El
próximo 7 de abril comienzan las elecciones en la India, el estado donde más
personas del mundo tienen derecho a votar: 814,5 millones. Allí se enfrentan
dos bloques ideológicos antagónicos: la Alianza Unida Progresista y la Alianza
Democrática Nacional. Este último está dominado por el Bharatiya Janata Party (BJP), un partido ultranacionalista y
ultraconservador defensor de una versión radical del hinduismo que no duda en enfrentar
a la mayoría hindú con la minoría musulmana. Su candidato, Narendra Modi, ha
sido acusado de instigar una matanza de musulmanes en el año 2002. Según las
encuestas será el ganador de las elecciones. ¿Se avecina un futuro de
radicalización política y de posibles enfrentamientos sectarios en esta
potencia económica y nuclear?
La India, el segundo
estado más habitado del planeta con más de 1.200 millones de personas y una de
las potencias económicas globales emergentes del grupo de los BRICS, elegirá su
nuevo parlamento dentro de un mes. Debido a la complejidad de su sociedad y a
los problemas de infraestructura, el periodo de votación se alargará desde el 7
de abril hasta el 12 de mayo. Serán unas elecciones cruciales y costosísimas: Se
estima que costarán más de dos billones de dólares, una cantidad que
catapultará a estos comicios al ranking de las elecciones más caras de la
historia solamente superadas por los siete billones de dólares que costaron las
elecciones presidenciales de los EEUU en 2012.
Pero esta cita
electoral no será solamente importante por sus dimensiones. En ella se decide
entre dos opciones antagonistas surgidas de la polarización política de los
últimos años. Por un lado se presentan las fuerzas progresistas de la Alianza
Unida Progresista (United Progressive Alliance) dominada por el histórico
Partido Nacional del Congreso. Es el mismo partido que, liderado por Ghandi,
llevó a la India a la independencia en 1947 y que ha estado gobernando el país
casi sin interrupción desde entonces. Su cabeza de lista es Rahul Gandhi,
continuador de la dinastía que ha estado dirigiendo los destinos de India desde
su independencia. El Partido Nacional del Congreso sigue siendo hoy el partido
del Gobierno, pero se enfrenta a un rival muy decidido que pone en riesgo su continuidad
en el poder.
Narendra Modi |
Se trata de las fuerzas
ultraconservadoras de la Alianza Democrática Nacional (National Democratic
Alliance), liderada a su vez por el partido Bharatiya Janata Party (BJP), que traducido al castellano
significa Partido Popular Indio.
El BJP ya gobernó la India entre 1998 y 2004, pero entonces le faltó la
estabilidad interna y el liderazgo necesario para consolidarse en el poder.
Esta estabilidad y este
liderazgo parece que lo han encontrado en la figura de Narendra Modi, el
presidente del estado federal de Gujarat, al oeste de la India. Modi es un
personaje controvertido por sus declaraciones y su radicalismo hinduista. Pero
sobre todo, le persigue la sombra de la matanza de febrero de 2002 en su estado
de Gujarat, cuando un estallido de violencia religiosa provocó casi 2.000
muertos, la mayoría musulmanes, mientras la policía se limitaba a mirar de
forma pasiva. Desde entonces se ha acusado a Modi de, al menos, haber permitido
la matanza, por no decir que fue él y su política sectaria la que la provocó.
Antiguos
fantasmas
La violencia de Gujarat
en 2002 despertó antiguos fantasmas que ni mucho menos dormían profundamente.
En 1947, el año de la independencia, se produjo también la división de la
antigua colonia británica en los estados actuales de India y Pakistán. Esta
división se realizó con el argumento de que era imposible la convivencia entre
hindúes y musulmanes en un mismo país. Sin embargo, en vez de garantizar la
estabilidad, la división no pudo impedir que se produjera el mayor éxodo de la
historia contemporánea con más de 16 millones desplazados y más de un millón de
personas asesinadas en el tránsito debido a la violencia religiosa. Desde
entonces, la sombra del odio y de la intolerancia ha estado planeando sobre
India incansablemente y también ha condicionado sus relaciones con Pakistán.
