domingo, 26 de enero de 2014

“La crisis de la democracia es la crisis de periodismo”


Walter Lippmann.
La opinión pública española considera que la democracia parlamentaria está en crisis, no por el surgimiento de otros modelos políticos alternativos, sino debido al desprestigio de sus propios actores. Los políticos son señalados como responsables de su decadencia. ¿Pero qué pasa con otros actores igual de cruciales para la salud democrática como son los medios de comunicación? Ya en 1920 el periodista Walter Lippmann describió la influencia de los informadores. Dijo, “la crisis de la democracia es la crisis del periodismo”. ¿Son los medios también responsables?

El mítico periodista estadounidense Walter Lippmann publicó en 1920 el ensayo “Libertad y prensa” (Liberty and the News) , un texto en el que vincula directamente la salud de la democracia con la salud del periodismo.

Lippmann explicaba que en una democracia de masas en un mundo moderno, burocratizado y complejo, la acción parlamentaria se estaba “volviendo notablemente ineficaz”. Como consecuencia había surgido “una clase de gobierno que se ha descrito abiertamente como autocracia plebiscitaria o gobierno por los periódicos”.  

La opinión pública, es decir la opinión de los votantes, se habría convertido en el elemento político crucial en vez del Parlamento. Por su parte, los políticos que quieren llegar al gobierno y los gobiernos que desean ser reelegidos, deben tener muy en cuenta esa opinión por lo que su futuro depende de la información que reciben los votantes. Para que la democracia funcione, esta información debe ser veraz (que no es lo mismo que verosímil), seria y responsable para que las decisiones que se tomen sean las mejores para la sociedad.

Sin embargo, esa información es suministrada por los medios de comunicación que son, a su vez, en su mayoría entes privados con intereses privados que no tienen por qué coincidir con el interés general. Lippmann ya advirtió sobre los riesgos entraña para la democracia: “Las noticias son la principal fuente de opinión por la que se guían los gobiernos en la actualidad. En la medida en que se interponga entre el ciudadano común y los hechos una organización de noticias guiada por criterios enteramente privados y ajenos a todo examen, no importa lo sublime que sean, nadie podrá afirmar que la esencia del gobierno democrático esté segura”.


Conflicto de intereses

¿Es incompatible el interés de un medio con la democracia? Hace casi un siglo Lippmann planteó el conflicto entre los intereses privados de los dueños de los medios de comunicación con los intereses del consenso social, básico para el funcionamiento de la democracia.

Las columnas de prensa son mensajeros”, afirmaba Lippmann. “Cuando quienes las controlan se arrogan el derecho de determinar según sus convicciones qué es noticia y con qué fin, la democracia deja de funcionar y la opinión pública se bloquea”. En este sentido Lippmann llegaba a ser bastante explícito cuando afirmaba que “la opinión pública aparece ella misma agrupada en torno a determinados grupos particulares que actúan como órganos del gobierno al margen de toda regulación”.

Es decir, cuando a la hora de publicar una información prima el interés privado sobre el interés común, la verdad ya no constituye la materia prima de la información que los ciudadanos reciben para tomar sus decisiones y la democracia queda adulterada y dañada. Esto hizo plantearse a Lippmann la siguiente cuestión crucial sobre el futuro de la democracia: “¿Un gobierno basado en el consenso puede sobrevivir en una época en que la manufactura del consenso está en manos de una actividad privada que carece de regulación?


¿Regulación sí o no?

A raíz de este planteamiento el periodista estadounidense abordaba indirectamente un asunto espinoso pero no por ello menos importante: ¿Es posible una democracia sin un control de la calidad del periodismo? Pero también, ¿es posible un periodismo controlado?

Lippmann defendía un periodismo veraz e independiente (incluso de sus propios propietarios). Es decir, un periodismo libre, cuya importancia era tal para él que incluso constituía la esencia de su propia definición de libertad. Decía: “La libertad es el nombre que damos a las medidas mediante las cuales protegemos e incrementamos la veracidad de la información sobre la base de la cual actuamos”.

Es decir, la libertad de prensa es fundamental para su independencia y por lo tanto para que se publique la verdad y hacer posible la democracia. Pero también es cierto que esa libertad permite jugar con la verdad dañando así la información, ya que la tergiversación queda impune. Lippmann ponía el siguiente ejemplo bastante gráfico: “Si yo miento en un pleito sobre la suerte de la vaca de mi vecino puedo ir a la cárcel. En cambio, si miento a un millón de personas en un tema que afecta a la guerra o a la paz, puedo decir lo que me plazca y, si elijo la serie adecuada de mentiras, resultar sin responsabilidad alguna”.

Surge un problema. La enorme responsabilidad de la prensa en el funcionamiento de la democracia le obliga a publicar la verdad y hacerlo con rigor. Pero, ¿quién controla que así sea? ¿Los poderes públicos? ¿Otros poderes privados? ¿El mismo periodista? Todas las respuestas son polémicas ya que no existe un control sincero y completamente neutral que obligue a un periodista a ser veraz, e incluso las propias nociones de libertad y de independencia rechazan cualquier tipo de control.

Sin embargo, los intereses ajenos (y propios) del periodista no son los únicos enemigos de la verdad a la hora de informar a la sociedad. La propia sociedad y las condiciones del entorno del periodista influyen en su trabajo.  


