miércoles, 24 de julio de 2013

LOS SINDICATOS EN HORAS BAJAS

Los sindicatos están en horas bajas. Caen las cifras de afiliación mientras la confianza en ellos se desploma: según los datos del barómetro del CIS del pasado mes de abril sacaron la tercera peor nota por parte de los ciudadanos españoles, sólo por delante de los partidos políticos y del Gobierno. Sin embargo, mientras esto sucede, el paro alcanza cotas históricas y empeoran las condiciones laborales cambiando las relaciones entre trabajador y empresario en detrimento del primero. Es un escenario en el que los sindicatos deberían seguir gozando de la confianza que históricamente han depositado en ellos los trabajadores para que les defiendan ante el abuso, pero sucede lo contrario. Los sindicatos son percibidos como “inútiles” o como “cómplices” de este deterioro de las condiciones de los trabajadores. Surge pues la pregunta, ¿siguen representando los sindicatos a los trabajadores? - Publicado en MBC Times. 

La Constitución de 1978 garantiza el papel de los sindicatos (art. 7. “los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios”) y el derecho a la huelga (art. 28.2. “Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses”). Este reconocimiento legal es consecuencia de una larga lucha de más de un siglo en el que los sindicatos han sufrido represión, persecución y prohibición, y en el que han conseguido convertir en derechos las principales reivindicaciones de los trabajadores, como por ejemplo, la limitación de las jornadas de trabajo, la representación sindical en la empresa, la indemnización por despido y su justificación, en definitiva, la protección de los trabajadores ante el capricho y la libre voluntad de los empresarios.

Sin embargo, hoy en día el peligro que corren los sindicatos no es que vayan a ser prohibidos o proscritos. El peligro es que se vacíe de contenido su labor y los trabajadores no puedan ser representados por ellos de hecho.


La huelga, ¿un derecho herido de muerte?
Comenzamos por el derecho a la huelga, un derecho constitucional y una de las armas más importantes de los sindicatos a la hora de presionar para conseguir sus objetivos en una negociación. Es un instrumento totalmente normalizado en una sociedad democrática –a diferencia de sus primeros tiempos a finales del siglo XIX y durante las dictaduras totalitarias del siglo XX, incluida la soviética- y seguramente que todo/as hemos participado en alguna. Sin embargo, su utilidad real últimamente se está poniendo en entredicho. ¿Ha muerto la huelga como instrumento de presión?

Las huelgas con mayor impacto y que afectan a más personas suelen ser hoy por hoy aquellas convocadas en los servicios públicos. Es la culminación de las medidas de presión ideadas por los sindicatos para negociar con la administración pública, contando con que el desgaste que sufre el gobierno de turno ante los electores le obligará a actuar rápidamente y de manera favorable a sus intereses. Sin embargo, algunas de las huelgas y protestas más intensas desarrolladas en España en los últimos años, como por ejemplo las que han tenido lugar en la Comunidad de Madrid, se han mostrado como un fracaso a la hora de conseguir algún beneficio para los trabajadores. Es más, han terminado desgastando a los sindicatos antes que al Gobierno regional del Partido Popular, que además consiguió salir reforzado.

Por ejemplo, en las navidades de 2007 los sindicatos de los servicios de limpieza del metro convocaron una huelga, lo que provocó que las estaciones del interurbano estuvieran llenas de basura durante días. Pero lejos de querer negociar y de temer algún perjuicio a su imagen por mantener el metro sucio en Navidad, la entonces presidenta regional Esperanza Aguirre contraatacó culpabilizando a los sindicatos y endureciendo el clima de la negociación haciendo imposible llegar a un acuerdo. Consiguió darle la vuelta al problema siendo entonces los sindicatos los que tuvieron que mantener la huelga para no salir derrotados, con el consiguiente desgaste de su imagen y discurso, y con la dificultad añadida de que los trabajadores no cobraban las jornadas de protesta. Al final ganó Aguirre.

Otro ejemplo. A finales de junio de 2010 los trabajadores otra vez de Metro de Madrid  convocaron una huelga sin respetar los servicios mínimos para protestar por los recortes aprobados por el Gobierno de Aguirre ignorando el convenio colectivo. Los hechos fueron muy parecidos a los señalados arriba. La ciudad de Madrid se paralizó durante días. Aguirre estuvo más ágil y se adueñó de la iniciativa mediática desde el primer momento al calificar la huelga de “salvaje” y de restar razón y legitimidad a los sindicatos.

El Gobierno regional ofreció a los ciudadanos enfadados un culpable escapándose a su vez de jugar ese papel. Por mucho que los sindicatos y la izquierda trataran de responsabilizar a Aguirre, ella ya había ganado la batalla mediática y los sindicatos se vieron acorralados: si desconvocaban la huelga sin conseguir nada a cambio perderían apoyos entre los trabajadores; en cambio si la mantenían, sufrirían un duro desgaste social y por cada día que pasaba sin resultados, también perderían apoyos en Metro, ya que muchos trabajadores no podían permitirse pasar un número indefinido de días sin cobrar. Al final, también ganó Aguirre.

Más ejemplos. La comunidad educativa (profesores, padres y alumnos) encadenó en 2011-2012 protestas y huelgas contra los recortes educativos del Gobierno madrileño en lo que mediáticamente se denominó “marea verde”. Las jornadas de huelga y de manifestaciones se sucedieron, pero al igual que en los ejemplos anteriores, Aguirre no tomó ninguna medida excepto la de dar la batalla mediática tratando de desgastar a sus contrarios con ayuda del tiempo.

Al final llegaron los exámenes y el verano y las protestas se desmovilizaron hasta el curso siguiente, pero sin  poder repetir la fuerza y el empuje inicial y sin que Aguirre hubiera estado obligada a tomar ninguna de las medidas reivindicadas. Fue una nueva victoria para la presidenta madrileña con consecuencias nefastas para el movimiento sindical en el ámbito educativo, ya que muchos docentes perdieron la confianza.

