Ucrania
no será socio de la Unión Europea (UE) ni miembro de la misma en muchos años, a
pesar del interés de la UE de crecer hacia el este y de una parte importante de
la sociedad ucrania que demanda su integración en Europa. La causa es que Rusia
consigue defender sus intereses en la zona con éxito ante una diplomacia
europea que no puede esconder su impotencia ante un hecho irrefutable: su
dependencia energética con respecto a Moscú, ya que cada vez que un hogar
europeo enciende la calefacción es muy probable que el gas que utilice tenga un
origen ruso.
El pasado mes de noviembre
el Gobierno de Ucrania anunció que
finalmente no firmaría el acuerdo de asociación con la Unión Europea, el
para muchos países ansiado primer paso para entrar a formar parte de la Unión.
La causa de este rechazo hay que buscarla en Moscú, que no permite que Ucrania se escape de su zona de influencia
que lleva controlando desde hace siglos.
Esta maniobra política
provocó la rebelión de una parte importante de la sociedad ucrania que salió a
la calle para reclamar su entrada en la UE a pesar de la represión policial. Pero
los gobiernos europeos, excepto algunas
declaraciones altisonantes, no pudieron desplegar el poder y la influencia
necesaria para vencer los intereses de Rusia y conseguir la asociación con
Ucrania.
Ucrania, Rusia y la Unión Europea. |
El
objetivo ruso es frenar la expansión de sus antiguos enemigos occidentales
hacia el este. Desde
la desaparición de la URSS en 1991 los sucesivos gobiernos rusos han tratado de
conservar la hegemonía de Moscú sobre los nuevos estados independientes que
antes formaban parte de la Unión Soviética. Una vez perdido el control sobre
los antiguos estados satélite de Europa del este durante la guerra fría, el
objetivo de Moscú se centra ahora en
conservar al menos su influencia sobre el territorio de la antigua URSS.
A esta política se la
conoce como de “exterior cercano”. Se
trata de mantener a estas nuevas repúblicas alejadas de la influencia
occidental, sobre todo tras la reunificación alemana y la extensión de la
OTAN y de la UE hacia el este. Moscú no pudo mantener su influencia sobre los
países bálticos - todos ellos ahora miembros de la OTAN y de la UE-, pero sí mantiene
su poder en el resto, sobre todo en Ucrania, la antigua joya de la corona
soviética.
Y para ello no duda en
recurrir a los medios que hagan falta. Por ejemplo, en 2008 el pequeño estado independiente de Georgia fue invadido por Rusia
debido al conflicto con la minoría rusa en Osetia del sur. Era una excusa,
porque a nadie se le escapó que en realidad el objetivo era dejar claro que
Moscú no iba a permitir la entrada de Georgia en la OTAN, tal y como había pedido
su gobierno que tuvo que dar marcha atrás en su solicitud después de la
invasión rusa. Excepto alguna protesta tibia, ningún gobierno europeo tomó
medidas políticas ni económicas contra Moscú.
Rusia y la antigua URSS. |
Moscú no sólo utiliza
la fuerza para imponer su estrategia. Unos meses después, en enero de 2009 y en
pleno invierno, Rusia dejó claro que si
cierra el grifo del gas Europa se congelaría. En un conflicto por el suministro de gas precisamente con Ucrania, cortó el grifo con graves
consecuencias para Austria, Hungría o Polonia. Fue un aviso para Ucrania y para
la UE y un recordatorio de que dependen del gas ruso para su supervivencia
económica.
Rusia
tiene un gran ejército pero, sobre todo, unos recursos energéticos
fundamentales para Europa.
Utiliza esa dependencia como arma diplomática mucho más efectiva que la amenaza
de la fuerza para mantener a raya a los estados occidentales de su zona de
influencia.
Europa depende del gas ruso
Europa
lo sabe y trata de escapar de su dependencia energética, sobre todo con respecto al petróleo
y el carbón, apostando por energías renovables. En 2007 el Consejo Europeo puso
como objetivo que para 2020 el 20% de la energía consumida en la Unión Europea
debe ser renovable. Sin embargo, mientras
baja el consumo de petróleo y de carbón, sigue creciendo la dependencia con
respecto al gas.
Según datos del anuario
de 2013 de Enerdata, Europa fue en 2012 la región que más gas importó en el
mundo con 238,81 billones de metros cúbicos (BCM). Alemania fue el país de la
UE que más importó con 69,3 bcm, seguido de Italia (67,6 bcm), Francia (41,5
bcm) y el Reino Unido (37,1 bcm). España importó 32,3 bcm en 2012.
Mientras
Europa consume más gas, Rusia incrementa su producción: en 2012 estuvo a la cabeza mundial
con 659 bcm, sólo superada por los EEUU que produjeron 684 bcm. Por ello no es de extrañar que el gas que se consume
en Europa venga en su mayor parte de Rusia. Los datos estadísticos de la
Unión Europea (UE) en Eurostat nos recuerdan que este país es el origen de la
mayoría del gas (31,8%) que se consumió en la Unión Europea en 2010 y durante
toda la primera década del S. XXI.
Origen de las importaciones europeas de materias energéticas. Fuente Eurostat. |
Así ha sido en el
pasado, así es en el presente y así seguirá siendo en el futuro. Las predicciones dicen que Europa seguirá
dependiendo de la energía de otros, sobre todo del gas ruso. El estudio de
BP “World Energy Outlook 2030” echa una mirada al consumo energético dentro de
16 años y advierte que Europa seguirá dependiendo del gas externo para calentar
sus hogares y mantener su industria.