La sobreinformación y la precariedad en el periodismo

Ya en 1920 Lippmann observó que la propia complejidad de la sociedad moderna hace muy difícil que las noticias sean tratadas con el rigor que merecen, así como su interpretación correcta por parte del público. Como decía Lippmann: “Esta vasta reelaboración de los asuntos de la política es la raíz de todo el problema. Las noticias llegan desde la distancia; llegan sin orden ni concierto, en una confusión inconcebible; abordan materias que no son fáciles de entender; y son asimiladas por gente ocupada y cansada que tiene que contentarse con lo que le dan”.

Esta frase tiene casi un siglo pero perfectamente podría trasladarse al actual panorama mediático caracterizado por el bombardeo constante de información, la rapidez y brevedad (de 140 caracteres) que se exigen para informar sobre cuestiones cruciales para la vida de los ciudadanos. Éstos a su vez apenas pueden asimilar esta sobreinformación, por lo que se quedan con simples generalidades y titulares de lo que ocurre. Así configuran la opinión pública que es la que domina el rumbo de la democracia.

Por otro lado, los periodistas sufren cada vez una mayor carga de trabajo que les impide analizar mejor sus informaciones, y una precariedad laboral que les empuja a una mayor dependencia de los dueños de los medios de comunicación y por lo tanto de sus intereses privados. Pero no se trata de una situación nueva. Como ya decía Lippmann hace casi un siglo, la identificación de los periodistas dependientes con los intereses de sus patrones provoca que “el trabajo de los reporteros ha terminado así por confundirse con el de los predicadores, los misioneros, los profetas y los agitadores”.

Esta degradación tiene su causa en la vulnerabilidad de los periodistas que no ha dejado nunca de ser una realidad, tanto en 1920 como en la actualidad. Según el “Informe Anual de la Profesión Periodística 2013” elaborado por la Asociación de la Prensa de Madrid, desde mediados de 2008 –el comienzo de la actual crisis económica en España- hasta octubre de 2013, se han visto afectados 11.151 empleos periodísticos en España, 4.434 –un 40 % del total- en 2013. Igualmente, desde mediados de 2008, se ha constatado el cierre de 284 medios, 73 correspondieron a 2013.

Muchos periodistas han sido despedidos y el resto tiene miedo a perder su trabajo. Esto incrementa el poder de sus jefes que pueden imponer impunemente sus criterios privados a los profesionales del periodismo. Por ejemplo, el 79,3% de los periodistas encuestados afirma haber recibido alguna presión por parte de sus superiores para realizar su trabajo. Como consecuencia esto afecta a la calidad de los medios de comunicación. Sólo el 56,4% de los propios periodistas confía a medias en la información que recibe a través de los medios.

Esta es la situación del periodismo en España, el actor encargado de hacer de intermediario entre los ciudadanos y la política y de configurar la opinión pública, la misma que considera que la democracia parlamentaria está en crisis. Es cada vez más complicado para los periodistas trabajar con libertad, y por lo tanto poder publicar la verdad. Lippmann ya lo advertía: “Donde todas las noticias proceden de segunda mano, donde todos los testimonios son inciertos, los hombres dejan de responder a las verdades y comienzan a hacerlo simplemente a las opiniones”.

Por lo tanto, cabe preguntarse ¿hasta qué punto los medios de comunicación reflejan una realidad cuando hablan de crisis de legitimidad de la democracia, o están reproduciendo la opinión de los intereses que les sustentan?

domingo, 19 de enero de 2014

Las primarias abiertas del PSOE, ¿un paso más para la democracia?

Los ciudadanos que no sean militantes socialistas ya podrán elegir a los candidatos del PSOE a las próximas elecciones generales. Se trata de un hecho histórico que abre las puertas del Partido Socialista al resto de la sociedad y que cambia totalmente la manera de selección de sus élites, un proceso que hasta ahora se realizaba a puerta cerrada y fuera de la vista de la ciudadanía. Estas primarias abiertas, ¿suponen un paso más para la democracia?

El sábado 18 de enero el Comité Federal del PSOE aprobó las fechas y el reglamento de las primarias abiertas que se celebrarán este año para elegir a los candidatos socialistas que se medirán en las campañas electorales de 2015 –locales, regionales y nacionales-. Por primera vez en la historia de los partidos políticos de España podrán participar todos los ciudadanos, no solamente los militantes socialistas. Los únicos requisitos son ser español, mayor de 16 años, inscribirse en un censo, firmar una adhesión a los principios socialistas y pagar dos euros para contribuir a sufragar la campaña.

Con esta medida el Partido Socialista ha dado un paso importante hacia una mayor democratización de la política española, ya que los ciudadanos no sólo pueden elegir entre los candidatos de los diferentes partidos que se presentan a las elecciones, sino que a partir de ahora podrán intervenir también en el proceso de elección de los candidatos mismos. Los socialistas franceses ya lo hicieron y ahora le toca al PSOE, que ha dado un paso que va en la línea de la tradición socialdemócrata europea de lucha por los derechos democráticos.

Históricamente los partidos socialdemócratas han sido los abanderados de la ampliación del derecho al voto al conjunto de la población. A finales del S. XIX y principios del XX en los países con derecho a sufragio, éste no incluía a la mayoría de la población porque el modelo de estado que imperaba entonces sólo reconocía el derecho al voto masculino y sólo de aquellos que fueran propietarios. Es decir, quedaban fuera todas las mujeres y la mayoría de los hombres. Pero fueron los partidos socialdemócratas los que, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, consiguieron que se instaurase el sufragio universal teniendo en cuenta los intereses de una clase trabajadora que se había desangrado en las trincheras para defender al estado que les debía ese reconocimiento.