Estos ejemplos se circunscriben a la Comunidad de Madrid y son pioneros con respecto a lo que vendría después en el resto de España. Y es que tienen como protagonista a la ex presidenta madrileña Esperanza Aguirre, que tanto disfruta comparándose con Margaret Thatcher, la “Dama de Hierro” que también ganó el pulso a los sindicatos británicos en los años 80 poniendo fin a su influencia y posibilitando así la aplicación de sus políticas neoliberales en el Reino Unido. Aguirre y sus sucesores en el PP encarnan en España la nueva voluntad de la derecha a nivel global de no pactar con los defensores del Estado social. De hecho, miembros de este grupo incluso han pedido públicamente la limitación del derecho a la huelga y a la manifestación, como por ejemplo el actual presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, o la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes.


La reforma laboral: ataque directo al Estado de Bienestar
Esta voluntad de hierro de los conservadores españoles está inspirada en la revolución neoconservadora iniciada en los años 80 en EEUU y el Reino Unido. Hoy cabalga alimentada por la crisis y los discursos neoliberales mientras se desmantela poco a poco el carácter redistributivo y social de la administración pública. Es decir, se aprovecha la crisis para destruir el maltrecho Estado del Bienestar y cambiar las relaciones laborales que lo sustentan basado en un sistema de seguridad y bienestar social público.

Este cambio de las relaciones laborales tiene nombre: la reforma laboral. La crisis ha impulsado en España dos reformas laborales en los últimos tres años que facilitan el despido fijando en mínimos la indemnización para los trabajadores, entre otros aspectos. Dicen que así se eliminan costes salariales para las empresas y se aumenta su competitividad. Pero también es el inicio de un cambio en las relaciones laborales en este país que instala definitivamente la precariedad y la brecha salarial entre una minoría con sueldos altos y una gran mayoría con sueldos prácticamente de subsistencia que apenas cotiza a la Seguridad Social.

Por ejemplo, y según un estudio publicado recientemente por la revista británica The Economist, España es el cuarto país europeo con la mayor brecha salarial. “Un empleado español con un suelo medio necesita trabajar ininterrumpidamente siete días para ganar lo mismo que recibe el director general de su empresa en sólo una hora. Y si el empleado se encuentra en el tramo de salarios más bajos, la diferencia se dispara: tendrá que emplearse a fondo durante tres semanas seguidas para ingresar la cantidad que recibe su máximo jefe en apenas sesenta minutos”, según se cita en infolibre.es.

Con millones de personas que no cotizan o que lo hacen muy poco, el futuro es previsible: la incapacidad de la administración pública de recaudar suficiente como para financiar los servicios públicos y un auge de los servicios privados (educativos, sanitarios y de pensiones).

Todo ello viene acompañado por unos índices de desempleo alarmantes en España que según la OCDE pueden llegar a una tasa del 28% a pesar de breves episodios de recuperación parcial debido a fenómenos estacionarios. Un alto índice de paro es el mejor escenario para los empresarios, ya que son ellos los que dictan las condiciones y los sueldos. Hay que recordar que para la construcción del Estado del Bienestar en Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial era fundamental el pleno empleo. Los sindicatos pudieron entonces presionar a los patronos para imponer mejores condiciones y sueldos, con los que el estado pudo financiar los servicios públicos vía impuestos. Ahora llegan los minijobs con sueldos de hasta 500 euros al mes, una realidad que por ejemplo en Alemania ya afecta al 22% de los trabajadores. 

La siguiente consecuencia previsible es la de la individualización de las relaciones laborales entre trabajador y empresa poniendo fin a los convenios colectivos, debilitando así muy significativamente la capacidad negociadora del trabajador y sus derechos. No es casualidad que los convenios estén en el punto de mira de los empresarios: destruirían la presencia sindical, o al menos la vaciarían de contenido.

Ante esta situación los sindicatos respondieron con tres huelgas generales en España: el 29 de septiembre de 2010, y el 29 de marzo y el 14 de noviembre de 2012. Aunque el seguimiento de las huelgas es una cuestión de interpretaciones, el caso es que ninguna tuvo éxito, ya que la reforma laboral sigue ahí. No pasó lo mismo en junio de 2002, cuando otra huelga general pudo impedir que prosperara el “decretazo” de la reforma laboral impulsada por el Gobierno de José María Aznar.  

Tampoco han podido cambiar nada las infinitas movilizaciones y huelgas sectoriales en los servicios públicos en todo el país. Se puede decir, por tanto, que la paulatina pérdida de eficacia de la huelga es un síntoma de las horas bajas de los sindicatos.


Bajada masiva de la afiliación sindical
Los sindicatos españoles mantienen los mismos principios y sistemas de protesta y de movilización de las últimas décadas, y eso a pesar de que la sociedad y el mundo laboral han cambiado radicalmente. Como hemos visto, la relación entre capital y trabajo ya no es la misma. La consecuencia es que, desde que comenzó la crisis financiera en 2008, en España hay medio millón menos de afiliados a la UGT y a CC OO.

De cara al futuro el horizonte parece todavía más negro, ya que entre los jóvenes menores de 30 años la afiliación es de menos del 10%, mientras que se mantiene en cotas también bajas de entorno al 20% entre los mayores de 45 años.

Según un informe de la “Fundación 1 de Mayo” de CCOO fechado en mayo de 2012, en España sólo el 19% de los trabajadores está afiliado a algún sindicato. En el resto de países europeos, sorprendentemente Francia es el que cuenta con menos porcentaje de afiliación (8%), aunque sus sindicatos son capaces de movilizar masivamente a los trabajadores.

