domingo, 17 de septiembre de 2017

Elecciones en Alemania: más Merkel, declive socialdemócrata y la ultraderecha en el Parlamento

En las elecciones alemanas del próximo domingo Merkel volverá a ganar, según las encuestas. Gobernará en total 16 años y será, junto a Helmut Kohl, la persona que durante más tiempo ha gobernado Alemania desde la Segunda Guerra Mundial. También se producirá otro acontecimiento que lleva siendo algo habitual en las elecciones alemanas: un nuevo descalabro de los socialdemócratas. Sería el tercero seguido en unos comicios federales. Todo parece más de lo mismo, pero esta vez ocurrirá algo nuevo y preocupante: la ultraderecha entrará en el Parlamento, y lo hará con fuerza.

El domingo 24 de septiembre se celebrarán elecciones en Alemania. Merkel va a volver a gobernar fuera de toda duda. La pregunta a estas alturas es con quién: las encuestas dan al partido de Merkel, la conservadora CDU, una media de intención de voto ligeramente inferior al 40%, mientras que su perseguidor, los socialdemócratas del SPD, llegan sólo al 24% en los barómetros más optimistas para ellos. El resto de partidos con representación en el Bundestag, el parlamento federal, oscilan alrededor del 8-10%. Es el caso de los verdes y de la izquierda. Los liberales del FDP también llegarían a esa cifra, por lo que volverían al parlamento.

Es decir, Merkel seguiría gobernando, pero las cifras le impedirían un gobierno en mayoría absoluta (históricamente muy improbable en Alemania) por lo que tiene la capacidad de elegir socio. Este sería, con mucha probabilidad, el FDP, aliado histórico de los conservadores. Pero también queda abierta la posibilidad de una tercera gran coalición o incluso de una coalición con los verdes, que han dado un giro conservador en los últimos años y cuya alianza con la CDU, imposible años atrás, ya se ha ensayado en algún Land.

Con toda probabilidad, Merkel tratará de evitar una nueva gran coalición con la SPD, ya que de esa manera debería ceder mucha influencia política a un partido en plena caída. Sería la tercera gran coalición desde 2005, año desde el cual la socialdemocracia no levanta cabeza. ¿Por qué? No se trata de un problema exclusivo de Schulz. En las anteriores citas electorales, en las que el SPD ha ido cosechando sus peores resultados desde 1945, se responsabilizaba en gran parte a los candidatos a los que se calificaba de grises y faltos de carisma. Con Schulz el SPD ha apostado claramente por un candidato con un gran carisma que comenzó su carrera electoral con unos resultados en las encuestas muy positivos. Sin embargo, esos números han ido empeorando con el tiempo y amenazan al SPD con su peor derrota electoral.

Crisis socialdemócrata y auge de la extrema derecha
Esto se debe fundamentalmente a la crisis global de la socialdemocracia, un fenómeno que ya ha prácticamente borrado del mapa al hace no mucho todopoderoso Partido Socialista de Francia. Las causas de esta crisis seguramente tengan que ver con un problema en el mensaje y en la percepción del papel de estos partidos en las sociedades actuales, cada vez más segmentadas en diferentes grupos muy polarizados, lo cual está sustituyendo el clásico conflicto derecha-izquierda: ahora los conflictos son entre 'arriba y abajo', centro y periferia, los de dentro y los de fuera, etc... Y los partidos socialistas no tienen espacio propio, claro y definido en esos conflictos y pierden votantes.

Quien los gana es la ultraderecha populista de la Alternativa para Alemania (AfD): hay encuestas que ya les sitúan en el 12%. El ascenso de la popularidad del AfD es una de las consecuencias del fin del relato del conflicto izquierda derecha en la sociedad. En este caso, la AfD se nutre del conflicto 'nosotros contra ellos', que puede interpretarse tanto como un rechazo a los extranjeros como a la clase política. De hecho, los carteles contra Merkel son tan numerosos como los que protestan por la presencia de inmigrantes.

El AfD es ante todo protesta. Votar a este partido se ha convertido en un acto que refleja rabia ante la globalización y sus efectos: la incertidumbre, el miedo al futuro, la precarización laboral, el terrorismo, etc. No existe un votante homogéneo a este partido. Los hay de todas las clases sociales y lugares de Alemania. Les mueven intereses sociales y políticos diferentes, pero sobre todo les mueve un sentimiento de protesta común. No es un voto constructivo sino para castigar.

Según las encuestas, el AfD podrá entrar en el Bundestag y con una representación de unos 50-60 diputados, sin embargo, no tendrá efectos políticos reales ya que no tendrán influencia parlamentaria real a la hora de la aprobación de leyes o de apoyo al Gobierno. Su papel será simbólico y, sobre todo, mediático. Se les intentará aislar, y su éxito o fracaso futuro, que se medirá en su capacidad de seguir creciendo o no, estará supeditado a su capacidad de poder romper ese aislamiento.

El futuro: seguirá el inmovilismo alemán
¿Qué pueden esperar los europeos de una nueva victoria de Merkel? Seguramente nada nuevo. La estabilidad, o si se quiere el inmovilismo, es la marca de Merkel. Su votante busca precisamente la rutina y la falta de acciones espectaculares. La única acción espectacular protagonizada por Merkel fue la apertura de las fronteras a los refugiados, y eso ha provocado la única grieta en la intención de voto a la canciller, de la que ha conseguido recuperarse. Es precisamente esa mirada constante a las encuestas electorales lo que caracteriza no solamente al gobierno de Merkel, sino a todos los gobiernos de las democracias actuales. Y eso está condicionando de sobremanera su actuación en estos momentos de cambios e incertidumbre política.

Precisamente esta constante observación de los barómetros electorales será lo que determine el futuro de la política ante el flujo de refugiados. Tendrá dos ejes: un control estricto de la entrada de nuevos refugiados, y un esfuerzo importante por tratar de integrar al mayor número de ellos en la economía, incluso antes que en la propia sociedad. Esto sería coherente con la política y el mensaje de Merkel, que quiere abarcar todo el arco social alemán, tanto a los que apoyan la recepción de refugiados como a los que la rechazan. Sobre todo, responde a la demanda de mano de obra de la economía alemana, que ha dejado de nutrirse de los emigrantes europeos a medida que la crisis ha ido reduciéndose.


(Este artículo está basado en una entrevista concedida por el autor a la Escuela de Periodismo Internacional EFE -UNED).


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