La
crisis económica ha provocado en España una crisis en la política que tiene
como consecuencia una enorme desafección entre la ciudadanía. Los partidos
políticos tradicionales son considerados un problema por un gran número de personas, lo que ha abierto la puerta a una nueva generación de partidos
pequeños que compiten por transformar este descontento en votos. Estos partidos
son muchos y distintos pero tienen algo muy importante en común: comparten la
misma receta para conseguir sus objetivos y para ello se sirven de un mensaje
si no igual, al menos muy parecido. Incluso por parte de aquellos partidos a
los que se sitúa en escalas ideológicas opuestas.
El próximo 25 de mayo
se celebran las elecciones al Parlamento Europeo. Tradicionalmente se trata de
una cita electoral con muy poca popularidad entre los electores y los medios de
comunicación que la han convertido en un escenario de castigo para el partido
en el Gobierno en particular y para los partidos grandes en general. Debido a
esta falta de interés y de importancia que se le atribuyen, estas elecciones
suelen ser una buena oportunidad para los partidos pequeños, incluso para aquellos
que carecen de representación parlamentaria y que se encuentran en la
marginalidad política de la que normalmente es muy complicado salir.
Este año las elecciones
en España se van a celebrar en medio de una fuerte crisis económica y de una
crisis en la valoración de los grandes partidos. Según los sondeos publicados
hasta el momento, PP y PSOE no lograrían
sumar entre ambos mucho más del 60% de los votos emitidos en un contexto de
muy elevada abstención. Es normal que el resto de partidos estén expectantes ante
la posible perspectiva de ampliar sus representantes en el caso de las
formaciones con presencia institucional, sobre todo Izquierda Unida y UPyD.
También es un escenario interesante para aquellas formaciones que aspiran a
mandar a un diputado a Estrasburgo por primera vez, aunque para ello hagan
falta 260.000 votos. Es poco para los grandes partidos acostumbrados a reunir
millones de papeletas y un mundo para los pequeños. Pero los grandes parece que
están en horas bajas.
Según el barómetro del CIS del pasado mes de abril, los principales problemas para los españoles son el paro (80,3%), la corrupción (36,3%), los
problemas económicos (28%) y los políticos y la política (26%). Es decir, hay un
elevado número de votantes que sitúan los problemas directamente relacionados
con la crisis económica (paro y problemas económicos) a la misma altura que la
corrupción y los partidos políticos. Relacionan ambos ámbitos, crisis económica
y crisis institucional, y esto provoca indignación y desafección hacia las
organizaciones mayoritarias a las que se culpabiliza de la situación actual.
Paro,
corrupción, crisis y partidos políticos. Cuatro conceptos que se han unificado en un mismo marco
y que para muchos votantes vienen asociados. Por ello no es de extrañar que los
aspirantes a arrebatar los votos a los grandes partidos centren sus mensajes
precisamente en estos puntos estratégicos, hasta tal punto que parece que se
trata del mismo discurso aunque provenga de diferentes siglas.
Caen bien y tienen acceso a
los medios
Siempre ha habido
pequeños partidos que han aspirado a “colarse” en estas elecciones, pero esta
vez el escenario es muy diferente y muy propicio para ellos. Sobre todo porque,
a diferencia de elecciones anteriores, muchos de los pequeños partidos tienen
una ventaja que les faltaba anteriormente: una predisposición positiva de una
gran parte de los electores frente a los grandes partidos, y sobre todo y de
manera decisiva, acceso a los medios de
comunicación tradicionales de masas.
Este acceso ha
conseguido que se cumpla la premisa fundamental para que los pequeños partidos
se planteen siquiera la posibilidad del éxito electoral, ya que el acceso a los
medios no solamente les proporciona visibilidad,
sino la aceptación y respetabilidad necesaria
para enfrentarse a los partidos que tradicionalmente han monopolizado la
presencia mediática. Es esto lo que hace que hoy se perciban como respetables
unas organizaciones que hace tan sólo cinco años, en las anteriores elecciones
europeas, habrían sido presentadas por esos mismos medios como agrupaciones
radicales o de iluminados.
Para el presente
artículo he escogido cuatro pequeños partidos o formaciones políticas en las
que coinciden las dos premisas que he mencionado: presencia mediática y aceptación social. En todas ellas hay un
líder o son sus propias siglas las que aparecen de manera importante en los
medios de comunicación –por diferentes motivos-, y lo hacen con una valoración
positiva que les confiere la posibilidad de despertar la simpatía de un sector
importante del electorado.
Se trata de cuatro
organizaciones diferentes: Podemos, Vox,
Partido X y Movimiento RED. Todas han nacido como consecuencia de la crisis
política pero por motivos diferentes. Defienden distintos objetivos e
ideologías, pero en los cuatro casos comparten unas declaraciones de principios
que son prácticamente las mismas. Pueden consultarse en sus respectivas páginas
web.