Los que más porcentaje de afiliación tienen son los países nórdicos (Suecia, Finlandia y Dinamarca) en torno al 80%. Estos países cuentan con una larga y sólida tradición de Estado del Bienestar y la vinculación de los sindicatos con él es crucial, ya que, por ejemplo, el cobro de las prestaciones por desempleo se hace a través de las centrales sindicales. Pero estas son sólo excepciones. Lo normal es que solamente uno de cada cuatro trabajadores europeos esté sindicado, como muestra la media de la UE del 23%, y con tendencia a la baja.


Necesidad urgente de adaptación
Los sindicatos no han sabido adaptarse a la precariedad laboral, a la llegada de la inmigración en la época anterior a la crisis -y a la ocupación de los puestos de trabajo sin cualificación por esta mano de obra-, a la bajada de los salarios, y en los últimos años, al aumento masivo del desempleo.

Es decir, el actual marco laboral inestable, precario e individualizado pone en riesgo la existencia misma de los sindicatos, que no están diseñados para esta realidad sino para representar a trabajadores con empleos estables como se da por ejemplo en la función pública entre los funcionarios, pero cada vez menos. Es por ello que el único bastión que les queda a las centrales sindicales son los trabajadores de los servicios públicos.

Esto se debe a la actual tendencia de cambio en las relaciones entre capital y trabajo, ya que como se ha indicado arriba, se individualizan las relaciones laborales, las condiciones y el status, barriendo los convenios colectivos haciendo imposible una representación de los trabajadores en masa. Se impone el “divide y vencerás”, y allí los sindicatos poco pueden hacer si el empresario impone condiciones individuales a cada empleado.   


Los sindicatos, a pesar de todo, siguen siendo las únicas organizaciones con legitimidad legal e histórica para representar a los trabajadores. Sin embargo, tienen que reaccionar y replantear su diseño y organización para adecuarse a la nueva realidad del mundo laboral, atomizada e individualizada. Cuanto antes se pongan en práctica métodos de movilización y de protesta más eficaces, antes se podrá presionar mejor para tratar de frenar el constante recorte del Estado social y de su calidad. Para ello hace falta discurso, recursos y capacidad de innovación, algo muy difícil para unas centrales sindicales altamente burocratizadas pero que deben afrontar si no quieren que los hechos les vacíen de contenido. 

sábado, 20 de julio de 2013

LOS ESCENARIOS POLÍTICOS QUE PUEDE PROVOCAR BÁRCENAS

Luis Bárcenas, el ex tesorero y ex gerente del PP, está desvelando los peores trapos sucios del partido en el Gobierno y del presidente Mariano Rajoy. Cada día salen a la luz nuevos ejemplos de cómo el PP utilizaba el dinero negro que recibía por parte de empresarios solícitos a cambio de favores. Se trata de uno de los mayores, sino el mayor escándalo de la actual democracia española, mientras Rajoy sigue sin querer comparecer en el Parlamento. La oposición ha anunciado una Moción de Censura y se reclama a gritos la dimisión del presidente y elecciones anticipadas. ¿Qué escenarios políticos se abren en España a partir de ahora?

El periodista Pedro Blanco definió a Mariano Rajoy como “preso de un preso de Soto del Real”. Luis Bárcenas por el momento ha desvelado que ha mantenido una estrecha relación y complicidad con el presidente del Gobierno, al menos hasta el pasado mes de marzo, como atestiguan los SMS que se enviaron mutuamente. También le ha confesado al periodista Pedro J. Ramírez que el PP recibía donaciones millonarias de empresarios a cambio de favores y que no podían justificar por exceder los límites fijados por la ley de financiación de los partidos políticos. Pero Bárcenas no se ha quedado ahí.

Por el momento ha revelado ante el juez que Rajoy y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, recibieron un sobresueldo en negro entre 2008 y 2010, o que el PP pagó la defensa del caso del Yak 42 con los euros de su caja B que, según los datos aportados por Bárcenas al juez, podría ascender a 8,3 millones de euros de dinero negro. El diario El Mundo ha publicado también que el propio Rajoy habría amenazado a Bárcenas con encarcelar a su mujer si seguía hablando, o la nulidad del caso y el cese del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, si guardaba silencio.

Uno por uno y en singular todos estos casos suponen por sí mismos un escándalo grave, pero en su conjunto suponen un verdadero terremoto de consecuencias a primera vista imprevisibles. La oposición exige a Rajoy que comparezca en el Parlamento y explique su relación con Bárcenas y el origen del dinero negro del PP. Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del PSOE, ha anunciado una Moción de Censura si la mayoría absoluta del PP continúa bloqueando esta comparecencia, y los gritos que piden la dimisión del presidente se multiplican.

Rajoy está asediado, ¿pero realmente no tiene escapatoria? Su situación parece muy precaria, sin embargo cuenta con muy buenas cartas y una situación política, social y económica que le desaconsejan hacer otra cosa que no sea aguantar en el puesto. Aquí se analizan los diferentes escenarios políticos que se podrían abrir a partir del Caso Bárcenas y por qué Rajoy no se mueve:

Moción de Censura: Parece el escenario más probable e inmediato si el PSOE cumple su advertencia –el único grupo parlamentario de la oposición con diputados suficientes para presentarla- y si Rajoy sigue sin comparecer en el Congreso. La Moción de Censura es un mecanismo recogido en los artículos 113 y 114.2 de la Constitución y en los artículos 175 a 179 del Reglamento del Congreso de los Diputados. No se debe olvidar que el Presidente del Gobierno es nombrado por el Congreso –en las elecciones no votamos al presidente, sino a los diputados que le nombran-, por lo que le corresponde al propio Congreso la capacidad de deponerlo. Sin embargo, no se puede poner una Moción de Censura a la ligera. Se necesitan al menos 35 diputados y se caracteriza por la obligación de proponer a un candidato a la Presidencia del Gobierno por parte de los diputados que presentan la moción, una persona que, por otra parte, no tiene por qué ser diputado. Es decir, se obliga a la oposición a ser constructiva y no solamente a deponer el Gobierno. Ya sólo este detalle obliga a la reflexión. En este caso, ¿a quién nombraría el PSOE como candidato para enfrentarse a Rajoy?

