Hoy por fin ha comenzado la campaña electoral, al menos de forma oficial. Sin embargo, como ya viene siendo habitual en las últimas citas, la campaña solamente se diferencia de su fase previa en que se puede añadir la palabra “vota” delante de la sigla del partido o del nombre del candidato. Sin embargo, exceptuando este ‘detalle’ en común, las campañas de los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, no pueden ser más diferentes. Son el reflejo mismo de la realidad de cada candidato.
Ayer, a pocas horas del inicio de la campaña, se conocía el dato del paro del mes de octubre que, una vez más, refleja una situación muy precaria para la economía española. La crisis es la gran protagonista de estas elecciones y, sin duda alguna, es la responsable de que ya se adjudique de antemano la victoria a Mariano Rajoy. Y eso a pesar de que el candidato del PP apenas ha esbozado un discurso sólido y un programa convincente para combatir la crisis. Es como si los votantes se lanzaran a los brazos del PP por eliminación: si el PSOE ha demostrado ser ineficaz en la gestión de la crisis, solamente queda el PP.
Esperar sentado a la victoria
Mariano Rajoy lo sabe, y eso explica el bajo nivel discursivo de su campaña. Sabe que seguramente gane por mayoría absoluta y no necesita ni convencer a la prensa (no ofrecerá ruedas de prensa) ni esbozar un programa fuerte con recetas de las que pueda convertirse en rehén tras la victoria.
Su lema, “súmate al cambio”, lo dice todo. Es rápido y sencillo. Engancha perfectamente con la demanda ciudadana. Significa que el PSOE está agotado y ha dejado un país agotado. Hace falta un cambio y eso automáticamente significa que se debe dejar paso al PP. No hay que convencer a los votantes de nada más. Esta secuencia es fruto de una forma de pensar dualista, muy propia de España (Barça o Real Madrid, playa o montaña, PP o PSOE, etc). En resumen, no hay que hacer nada más que dejar que pasen los días y que llegue el 20 de noviembre para recoger los frutos.
Movilizar a los votantes
Por otro lado, Alfredo Pérez Rubalcaba busca la movilización de su electorado desencantado con la gestión socialista, que se estima en 3,5 millones de votantes en 2008 y que ahora no tienen claro renovar su confianza en el PSOE.
Pero Rubalcaba lo tiene difícil a la hora de convencer a sus votantes, ya que la desconfianza del electorado tradicional se debe a la percepción de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha golpeado elementos hasta el momento intocables de la identidad socialista, como pueden ser las reformas en el ámbito laboral. Y no es lo mismo torpedear la línea de flotación ideológica del PSOE, que ser acusado de corrupción (como ocurrió en las elecciones de 1996): la imagen de corrupción se puede corregir con un cambio de líderes, el abandono de los pilares ideológicos no.
Esto ha obligado a Rubalcaba a intentar solucionar la cuadratura del círculo: el ex vicepresidente del Gobierno, al que se presentó como su hombre fuerte hace escasos meses, ahora trata de alejar su imagen de la gestión de la crisis de ese gobierno que antes representaba. No resulta creíble y lo sabe. Por eso la campaña socialista está girando hacia el discurso ideológico como demuestra el siguiente video de la precampaña:
La “defensa de lo público” se ha convertido en el eje principal del discurso socialista, un mensaje que advierte de que el PP aplicará las políticas neoliberales más extremas para combatir la crisis en detrimento de los intereses de la mayoría de la población. Lo cierto es que los recientes recortes de los gobiernos de Esperanza Aguirre en Madrid y María Dolores de Cospedal en Castilla la Mancha han dado alas a este argumento.
Conflicto centro-periferia
Sin embargo, este mensaje apenas tendrá repercusión entre los votantes madrileños y castellano-manchegos, ya que ambas regiones previsiblemente seguirán siendo fieles en su mayoría al PP. Pero sí puede resultar eficaz en otras regiones españolas que sospechan del centralismo conservador, en especial aquellas con una identidad propia fuerte como Cataluña, Andalucía, Extremadura, Asturias o Euskadi. Eso explica que la campaña de Rubalcaba haga especial hincapié en Andalucía con seis mítines.
El PSOE aguantará en la Junta previsiblemente hasta la próxima cita electoral andaluza el año que viene. Los socialistas tienen que luchar por retener a sus votantes, e incluso podría utilizar el discurso conflicto centro-periferia que tan bien le ha venido otras veces: el temor y la movilización electoral para evitar que el PP gobierne desde Madrid. Esto es especialmente eficaz en Cataluña y en Euskadi por razones obvias.
Esta estrategia le ha valido la victoria electoral al PSOE en otras citas, especialmente en 2008, cuando quedó claro que el PP controlaba las zonas donde el discurso centralista cuenta con mayor apoyo, mientras que los socialistas ganaban votos en la periferia.
Esta será una campaña extraña, en la que uno de los candidatos sabe que puede ganar sin hacer nada, mientras que el otro trata de movilizar a su electorado desesperadamente, aunque no logre vencer. Pero eso podría ser suficiente. A nivel interno, para Rubalcaba le bastaría con romper la previsible mayoría absoluta del PP y eso reforzaría enormemente sus posibilidades de consolidar su poder de cara al inevitable proceso de renovación en el PSOE.
El problema del discurso de la defensa de lo público, por parte del PSOE a estas alturas de la película, es que, como bien dice, no es creíble. En realidad no lo es casi nada. Por poner un ejemplo: el gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero sacó adelante una brutal reforma laboral que permite, entre otras lindeces, el despido masivo de trabajadores con la simple sospecha, por parte del empresario, de que incurriría en pérdidas económicas en la empresa, rebajando además la indemnización por despido de 45 a 20 días por año trabajado. Todo con el aplauso del empresariado, que alegaba que el abaratamiento del despido favorecería la contratación. Y la semana pasada nos desayunamos un día con los datos del paro de Octubre y con el Ministro de Trabajo indicando que estamos "un poco más lejos de la salida de la crísis".
ResponderEliminarHola Princepses. Tienes toda la razón. Esa falta de coherencia será una d elas causas fundamentales de la derrota electoral del PSOE y, sobre todo, de la bajada espectacular de votos que se le augura. Demuestra una gran crisis ideológica que, sin embargo, afecta a todos los partidos socialdemócratas europeos. Son ellos, principalmente, los primeros derrotados de la crisis. Veremos si no se los acaba tragando.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por el comentario. Me has inspirado un tema para el blog.
Ayer el debate dejó claro que Rajoy espera sentado la victoria y Rubalcaba es incapaz de quitarse el lastre de la última legislatura con ZP...En fin más de lo mismo, la política (economía), es bastante cíclica. Enhorabuena por el nuevo blog compañero
ResponderEliminarMuchas gracias Gus. La verdad que Rubalcaba me decepcionó en el debate, es cierto que parecía que daba la partida por perdida. Eché en falta su ingenio y capacidad de explicación. Pero es cierto que es rehén de los años de gobierno de Zapatero. Parece que la rueda vuelve a girar y le va a tocar al PP gobernar.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte compañero