"Recupera tu país", cartel electoral de AfD. |
La
ultraderecha AfD ha conseguido 94 diputados en el Bundestag. Solamente este
dato indica la enorme importancia de las elecciones del pasado 24 de septiembre
después de las cuales Alemania ya no es la misma, aunque Merkel ha vuelto a
ganar. Es la cuarta vez consecutiva e igualará a Helmut Kohl como la persona
que durante más tiempo ha gobernado el país tras la Segunda Guerra Mundial.
Pero su victoria es casi pírrica, ya que deberá hacer un verdadero malabarismo
político para poder formar gobierno. Los socialdemócratas, por su parte, están
en plena caída libre en sintonía con la crisis de la izquierda en Europa. Los
dos grandes partidos que han configurado la política alemana desde 1945 han
resultado tocados, y ha surgido con fuerza un fantasma que muchos ya daban por
enterrado en Alemania.
Los resultados de las
elecciones en Alemania han abierto las puertas al parlamento federal, el
Bundestag, a un partido de corte populista y de ultraderecha: Alternativa para
Alemania, AfD. Nació con el objetivo de protestar contra la política alemana de
salvar el Euro y no consiguió por décimas entrar en el parlamento en las
elecciones de 2013. Cuatro años después, y tras añadir a su acervo programático
anti Euro un discurso claramente xenófobo, nacionalista y antisistema, le han
votado el 12,6% de los electores, lo que suponen 94 diputados.
Con este resultado se
consolida una evolución que comenzó precisamente tras la fallida entrada
parlamentaria en las anteriores elecciones. Desde entonces todas las citas
electorales locales y regionales han sido un paseo triunfal para este partido,
que desde su fundación no deja de crecer a pesar de sus constantes y endémicas
crisis de liderazgo. La AfD ya está en todos los parlamentos regionales y ahora
también controla casi una séptima parte del Bundestag, lo que demuestra que a
sus electores les da igual quién lidera el partido en cada momento.
¿Quién
vota a AfD?
¿Quiénes son esos
electores? Según los datos poselectorales, la mayoría son hombres, de Alemania del
este (donde incluso han conseguido ser el partido más votado en tres
circunscripciones de Sajonia), trabajadores y parados. No es un partido de
viejos ni de jóvenes, sino que le votan en su mayor parte gente de entre los 25
y 59 años, especialmente en la franja entre los 35 y 44 años, donde son el 16%
del total. Hay menos gente de esa edad que vota a los Verdes, a los liberales
del FDP y a la Izquierda, y el mismo número que vota a la SPD. Solamente les
supera la CDU de Merkel, que gana en todas las franjas de edad.
Trasvase de votos a AfD. |
Pero lo realmente interesante
es el trasvase del voto a la AfD según el instituto Infratest Dimap. No es un
origen predominantemente conservador, como se podría creer en un principio. La
CDU cristianodemócrata ha perdido un millón de votos que en 2013 apostaron por
Merkel y que esta vez lo han hecho por la AfD. Pero también la izquierda ha
visto como un millón de sus electores de 2013 han elegido esta vez a la
ultraderecha: 500.000 ex votantes del SPD, 430.000 de Die Linke (Izquierda) y
40.000 de los Verdes. Es decir, dos millones de ex votantes de los partidos
tradicionales alemanes de 2013, tanto de rechas como de izquierda, se han
pasado al AfD. A ellos hay que sumar otro millón de abstencionistas que se han
movilizado y han elegido a la ultraderecha populista. Es, claramente, un voto
protesta tras doce años de gobiernos de Merkel, ocho de ellos en coalición con
los socialdemócratas del SPD.
Schulz,
el perdedor
Precisamente el SPD es el
gran perdedor de estas elecciones. Aunque mantiene la segunda plaza como
partido más votado, ya solamente lo han hecho el 20,5% de los electores. Es un
5,2% menos que en 2013, y entonces ya se advertía sobre el mal resultado
cosechado. Esta vez los socialdemócratas apostaron fuerte al poner al frente a
Martin Schulz, un político con carisma bregado tras años al frente del
Parlamento Europeo.
Fuga de votos de SPD. |
La candidatura de Schulz
no ha evitado el desastre, que se ha manifestado en una pérdida de 40 escaños
en el Bundestag y de 1,7 millones de votos. Como ya se ha señalado, 500.000 de
esos votos han ido a la AfD, pero también se han perdido 430.000 en favor de
los liberales del FDP, 400.000 para los Verdes y 380.000 para Die Linke.