Hace un siglo los partidos socialdemócratas fueron así los que consiguieron en gran medida la ampliación del derecho al voto. Sin embargo, durante este tiempo su defensa de la democracia y del derecho de participación no tenía su reflejo en el funcionamiento interno en los partidos. Éste se regía por la llamada Ley de hierro de la oligarquía” formulada por el sociólogo alemán Robert Michels. Resumiendo, esta ley viene a decir que mientras más organizado y burocratizado sea un partido, más depende de sus líderes y menos democrático es.


Una sociedad poliárquica

Cien años después los partidos socialdemócratas europeos están rompiendo esta “Ley de hierro” porque la ciudadanía demanda más y mejor democracia. Ya no es suficiente su participación en la elección de representantes para algunas instituciones del Estado como el Parlamento, sino que el proceso también debe abrirse a otras instituciones, en este caso los partidos políticos que son los que conforman el Parlamento. Se trata de una demanda propia de una sociedad compleja en la que existen muchos centros de poder que influyen decisivamente en nuestras vidas, pero en los que los ciudadanos no tenemos ningún poder o influimos muy poco. 

El jurista y politólogo italiano Norberto Bobbio lo explicó así: “La realidad que tenemos ante nosotros es la de una sociedad centrifuga, que no tiene un solo centro de poder, sino muchos”. Es lo que llama “sociedad poliárquica”.   

Robert A. Dahl
Por su parte, el politólogo estadounidense Robert A. Dahl utiliza este concepto para definir su modelo de ‘democracia poliárquica’ y se plantea la siguiente pregunta: “¿Por qué debe restringirse las ventajas de la democracia a unas personas y no a otras? ¿Por qué no deberían estar a la disposición de todos los adultos?”

Por ello exige la inclusión plena de todos los ciudadanos en los procesos de elección como requisito para poder hablar de democracia. Lo explica así: “A ningún adulto que resida permanentemente en el país y esté sujeto a sus leyes le pueden ser negados los derechos que disfrutan otros (…). Éstos incluyen el derecho al sufragio; (…) a formar y participar en organizaciones políticas independientes (…) y derechos a otras libertades y oportunidades que puedan ser necesarias para el funcionamiento efectivo de las instituciones políticas de la democracia a gran escala”.   

Es decir, según Dahl, no puede haber democracia si no se incluye a todos los ciudadanos en los procesos de elección política. Sin embargo, se puede ir más allá de esta idea y exigir no sólo la inclusión de todos los ciudadanos en el proceso (lo que en su mayor parte ya se ha logrado), sino que este proceso sea más democrático en el mayor número posible de los centros de poder de la democracia poliárquica en la que vivimos.
 
Es decir, que la mayoría de los ciudadanos puedan participar en la mayoría de los centros de poder y conseguir así que sus intereses estén más y mejor representados y sean más y mejor defendidos, ya que para Dahl “los intereses fundamentales de los adultos a los que se niega la oportunidad de participar en el gobierno no estarán adecuadamente protegidos y promovidos por aquellos que gobiernan”.


Con la aprobación de las primarias abiertas el PSOE ha prescindido del privilegio de sus dirigentes y de sus militantes de poder elegir en solitario a los candidatos que se van a enfrentar al PP en las próximas elecciones y que podrían llegar a gobernar. Es un paso importante hacia la igualdad política de todos los ciudadanos porque ya no existe la distinción real provocada por un carnet. En este sentido, Dahl recuerda que la igualdad política es otro requisito fundamental para hablar de democracia

Por ello se pregunta, “¿Si creemos en la igualdad política entre los ciudadanos de un estado, no nos exigirá esto que adoptemos algo parecido a la inclusión de (toda) la ciudadanía?”    

lunes, 13 de enero de 2014

¿Por qué impide Rusia la expansión de la Unión Europea hacia el este?

Ucrania no será socio de la Unión Europea (UE) ni miembro de la misma en muchos años, a pesar del interés de la UE de crecer hacia el este y de una parte importante de la sociedad ucrania que demanda su integración en Europa. La causa es que Rusia consigue defender sus intereses en la zona con éxito ante una diplomacia europea que no puede esconder su impotencia ante un hecho irrefutable: su dependencia energética con respecto a Moscú, ya que cada vez que un hogar europeo enciende la calefacción es muy probable que el gas que utilice tenga un origen ruso.


El pasado mes de noviembre el Gobierno de Ucrania anunció que finalmente no firmaría el acuerdo de asociación con la Unión Europea, el para muchos países ansiado primer paso para entrar a formar parte de la Unión. La causa de este rechazo hay que buscarla en Moscú, que no permite que Ucrania se escape de su zona de influencia que lleva controlando desde hace siglos.

Esta maniobra política provocó la rebelión de una parte importante de la sociedad ucrania que salió a la calle para reclamar su entrada en la UE a pesar de la represión policial. Pero los gobiernos europeos, excepto algunas declaraciones altisonantes, no pudieron desplegar el poder y la influencia necesaria para vencer los intereses de Rusia y conseguir la asociación con Ucrania.

Ucrania, Rusia y la Unión Europea.
El objetivo ruso es frenar la expansión de sus antiguos enemigos occidentales hacia el este. Desde la desaparición de la URSS en 1991 los sucesivos gobiernos rusos han tratado de conservar la hegemonía de Moscú sobre los nuevos estados independientes que antes formaban parte de la Unión Soviética. Una vez perdido el control sobre los antiguos estados satélite de Europa del este durante la guerra fría, el objetivo de Moscú se centra ahora en conservar al menos su influencia sobre el territorio de la antigua URSS.