El PP tiene mayoría absoluta de 186 diputados en el Congreso, por lo que el resultado de la Moción de Censura está claro. Los socialistas, con 110 escaños, explican que, sin embargo, se presentaría “por dignidad de la Cámara”, para no dejar sin lucha la exigencia de respeto al Parlamento. Sabiendo que van a perder, los socialistas tendrían que presentar a un candidato dispuesto a autoinmolarse. ¿Sería una persona sin grandes ambiciones dispuesta a sacrificarse o sería el líder?

La moción de censura prevé un debate en el Congreso para explicar por qué se presenta, y en ese momento todas las miradas se centrarían en el orador que representaría a su partido. Sería la voz de la oposición frente al PP, aunque no está obligada la presencia de Rajoy al tratarse de un trámite exclusivamente parlamentario. En caso de que se encargue de defender la postura socialista un o una dirigente sin demasiado peso orgánico y mediático, sería un papel demasiado grande para una persona que no pretende liderar al principal partido de la oposición más allá de este debate, y una imagen de poco convencimiento en la utilidad de esta medida. Pero tendría la ventaja de que se ‘quemaría’ a una personalidad sin demasiada relevancia para la futura lucha por el poder. Sin embargo, le restaría toda utilidad y sentido a esta maniobra que no dejaría de ser puramente mediática.   

En ese caso, ¿sería Rubalcaba? Es la gran pregunta, ya que hoy por hoy es el líder del PSOE dentro y fuera del Congreso. Sin embargo, su futuro como candidato a presidente del Gobierno no está claro. Está previsto un proceso de primarias en el que se elegiría al nombre de la persona que se enfrentará al PP en las próximas elecciones. Rubalcaba no ha aclarado si se presentará o no a este proceso, y si tiene pensado continuar al frente del PSOE. Aceptar la responsabilidad de encabezar una Moción de Censura abocada al fracaso le confirmaría como el líder socialista, pero le podría quemar definitivamente de cara al futuro. Si acepta o no la candidatura frente a Rajoy podría considerarse una manera interesante para poder interpretar los planes de futuro de este veterano y hábil político.

Por otra parte, y recordando que no es necesario ser diputado para ser candidato en una Moción de Censura, no es probable que se opte por presentar a algún dirigente con proyección y ambición a dirigir el PSOE o presentarse a las primarias (según han publicado los medios), como Carme Chacón, Patxi López o Eduardo Madina. Ninguno de ellos querría encabezar una Moción de Censura abocada al fracaso y, sobre todo, no se puede apostar por ninguno de ellos sin haber pasado previamente el trámite de las primarias y pensar que ello no tendría consecuencias. No estaría legitimado ante el propio partido y el desgaste interno sería muy alto. Y no hay tiempo para celebrar unas primarias.

Lo complicado en este proceso de presentación de una Moción de Censura es conseguir la unanimidad de los grupos de la oposición para, al menos, presentar un bloque compacto frente al Gobierno. Y eso ahora tampoco está claro. Los catalanes de CiU, por ejemplo, han puesto precio a su apoyo a la Moción de Censura (apoyar la consulta soberanista) y los vascos del PNV ya la han despreciado como “inútil”. UPyD y ERC la apoyan, y el grupo de la Izquierda Plural en el Congreso (IU-ICV-CHA) decidirá en su momento si la apoya o no.

Está por ver que todos ellos acepten a un único candidato contra Rajoy, ya que el Reglamento permite que todos los grupos puedan presentar un candidato propio una vez que se presenta la Moción de Censura, sea cual sea su número de diputados. Y hay que recordar que el Reglamento impide presentar otra moción en el mismo periodo de sesiones. Habría que esperar un año para la siguiente

De todos modos, los trámites para presentar una Moción de Censura pueden ser largos. Si el PSOE lo pidiera en los próximos días seguramente habría que esperar a septiembre ya que el Congreso ahora está de vacaciones hasta el inicio del próximo periodo de sesiones. ¿Qué habrá desvelado Bárcenas hasta entonces?


Elecciones adelantadas: Está claro que no todos los partidos de la oposición tienen la misma estrategia a la hora de encarar el Caso Bárcenas. Por ejemplo, Izquierda Unida se muestra ambigua con respecto a la Moción de Censura. En cambio exige la dimisión de Rajoy y elecciones anticipadas. No es de extrañar, ya que las últimas encuestas electorales prevén una importante subida de escaños de esta formación política si se celebraran elecciones hoy.

Según una encuesta de GESOP publicada por el Periódico de Cataluña a principios de este mes de julio, en caso de elecciones anticipadas IU conseguiría 50 diputados (frente a los siete de ahora). Por su parte, el otro partido emergente, UPyD, pasaría de cinco a 33 diputados. Por su parte, los partidos mayoritarios perderían apoyos. El PP perdería hasta 68 diputados, pasando de los 186 actuales a 118-122 escaños. El PSOE sufriría un desgaste menor, ya que pasaría de sus 110 diputados actuales a 104-107. El CIS, en su barómetro del pasado mes de mayo, señaló que el PP perdía 10,6% de su intención de voto con respecto a las elecciones de noviembre de 2011, y el PSOE se quedaba estancado en el 28,2%.

