"La organización está bien, pero el control es mejor." Lenin
El pasado fin de semana, entre los días 2 y 4 de marzo de 2012, se dio un paso decisivo en lo que podría calificarse como proceso de ‘bolchevización’ del Partido Socialista de Madrid (PSM) liderado por Tomás Gómez. Éste revalidó por tercera vez su cargo como secretario general del partido, aunque al precio de ir perdiendo paulatinamente apoyos en la organización hasta encontrarse con un sólido 40% de militantes que rechazan su gestión por diferentes motivos, el principal de ellos por su manera de conducir el partido tanto en la sociedad como entre los propios militantes.
Es precisamente la ‘bolchevización’ del PSM lo que ha provocado esta elevada tasa de rechazo a Gómez entre los militantes madrileños, pero a la vez ha provocado también la radicalización del mensaje y del comportamiento de un sector del partido que acepta sin rechistar las nuevas reglas del juego en el socialismo madrileño. Si es que se puede llamar socialismo a lo que se está dirigiendo desde la Plaza de Callao de Madrid.
Califico el proceso que está viviendo el PSM de ‘bolchevización’ porque este fue el nombre que se le dio al proceso de estalinización de los partidos comunistas en los años 20 y 30 del pasado siglo. Este proceso se caracterizó por la purga de los elementos críticos con las direcciones, por un discurso ultraradical de extrema izquierda dirigido ante todo contra los socialdemócratas y por un culto a la personalidad de los líderes incompatible con una cultura democrática y crítica.
En fin, este proceso, basándose en el sistema leninista del centralismo democrático –las decisiones se toman arriba y son entusiásticamente refrendadas y aplicadas por la base-, hace tiempo que se está llevando a cabo en el PSM. Puede parecer exagerado e inapropiado comparar los acontecimientos actuales con lo ocurrido en los partidos comunistas hace casi un siglo. Sin embargo, si nos detenemos un segundo y analizamos detenidamente lo que ocurre y, sobre todo, quién lo dirige, podríamos encontrar ciertos y preocupantes paralelismos.
La penetración comunista
Adolfo Piñedo |
En los pasados años 80 y 90 el comunismo español se fue deshaciendo en una continua serie de escisiones y luchas internas que fue desangrando sus fuerzas poco a poco. Muchos de los comunistas de entonces, que por razones varias no encontraron acomodo en Izquierda Unida, acabaron recalando en el PSOE. De estas personas cabe destacar a dos que juegan un papel muy importante en el actual PSM a parte de José Andrés Torres Mora, ex miembro de la ejecutiva federal del PSOE y ‘chaconista’ que apoya intelectualmente a Tomás Gómez, e individuos como Maru Menéndez, hija de un militar franquista condenado por su participación en el 23-F y cuya familia sigue siendo, aún hoy, referente en la extrema derecha.
Enrique Cascallana |
Adolfo Piñedo, secretario general del PCE de Madrid en los años 80 y dirigente de CCOO, fue expulsado del PCE por su apoyo a Santiago Carrillo. Entró en el PSOE en 1991 y durante 20 años fue diputado regional. Ahora es el nuevo secretario de Ideas y Programas de la ejecutiva del PSM, es decir, se confirma con un cargo orgánico la gran influencia ideológica y discursiva de Piñedo en la dirección del partido madrileño. La otra persona con un pasado comunista en la dirección del PSM es el ex alcalde de Alcorcón y actual senador Enrique Cascallana, nuevo secretario de Comunicación, una ‘cartera’ estratégica de la ejecutiva.
Ambos se educaron políticamente en el PCE –al igual que el propio Tomás Gómez que comenzó militando en las Juventudes Comunistas- un partido especialmente férreo respecto a la disciplina de sus militantes y no precisamente democrático en su manera de imponer las decisiones a sus bases. Influyen en el discurso y en las formas. Y ahora estas prácticas alejadas de la cultura política socialdemócrata se están imponiendo en el PSM.