A esta política se la conoce como de “exterior cercano”. Se trata de mantener a estas nuevas repúblicas alejadas de la influencia occidental, sobre todo tras la reunificación alemana y la extensión de la OTAN y de la UE hacia el este. Moscú no pudo mantener su influencia sobre los países bálticos - todos ellos ahora miembros de la OTAN y de la UE-, pero sí mantiene su poder en el resto, sobre todo en Ucrania, la antigua joya de la corona soviética.

Y para ello no duda en recurrir a los medios que hagan falta. Por ejemplo, en 2008 el pequeño estado independiente de Georgia fue invadido por Rusia debido al conflicto con la minoría rusa en Osetia del sur. Era una excusa, porque a nadie se le escapó que en realidad el objetivo era dejar claro que Moscú no iba a permitir la entrada de Georgia en la OTAN, tal y como había pedido su gobierno que tuvo que dar marcha atrás en su solicitud después de la invasión rusa. Excepto alguna protesta tibia, ningún gobierno europeo tomó medidas políticas ni económicas contra Moscú.

Rusia y la antigua URSS.
Moscú no sólo utiliza la fuerza para imponer su estrategia. Unos meses después, en enero de 2009 y en pleno invierno, Rusia dejó claro que si cierra el grifo del gas Europa se congelaría. En un conflicto por el suministro de gas precisamente con Ucrania, cortó el grifo con graves consecuencias para Austria, Hungría o Polonia. Fue un aviso para Ucrania y para la UE y un recordatorio de que dependen del gas ruso para su supervivencia económica.

Rusia tiene un gran ejército pero, sobre todo, unos recursos energéticos fundamentales para Europa. Utiliza esa dependencia como arma diplomática mucho más efectiva que la amenaza de la fuerza para mantener a raya a los estados occidentales de su zona de influencia.
 

Europa depende del gas ruso

Europa lo sabe y trata de escapar de su dependencia energética, sobre todo con respecto al petróleo y el carbón, apostando por energías renovables. En 2007 el Consejo Europeo puso como objetivo que para 2020 el 20% de la energía consumida en la Unión Europea debe ser renovable. Sin embargo, mientras baja el consumo de petróleo y de carbón, sigue creciendo la dependencia con respecto al gas.

Según datos del anuario de 2013 de Enerdata, Europa fue en 2012 la región que más gas importó en el mundo con 238,81 billones de metros cúbicos (BCM). Alemania fue el país de la UE que más importó con 69,3 bcm, seguido de Italia (67,6 bcm), Francia (41,5 bcm) y el Reino Unido (37,1 bcm). España importó 32,3 bcm en 2012.

Mientras Europa consume más gas, Rusia incrementa su producción: en 2012 estuvo a la cabeza mundial con 659 bcm, sólo superada por los EEUU que produjeron 684 bcm. Por ello no es de extrañar que el gas que se consume en Europa venga en su mayor parte de Rusia. Los datos estadísticos de la Unión Europea (UE) en Eurostat nos recuerdan que este país es el origen de la mayoría del gas (31,8%) que se consumió en la Unión Europea en 2010 y durante toda la primera década del S. XXI.

Origen de las importaciones europeas de materias energéticas. Fuente Eurostat.


Así ha sido en el pasado, así es en el presente y así seguirá siendo en el futuro. Las predicciones dicen que Europa seguirá dependiendo de la energía de otros, sobre todo del gas ruso. El estudio de BP “World Energy Outlook 2030” echa una mirada al consumo energético dentro de 16 años y advierte que Europa seguirá dependiendo del gas externo para calentar sus hogares y mantener su industria.

Según el estudio, los esfuerzos de la UE por las energías renovables tendrán como consecuencia una bajada de la demanda del petróleo (- 15%) y del carbón (- 33%) en 2030. Sin embargo, subirá la demanda de gas natural en un 26%. No será sólo para consumo doméstico. La disminución del consumo de petróleo y de carbón, así como de la energía nuclear (tras el apagón nuclear previsto en Alemania a partir de 2022), aumentarán la importancia del gas en la creación de energía, pasando del 18% del total en 2011 al 21% en 2030.

A medida que el consumo de petróleo y el carbón bajan, sube la importancia del gas para Europa a pesar de los esfuerzos de compensar la dependencia energética exterior con energías renovables. Así, Europa aumentará sus importaciones de gas en un 74% y su dependencia exterior crecerá del actual 46% al 49% en 2030, según BP.

Los yacimientos de gas y petróleo en Rusia.

Por lo tanto, Europa bajará su consumo de petróleo y con ello su dependencia energética con respecto a las zonas productoras de crudo, sobre todo Oriente Medio. Sin embargo, al aumentar la dependencia del gas, aumentará también su dependencia con respecto a los productores de esta materia prima. Y en esto Rusia seguirá siendo líder mundial, ya que el informe de BP prevé que este país siga siendo el mayor exportador neto de energía del mundo, incrementando la venta en un 22% en 2030.


Las rutas del gas

Rusia es uno de los mayores productores de gas del mundo, pero ni mucho menos el único. Entonces, ¿por qué insiste la UE en comprar la mayoría del gas a Moscú? Una de las causas fundamentales de esta dependencia es que el gas ruso es el más sencillo (y barato) de transportar a Europa occidental debido a las rutas de los gaseoductos.

Sin embargo, aunque pasa por Rusia, no todo el gas que llega del este es ruso. Importantes yacimientos se encuentran en las antiguas repúblicas soviéticas del Cáucaso, sobre todo en Azerbayán y Turkmenistán. Aunque es independiente desde 1991, la exportación tanto de su gas como de su petróleo sigue dependiendo de los antiguos oleoductos y gaseoductos de época soviética. Estos pasan por Rusia y le dan a Moscú la influencia suficiente como para controlar su exportación.

