domingo, 2 de septiembre de 2012

LA SENTENCIA DE HARRY ‘EL SUCIO’



Sin duda el gran protagonista del espectáculo de los republicanos para la nominación de su candidato presidencial fue Harry ‘El Sucio’. Por sorpresa, un Clint Eastwood ya envejecido pero lleno de energía apareció en el escenario de la convención de Tampa y expresó lo que sin duda es ya el Leitmotiv de la campaña del candidato Mitt Romney: el mensaje de que Obama ha engañado a sus electores.

 
Era como volver a los viejos tiempos de John Wayne. La imagen de un Clint Eastwood joven, serio y agresivo, caracterizado de vaquero silencioso y hostil que tantas veces ha encarnado el actor en los Spaguetti Western, presidía la convención republicana mientras el Clint Eastwood de verdad, un anciano de 82 años, comenzó un show memorable en la historia de los espectáculos electorales estadounidenses.

 
Sin guión y sin ayuda alguna, Eastwood improvisó una ‘charla’ imaginaria con el presidente Barack Obama representado por una silla vacía. Esa charla era una serie de reproches sobre las promesas incumplidas por el presidente en su campaña de 2008, sobre todo aquellas relacionadas con el empleo, la crisis económica y las guerras de Irak y Afganistán.

Mitt Romney

La escenografía era muy poderosa. La imagen del vaquero Eastwood presidiendo la sala corresponde al marco republicano –siguiendo la teoría de Lakoff-, un claro guiño hacia los votantes conservadores tradicionales. Eastwood tiene dos caras. La del vaquero parco en palabras y justiciero, y la de Harry el Sucio violento con su Magnum especial. Pero también tiene la cara del director de los Puentes de Madison. Esta segunda cara es la que, amparándose en la primera, utilizan los republicanos en su campaña para penetrar en el campo contrario.  


La silla vacía y la ‘conversación’ del viejo actor con el presidente ausente son una apuesta arriesgada y directa dirigida al corazón de los votantes de Obama de hace cuatro años. Los mismos que se movilizaron con el impresionante “Yes, we can” y que  decidieron expulsar a los republicanos de la Casa Blanca por los engaños de la administración Bush en Irak. Y para no entorpecer esta labor, no hubo ni rastro del candidato republicano. “No votes a Romney, vota contra Obama”, viene a decir la estrategia republicana.  


Esta charla ha inaugurado sin duda la carrera electoral y ha lanzado un primer torpedo hacia uno de los puntos que legitiman a Obama: su credibilidad. No es un mensaje dirigido a los republicanos, cuyo voto se da por seguro, sino que se trata de pescar en el estanque demócrata con las mismas armas que utilizó el ahora presidente hace cuatro años. Unas armas que se le pueden volver en contra muy fácilmente, ya que la inmensa expectativa que se puso en la gestión del primer presidente afroamericano no se ha cumplido. No se podía cumplir.

Obama en un cartel de 2008.

Las guerras en el exterior, las torturas en Guantánamo, la crisis económica y la gestión del desempleo son solamente algunos de los argumentos que no han sido solucionados de manera satisfactoria para una gran parte de los votantes demócratas de 2008. Y es que hace cuatro años Obama solamente podía ganar su extenuante carrera contra Hillary Clinton primero y John MacCain después subiendo la apuesta hasta límites muy altos. Utilizó la esperanza de los electores y pidió que confiaran en él. Ahora ese mensaje se le vuelve en contra.


En España está sucediendo algo parecido, pero sin la necesidad de que pasen cuatro años. En noviembre de 2011 Mariano Rajoy ganó las elecciones en España subiendo también el umbral de la esperanza hasta unos límites irresponsables. Prometió acabar con la crisis y con el desempleo. Hoy, nueve meses después, su credibilidad está por los suelos.
 

¿Surgirá un Clint Eastwood español para hacerle el mismo reproche que a Obama?

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