Cayo Lara en la X Asamblea Federal de IU. |
En
la pasada Asamblea Federal de Izquierda Unida se aprobó un discurso radical,
con la promesa del socialismo en el siglo XXI. Para ello esperan aprovecharse
de la corriente de opinión crítica con el sistema de partidos tradicional y de
la pésima imagen de un PSOE en horas bajas. Pero al mismo tiempo, mientras
critica la “traición” de los socialistas a la clase trabajadora y
justificándose en este discurso, IU no duda en mantener un gobierno autonómico
en Extremadura gobernado por la derecha.
Izquierda Unida heredó
un trauma mucho antes incluso de nacer. Es un trauma que le ha traspasado su
padre, el Partido Comunista de España. Nacido de una escisión del PSOE en los
años 20, el PCE ha estado luchando contra los socialistas por la hegemonía en
la izquierda española desde entonces con una suerte, generalmente, adversa.
Excepto algunos momentos estelares como en la Guerra Civil o durante la última
fase de la dictadura franquista, el PCE no pudo disputarle el mando de las
políticas de izquierda al PSOE.
Es más, desde las
primeras elecciones en la actual democracia, en 1977, el PCE ha ido cayendo en
una espiral decadente que iban alimentando sus propias fuerzas
autodestructivas. Era, y sigue siendo, normal que en el ámbito del PCE se
produzcan escisiones y expulsiones. Fueron tantas, que al final hay más
veteranos comunistas en otros partidos que en el propio PCE.
Para tratar de frenar
esta espiral se creó Izquierda Unida en 1986, una coalición de partidos
minúsculos en torno al PCE que, sin embargo, no ha podido cumplir su misión de
arrebatarle el protagonismo de la izquierda a los socialistas. Hasta ahora,
piensan muchos como su líder Cayo Lara.
En la pasada X Asamblea
Federal de IU celebrada el 16 de diciembre, Lara fue reelegido con casi el 85% de los votos de los delegados
y, lo que resulta más llamativo, se aprobó también y esta vez por el 99%, un
documento de acción estratégica que es, cuanto menos, extremadamente ambicioso.
Delegados de IU en la X Asamblea Federal. |
Según dice la llamada
“Declaración de Madrid”, el objetivo es, ni más ni menos, adelantar al PSOE y
arrebatarle por fin la hegemonía de la izquierda. IU se quiere presentar como una “alternativa real”
de gobierno frente al “orden neoliberal” del PP y, por supuesto, del PSOE, el
gran enemigo de IU en la X Asamblea federal.
Y es que en IU ven que
ha llegado el momento de acabar con su gran enemigo histórico, los socialistas.
Cayo Lara personifica el viraje de IU desde las elecciones generales de 2008 en
contra de los pactos con el PSOE, causa de todos los males en Izquierda Unida
según los que se consideran los más puros defensores de la esencia de la
izquierda. La gestión del anterior gobierno socialista de José Luis Rodríguez
Zapatero y sus reformas han arrojado combustible a la caldera de IU, que se
agarra a este argumento para igualar a PSOE y PP como representantes de los
partidos que han provocado la crisis. Y por el momento parece que,
electoralmente, les va bien. Hace un año consiguió ocho escaños en el Congreso
de los Diputados frente al único representante que consiguió en 2008. Pero
saben a poco y Cayo Lara quiere más.
Extremadura: la gran
contradicción
Sin embargo, en la
lucha por crecer, IU comete una serie de errores que le llevan a la
contradicción. Para ganarle al PSOE tendrá que disputarle su electorado, y allí
ya no podrá únicamente atacar a los socialistas. Para ser creíble necesita
liderar la oposición a las políticas del Partido Popular. Sin embargo, IU
pretende nadar y guardar la ropa.
El líder de IU de Extremadura, Pedro Escobar. |
En Extremadura gobierna
el PP con el apoyo tácito de Izquierda Unida. Esta opción ha sido revalidada recientemente en la asamblea regional con más del 70% de los votos. Allí se justifican en que no
pueden apoyar a un PSOE que ha gobernado la región durante décadas, ya que esto
iría en contra de su discurso del cambio. Pero el cambio esta vez significa
apoyar a la misma derecha que dice combatir. Cayo Lara sabe que esa contradicción es un lastre, pero su autoridad pincha en un hueso. En
Extremadura IU sigue apoyando al PP y desde la dirección central no se hace
nada para evitarlo porque no puede o no quiere.
En resumen, Izquierda
Unida quiere aprovechar la crisis y, sobre todo, la marea de la opinión pública
desfavorable a los partidos mayoritarios para crecer. Al pescar en el mismo
caladero de votos que el PSOE, enfoca su discurso agresivo y sus ataques a los
socialistas. Sin embargo, al atacar al PSOE le allana el camino a la derecha,
deslegitimándose así como alternativa de izquierdas.
IU no tiene salida. Si
ataca al PSOE beneficia al PP y desgasta su imagen de partido de izquierdas. Si
pacta con los socialistas y se convierte en su socio minoritario a nivel local
y regional (lo que de hecho sigue siendo en la gran mayoría de municipios
gobernados por la izquierda y en Andalucía y Asturias, a pesar del discurso
radical de Lara), está condenada a ser siempre el partido pequeño.
Han elegido hacerle
oposición a los socialistas a pesar de que esto significa aumentar la ventaja
política de la derecha, por lo que votar a IU se está convirtiendo en una
manera indirecta de fortalecer al PP. Pero ese cálculo parece dar igual a la
dirección de IU. El trauma que persigue al PCE y ahora a IU desde hace casi un
siglo, se ha impuesto.
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