Para tratar de sortear este control, la UE puso en marcha en 2002 el proyecto Nabucco que consistía en la construcción de una ruta alternativa que no pasara por Rusia. Sin embargo, en junio de 2013 este proyecto fracasó debido a su elevado coste suponiendo un duro golpe para la geoestrategia europea. El sustituto de Nabucco se llama TAP (Trans-Adriatic Pipeline). Está previsto que desemboque en Italia, pasando por Grecia y Turquía. Pero el comienzo de las obras no se espera que sea hasta 2015, y no se cuenta con que sea operativo hasta 2019. Sin embargo aún queda pendiente tomar la decisión crucial sobre su financiación. Es decir, este proyecto aún es un plan y puede fracasar de la misma manera que lo hizo Nabucco.

Las rutas del gas desde el Cáucaso a Europa.
Pero Rusia no se ha quedado quieta. A Nabucco antes y a TAP ahora le ha salido un competidor en la zona. Se llama South Stream y es la ruta alternativa de un gaseoducto hacia la UE desde Rusia sin pasar por Ucrania, ya que lo haría debajo del Mar Negro hasta llegar a Rumanía. Con ello se busca hacer no rentable los otros proyectos y mantener el control ruso sobre los gaseoductos que parten del Cáucaso.

Pero la ruta que ya es una realidad, al margen de los demás proyectos, se llama Nord Stream y es el nuevo gaseoducto con el que Rusia está suministrando a Europa, y en concreto a Alemania. Inaugurado en 2011 y ampliado sucesivamente en 2012 y 2013, este gaseoducto lleva el gas de los yacimientos del norte de Rusia directamente a Alemania llevándolo por el fondo del Mar Báltico sin intermediarios.

Mientras se proyectan rutas alternativas y se construyen otras nuevas, la principal ruta de suministro del gas ruso a la UE pasa por Ucrania, por lo que no es de extrañar que Rusia defienda con uñas y dientes su influencia en ese país contra cualquier expansión de la UE. Moscú necesita a Ucrania para poder seguir jugando el juego de gran potencia, y más desde que ese juego depende de los recursos y de la influencia derivados de la exportación de recursos energéticos como el gas.

Rusia defiende sus antiguas fronteras imperiales y no esconde su injerencia en los asuntos internos de Ucrania. Así, por ejemplo, con respecto al acuerdo de asociación con la UE, una vez que Kiev ha rechazado la firma tras las primeras negociaciones y se ha impuesto la influencia de Moscú, Ucrania dice ahora que firmará el acuerdo de comercio pero con una condición: que se incluya a Rusia en las negociaciones. Europa, que precisamente busca alejar a Rusia de Ucrania con este acuerdo, ya ha dicho que no y con ello se cierra veladamente su expansión al este, precisamente el objetivo de Moscú.

Moscú sigue dominando Ucrania y con ella también extiende su influencia sobre Europa al controlar las rutas del gas de las que depende la UE. Mientras Europa siga necesitando ese gas para vivir no tendrá armas políticas para enfrentarse a Rusia y poder crecer hacia el este entrando en el “exterior cercano” ruso. El gas ruso seguirá siendo la muralla más efectiva para impedir la entrada de occidente dentro de las fronteras de la antigua URSS.



jueves, 2 de enero de 2014

Empieza 2014, un nuevo periodo electoral

En 2014 se celebrarán las elecciones al Parlamento Europeo. Son las primeras elecciones en España previas al gran año 2015 con sus citas municipal, regional y nacional. 2014 será también, previsiblemente, el año en el que los grandes partidos van a tomar las decisiones más importantes sobre su liderazgo inmediato. En definitiva, tras dos años de pausa, vuelven a encenderse los motores electorales.

En España los que siguen con interés los acontecimientos de la política suelen tener dos años tranquilos seguidos de dos años de intensa actividad. El hecho central alrededor del cual gira todo es la cita electoral, ya sea a nivel europeo, local, regional o nacional. Los españoles votan cuatro veces cada cuatro años, y esas votaciones se suelen concentran en un espacio de año y medio. Es un tiempo frenético en el que el gobierno de turno trata de rentabilizar su gestión y la oposición sale de la confrontación en el ámbito estrictamente institucional para demostrar su influencia y presentarse como una alternativa real de poder. Todo el mundo enseña sus músculos y trata de presentarse con el mejor aspecto posible para ser elegido.

Pero antes de presentarse de nuevo en público, los partidos –independientemente de su color y de su magnitud- se enfrentan también a un periodo de confrontación interna, más o menos velada, en el que deciden quienes de sus líderes asumirán la responsabilidad de representarles en las elecciones.

Después de las elecciones generales de noviembre de 2011 y de las locales y regionales de mayo de ese año, en 2014 empiezan a calentarse de nuevo los motores electorales. La próxima cita serán las Europeas de mayo que servirán de punto de análisis fundamental para el resto de citas electorales. A partir de entonces, ¿qué les espera a los cuatro partidos con mayor representación a nivel nacional?:



Las elecciones locales y regionales de mayo de 2011 proporcionó al PP el mayor poder institucional jamás logrado por un partido en la reciente democracia española. Consiguió el 46% de las alcaldías de los municipios españoles, el 60% en las ciudades de más de 50.000 habitantes y todos los gobiernos regionales que se votaban en ese día excepto Asturias. (Galicia, Euskadi, Cataluña y Andalucía tienen otras fechas electorales). En noviembre de 2011 ese ‘tsunami’ electoral se confirmó con una mayoría absoluta de 10,8 millones de votos (44,6%) y 186 diputados en el Congreso.

