lunes, 21 de noviembre de 2011

LO QUE LE ESPERA A RAJOY

Los pronósticos se han cumplido. El nuevo presidente (electo) del Gobierno, Mariano Rajoy, goza de una de las mayorías absolutas más holgadas de la historia de la democracia española. Además, la inmensa mayoría de las comunidades autónomas estángobernadas por miembros de su partido, así como las ciudades más importantes del país. Se trata de seguramente el mejor escenario posible para ejercer el poder y para implementar el programa electoral que se haya encontrado nunca un candidato español a la presidencia. Sin embargo, el futuro de Rajoy parece muy complicado, tanto, que no despierta envidia alguna.

Mariano Rajoy se enfrenta al reto más difícil de las últimas décadas y a multitud de obstáculos que podrían poner en peligro, e incluso poner en su contra, la inmensa base de poder de la que dispone.

Empezando por partes. Lo más difícil para Rajoy y su equipo es proporcionar una salida de España de la crisis. Por una razón muy sencilla: no depende de él, y lo sabe. Por eso el programa electoral del PP es tan ambiguo al respecto. España no es autónoma a la hora de diseñar su política económica, y menos aún siendo miembro del Euro. Sin embargo, el PP ha apostado todo su prestigio y su imagen en la salida de la crisis. Esto es lo que le proporciona su mayor legitimidad de cara a la masa de su electorado.

Rajoy sabe que esta inmensa mayoría absoluta solamente se explica por ese anhelo de la gran mayoría de españoles de salir de la crisis y desterrar el miedo al paro. Por lo tanto, si no hay resultados satisfactorios pronto, el PP tendrá un problema. Así pues, Rajoy depende de decisiones y de acontecimientos externos para poder cumplir la principal demanda de sus electores. En otras palabras, depende de la suerte.

Oposición interna
Por otro lado, Rajoy también cuenta con una facción dentro del PP que podría crearle serios problemas. El nuevo presidente del Gobierno sabe que para conseguir mayorías hay que ser ambiguo y conciliador en la mayoría de los asuntos, algo que choca frontalmente con el ideario de muchos de sus compañeros de partido.

Manifestación de víctimas del terrorismo.
Para empezar, Rajoy tendrá que liderar el proceso de pacificación de Euskadi tras la declaración de cese de la violencia por parte de ETA. Este debate ha estado ‘congelado’ prácticamente durante toda la campaña electoral, pero ahora tendrá que tomar decisiones. Por ejemplo, ¿qué sucederá con los presos de ETA? ¿Disfrutarán de algún tipo de ventaja como fruto de una negociación? ¿Y los etarras en libertad, irán a prisión? Todavía no se sabe qué es lo que ETA pedirá a cambio de la paz y de entregar sus armas, pero lo que es seguro es que no saldrá gratis.

La pregunta es hasta dónde estará dispuesto a llegar Rajoy. Y hasta dónde estarán dispuestos a llegar los integrantes del ala derecha del PP que durante muchos años han hecho del discurso antiterrorista su principal bandera. Ya se produjo un encontronazo entre diferentes argumentos en el PP el mismo día del anuncio de ETA, cuando Rajoy lo aplaudió mientras que, por ejemplo, Esperanza Aguirre lo criticó.  

Gallardón oficiando una boda gay.
Otros asuntos espinosos son el futuro de la ley de interrupción voluntaria del embarazo o de las bodas homosexuales. Son dos temas que han movilizado la oposición del ala más integrista del PP y que ahora el nuevo Gobierno tiene la posibilidad de cambiar. Sin embargo, cualquier movimiento en cualquier sentido será polémico, ya que si no hay cambios la ultraderecha se sentirá defraudada y traicionada, mientras que si se acomete cualquier reforma podría ser utilizado como argumento de la derechización e intolerancia del PP, los argumentos que provocan la mayor pérdida de apoyos para el PP. No es de extrañar que Rajoy no se haya posicionado durante la campaña. ¿Qué hará a partir de hoy?

Relaciones con los nacionalistas
Por último, otro elemento de posible enfrentamiento entre las facciones o corrientes del PP serán sin duda las relaciones con los partidos nacionalistas conservadores. La mayoría absoluta permite a Rajoy imponer sus medidas, sin embargo no resulta demasiado popular imponer el rodillo parlamentario, sobre todo cuando se trata de medidas encaminadas a combatir la crisis. El PP necesitará apoyos de otros grupos parlamentarios, aunque sea para dar una imagen de unidad y de cierto consenso de las medidas anticrisis de cara al exterior. Por ello resulta lógico que los más indicados para esos apoyos sean el PNV y CIU, más próximos al PP en cuanto a su política económica. Pero esos apoyos no saldrán gratis.

El PNV, esforzado en agudizar su perfil nacionalista ante la competencia de la izquierda abertzale y con la intención de ser un actor decisivo en el proceso de pacificación de Euskadi, puede tratar de presionar a Rajoy en este sentido a cambio de su apoyo. CIU, por su parte, encabeza el discurso antisolidario en Cataluña con respecto a las demás regiones, por lo que podría aprovechar para tratar de presionar una política fiscal propia, del mismo estilo que Euskadi y Navarra. El ala ultraconservadora del PP seguramente rechazaría ambos escenarios con vehemencia.

Esperanza Aguirre en Intereconomía.
La oposición a Rajoy desde sus propias filas cuenta con un altavoz mediático muy potente, en concreto aquellos medios de comunicación que deben a Esperanza Aguirre sus frecuencias de televisión digital terrestre y radiofónicas en la Comunidad de Madrid: Intereconomía, EsRadio e incluso El Mundo. Es conocida la animadversión de determinados iconos mediáticos de este entorno hacia Rajoy. Resultaría pues previsible el uso de esa plataforma mediática para presionar al nuevo Gobierno.

Entre los analistas políticos está muy extendida la afirmación de que en España no existe un partido de ultraderecha fuerte y cohesionado porque los elementos que lo compondrían están en el PP. La previsible tensión que se puede producir entre el PP en las instituciones estatales y el PP ultraconservador podría ser tan fuerte que tendría consecuencias devastadoras para la unidad del partido. Hay que recordar que en Asturias gobierna Álvarez Cascos, un histórico dirigente del PP que ha creado su propio partido tras sus desavenencias con Rajoy. Cuenta con el apoyo y la simpatía de dirigentes de la talla de Esperanza Aguirre. A lo mejor esta división asturiana es una premonición de lo que le podría ocurrir al PP a nivel nacional.

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