Por lo tanto, si hubiera elecciones anticipadas el PP perdería su comodísima mayoría absoluta. Sin embargo, España entraría en una situación de ingobernabilidad peligrosa. La bajada de los partidos mayoritarios no está siendo acompañada por una  subida correspondiente de los emergentes. No hay que olvidar que IU en el mejor de los casos para ellos conseguiría sólo la mitad de diputados que el PSOE y UPyD menos de un tercio. La consecuencia es que ni PP ni PSOE tendrían una mayoría suficiente para gobernar en solitario y necesitarían pactar con estos partidos emergentes o entre ellos. Se abriría un escenario de consecuencias impredecibles y no es descartable que tuvieran que repetirse las elecciones. Un escenario a la italiana, por lo que está claro que ni PP ni PSOE tienen ni la menor pizca de interés en convocar nuevas elecciones.


Dimisión de Rajoy: Una última y también, por el momento, improbable posibilidad es que Mariano Rajoy no aguante la presión y decida dimitir sin que eso suponga la convocatoria de elecciones. Esto es perfectamente posible ya que, como se ha señalado arriba, es el Parlamento el que nombra al jefe del Ejecutivo, y no es necesario alterar las mayorías en el Congreso.

Por las mismas razones explicadas en el apartado anterior, el PP seguiría sin tener un interés en adelantar las elecciones, por lo que se limitaría a nombrar a un nuevo presidente o presidenta de su elección. En este caso, al igual que sucede con la candidatura obligatoria para presentar una Moción de Censura, la Constitución no especifica que sea obligatorio nombrar a alguien que sea diputado. Esto abriría la lucha por el poder a todo el PP. ¿Quién sería el o la nueva presidente?

El PP está salpicado hasta el fondo por los escándalos del Caso Bárcenas. Prácticamente toda la cúpula directiva desde la época de José María Aznar ha recibido presuntamente sobresueldos de dinero negro, lo que implica a casi todos los posibles candidatos a suceder a Rajoy. Si se ignorase esta circunstancia se perpetuaría el Caso Bárcenas y se trasplantaría al siguiente Gobierno.

Sin embargo, en caso de que fuera así, cabría resolver el problema de la sucesión en el seno del PP. Habría lucha y muy fuerte. Entre los partidarios de Rajoy destacan  su “número dos” en el partido, María Dolores de Cospedal, o su mano derecha en el Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Pero en la ecuación entrarían los enemigos internos que no desaprovechan la ocasión para debilitar a su rival e incluso para tratar de hacerse con el poder.

Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid y ex presidenta regional, encabeza desde hace años al sector crítico contra Rajoy. No está desaprovechando el Caso Bárcenas para desmarcarse de la dirección y la estrategia de su partido, y no duda en exigir transparencia y responsabilidades –olvidándose de los escándalos que le salpican como responsable del ejecutivo madrileño como los casos Gürtel o Fundesam. Aguirre es el azote de Rajoy que no descansa, lo que incluso le ha valido una bronca de su amigo y sucesor en la Puerta del Sol, Ignacio González, según informó El País esta semana. Y además está José María Aznar. Hace poco más de un mes hizo una reaparición pública estelar en Antena 3 en la que fustigó a Rajoy e incluso no descartó veladamente que pudiera volver a la vida política activa. Los viejos fantasmas de Rajoy están despertando.

El caso Bárcenas está poniendo en tensión a todo el país. Existen diferentes opciones y escenarios que podrían abrirse a partir de ahora como consecuencia de los escándalos que salpican al principal partido del país. Sin embargo, son muchas y poderosas las razones que hacen pensar que, pase lo que pase, ni Rajoy será derrocado por una Moción de Censura, ni dimitirá y ni mucho menos convocará elecciones anticipadas. De hecho, si lo hiciera, sería incoherente con su actual argumentario: “Bárcenas es un delincuente y no tiene credibilidad”. Rajoy intenta ignorar que es preso de un preso de Soto del Real, como dijo Pedro Blanco.  

  

miércoles, 17 de julio de 2013

ESPAÑA, ¿secuestrada por la Unión Europea?

España está inmersa en una dinámica peligrosa. Para poder pagar la enorme deuda privada contraída por el sector financiero español a raíz de la burbuja inmobiliaria, se han inyectado miles de millones de euros de dinero público a los bancos y cajas de ahorro en peligro de quiebra. La alternativa era la posible pérdida de los ahorros de millones de personas, pero ese dinero inyectado en los bancos ha puesto en aprietos las cuentas públicas antes saneadas. Los países de la Unión Europea de la zona euro han acudido en ayuda de esas cuentas con otros miles de millones de euros, pero al precio de imponer una serie de condiciones que solamente se pueden cumplir a cambio de enormes sacrificios sociales. Estos sacrificios, a su vez,  están provocando una bajada espectacular del nivel de renta en España y abriendo una brecha de desigualdad social que hacía bastante tiempo se daba por superada. España depende ahora de las exigencias de Bruselas. ¿Está ‘secuestrada’ por la Unión Europea? - Publicado en MBC Times.

Mariano Rajoy ahora, y José Luis Rodríguez Zapatero antes que él, tenían un objetivo claro: evitar el rescate de España y de sus cuentas públicas para no tener que aceptar las condiciones draconianas de la Troika (la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI) como las que está imponiendo en Grecia y en Portugal. A cambio sí se inyectó dinero público para la recapitalización de la banca española, sobre todo las cajas de ahorro que han quedado muy tocadas por la crisis del ladrillo. Y es que el problema original en esta crisis no son las cuentas públicas españolas. En 2008, año de inicio de la crisis, la administración pública no estaba en quiebra ni tenía números rojos como sí tenía, por ejemplo, Grecia. El problema estaba y sigue estando en el sistema financiero español y en el pinchazo de la enorme burbuja inmobiliaria y de millones de hipotecas desde 2008.

La crisis que afecta a España es fundamentalmente una crisis provocada por la deuda privada, como por otro lado ha advertido el FMI. A finales de 2012 el 77% de la deuda total de la economía española había sido generada por agentes privados: empresas, bancos y hogares, mientras que únicamente el 23% restante era deuda adquirida por las diferentes administraciones públicas, según datos del Banco de España.