Hoy, sin embargo, esa enorme ventaja se ha desinflado. El PP encara 2014 con una enorme fuga en la intención de voto. Según las últimas encuestas electorales la pérdida de escaños prevista llega hasta los 50 escaños, según el barómetro de GESOP publicado el pasado 5 de diciembre en El Periódico. Metroscopia cifra esa pérdida en 40 escaños en una encuesta publicada el 1 de diciembre de en El País; y GAD 3 prevé una pérdida de 36 escaños en una encuesta publicada por Antena 3 el pasado 20 de noviembre. Hablando en porcentajes, el PP perdería un 10,7% de sus votos según Metroscopia; un 14% según SIGMA DOS (publicado en El Mundo el pasado 20 de noviembre); y un más de un 12% según el Barómetro del CIS de octubre. En resumen, el PP se está desangrando.

Barómetro de GESOP, 5 diciembre 2013.


Está en riesgo mantener con vida el poder recientemente conseguido, sobre todo en lugares que cuentan con ser bastiones electorales seguros para el PP en los últimos años. Por ejemplo Madrid. Según una encuesta de Metroscopia publicada el pasado mes de junio, el PP podría perder la mayoría absoluta en la capital y con ello el poder si los tres partidos de la oposición (PSOE, IU y UPyD) logran ponerse de acuerdo. Lo mismo ocurre con la Comunidad de Madrid. Tras una serie ininterrumpida de mayorías absolutas desde 1995, el PP corre el riesgo de desmoronarse hasta el 35%, también según Metroscopia (mayo 2013).

No es de extrañar que con estas previsiones se comience a especular con un cambio de plantel para sustituir a la alcaldesa Ana Botella y al presidente madrileño Ignacio González. Pero este cambio no será pacífico, teniendo en cuenta las fracturas internas en el PP. El partido de Madrid no se ha caracterizado precisamente por su cercanía y lealtad a Mariano Rajoy ya desde tiempos de Esperanza Aguirre (que sigue siendo la presidenta del partido madrileño y con ello se reserva cierto poder orgánico). El único interés en común que podía unir el trabajo del partido, Eurovegas, se ha caído estrepitosamente y con él la única excusa para no comenzar las hostilidades.

¿Por qué tendría Rajoy que mantener en la candidatura a un Ignacio González cuya esposa está imputada por corrupción y que da unos resultados nefastos en las encuestas? ¿Y a una Ana Botella que se ha convertido en un hazmerreír constante y además es la esposa de su rival real en el PP, José María Aznar?  Pero, si no son ellos, ¿quién podría ser candidato? Ya suenan algunos nombres, como el de la delegada del Gobierno en Madrid y ex diputada regional del PP, Cristina Cifuentes. Ella lo niega, pero en la misma entrevista en RNE en la que se descartó entonó un decidido discurso crítico con el anteproyecto de Ley del Aborto presentado por el ministro Ruiz-Gallardón. ¿Un ataque al archienemigo de su antigua protectora Esperanza Aguirre o un guiño a sus futuros votantes?

Precisamente esta Ley del Aborto se ha interpretado como una ley dirigida a contentar a los votantes más extremos a la derecha del PP para que no abandonen el barco o vuelvan a él. A esta ley se suman otras muy polémicas que han provocado una enorme contestación social, como la Ley de Seguridad o la LOMCE. Son leyes con un claro sabor ultraconservador que toca los temas clave para el electorado más de derechas: el aborto, la confesionalidad en las escuelas y la seguridad. El miedo de la cúpula del PP al abandono de estos votantes y la posible creación de un partido a la derecha es aparentemente tan grande, que no importa el desgaste entre el electorado moderado y de centro.  

è Por lo tanto, en 2014 el PP tendrá que hacer frente a la dramática caída de la intención de voto, a evitar que a su derecha se forme un partido de descontentos que pueda mermar su poder institucional a largo plazo, y a un previsible enfrentamiento interno por la renovación de una gran parte de sus candidatos en las plazas más importantes, sobre todo en Madrid. 




 
Los socialistas fueron los que sufrieron las consecuencias del ‘tsunami’ del PP en 2011 con la correspondiente pérdida de poder. En mayo de ese año aún gobernaban en La Moncloa, pero la nefasta imagen del entonces presidente José Luis Rodríguez Zapatero, así como la gestión que se le atribuía de la crisis, hundieron al Partido Socialista. En las elecciones locales y regionales de mayo de 2011 el PSOE solamente logró el gobierno de Asturias (junto a IU y a UPyD), pero perdió Aragón y los feudos históricos de Castilla La Mancha y Extremadura. En total, el PSOE perdió más de 1,4 millones de votos y gobierna en sólo nueve capitales de provincia frente a  34 el PP. En noviembre de 2011 este desastre electoral se vio confirmado en las elecciones generales, en las que el PSOE consiguió 6,9 millones de votos (el 28,73% del total) y sólo 110 escaños, 59 menos que en las anteriores elecciones de 2008.