Según el estudio, los
esfuerzos de la UE por las energías renovables tendrán como consecuencia una
bajada de la demanda del petróleo (- 15%) y del carbón (- 33%) en 2030. Sin
embargo, subirá la demanda de gas
natural en un 26%. No será sólo para consumo doméstico. La disminución del
consumo de petróleo y de carbón, así como de la energía nuclear (tras el apagón
nuclear previsto en Alemania a partir de 2022), aumentarán la importancia del
gas en la creación de energía, pasando del 18% del total en 2011 al 21% en
2030.
A medida que el consumo
de petróleo y el carbón bajan, sube la
importancia del gas para Europa a pesar de los esfuerzos de compensar la
dependencia energética exterior con energías renovables. Así, Europa
aumentará sus importaciones de gas en un 74% y su dependencia exterior crecerá
del actual 46% al 49% en 2030, según BP.
Por lo tanto, Europa
bajará su consumo de petróleo y con ello su dependencia energética con respecto
a las zonas productoras de crudo, sobre todo Oriente Medio. Sin embargo, al aumentar la dependencia del gas,
aumentará también su dependencia con respecto a los productores de esta materia
prima. Y en esto Rusia seguirá siendo líder mundial, ya que el informe de
BP prevé que este país siga siendo el mayor exportador neto de energía del
mundo, incrementando la venta en un 22% en 2030.
Las rutas del gas
Rusia es uno de los
mayores productores de gas del mundo, pero ni mucho menos el único. Entonces,
¿por qué insiste la UE en comprar la mayoría del gas a Moscú? Una de las causas
fundamentales de esta dependencia es que el
gas ruso es el más sencillo (y barato) de transportar a Europa occidental
debido a las rutas de los gaseoductos.
Sin embargo, aunque
pasa por Rusia, no todo el gas que llega del este es ruso. Importantes
yacimientos se encuentran en las antiguas repúblicas soviéticas del Cáucaso,
sobre todo en Azerbayán y Turkmenistán. Aunque es independiente desde 1991, la exportación tanto de su gas como de su
petróleo sigue dependiendo de los antiguos oleoductos y gaseoductos de época
soviética. Estos pasan por Rusia y le dan a Moscú la influencia suficiente
como para controlar su exportación.
Para tratar de sortear
este control, la UE puso en marcha en 2002 el proyecto Nabucco que consistía en la construcción de una ruta
alternativa que no pasara por Rusia. Sin embargo, en junio de 2013 este proyecto fracasó debido a su elevado coste suponiendo un duro golpe para la
geoestrategia europea. El sustituto de
Nabucco se llama TAP (Trans-Adriatic Pipeline). Está previsto que
desemboque en Italia, pasando por Grecia y Turquía. Pero el comienzo de las
obras no se espera que sea hasta 2015, y no se cuenta con que sea operativo
hasta 2019. Sin embargo aún queda pendiente tomar la decisión crucial sobre su
financiación. Es decir, este proyecto aún es un plan y puede fracasar de la misma
manera que lo hizo Nabucco.
Las rutas del gas desde el Cáucaso a Europa. |
Pero Rusia no se ha quedado
quieta. A Nabucco antes y a TAP ahora le ha salido un competidor en la zona. Se
llama South Stream y es la ruta
alternativa de un gaseoducto hacia la UE desde Rusia sin pasar por Ucrania,
ya que lo haría debajo del Mar Negro hasta llegar a Rumanía. Con ello se busca
hacer no rentable los otros proyectos y mantener
el control ruso sobre los gaseoductos que parten del Cáucaso.
Pero la ruta que ya es
una realidad, al margen de los demás proyectos, se llama Nord Stream y es el nuevo gaseoducto con el que Rusia está
suministrando a Europa, y en concreto a Alemania. Inaugurado en 2011 y
ampliado sucesivamente en 2012 y 2013, este gaseoducto lleva el gas de los
yacimientos del norte de Rusia directamente a Alemania llevándolo por el fondo
del Mar Báltico sin intermediarios.
Mientras se proyectan
rutas alternativas y se construyen otras nuevas, la principal ruta de suministro del gas ruso a la UE pasa por Ucrania,
por lo que no es de extrañar que Rusia defienda con uñas y dientes su
influencia en ese país contra cualquier expansión de la UE. Moscú necesita a Ucrania para poder seguir
jugando el juego de gran potencia, y más desde que ese juego depende de los
recursos y de la influencia derivados de la exportación de recursos energéticos
como el gas.
Rusia defiende sus antiguas
fronteras imperiales y no esconde su injerencia en los asuntos internos de
Ucrania. Así, por ejemplo, con respecto al acuerdo de asociación con la UE, una
vez que Kiev ha rechazado la firma tras las primeras negociaciones y se ha
impuesto la influencia de Moscú, Ucrania dice ahora que firmará el acuerdo de comercio pero
con una condición: que se incluya a Rusia en las negociaciones. Europa, que precisamente busca alejar a Rusia
de Ucrania con este acuerdo, ya ha dicho que no y con ello se cierra veladamente su expansión al este, precisamente el
objetivo de Moscú.
Moscú sigue dominando
Ucrania y con ella también extiende su influencia sobre Europa al controlar las
rutas del gas de las que depende la UE. Mientras Europa siga necesitando ese
gas para vivir no tendrá armas políticas para enfrentarse a Rusia y poder
crecer hacia el este entrando en el “exterior cercano” ruso. El gas ruso
seguirá siendo la muralla más efectiva para impedir la entrada de occidente
dentro de las fronteras de la antigua URSS.
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