Miedo entre compañeros
Muchos militantes socialistas sienten miedo por expresar sus opiniones libremente en las agrupaciones, se denuncian presiones y persecuciones. Una sentencia judicial reciente acredita que hubo despidos a trabajadores por motivos políticos. Existe una política de acoso y amedrentamiento a los críticos en las redes sociales, e incluso amenazas abiertas y sin ambajes a los militantes críticos con Gómez en su feudo de Parla. Tampoco se permite la ‘vida’ política a los disidentes, a los que se aparta sistemáticamente de los cargos públicos y orgánicos.
Son métodos de disciplina interna propios de un partido autoritario como el PCE estalinista en el que se educaron gente como Gómez, Piñedo y Cascallana y que son apoyados de manera entusiasta por muchos militantes sin pasado comunista pero tampoco con una cultura socialdemócrata, que se caracteriza, ante todo, por el respeto a la democracia dentro y fuera del partido.
Pero la persecución y la amenaza va más allá de la ‘caza al disidente’. No mostrar suficientemente la lealtad al líder puede tener sus consecuencias, ya que se ha adoptado una actitud patrimonialista del partido. Es decir, el PSM es Tomás Gómez, y no ser leal a Gómez significa no serlo al partido. Igual que Stalin, Mao, etc…
No es casual que en el pasado 12º Congreso del PSM los delegados y periodistas que acudían a acreditarse fueran obsequiados con un ejemplar de un periódico gratuito en cuya portada Tomás Gómez era retratado como un gladiador que luchaba “sólo contra el aparato” como decía el titular. Una imagen muy parecida al famoso cartel de Invictus de las pasadas elecciones autonómicas.
Este culto a la personalidad ha desatado una competición por demostrar quién es más ‘tomasista’, lo que provoca que algunos dirigentes se pasen de la raya proclamando las bondades de “nuestro querido compañero y líder nacional”, como afirmó recientemente en un acto público la actual secretaria de Igualdad del PSM, Carmen Toledano. Un discurso que no chirriaría en Corea del Norte, ni la portada del periódico tampoco. Los gritos semihistéricos de ‘presidente, presidente’ que vociferaban los seguidores de Gómez en los pasillos del congreso buscando atemorizar a sus rivales van en esa línea.
Un líder nacional
Ser líder nacional es el objetivo de Tomás Gómez. No porque crea tener un proyecto para España, es que es la salida natural para alguien en constante huida hacia delante. Del Ayuntamiento de Parla tenía que salir deprisa antes de que se sustanciara la enorme quiebra de sus arcas. Ahora el PSM como organización tampoco da para más: económica y electoralmente en quiebra Gómez necesita elevarse de esa realidad para seguir políticamente vivo.
Como un Napoleón que necesita la guerra y las constantes victorias militares para mantener su trono, Gómez ya tiene un nuevo enemigo contra el que dirigir a sus huestes: Ferraz dirigido por su enemigo Alfredo Pérez Rubalcaba y, según él, origen de todos los males que azotan a la izquierda española. Su excusa es que el PSOE federal ‘no es suficientemente de izquierdas’. Es cuestión de muy poco tiempo que comiencen los ataques y los reproches en toda regla contra Rubalcaba. El objetivo está marcado: presentarse a las primarias ‘francesas’ para optar a candidato a la Presidencia del Gobierno de España.
Mientras tanto en el PP se frotan las manos. En Génova esperan impacientes a que Tomás Gómez arremeta contra Ferraz y comience la guerra civil en el PSOE que le debilite en su política de recortes del Estado del Bienestar. Esperanza Aguirre, a través de su consejero Javier Fernández-Lasquetty, también ha felicitado a Gómez, recordándole, eso sí, que él es un experto en ganar congresos socialistas y en perder elecciones con el PP, “por mucho”, subrayó.