Es decir, el problema principal al que se enfrenta España es la insolvencia y la falta de credibilidad de su sistema financiero, lo que está lastrando a todos los demás sectores. Simplificando mucho, es una rueda que gira con una dinámica propia: los bancos no dan créditos, sin créditos los negocios se hunden, por lo que la gente va al paro, no pueden pagar sus deudas, los bancos no recuperan su dinero y no se fían por lo que no dan créditos, y vuelta a empezar.

Por esta razón al comenzar la crisis en 2008, el Gobierno aceptó inyectar dinero en el sistema financiero con el objetivo de romper ese círculo vicioso. Y eso ha costado muy caro. Según publicó el Servicio de Estudios de La Caixa el pasado mes de enero, las inyecciones de capital público en las entidades sumaron 55.752 millones de euros hasta ese momento. Este dinero sí computa como deuda pública, ya que se ha contraído con los recursos del Estado. Es así como se ha puesto en marcha una dinámica que ha provocado que en el primer trimestre de 2013 la deuda pública española sea de más de 923.000 millones de euros, alrededor del 88% del PIB nacional según datos del Gobierno, lo que aún así sigue siendo menos que la media del 90,7% de la zona euro.

Un dinero que sale caro
A principios de este mes de junio los representantes de la Troika estuvieron en Madrid para verificar las necesidades del sector financiero español, que tiene una línea de crédito disponible de hasta 100.000 millones de euros por parte de Bruselas para hacer frente a las necesidades financieras más urgentes. Por el momento se ha dicho que “sólo” se necesitan unos 40.000 millones. Sin embargo, tanto la Troika como el Gobierno español sospechan que esa cantidad en realidad se queda corta. Y ahí es donde comienzan las exigencias de austeridad de Bruselas a España, para que los países acreedores tengan la certeza de que España devolverá el dinero que le han prestado para dárselo a la banca. 

¿Por qué insiste Bruselas en la austeridad? La actitud de Alemania es fundamental. El Gobierno alemán, presidido por la conservadora Angela Merkel, quiere imponer su modelo económico partidista basado en la austeridad al resto de Europa. Es un modelo de gasto que no sólo se explica desde un punto de vista ideológico. Alemania es el país que más dinero pone sobre la mesa. No sólo para España. Fundamentalmente también para Grecia y Portugal, dos administraciones públicas intervenidas o rescatadas directamente por la UE. En Alemania el elector medio está convencido de que en el resto de Europa le están tomando el pelo y eso tiene una influencia enorme en la política de ese país. El discurso más popular alentado por la derecha dice que los alemanes pagan mientras el resto holgazanea. Es una percepción que se expresa políticamente en que desde Berlín se exigen contraprestaciones a los países que reciben su ayuda, al menos hasta las elecciones previstas el próximo mes de septiembre.    

El dinero que llega de Europa es un dinero que no le sale gratis a España ni a los españoles. Hace dos semanas la Comisión Europea pidió a España que suba el IVA y baje las pensiones. Eso sí, a cambio de aumentar al 6,5% el límite del déficit español. Por lo tanto, Bruselas quiere que el Estado recaude más y gaste menos, aunque eso sea a costa de esquilmar el poder adquisitivo medio y los servicios sociales, por otra parte más demandados que nunca debido a la crisis.

Es de nuevo otro círculo vicioso con consecuencias terribles en un escenario con 6,2 millones de parados, una tasa del 27,16% según los últimos datos de la EPA: mientras más parados, más gastos para el Estado (las prestaciones de desempleo) y menos ingresos (los impuestos de la renta que dejan de pagar los desempleados). También sube la demanda de los servicios públicos como la sanidad y la educación, ya que muchas familias en paro ya no pueden permitirse la educación y sanidad privada, por lo que sube la demanda pública pero con menos ingresos por parte del Estado. Pero la respuesta de la UE y del Gobierno de Rajoy es recortar, no invertir más en estos sectores, lo que castiga aún más a los ciudadanos.

¿Cuáles son las consecuencias sociales? Esta situación crea un caldo de cultivo perfecto para la injusticia social. Según un estudio de la Fundación 1º de Mayo (ligada al sindicato CCOO) publicado a principios de junio, se denuncia que España es el segundo país de la Unión Europea que presenta mayores desigualdades sociales sólo superada por Letonia. Según datos de Eurostat (la agencia de estadística europea), el índice de la desigualdad (el índice de Gini) aumentó en España 2,1 puntos (del 31,8% al 33,9%) entre 2005 y 2010, mientras que la media de la Unión se redujo en una décima pasando del 30,6% al 30,5%. Esta diferencia está vinculada a la evolución de la desigualdad de los ingresos.

Según estos datos, en España la relación entre el 20% de la población que más ingresa y el 20% que menos ingresa ha variado de un índice de 5,5 al 6,9 entre 2005 y 2010, mientras que en el resto de la UE ha permanecido en el 5. Estas cifras son consecuencia directa de las políticas de recortes impuestas por la Unión Europea y aplicadas con más o menos entusiasmo por el Gobierno de España.


Aumenta la desafección hacia la Unión Europea
¿Qué consecuencias políticas pueden tener los recortes? Las medias de los países de la zona euro se traducen no sólo en un crecimiento de las desigualdades y en cifras macroeconómicas que afectan muy negativamente en la vida real de los ciudadanos. También incide muy negativamente en la percepción política que se tiene de la UE como institución e incluso como idea. Según una encuesta publicada el pasado 13 de mayo de 2013 por el Pew Research Center, sólo un 46% de los españoles ve a la UE de manera favorable. Son 14 puntos menos que hace un año, en el que un 60% de españoles consideraba a la UE como algo positivo. En 2007, justo antes de que estallara la crisis, dos tercios de los españoles confiaban en las instituciones europeas.


