miércoles, 16 de mayo de 2012

¿COMIENZA LA CUENTA ATRÁS PARA MERKEL?


El pasado 13 de mayo la canciller alemana y líder del partido conservador CDU sufrió una derrota espectacular en el Bundesland más poblado e importante de Alemania, Renania del Norte – Westfalia (Nordrhein-Westfalen). De un empate técnico en 2010 del 34% con su gran rival, los socialdemócratas del SPD, la CDU fue barrida este año perdiendo más del 8% de los apoyos electorales. La SPD, por su parte, aumentó en un 4,7% sus apoyos y fue la clara vencedora de las elecciones. Después de la victoria socialista en Francia y las victorias regionales del SPD, ¿está comenzando la cuenta atrás de Angela Merkel?



Con alrededor de 17,8 millones de habitantes de los casi 82 millones de Alemania, el Land de Renania del Norte es el más poblado (con una densidad de 523 habitantes por kilómetro cuadrado) y más urbanizado del país. Allí se encuentran 29 de las 80 ciudades de más de 50.000 habitantes alemanas, como por ejemplo Colonia, Düsseldorf, Dortmund o Essen, todos ellos importantes centros industriales y económicos de la locomotora de Europa.



Tradicionalmente esta zona siempre ha sido el corazón económico de Alemania. Ya desde finales del S.XIX la llamada cuenca del Ruhr era la mayor mina de carbón del país y como eso era lo que necesitaban las fábricas para funcionar, era también el mayor centro industrial del centro de Europa. Esto hizo que allí se concentraran centenares de miles de trabajadores con sus familias, lo que electoralmente convirtió la zona en un feudo de la izquierda alemana. Lo fue durante un siglo hasta que la derecha ganó en 2005.



Renania del Norte, cuna de cambios

El SPD estaba sufriendo en ese momento enormemente en credibilidad y apoyos electorales debido a las reformas sociales del entonces canciller Gerhard Schröder, unas reformas muy parecidas a las llevadas a cabo ahora por muchos estados europeos. La derrota socialdemócrata en Renania del Norte precipitó entonces la caída de Schröder, pero no significó la derrota absoluta del SPD en las elecciones federales de ese año 2005, ya que la CDU de Merkel no consiguió vencer de manera clara, lo que provocó una gran coalición que gobernó Alemania hasta 2009, año en el que los conservadores y sus aliados liberales arrasaron en las urnas.

Militantes socialdemócratas alemanes.


Entonces, al igual que ahora, la derrota del partido en el gobierno alemán en las elecciones regionales de Renania del Norte significa un punto de inflexión psicológico, además de político, ya que está en juego la gobernabilidad del país.



En Alemania la Constitución ha reservado a la Cámara Alta un papel territorial para subrayar la composición federal del estado. Es decir, los Länder están representados en el Bundesrat según la proporcionalidad de su población y son los que ratifican o no las leyes que llegan desde la Cámara Baja, el Bundestag. Merkel y la CDU tienen mayoría en el Bundestag, pero no la tienen en el Bundesrat, donde el SPD es ya desde su victoria en Renania del Norte, el partido más poderoso. Por lo tanto, el SPD tiene poder de vetar las leyes de Merkel. A diferencia de España, el Bundestag no puede aprobarlas en una segunda vuelta. Merkel necesita una mayoría en el Bundesrat para gobernar, y ya no la tiene. Este escenario fue el que obligó a Schröder a adelantar las elecciones en 2005, pero ahora Merkel no se lo plantea. ¿Por qué?



Angela Merkel debería estar sufriendo un momento político muy delicado. Con el SPD creciendo en votos, con la gobernabilidad tocada y con la ruptura de la alianza ideológica con Francia tras la victoria de Hollande, la canciller alemana debería sentirse acorralada. Sin embargo, tiene un elemento a su favor muy importante. El SPD carece de liderazgo que pueda capitalizar este momento.



Las consecuencias de la catástrofe

En las elecciones de septiembre de 2009 el SPD sufrió un batacazo electoral histórico. De ser un partido de gobierno pasó a cosechar solamente un 23% de los votos, más de un 11% menos que en 2005 cuando ya perdió bastantes apoyos. Fue un tsunami en todos los sentidos que golpeó los cimientos de la socialdemocracia. La izquierda alemana se atomizó entre varios partidos (los Verdes, Linke, etc…) y la decepción entre el electorado de izquierdas fue brutal. El SPD había perdido su credibilidad ideológica al apoyar desde la gran coalición una política conservadora y de recortes del Estado Social.

La troika del SPD: Steinbrück, Gabriel y Steinmeier.


Parecía que el partido sufriría las consecuencias de esta derrota histórica en forma de una guerra civil encarnizada entre los diferentes sectores, pero sus líderes lograron impedir la lucha fracticida y llegaron a un acuerdo de reparto del poder. El secretario general es desde noviembre de 2009 Sigmar Gabriel, ex ministro de medio ambiente y ex presidente del Land de Baja Sajonia, la patria de Schröder. Le acompañaron en la troika dirigente del partido la líder del ala izquierdista, Andrea Nahles, como secretaria de Organización, y el candidato de 2009 y ex ministro de Asuntos Exteriores, Frank Walter Steinmeier, como portavoz del Grupo Parlamentario en el Bundestag.



Fue un pacto de último momento y con el objeto de no romper al SPD en su momento histórico más peligroso desde la Segunda Guerra Mundial. Se trataba de salvar el barco a cambio de repartir los papeles entre personajes de gran ambición y peso político. La calve de este acuerdo estaba en la debilidad del partido: ya que el poder parecía lejano, no tenía sentido pelearse por él. Por ello la cuestión del candidato, la llamada ‘K-Frage’, se mantuvo abierta para evitar enfrentamientos. Pero la crisis económica está acelerando los ciclos políticos y desgastando a los gobiernos a un ritmo nunca visto en la posguerra europea. Merkel está a tiro y el SPD no tiene líder que lo aproveche.

La vencedora en Renania del Norte: Hannelore Kraft.


Existen dos posibilidades: la primera es que alguno de los dirigentes del SPD antes mencionados, a los que habría que sumar al ex ministro de finanzas y ex presidente de Renania del Norte, Peer Steinbrück, se arriesgue y rompa el armisticio interno dando un paso adelante postulándose como candidato. La segunda sería mantener el pacto de no agresión y buscar un nombre nuevo de consenso que capitalice el desgaste de la CDU. Dentro de esta última opción suena el nombre de la ganadora de Renania del Norte, Hannelore Kraft. Tiene una buena imagen, es mujer y su nombre –que en alemán quiere decir ‘fuerza’- parece hecho a posta para una campaña de marketing.



El SPD se había acomodado para pasar varios años en la oposición tras su debacle electoral en 2009 y en menos de tres ya vuelve a acariciar el poder. El partido no está preparado y debe abrir un debate interno sobre quién debe liderar este proceso y, sobre todo, debe abrir un debate ideológico y de propuestas alternativas para sacar a Europa de la crisis.

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