Esta formación se sitúa
en el espectro político de la extrema izquierda, compitiendo directamente con
IU por el mismo segmento electoral. Su figura más importante es el cabeza de
lista al Parlamento Europeo y profesor de Ciencias Políticas, Pablo Iglesias, cuyo rostro incluso ha sido registrado como marca electoral. Esta
persona tiene una clara vocación mediática con una participación importante en
abundantes programas de televisión de debate político, sobre todo en horario de
máxima audiencia. Esta participación le ha brindado a esta formación un altavoz
mediático del que tradicionalmente han carecido las formaciones de extrema
izquierda, lo que le ha proporcionado a Podemos
no sólo una posibilidad de multiplicar el efecto de su mensaje, sino, sobre
todo, para hacerlo “presentable” y “elegible” ante el gran público.
Según su página web, para Podemos, “sólo desde la
ciudadanía puede venir la solución” a una crisis provocada por “un régimen corrupto sin regeneración
posible”. Se trataría del “régimen
bipartidista del PP y del PSOE” que habrían “secuestrado nuestra democracia”, a la que se trataría de
revitalizar a través del “cambio y de la
apertura democrática”.
Es decir, Podemos utiliza la fórmula anunciada por
el Barómetro del CIS: democracia y ciudadanía en oposición a la corrupción y a
los partidos políticos tradicionales presuntamente responsables de la crisis.
En el lado ideológico
opuesto se encuentra este partido de reciente formación y que se sitúa a la
derecha del Partido Popular. Vox ha sido fundado por ex miembros y altos cargos
de ese partido críticos con la política del Gobierno de Mariano Rajoy y cuenta
con una importante presencia en los medios de comunicación, precisamente por el
atractivo mediático que supone la posibilidad de que pueda atraer a numerosos
votantes de derechas desencantados con el PP y debilitar electoralmente a su
antigua matriz.
Según su página web, Vox se califica como un proyecto político “para la renovación y el fortalecimiento de la vida democrática española” (…) “ante la degradación del Estado constitucional a Estado de partidos y la incapacidad de las dos grandes fuerzas políticas de ámbito nacional para diseñar y realizar las profundas reformas que necesitan tanto nuestro sistema institucional y jurídico como nuestro modelo productivo”.
Según su página web, Vox se califica como un proyecto político “para la renovación y el fortalecimiento de la vida democrática española” (…) “ante la degradación del Estado constitucional a Estado de partidos y la incapacidad de las dos grandes fuerzas políticas de ámbito nacional para diseñar y realizar las profundas reformas que necesitan tanto nuestro sistema institucional y jurídico como nuestro modelo productivo”.
Se repite la
fórmula apuntada por el CIS y ya utilizada por Podemos: Vox aspira a la renovación y a la reforma frente a la
presunta degradación y a la crisis provocada por los grandes partidos.
El Partido X es el siguiente caso
examinado. Nacido como consecuencia del movimiento 15 M, no se adscribe a ninguna
ideología política concreta pero sí reivindica el sentir de los “indignados” de
la Puerta del Sol, por muy heterogéneo que sea. También cuenta con una
presencia mediática importante teniendo en cuenta su fuerza, sobre todo tras el
“fichaje” del informático Hervé Falciani
como cabeza de lista. Aunque su presencia en los medios tradicionales es
menor que en los dos casos anteriores, suele estar acompañada de una valoración
positiva lo que le ha permitido al Partido
X presentarse como una opción “respetable”.
Según
sus principios publicados en su página web, el Partido X aspira al “control ciudadano de las instituciones”
ya que según su planteamiento “los partidos no han de darnos la
solución, simplemente
tienen que dejar de obstruir las soluciones que la sociedad, mucho más avanzada
que ellos, ya tiene”. Esta idea se resumiría en: “Para un país de quien lo habita, no de quien lo gobierna”, y “para establecer una democracia verdadera” en la que desaparecería “la élite política tal y como era conocida
en el antiguo régimen”.
Una vez más, igual que Podemos y Vox, tenemos la aspiración a una “democracia verdadera” frente a
una élite y a unos partidos políticos que presuntamente no la facilitan y que
serían, una vez más, los culpables de la crisis.
Por último menciono al Movimiento RED encabezado por el juez Elpidio José Silva Pacheco, el magistrado que encarceló por unos días al ex presidente
de Caja Madrid, Miguel Blesa. Se trata de una organización prácticamente creada
ad hoc para la candidatura del juez al Parlamento Europeo, y para ello se sirve
de una importante presencia mediática como consecuencia del juicio al
magistrado en el Tribunal Supremo debido a sus presuntas irregularidades en el
juicio contra Blesa. Este proceso le está garantizando al juez Silva no sólo
una importante presencia en los medios, sino, sobre todo, una imagen de “víctima
del sistema” que le proporciona una nada desdeñable popularidad que bien podría
tener consecuencias en las urnas.
Según su web, el Movimiento RED propone “luchar contra la corrupción a nivel institucional para que
estas sean más democráticas”, y quiere situar a “las personas como el epicentro de la
Política”. Es decir, el mismo eje que los tres anteriores.
Distintas siglas,
distintos orígenes ideológicos y distintos objetivos políticos, pero un mismo
camino y una misma crisis que pretenden aprovechar siguiendo las coordenadas
que proporcionan las encuestas. Muchos españoles están descontentos con el
sistema tradicional de partidos (aunque no la mayoría, según las mismas
encuestas), lo que ha abierto la ventana a estas organizaciones pequeñas que
desean hacerse un hueco y, si tienen suerte, poder enviar a un representante al
Parlamento Europeo. Aunque sea diciendo todos lo mismo.
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