Fieles hinduistas en el Ganges |
Debido a este pasado
violento y al mosaico de etnias, religiones y culturas que conviven en India,
el estado ha optado por no reconocer a ninguna religión como oficial o
principal, a pesar de que el hinduismo es con gran diferencia la
mayoritaria. La convivencia es
complicada en un país con más de 1.200 millones de habitantes, 14 idiomas oficiales
y cuatro grandes grupos religiosos: el hinduismo (80,5% de la población), el
Islam (13,4%) –India es el estado con el tercer mayor número de musulmanes del
mundo-, el cristianismo (2,3%) y el sikhismo (1,9%).
Sin embargo, y aunque
la India es un estado laico, las religiones siguen jugando un papel
fundamental. El estado no ha sido capaz de crear una identidad mayoritaria
basada en la lealtad a las instituciones o a la nación. Por ello cada individuo
está etiquetado de alguna que otra forma por su pertenencia a alguno de los
grupos religiosos. Más que una opción religiosa personal, estos grupos todavía
marcan unas pautas culturales y sociales muy fuertes de las que el individuo no
puede sustraerse. Crean identidad en un país en el que sus habitantes hablan
diferentes idiomas, y es precisamente en esa identidad donde radica el
principal desafío a la viabilidad del Estado indio. Y más cuando existe una
seria amenaza contra la convivencia entre las religiones.
La
intolerancia religiosa como arma política
Esta amenaza es
principalmente la intolerancia basada en criterios religiosos, lo que en India
se llama ‘comunalism’. Sigue viva desde 1947 y constituye un instrumento
político muy potente y a la vez muy peligroso que hoy está siendo utilizado por
algunas organizaciones que ponen en peligro el delicadísimo equilibrio de la convivencia
en aras de conseguir mayor rédito político.
Es el caso del discurso
sectario que está catapultando al BJP y a su líder hacia el poder. El BJP basa
su ideología en el nacionalismo cultural llamado “Hindutva”. Aunque insiste en
que este concepto es en esencia nacionalista y no religioso, construye este
nacionalismo en torno a la religión hindú. Es decir, según el BJP solamente se
es indio si se pertenece a esta religión y no por poseer la nacionalidad, lo
que dejaría fuera de la comunidad nacional al 20% de la población, más de 240
millones de personas.
Militantes del "Hindutva" |
El BJP no solamente
excluye, también ataca frontalmente a las minorías, sobre todo a los 150
millones de musulmanes a los que identifica como partidarios de Pakistán y
prácticamente como a terroristas. La historia de la India está marcada por
siglos de dominación musulmana y los ultranacionalistas tergiversan el pasado
para justificar los ataques contra sus compatriotas musulmanes a los que niegan
la identidad india.
Por ejemplo, hoy los
templos y mezquitas en India parecen en estado de emergencia. En todos ellos la
policía monta guardia y cachea a los fieles ante el riesgo de atentados
terroristas. Es una situación de amenaza constante que en cualquier momento
puede estallar, literalmente. Y es que los templos hindúes y las mezquitas en
muchos casos conviven en casi el mismo terreno porque durante las conquistas musulmanas a partir del S. XII, sobre todo en el norte de India, los sultanes
ordenaron demoler los antiguos templos hindúes para construir sobre sus
cimientos las nuevas mezquitas de los conquistadores. Hoy este episodio de la
historia está siendo utilizado por los extremistas para argumentar su odio
hacia el Islam y para exigir la demolición de las mezquitas, lo que a su vez
moviliza a los musulmanes.
El discurso del BJP es
claramente radical y sectario. Sin embargo, lo realmente inquietante es el
atractivo de este mensaje entre la población, sobre todo entre los más humildes,
harta de la corrupción y de la ineficacia del Partido Nacional del Congreso: Segúntodas las últimas encuestas, el BJP sería el más votado con una diferencia de
casi 100 escaños con respecto al Partido Nacional del Congreso, y por lo tanto
Modi sería el próximo presidente del país.