Me parece un interesante post. En todo caso, conviene subrayar que no todos los que procedemos del PCE tenemos una cultura estalinista aunque tuviéramos responsabilidades en tiempos difíciles. En todo caso, sí hay una deriva autoritaria en el PSM contra la que hay que luchar a fondo. El Congreso lo ha puesto en evidencia: el discrepante político como enemigo. También el Congreso ha colocado en la Ejecutiva, por enésima vez, la "costra" puramente aparatística, que nada o poco tiene que ver con la sociedad. Y, en efecto, hay miedo en las filas del PSM a ejercer la libertad de expresión. Trabajadores y militantes de base viven permanentemente coaccionados (lo he vivido en los dos ámbitos, con compaeros muy cercanos). En el fondo, lo que representa la actual Ejecutiva es una concepción victimista (frente a Ferraz) e impotente políticamente (para construir tejido social, para sacar a las agrupaciones de su ensimismamiento), además de una práctica entre chulesca y autoritaria con el discrepante. Creo que por primera vez en muchos años hemos tenido (y debemos tener en el futuro) un referente nuevo, fresco como Pilar Sánchez Acera. Sólo un dato la sitúa moralmente por encima de la mayoría de los miembros de la
ResponderEliminarEjecutiva (para mí al menos): fue excluida de las listas por razones políticas y en vez de mendigar un puesto (retribuido, of course) como suelen haceer buena parte de nuestros cargos con vocación de eternizarse en ellos, volvió a su trabajo al banco. Y ha utilizado sus vacacioens laborales para hacer campaña. Creo que sería bueno que mantuviera alta la bandera como referente del 41 % y de muchos más que, dentro y fuera del partido, estamos hasta la parte contratante de ver en la dirección las mismas caras desde hace por lo menos 30 años.
Un abrazo.
Por supuesto, no todos los ex pce en el PSOE son así. Hay muchos y muy destacados ejemplos de compañeros y compañeras que acabaron en el PSOE precisamente debido al autoritarismo estalinista que no compartían y que se encuentran mucho más cómodos en la cultura socialdemócrata, más tolerante y democrática. Suelen ser personas que comenzaron a militar en el PCE durante la transición ya que era el único referente real de la izquierda en ese momento. Pero qué te voy a contar que no sepas.
EliminarEso está claro. Pero me he centrado sobre todo en personas como piñedo, personaje con cada vez más influencia, que jamás abjuraron del comunismo y que recalaron en el PSOE tras el hundimiento de la URSS y el final del sistema estalinista. Quedaron huérfanos de organización, pero susn ideas y forma de entender la política jamás cambiaron.
Un abrazo y un honor que hayas leído este post
Qué cosas se leen...
ResponderEliminarEste post refleja una situación que me recuerda otras épocas que viví y que por lo que veo siguen vigentes en el Madrid que deje hace ya décadas. Pero creo que esas actitudes de patrimonialización de la organización (y de los propios órganos de poder político público, siempre que han podido lograrlo) es uno de los rasgos generales de los que se han acostumbrado a autodenominarse "clase política".
ResponderEliminarDesde una óptica socialdemócrata consecuente, que trata de adaptar a los complejos tiempos actuales un lenguaje y una práctica de equilibrios necesarios y posibles entre la libertad individual y la necesidad de que las organizaciones de poder político (Estados, partidos...) sepan encauzar la sociedad sin atentar contra los derechos individuales y que es a lo que yo aspiro, agradezco tu denuncia y la compartiré, con tu permiso, para contribuir a unas reflexiones necesarias en otros ámbitos. Saludos...
Muchas gracias por tu comentario. Por supuesto que puedes compartir este texto y me alegra que pueda servir para contribuir en el necesario debate sobre la democracia en las organizaciones políticas, una necesidad imprescindible en una sociedad que, en teoría, se basa en el carácter ciudadano de su población. Los partidos no pueden estar al margen de los derechos reconocidos por ley y aspirar a representar a la sociedad.
EliminarUn saludo