Dos años después, los socialistas se enfrentan al año 2014 con una esperanza: parece que su caída ha parado y se percibe una ligera mejora en sus expectativas de voto. Metroscopia (El País del 1 de diciembre 2013) prevé 131 diputados socialistas (con el 31,5% de los votos) y GAD 3 (Antena 3 el 20 de noviembre de 2013) dice que serán 122. Por otro lado, hay quien ve incluso una ligera caída, como el CIS (Barómetro de octubre 2013) que prevé una intención de voto del 26,8%, dos punto menos que en las elecciones; SIGMA DOS (El Mundo del 20 de noviembre 2013) que prevé un resultado del 27%; o GESOP (El Periódico 5 de diciembre 2013) que prevé una pérdida de entre dos y seis diputados. Ligera subida, estancamiento o ligera caída, en todo caso, el PSOE parece que ha llegado a su tope y no es previsible una mayor caída. 

Sondeo de Metroscopia, 1 de diciembre 2013.

Esto abre la puerta a los socialistas a concentrarse en un discurso de recuperación de los votantes y de regeneración de las siglas como marca electoral. El primer paso ya se ha dado con la celebración de la Conferencia Política el pasado mes de noviembre, en el que el protagonista era el partido y sus contenidos, y el objetivo era recuperar a los militantes y votantes ideologizados de izquierdas y descontentos con el PSOE por su gestión hasta 2011. El segundo paso es el de la elección del liderazgo. El Comité Federal del próximo 18 de enero pondrá fecha a las primarias abiertas en las que, por primera vez en España, no sólo los militantes sino cualquier ciudadano interesado, podrá elegir entre los diferentes candidatos. Con esta elección se trataría de cerrar así la herida con el electorado abierta en 2011 y recuperar la legitimación en el terreno del discurso democrático, siempre que el partido aguante el resultado con disciplina.
 
Sin embargo, donde está la verdadera oportunidad del PSOE de regresar a posiciones de poder es en sus posibilidades negociadoras con otros partidos. La hemorragia de votos del PP no tiene como consecuencia una subida correspondiente subida de votos en la izquierda. El fenómeno del ‘balancín electoral’, por el cual los votos de centro iban y venían de manera natural entre los dos partidos, se ha roto. La pérdida de votos por el PP no se refleja en más votos para el PSOE. Pero sí en la pérdida de mayorías absolutas de la derecha en ayuntamientos y gobiernos autonómicos que dan la oportunidad a los socialistas a ocupar el poder, eso sí, negociando en la mayoría de los casos a tres bandas con IU y UPyD. Es lo que podría pasar con los ejemplos ya mencionados del Ayuntamiento de Madrid y de la Comunidad de Madrid.

è En resumen, el PSOE comienza 2014 con la certeza de que su caída electoral ha cesado, lo que le permite reagruparse y rearmarse para tratar de recuperar terreno. Las primarias abiertas para elegir al candidato a las elecciones nacionales (sin contar otros posibles procesos) se celebrarán con casi toda seguridad este año con el objetivo de reforzar el discurso democrático y recuperar la relación con los votantes desencantados. De todas formas, independientemente del número de votos que los socialistas puedan recuperar en el próximo año, la hemorragia del PP y su pérdida de mayorías absolutas abre la puerta al PSOE a recuperar gran parte de su poder institucional municipal y regional mediante la negociación con IU y UPyD.      






Izquierda Unida se benefició claramente del hundimiento del PSOE en 2011. En las elecciones locales y regionales de mayo de 2011 consiguió más de 1,4 millones de votos, unos 200.000 más que en la anterior cita electoral. Su poder regional se vio además incrementado con su apoyo al nuevo gobierno del PP en Extremadura, prefiriendo apoyar la entrada al Gobierno de la derecha antes que mantener a los socialistas. En las elecciones generales de noviembre de 2011 esa subida electoral se vio confirmada consiguiendo más de 1,6 millones de votos, el 6,9% del total, y 11 escaños, nueve más que en 2008.

Pero la verdadera sensación de euforia en IU se basa en los resultados de las encuestas. Según todas ellas, esta formación política sube como la espuma en comparación a los resultados de noviembre de 2011: Hasta 34 escaños según GESOP; hasta 25 según Metroscopia con el 12% de los votos; 16 escaños según GAD 3; hasta el 13,4% del total de los votos según SIGMA DOS; y hasta el 11,3% según el Barómetro de octubre del CIS.   

Aunque estas cifras siguen siendo muy buenas teniendo en cuenta los resultados reales cosechados por IU, el optimismo de esta formación se ve atenuado si se compara los pronósticos actuales de las encuestas con lo que decían hace cinco meses: En el sondeo de Mestroscopia de agosto de 2013 IU tenía una intención de voto del 16,2%, cuatro puntos más que en la última encuesta, lo que hubiese correspondido a 48 diputados, 14 menos que en diciembre. También GAD 3 daba más escaños a IU en septiembre que ahora, en concreto 11 más que en su última encuesta en noviembre. GESOP también predijo en julio de este año que IU tendría hasta 18 diputados más que su sondeo cinco meses después. Es decir, parece que el crecimiento de IU con respecto a los últimos resultados electorales será muy importante, pero bastante menos de las expectativas despertadas por las encuestas en los últimos dos años.

Sondeo de GAD 3, 20 de noviembre de 2013.

Desde la llegada de Cayo Lara a su liderazgo, Izquierda Unida ha apostado por un discurso de confrontación con el PSOE para tratar de arrebatarle el electorado ideológico de izquierda. En 2011 ese discurso tuvo mucho éxito si se observa el trasvase de votos, lo que ha propiciado que IU haya preferido mantener su confrontación con los socialistas e incluso aspirar a convertirse en el partido principal de la izquierda, pesar de que el gobernante ya no es el Partido Socialista sino el PP. Esto ha provocado algunas situaciones que podrían calificarse como paradójicas, ya que para demostrar que es más de izquierdas que el PSOE, IU se niega a trabajar con los socialistas en muchos lugares aunque eso signifique que el principal beneficiario sea el PP. Eso ha pasado en Extremadura, donde el PP gobierna gracias a IU, y en Alcalá de Henares, donde una moción de censura al alcalde del PP con los votos de PSOE y UPyD fracasó debido a la negativa de IU de apoyarla.