Curiosamente, el trasvase de votos con la CDU sale a 20.000 votos en favor del
SPD. Es decir, los votantes socialdemócratas de 2013 descontentos se han
marchado a todas las fuerzas políticas casi por igual: ha sido una huida hacia
todas direcciones, lo que supone una muy mala noticia para el futuro del SPD ya
que no existe un solo competidor en el cual concentrarse para recuperar el
voto.
Todos los análisis
coinciden en culpabilizar a los años de la gran coalición de este desastre, lo
que ha provocado que Martin Schulz haya anunciado en la misma noche electoral
que ya no habrá más pactos con Merkel. Esto ha provocado una situación difícil
para la canciller que tendrá que hacer malabarismos.
“Jamaica”
La palabra más repetida
en Alemania tras el 24 de septiembre es “Jamaica”. Así llaman a la única
coalición de partidos que puede salvar la gobernabilidad de Merkel. El nombre
viene de los colores de los partidos: negro (CDU), amarillo (FDP) y verde (de
los Grüne, Verdes). Es la única suma, a parte de la gran coalición, que
garantizaría a Merkel una mayoría absoluta para gobernar: 393 diputados, 38 más
de los 355 de la mayoría. Existen casos en la política local y regional de
coaliciones de este tipo, sin embargo, sigue siendo un escenario muy volátil.
Fuga de votos de CDU. |
CDU y FDP son socios
naturales. Durante los años de Kohl fue la eterna coalición de gobierno. Después,
entre 2009 y 2013 repitieron con Merkel al frente, pero hace cuatro años el FDP
no entró en el Bundestag por no alcanzar por poco el 5% de los votos necesario
para tener representación parlamentaria. Ahora han vuelto y con fuerza: 80
diputados y el 10,7% de los votos. Pero no son suficientes para gobernar con la
CDU entre los dos. El Partido de Merkel ha sido el más votado, con el 32,9% de
los votos, pero son un 8,6% menos que en 2013, lo que se traduce en una pérdida
de 65 escaños. Paradójicamente, la mayoría de los votos perdidos, 1,3 millones,
han ido a parar a la FDP, pero los que faltan son el millón de votos que se han
marchado con la AfD.
Ese hueco lo deberían
cerrar los Verdes para que Merkel pueda gobernar sin contar con una nueva gran
coalición, lo que devuelve a este partido otra vez al centro de la agenda
mediática alemana tras su año milagroso de 2012, cuando las encuestas le daban
la opción incluso de adelantar al SPD en intención de voto y ganaron las
elecciones en el Land muy conservador del suroeste, Baden Württemberg. Desde
entonces el entusiasmo por los Verdes se ha congelado, y se han mantenido en un
firme, pero inamovible 8 y pico: 8,4 en 2013 y 8,9 en 2017.
La pregunta ahora es si
están dispuestos a dejar gobernar a Merkel. Aunque con el tiempo los Verdes han
apostado por una política de corte casi exclusivamente medioambiental, dejando
en un segundo plano su agenda social, sigue siendo muy difícil para muchos
ecologistas hacer tratos con la derecha. El origen izquierdista de los Verdes
les ha hecho durante años el socio de gobierno natural con el SPD, pero en los
últimos años se han repetido casos de coaliciones con la CDU. Ahora se trata de
decidir si quieren dar el salto a nivel federal, lo que sin duda abrirá un
debate interno muy profundo en el seno del partido, lo cual puede afectar
incluso a su cohesión interna y a su futuro, de la misma forma que afectó el
debate por el apoyo al bombardeo de Kosovo en 1999, cuando su líder
carismático, Joschka Fischer, era ministro de asuntos exteriores en un gobierno
con el SPD.
Merkel no tiene fácil
formar gobierno. Y tampoco lo tendrá con la AfD en los escaños de la oposición.
Uno de los líderes de la ultraderecha, el ex CDU Alexander Gauland, afirmó que
su objetivo a partir de ahora será “cazar” a Merkel, una expresión que adelanta
el discurso que la ultraderecha puede empezar a utilizar en el Bundestag y que
dista mucho de la cordialidad parlamentaria.
La CDU ha ganado, pero ha
sufrido una gran herida, el SPD se está desangrando, los pequeños partidos se
han congelado en torno al 8%, y la ultraderecha, con un discurso radical y
ofensivo, se ha convertido en el tercer partido más votado. La política alemana
ha cambiado. ¿Afectará a Europa?
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