Encuestas que dan el doble de escaños a Modi respecto a su rival. |
Posibles
consecuencias de una victoria ultranacionalista
Las consecuencias de
esta victoria pueden ser arriesgadas para la estabilidad de la zona y para la
propia India ya que, en caso de un triunfo electoral contundente, el BJP y,
sobre todo sus seguidores, se sentirán libres para poder aplicar su política al
país y a sus relaciones internacionales.
Los baluartes del BJP |
A nivel interno, el
discurso sectario que enfrenta a los hindúes con los musulmanes obligaría al
BJP a aplicar este sectarismo en las relaciones entre las minorías a riesgo de
perder credibilidad entre sus votantes. Es decir, al radicalizar el mensaje y
polarizar la vida política, el BJP acabará por ser rehén de su propio discurso
y se le exigirá mano dura con los supuestos “terroristas” islamistas so pena de
perder a largo plazo terreno ante organizaciones hinduistas aún más radicales.
El liderazgo de Modi
puede ser decisivo en el futuro de la convivencia: si realmente es un radical y
la matanza de Gujarat en 2002 tiene su firma, llegarían malos tiempos para la
minoría musulmana. En cambio si el poder terminara por moderarlo, su
“autoridad” dentro del campo radical le permitiría cierta libertad de acción
entre los suyos y podría aplicar una política basada en el pragmatismo,
incluida la decisión de no llevar a cabo ninguna política discriminatoria
contra las minorías. En sus manos está decidir qué camino tomará
En el campo de las
relaciones internacionales, una victoria del BJP no tendría a priori consecuencias
en el crecimiento económico de India y en su papel en el club de los BRICS, ya
que fue precisamente en su mandato entre 1998 y 2004 cuando se sentaron las
bases de su actual pujanza a nivel global.
Sin embargo, sí podría tener
consecuencias serias en las relaciones con Pakistán. Gran parte del mensaje
excluyente del BJP se basa en el miedo al vecino musulmán, por lo que las malas
relaciones están aseguradas al menos a corto plazo. No es precisamente un
escenario recomendable para una región en la que India y Pakistán cuentan con
armas nucleares, y en la que los vecinos no ayudan a la estabilidad. Al este de
Pakistán están un Afganistán en eterna guerra civil y un Irán aislado de la
comunidad internacional, y al noroeste China, aliada de Pakistán y rival
regional -aunque hoy algo menos- de India.
Tampoco hay que olvidar
que Asia es un continente en el que la compra de armas se está multiplicando en
la última década. El continente más poblado de la Tierra está inmersa en una
carrera armamentística en la que la India participa de manera destacada: Según
datos del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) en 2012 ocupó
el octavo puesto mundial en gasto
armamentístico, triplicando su gasto
militar (47.735 millones de dólares, el 2,5% de su PIB) con respecto al año
2000, cuando gastó 14.440 millones de dólares (entonces el 3,1% de su PIB).
Atentados de Bombay, 2008 |
La clave de las
relaciones de la india con Pakistán será, como siempre, el conflicto de Cachemira, una guerra congelada desde 1947 en la que los dos países reivindican
la soberanía de este principado montañoso con mayoría de población musulmana. Las
trincheras siguen en activo y los fusiles de ambos bandos continúan apuntándose
sin descanso. Aunque ambos bandos no se disparan, India acusa a Pakistán de
infiltrar grupos terroristas en su retaguardia. Los atentados de grupos
islamistas contra las tropas indias son una rutina en Cachemira, interrumpida
por ataques ocasionales pero muy sangrientos contra las principales ciudades
del subcontinente, como por ejemplo en 2008 en Bombay.
Estos atentados han
tenido una gran responsabilidad en el crecimiento de la desconfianza y la
radicalización de las relaciones entre hindúes y musulmanes, y explican en parte
el atractivo del discurso del BJP entre la población. Si este partido llega al
poder a partir de mayo, los terroristas islamistas tendrán enfrente a un
gobierno que estará obligado a responder con fuerza a un nuevo ataque, una
ocasión de oro para cualquier grupo radical que desee tirar una cerilla en el
bidón inflamable que es el subcontinente indio, donde un partido
ultranacionalista y ultraconservador está a punto de llegar al poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.