Es decir, en seis años, la Unión Europea ha pasado de ser una suma de instituciones muy valorada y apoyada por los españoles, a ser percibido más como un problema que como una solución para salir de la crisis. Lo mismo puede decirse de otros países del “sur” europeo, como por ejemplo Grecia que sufre las directrices más descarnadas de la Troika contra el Estado social. Así, sólo un tercio de los ciudadanos griegos es favorable a las instituciones europeas, el porcentaje más bajo entre los encuestados por el Pew Research Center.    
  
Sin embargo, la imagen de la Unión Europea no sólo se resiente en los países en crisis y que dependen de las recetas económicas y sociales impuestas por Bruselas. La percepción se está empezando a tornar también negativa en los países que controlan las instituciones europeas e imponen sus políticas desde hace años como por ejemplo el llamado eje franco-alemán. Así, en Alemania la percepción favorable de la UE es del 60%, bastante alto en comparación con otros países, pero un 8% menos que hace un año. Pero en Francia es de menos de la mitad de la población, ya que sólo un 41% ve a la UE con buenos ojos, menos incluso que en España. Son 19 puntos menos que hace un año, la mayor caída de la confianza de todos los países europeos encuestados. En resumen, son malos tiempos para la idea de Europa.

Estos datos harían reflexionar a cualquiera y harían saltar las alarmas entre los europeístas. Sin embargo, las autoridades de Bruselas se mantienen impertérritas. ¿Qué está haciendo la Unión Europea? ¿Por qué insiste en una política de austeridad que ataca directamente el nivel de vida de los ciudadanos? ¿Por qué insiste en esta vía mientras los ciudadanos se alejan cada vez más de la idea de Europa y de sus instituciones?


Llegan los minijobs
La respuesta podría estar en los datos del último mes de mayo del Paro registrado en España. Bajó en casi 100.000 personas con respecto al mes anterior, pero solo 7,49 de cada 100 contratos firmados en mayo fueron indefinidos, lo que supone la relación más baja para un mes de mayo desde 1997. Además, más de 60.000 de los contratos firmados ese mes lo fueron en el sector de la hostelería. Es decir, la precariedad avanza a pasos agigantados. España está en la senda de convertirse en el “país de camareros” que, con el mayor de los respetos hacia esa profesión, se decía medio en serio medio en broma para describir el mercado laboral nacional.

Es el fenómeno de los llamados “Minijobs” como se les llama en Alemania, el país de referencia económica y principal potencia política de la Unión Europea. Según un reportaje del semanario alemán “Der Spiegel” publicado a principios de junio, un 22% de los trabajadores alemanes tiene un Minijob, es decir, un empleo precario de pocas horas diarias con un sueldo de una media de 11 euros la hora. La consecuencia es previsible: al igual que España, en Alemania también se está produciendo una enorme brecha salarial entre los que más tienen y los que menos.

Hay teorías económicas que dicen que en un contexto global la Unión Europea, en concreto la zona Euro, solamente seguirá siendo competitiva en la economía global si baja sus costes de producción a cotas social y políticamente inaceptables para el estándar occidental. Es decir, para poder competir con la mano de obra china, india, brasileña, etc. de las economías emergentes, es necesario bajar sueldos, flexibilizar despidos y empeorar las condiciones laborales.

En España está ocurriendo, y en Alemania (mucho más fuerte económicamente) también. La sociedad en su conjunto lo acepta tácitamente. No le queda más remedio al estar agobiada por la enorme deuda privada a la que hacía referencia al principio. Hay que pagar la hipoteca y hacer frente a los cada vez más elevados costes de día a día como consecuencia de los recortes sociales (educación, sanidad). La enorme cantidad de parados (un 27,2% que llegaría a más del 28% según la OCDE) crea lo que Marx llamó un “ejército de reserva de trabajadores” dispuestos a aceptar cualquier empleo, sean las condiciones laborales las que sean.

España atrapada en un círculo vicioso
En resumen, España está atrapada en un círculo vicioso muy peligroso arrastrada por la deuda privada, fundamentalmente de su sector financiero debido al pinchazo de la especulación urbanística. Para evitar que los bancos quiebren el Estado se está endeudando cada vez más, y a cambio debe aceptar unas condiciones draconianas impuestas por la Unión Europea que apuesta por la austeridad en las cuentas, sobre todo sacrificando el gasto social, nada extraño por cierto teniendo en cuenta que los países más poderosos de la zona euro están siendo gobernados por partidos conservadores.

Los miles de millones del dinero público español inyectados en la banca y los más de 40.000 millones de euros recibidos por la UE se devuelven en forma de recortes sociales y aumento de impuestos que ahogan cada vez más la ya maltrecha economía española y ahondan en la brecha salarial haciendo desaparecer poco a poco a la clase media. La consecuencia es una creciente desafección ciudadana hacia Europa y la destrucción del modelo social y laboral que ha funcionado en el occidente europeo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y el abaratamiento de los costes laborales frente a las economías emergentes.

España está en medio de esta dinámica y no tiene salida. La vuelta a la peseta hundiría la ya exigua capacidad exportadora española y dejaría a su maltrecha economía a la intemperie del mercado global sin contar con un factor competitivo al que agarrarse. Negarse a pagar la deuda cerraría el grifo de futuros préstamos necesarios para toda economía, esté en crisis o no. La única manera es que en la Unión Europea cambien el objetivo y la austeridad de paso a políticas que permitan un endeudamiento moderado. Hay que recordar que la media de la deuda en la zona euro es todavía mayor que la española. Pero el principal problema de España sigue siendo la deuda privada. El precio de las hipotecas de los pisos vendidos en época de la especulación urbanística está saliendo muy caro.


