Estado del Bienestar.

Había que ofrecer un cambio y una alternativa a la forma de gestionar la crisis, y había que hacerlo en el marco de los partidos políticos comprometidos con las instituciones democráticas y europeas para evitar el riesgo que supone el auge de los partidos extremistas como en Grecia, Holanda y en la propia Francia en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

Ahora el rumbo lo marcará el Partido Socialista francés, al menos en Francia. Pero, ¿podrá imponerse en Europa? Existe una gran oleada de esperanza entre la izquierda europea de que así será. En España, ya conscientes del papel secundario del Estado Español en el entramado de las tomas de decisiones europeas, los progresistas españoles esperan que Hollande imponga unas políticas más benignas con el estado social, mientras que los conservadores temen que se acabe la cobertura europea a sus recortes. Pero en este pensamiento falta el factor Alemania.

El factor alemán
Alemania es la economía más fuerte de Europa y el país más poblado de la UE. Prácticamente su Gobierno presidido por Angela Merkel decide en solitario el rumbo de Europa en esta crisis, pasando por encima de las instituciones europeas y del consenso interestatal. Es el más fuerte, y en momentos extraordinarios se necesitan medidas extraordinarias. Francia solamente ha jugado un papel secundario y basado más bien en legitimar las decisiones de Berlín.

Alemania y los alemanes siguen pagando la tremenda hipoteca que supone la Segunda Guerra Mundial. Saben que en Europa la mayoría de los estados se opondrían a una hegemonía alemana evidente, así como muchos alemanes a los que también les asusta que su país asuma la responsabilidad del mando europeo. Es por ello que Alemania necesita a Francia para legitimar y enmascarar su propia hegemonía, y Francia necesita esta postura de Alemania para seguir manteniendo viva la ficción de la ‘grande nation’. Ya en el tándem ‘Merkozy’ se veía claramente que era la canciller alemana quien llevaba la batuta. Ahora habrá que esperar para saber si Hollande cederá también o tratará de imponer su criterio económico y político.


De todas formas, Merkel ha tomado nota de la demanda de cada vez más ciudadanos europeos antes las políticas de austeridad y recortes, incluso en la propia Alemania. La propia Merkel no tiene asegurada su reelección en 2013 y hace tiempo que perdió la mayoría en la Cámara Alta del Bundesrat en la que están representados los Länder.

La izquierda alemana, dividida
Pero por el momento le salva la incapacidad del SPD de plantear un discurso convincente y, sobre todo, de presentar un líder capaz de aglutinar la oposición a las políticas de la derecha de la CDU. La izquierda alemana está dividida entre los socialdemócratas del SPD, los verdes y los ex comunistas y socialistas de izquierda de Die Linke. Ahora, además, está tomando fuerza una nueva alternativa política, los ‘piratas’, un partido que niega ser un partido y que solamente tiene clara su oposición al sistema político y económico actual. Lo compone una amalgama de personas de diferentes orígenes y con diferentes objetivos. Es lo más parecido a los ‘indignados’ en España y las encuestas les dan un 8% de intención de voto, es decir, presencia parlamentaria.

Con estos mimbres es difícil que la izquierda alemana pueda recuperar el poder el año que viene, sobre todo teniendo en cuenta que en Alemania, al igual que en España, el poder se encuentra concentrado en el Parlamento, que es quien nombra al Gobierno, mientras que en Francia el Presidente de la República es el que atesora la mayoría de las competencias, sobre todo en materia de política exterior. No se debe olvidar que la constitución de la V República francesa se hizo a medida de Charles de Gaulle tras su ‘golpe de estado’ en 1958. Por lo tanto, a diferencias de Francia, en Alemania el Gobierno saldrá de la alianza de una serie de partidos que, sobre todo en la izquierda, no saben o no quieren ponerse de acuerdo. Esto claramente favorece a la derecha.

Esta es la gran baza de Merkel y la razón por la que, al menos hasta el momento, ha estado tomando las decisiones que afectan a toda Europa teniendo en cuenta primordialmente los intereses de sus electores conservadores, no más que el 30% de los votantes alemanes que, sin embargo, no se dispersan en otros partidos. Entre ellos está muy extendido el miedo histórico a la inflación (como la ocurrida en la Alemania de los años 20) y el prejuicio ante los europeos del sur y su supuesto ‘derroche’ del dinero europeo en gran medida pagado por los contribuyentes alemanes. Este es el electorado de Merkel y es a ellos a los que debe convencer si quiere mantener el poder.

Hollande asumirá la Presidencia de Francia y tendrá que aplicar su programa socialista si no quiere perder legitimidad y aumentar la desconfianza hacia los partidos políticos tradicionales en Francia y sumir en la depresión y la impotencia a la izquierda europea. Para ello, sin embargo, necesitará la colaboración y el visto bueno de Merkel, y ella depende de un electorado conservador ajeno e incluso hostil a la demanda de mantener el Estado del bienestar francés y de los países del sur de Europa.