lunes, 22 de abril de 2013

EL RIVAL DE MERKEL NO CONVENCE

Peer Steinbrück.
En cinco meses habrá elecciones en Alemania. El próximo 22 de septiembre se enfrentarán en las urnas los candidatos a dirigir el gobierno más poderoso de Europa, un duelo que en lo personal se reduce a conocer si Angela Merkel renovará como canciller, o si por el contrario será sustituida por el candidato socialdemócrata Peer Steinbrück. Por el momento Merkel saca más de 40 puntos de ventaja en valoración. Su contrincante no logra arrancar pero aún así tiene posibilidades de victoria, a pesar de sí mismo.

Ya se calientan motores de cara a las elecciones. La semana pasada el SPD celebró su congreso previo a la campaña electoral. Los medios recibieron este acontecimiento con una mala noticia para los socialdemócratas: según una encuesta del prestigioso instituto Forsa, su candidato Peer Steinbrück solamente goza de una popularidad del 17% de los votantes frente a un 58% de Merkel. Son 41 puntos de diferencia.

El rival directo de Merkel está en plena caída a cinco meses de las elecciones. La popularidad de Steinbrück se está desplomando en vez de ir creciendo, como debería ser lo lógico para un candidato aspirante al gobierno que no sufre el lastre de la gestión.

Pero el caso es que nunca fue muy popular. El que fue ministro de Finanzas durante la gran coalición entre 2005 y 2009 solamente gozó de la aceptación del 31% del electorado en septiembre del año pasado, cuando fue nombrado candidato. Es la cifra más alta. Desde entonces no ha conseguido remontar, más bien ha ido acumulando una serie de errores de imagen que le están costando caro. Por ejemplo, en plena crisis del Euro defendió públicamente que el sueldo de canciller era adecuado e incluso bajo. En el país de los “Minijobs” esto cayó como una bomba, sobre todo entre las propias filas socialdemócratas.

A esto se unió también la noticia de que, siendo miembro del consejo de administración de Thyssen Krupp se comprometió a utilizar sus antiguos contactos gubernamentales para conseguir una rebaja energética. Aunque lo negó, esto le resta credibilidad.

La dirección del SPD en el último congreso.

Steinbrück está en una situación difícil. Sin ser gestor en la presente legislatura, está pagando en su imagen las consecuencias de haber sido ministro precisamente de Merkel. Su propia elección como candidato se interpretó como un gesto del partido hacia la reedición de la gran coalición, descartando de antemano la pelea por un cambio de gobierno más profundo hacia la izquierda junto a los Verdes. La mejor manera de perder los votos del propio electorado que se preguntaría ¿votar al SPD para que vuelva a gobernar Merkel?

Parece que en los últimos días Steinbrück está tratando de huir de esta imagen e intenta construir un discurso que le proporcione un perfil de izquierda que le separe de Merkel. Así, en el último congreso del SPD ha abanderado la crítica contra los paraísos fiscales. Además, en una entrevista reciente con el semanario Der Spiegel ha criticado la política de austeridad de Merkel con respecto a Europa y alertado sobre el coste en la imagen de Alemania de esta política de la derecha alemana.  

A pesar de todo el SPD puede gobernar
Aunque la diferencia de valoración y de apoyo entre los líderes es inmensa, la diferencia en la intención de voto entre los distintos escenarios de coalición es mínima. Como señalé en el post anterior en este blog (“Futuro incierto en las elecciones alemanas”), las dos posibles coaliciones de gobierno enfrentadas -SPD y Verdes por un lado, y CDU y FDP por otro-  pueden liderar cada una el próximo parlamento, por lo que sería plausible un cambio de gobierno pero por la mínima. Por otra parte, esta pequeña diferencia podría impedir la formación de una mayoría de gobierno clara, lo que podría provocar la reedición de la gran coalición y por lo tanto Merkel seguiría siendo canciller ya que la CDU seguiría siendo el partido más votado.

La clave de este cuasi empate entre ambos bloques es que ambos tienen un socio débil que impide a cada coalición alcanzar una hegemonía clara. Así, si la CDU de Merkel se mantiene con un sólido 42% de intención de voto, su socio liberal de la FDP oscila entre un 4% y un 6%, casi 10 puntos menos que en las últimas elecciones de 2009.

Angela Merkel
En Alemania la ley electoral no permite representación parlamentaria a los partidos que consigan menos del 5% de los votos, por lo que en el peor de los casos el FDP incluso no llegaría a entrar en el Bundestag. Esto haría posible un cambio de gobierno de izquierdas con una coalición entre SPD y Verdes. Sin embargo, si el FDP logra entrar, Merkel podría reeditar su actual coalición y seguir gobernando con los liberales como hasta ahora. Todo depende de uno o dos porcentajes. Las encuestas más recientes del pasado 17 de abril dan un 5% a este partido.

Por otro lado, en la coalición de izquierda el socio débil es, paradójicamente, el SPD. Los Verdes, aunque numéricamente inferiores, han conseguido estabilizarse con una intención de voto del 14-15%, cinco puntos más que en las elecciones de 2009. Son los que llevan el peso, los que harían posible una victoria de la izquierda ya que los socialdemócratas están cayendo.    

Según las últimas encuestas publicadas el pasado 17 de abril, la intención de voto al SPD se sitúa entre el 28% (la más optimista) y el 22% que ofrece Forsa. Así, en el primer caso la suma de la izquierda sería del 43%, y en el segundo del 37% frente a una coalición CDU-FDP que sumaría un 47% (la FDP entraría con un 5%).   

En resumen, e interpretando los datos de los sondeos hasta el momento, se podría decir que si al final Merkel pierde las elecciones y deja de ser canciller a partir de septiembre, será como consecuencia de la incapacidad de los liberales para entrar en el parlamento. No será, desde luego, por el apoyo entusiasta a los partidos de la oposición ni al candidato Steinbrück. 

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