Peer Steinbrück.
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En cinco meses habrá elecciones en Alemania. El próximo 22 de septiembre se
enfrentarán en las urnas los candidatos a dirigir el gobierno más poderoso de
Europa, un duelo que en lo personal se reduce a conocer si Angela Merkel
renovará como canciller, o si por el contrario será sustituida por el candidato
socialdemócrata Peer Steinbrück. Por el momento Merkel saca más de 40 puntos de
ventaja en valoración. Su contrincante no logra arrancar pero aún así tiene
posibilidades de victoria, a pesar de sí mismo.
Ya se
calientan motores de cara a las elecciones. La semana pasada el SPD celebró su
congreso previo a la campaña electoral. Los medios recibieron este
acontecimiento con una mala noticia para los socialdemócratas: según una
encuesta del prestigioso instituto Forsa, su candidato Peer Steinbrück
solamente goza de una popularidad del 17% de los votantes frente a un 58% de Merkel. Son 41 puntos de diferencia.
El rival
directo de Merkel está en plena caída a cinco meses de las elecciones. La
popularidad de Steinbrück se está desplomando en vez de ir creciendo, como
debería ser lo lógico para un candidato aspirante al gobierno que no sufre el
lastre de la gestión.
Pero el caso
es que nunca fue muy popular. El que fue ministro de Finanzas durante la gran
coalición entre 2005 y 2009 solamente gozó de la aceptación
del 31% del electorado en septiembre del año pasado, cuando fue
nombrado candidato. Es la cifra más alta. Desde entonces no ha conseguido
remontar, más bien ha ido acumulando una serie de errores de imagen que le están costando caro. Por ejemplo, en
plena crisis del Euro defendió públicamente que el sueldo de canciller era
adecuado e incluso bajo. En el país de los “Minijobs” esto cayó como una bomba,
sobre todo entre las propias filas socialdemócratas.
A esto se
unió también la noticia de que, siendo miembro del consejo de administración de Thyssen Krupp se comprometió a utilizar sus antiguos contactos
gubernamentales para conseguir una rebaja energética. Aunque lo negó, esto le resta credibilidad.
La dirección del SPD en el último congreso. |
Steinbrück
está en una situación difícil. Sin ser gestor en la presente legislatura, está
pagando en su imagen las consecuencias de haber sido ministro precisamente de
Merkel. Su propia elección como candidato se interpretó como un gesto del
partido hacia la reedición de la gran coalición, descartando de antemano la
pelea por un cambio de gobierno más profundo hacia la izquierda junto a los
Verdes. La mejor manera de perder los votos del propio electorado que se
preguntaría ¿votar al SPD para que vuelva a gobernar Merkel?
Parece que
en los últimos días Steinbrück está tratando de huir de esta imagen e intenta
construir un discurso que le proporcione un perfil de izquierda que le separe
de Merkel. Así, en el último congreso del SPD ha abanderado la crítica contra
los paraísos fiscales. Además, en una entrevista reciente con el semanario
Der Spiegel ha criticado la política de austeridad de Merkel con respecto a
Europa y alertado sobre el coste en la imagen de Alemania de esta política de
la derecha alemana.
A pesar de todo el SPD puede
gobernar
Aunque la
diferencia de valoración y de apoyo entre los líderes es inmensa, la diferencia
en la intención de voto entre los distintos escenarios de coalición es mínima.
Como señalé en el post anterior en este blog (“Futuro incierto en las elecciones alemanas”), las dos posibles coaliciones
de gobierno enfrentadas -SPD y Verdes por un lado, y CDU y FDP por otro- pueden liderar cada una el próximo parlamento,
por lo que sería plausible un cambio de gobierno pero por la mínima. Por otra
parte, esta pequeña diferencia podría impedir la formación de una mayoría de
gobierno clara, lo que podría provocar la reedición de la gran coalición y por
lo tanto Merkel seguiría siendo canciller ya que la CDU seguiría siendo el
partido más votado.
La clave de
este cuasi empate entre ambos bloques es que ambos tienen un socio débil que
impide a cada coalición alcanzar una hegemonía clara. Así, si la CDU de
Merkel se mantiene con un sólido 42% de intención de voto, su socio liberal de
la FDP oscila entre un 4% y un 6%, casi 10 puntos menos que en las últimas
elecciones de 2009.
Angela Merkel |
En Alemania
la ley electoral no permite representación parlamentaria a los partidos
que consigan menos del 5% de los votos, por lo que en el peor de los casos el
FDP incluso no llegaría a entrar en el Bundestag. Esto haría posible un cambio
de gobierno de izquierdas con una coalición entre SPD y Verdes. Sin embargo, si
el FDP logra entrar, Merkel podría reeditar su actual coalición y seguir
gobernando con los liberales como hasta ahora. Todo depende de uno o dos
porcentajes. Las encuestas más recientes del pasado 17 de abril dan un 5% a este partido.
Por otro
lado, en la coalición de izquierda el socio débil es, paradójicamente, el SPD.
Los Verdes, aunque numéricamente inferiores, han conseguido estabilizarse
con una intención de voto del 14-15%, cinco puntos más que en las elecciones de
2009. Son los que llevan el peso, los que harían posible una victoria de la
izquierda ya que los socialdemócratas están cayendo.
Según las
últimas encuestas publicadas el pasado 17 de abril, la intención de voto al SPD
se sitúa entre el 28% (la más optimista) y el 22% que ofrece Forsa.
Así, en el primer caso la suma de la izquierda sería del 43%, y en el segundo
del 37% frente a una coalición CDU-FDP que sumaría un 47% (la FDP entraría con
un 5%).
En resumen,
e interpretando los datos de los sondeos hasta el momento, se podría decir que
si al final Merkel pierde las elecciones y deja de ser canciller a partir de
septiembre, será como consecuencia de la incapacidad de los liberales para
entrar en el parlamento. No será, desde luego, por el apoyo entusiasta a los
partidos de la oposición ni al candidato Steinbrück.
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