Por otro lado, en 2014 parece que el crecimiento de las expectativas de IU se va a moderar, de la misma manera que la caída del PSOE se ha frenado y es de esperar una mejora de su intención de votos. Esto, unido a la caída en barrena del PP, abre la posibilidad de que en un futuro no muy lejano IU tenga que tomar decisiones de pacto con el PSOE a pesar de su discurso. ¿Pactará con los socialistas para conseguir la Alcaldía de Madrid o la Comunidad de Madrid, por ejemplo? Históricamente ha sido así, y no es la primera vez que IU ha cambiado su discurso para colaborar con el PSOE a la hora de llegar al poder. No hay que olvidar que en Andalucía IU apoya el gobierno socialista nacido en 2012.

En todo caso, IU tendrá que elegir: pactar con los socialistas en un futuro, lo que desencantará a los sectores más ‘puristas’ muy movilizados y eufóricos por los resultados hasta el momento. O mantener su independencia del PSOE permitiendo gobiernos del PP en minoría, lo que sería muy difícil de explicar a la mayoría de los votantes. En todo caso, ambos escenarios supondrán momentos conflictivos en el seno de IU, cuyas primeras decisiones al respecto tendrán que tomarse en 2014.

è IU se enfrenta en 2014 a una moderación de sus expectativas electorales y a la apertura de un debate interno ante la pregunta fundamental que deberá responder en 2015: ¿Pactos con el PSOE y llegar al poder en ayuntamientos y comunidades autónomas?, o ¿mantener la independencia con respecto al PSOE e insistir en convertirse en la fuerza hegemónica de la izquierda?





Unión Progreso y Democracia hizo su entrada masiva en la política española en las elecciones locales y autonómicas de mayo de 2011. Entonces cosechó más de 465.000 votos y 152 concejales en toda España. En las elecciones generales de noviembre de 2011, la explosión le proporcionó a esta formación 1,1 millones de votos y cinco escaños en el Congreso, donde desde 2008 solo estaba representada Rosa Díaz como diputada.

Pero el verdadero despegue ha venido después, de mano de las encuestas. Según GESOP llegaría hasta los 29 diputados; GAD 3 les da 21 escaños; SIGMA DOS habla del 10,4%; Metroscopia habla de 11 escaños y el 7,1%; y el CIS del 7,7%. Son unos resultados excelentes comparados con lo conseguido en las elecciones de 2011, pero al igual que ocurre con IU, estas cifras no crecen.

Los datos del barómetro del CIS son sólo un 0,4% más que en octubre de hace un año. Es decir, según el CIS, UPyD está estancada. Sus votantes son los mismos que hace un año, al menos en número. Además, si se mide la intención de voto directa, es decir cuando se pregunta al encuestado directamente por qué partido va a votar y cuál es el que mayor simpatía le despierta, UPyD baja hasta el 6%.  Esta tendencia se ha visto confirmada por la encuesta de Metroscopia publicada por El País el pasado 1 de diciembre, en la que UPyD conseguiría el 7,1%, con una participación estimada del 65%. En el pasado mes de agosto, y con una participación estimada del 52%, Metroscopia daba una intención de voto a UPyD del 11,8%, casi cinco puntos más que cuatro meses más tarde. GESOP, por su parte, presenta en diciembre una intención de voto con hasta cuatro escaños menos que con respecto al barómetro de julio.

Encuesta de SIGMA DOS, 20 de noviembre de 2013.

Ante el estancamiento en las encuestas de UPyD, la caída del PP hace de este partido una cantera excelente de donde atraer votos, sobre todo el sector más moderado que podría verse espantado por las últimas leyes ultraconservadoras aprobadas por el Gobierno de Rajoy. No dejan de ser votantes del PP, por lo que para atraerlos, UPyD debe asumir algunos aspectos de su discurso para que se sientan cómodos. Los temas que ha elegido el partido magenta ya están en el ADN de UPyD desde su nacimiento: la defensa de la unidad de España frente al soberanismo catalán y vasco, y dureza en la cuestión de ETA.

Rosa Díez anunció en el II Congreso de UPyD celebrado hace un par de meses que su partido estaba listo para gobernar. Se refería claramente a la posibilidad que le dan los números para elegir el color de gran cantidad de próximos gobiernos municipales y regionales en todo el país. La pregunta es, ¿con quién pactará? La lucha por atraer votantes del PP le enemista claramente con este partido, ya que compiten por el mismo electorado. Por otro lado, si finalmente UPyD se ve nutrido de un gran número de ex electores del PP, esto le obliga a mantener unas posiciones conservadoras difícilmente compatibles con pactos electorales con la izquierda.  


è UPyD se enfrenta en 2014 a la cuestión fundamental de su identidad. Para crecer necesita pescar en el caladero de votantes del PP, y para ello debe adecuar su discurso adoptando un contenido más conservador. Por otro lado, se abre la puerta para su participación en diferentes gobiernos locales y autonómicos (incluso a nivel nacional) y tendrá que decidir qué orientación dar al partido de cara a futuros pactos: de centro pero ¿derecha o izquierda?