Sin
duda el gran protagonista del espectáculo de los republicanos para la
nominación de su candidato presidencial fue Harry ‘El Sucio’. Por sorpresa, un
Clint Eastwood ya envejecido pero lleno de energía apareció en el escenario de
la convención de Tampa y expresó lo que sin duda es ya el Leitmotiv de la
campaña del candidato Mitt Romney: el mensaje de que Obama ha engañado a sus
electores.
Era como volver a los
viejos tiempos de John Wayne. La imagen de un Clint Eastwood joven, serio y
agresivo, caracterizado de vaquero silencioso y hostil que tantas veces ha
encarnado el actor en los Spaguetti Western, presidía la convención republicana
mientras el Clint Eastwood de verdad, un anciano de 82 años, comenzó un show memorable
en la historia de los espectáculos electorales estadounidenses.
Sin guión y sin ayuda
alguna, Eastwood improvisó una ‘charla’ imaginaria con el presidente Barack
Obama representado por una silla vacía. Esa charla era una serie de reproches
sobre las promesas incumplidas por el presidente en su campaña de 2008, sobre
todo aquellas relacionadas con el empleo, la crisis económica y las guerras de
Irak y Afganistán.
Mitt Romney |
La escenografía era muy
poderosa. La imagen del vaquero Eastwood presidiendo la sala corresponde al
marco republicano –siguiendo la teoría de Lakoff-, un claro guiño hacia los
votantes conservadores tradicionales. Eastwood tiene dos caras. La del vaquero
parco en palabras y justiciero, y la de Harry el Sucio violento con su Magnum
especial. Pero también tiene la cara del director de los Puentes de Madison.
Esta segunda cara es la que, amparándose en la primera, utilizan los
republicanos en su campaña para penetrar en el campo contrario.
La silla vacía y la ‘conversación’
del viejo actor con el presidente ausente son una apuesta arriesgada y directa
dirigida al corazón de los votantes de Obama de hace cuatro años. Los mismos
que se movilizaron con el impresionante “Yes, we can” y que decidieron expulsar a los republicanos de la
Casa Blanca por los engaños de la administración Bush en Irak. Y para no
entorpecer esta labor, no hubo ni rastro del candidato republicano. “No votes a
Romney, vota contra Obama”, viene a decir la estrategia republicana.
Esta charla ha
inaugurado sin duda la carrera electoral y ha lanzado un primer torpedo hacia
uno de los puntos que legitiman a Obama: su credibilidad. No es un mensaje
dirigido a los republicanos, cuyo voto se da por seguro, sino que se trata de
pescar en el estanque demócrata con las mismas armas que utilizó el ahora
presidente hace cuatro años. Unas armas que se le pueden volver en contra muy
fácilmente, ya que la inmensa expectativa que se puso en la gestión del primer
presidente afroamericano no se ha cumplido. No se podía cumplir.
Obama en un cartel de 2008. |
Las guerras en el
exterior, las torturas en Guantánamo, la crisis económica y la gestión del
desempleo son solamente algunos de los argumentos que no han sido solucionados
de manera satisfactoria para una gran parte de los votantes demócratas de 2008.
Y es que hace cuatro años Obama solamente podía ganar su extenuante carrera
contra Hillary Clinton primero y John MacCain después subiendo la apuesta hasta
límites muy altos. Utilizó la esperanza de los electores y pidió que confiaran
en él. Ahora ese mensaje se le vuelve en contra.
En España está
sucediendo algo parecido, pero sin la necesidad de que pasen cuatro años. En
noviembre de 2011 Mariano Rajoy ganó las elecciones en España subiendo también
el umbral de la esperanza hasta unos límites irresponsables. Prometió acabar
con la crisis y con el desempleo. Hoy, nueve meses después, su credibilidad
está por los suelos.
¿Surgirá un Clint
Eastwood español para hacerle el mismo reproche que a Obama?
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