        

domingo, 14 de julio de 2013

EL GIRO DE BÁRCENAS

“Un acto de lealtad”. Así explicó Luis Bárcenas al periodista Pedro J. Ramírez su desmentido el pasado mes de enero en el que rechazaba haber pagado sobresueldos a altos cargos del PP y desligaba a su partido del escándalo en el que estaba implicado. Seis meses después el ex gerente y ex tesorero popular amenaza con “tirar de la manta”.
- Publicado en MBC Times.

Luis Bárcenas está hablando. El artículo “Cuatro horas con Bárcenas”, firmado por el director del diario El Mundo, Pedro J. Ramírez, y publicado el pasado 7 de julio, es el fruto de una conversación entre el ex tesorero y ex gerente del PP y el periodista días antes de que Bárcenas ingresara en prisión. En él se describe cómo aceptaba sobornos de empresarios junto al que fue tesorero del PP antes que él, Álvaro Lapuerta:

“El dinero se entregaba en bolsas, maletines o maletas en el despacho del tesorero Álvaro Lapuerta en la calle Génova y en presencia de Bárcenas, en calidad de gerente. Ambos contaban los billetes y los metían en la caja fuerte, bromeando a menudo sobre si se fiaban el uno del otro o no. 

Cuando el donante abandonaba el despacho, Lapuerta extraía de la cartera de mano una tarjeta de visita y en el reverso escribía con letra diminuta el nombre y la cuantía de la entrega. Bárcenas hacía otro tanto en un libro de caja con sus correspondientes renglones. Periódicamente Lapuerta cotejaba las ajadas tarjetas que siempre llevaba encima con las anotaciones de Bárcenas y, al hallarlas conformes, las certificaba con el correspondiente visé en el margen. 

Al día siguiente de la entrega o como mucho durante la semana posterior Lapuerta llamaba al ministro, secretario de Estado, presidente, consejero autonómico, alcalde o concejal competente en el asunto que afectaba al donante. Según Bárcenas, siempre recurría a la misma literalidad: “¿Qué tal? Soy Álvaro Lapuerta. Te va a llamar fulanito. Tengo interés en que lo recibas. No conozco el tema del que te va a hablar. Sólo te pido que seas amable y te tomes un café con él”. Todos sabían que era el tesorero el que llamaba”.

Esta descripción del modus operandi en el seno de la tesorería del PP que le hizo Bárcenas a Pedro J. Ramírez estalló como una bomba. En la misma pieza periodística se afirma que el dinero recaudado de esta manera irregular, y cuya justificación legal era imposible, se ingresaba en las cuentas bancarias del partido, y parte se destinaba a pagar en negro el sobrecoste de las campañas electorales para eludir la fiscalización del Tribunal de Cuentas y otra parte se quedaba en la caja fuerte y era utilizado para «otros fines»”.

Esta es la clave del escándalo. Esos “otros fines” presuntamente incluían el pago de sobresueldos a altos cargos del PP con el dinero de los sobornos.  Queda reflejado en una serie de documentos en los que Bárcenas habría plasmado de su puño y letra la contabilidad oculta del PP: a quién se daba un sobresueldo y cuanto dinero recibía. Estos llamados ‘Papeles de Bárcenas’ fueron publicados por el diario El País en enero junto a la noticia de que el ex tesorero del PP había llegado a amasar una fortuna impresionante de origen más que sospechoso en un banco suizo.

Desde la información de los sobresueldos ya no se trataba de un caso de corrupción personal. A partir de ese momento se sabía que no hay prácticamente ni un solo dirigente del PP que no esté implicado en este escándalo que puede tener unas consecuencias políticas insospechadas, ya que también afectaría al mismo presidente del Gobierno Mariano Rajoy cuando era ministro en el Gobierno de José María Aznar. Al parecer también se benefició de estos sobresueldos pagados con dinero procedente de los sobornos de los empresarios al PP para ser favorecidos en sus negocios.

Esto es lo que se ha conocido en los últimos días gracias al testimonio del ex tesorero del PP. Sin embargo, hace medio año Bárcenas todavía desmentía todas las informaciones que lo situaban en el centro de una trama corrupta que salpicaba a todo el partido. Su objetivo era salvar la cara a sus ex compañeros del PP y al partido en el que había trabajado durante 30 años, “un acto de lealtad”.


Bárcenas el “leal”
La agencia EFE informó en un teletipo el pasado 23 de enero que “El ex tesorero del PP Luis Bárcenas ha asegurado que nunca ha pagado sobresueldos a miembros de la cúpula del partido y ha pedido que no se implique a esta fuerza política en las cuentas que él ha mantenido en Suiza”. El teletipo, que fue recogido por los principales medios de comunicación, continuaba ofreciendo las declaraciones de Bárcenas que insistía en que “nunca se ha pagado con recibos a dirigentes populares, ni se han firmado "recibís".
  

Una semana después, Bárcenas anunció una querella contra el diario El País, que había publicado los papeles que presuntamente probaban la existencia de una caja B en el PP administrada por él. En un comunicado distribuido ese día, Bárcenas afirmó que "jamás en los muchos años de servicio que tuve el honor de desempeñar en el Partido Popular consentí, auspicié ni ejecuté actuación alguna que pudiera suponer un incumplimiento de la Ley ni de los estrictos principios éticos del Partido". 

Bárcenas mantuvo esta versión ante el juez Pablo Ruz que investiga el caso y al que mintió indicando la falsedad de los papeles y negando que fueran suyos. Como le relató más tarde a Pedro J. Ramírez, incluso llegó a falsificar su propia letra en la prueba caligráfica a la que fue sometido para comprobar la autoría de los papeles manuscritos con la contabilidad B del PP. No quería que reconocieran su letra.

Los papeles son falsos, no hay sobresueldos provenientes de dinero de sobornos. No hay escándalo y los millones en Suiza son fruto de su pericia en los negocios. Este era el mensaje oficial de Luis Bárcenas y el que el PP repetía hasta la saciedad.

Bárcenas estaba en línea con el PP, que, como se denunció poco después, aún le mantuvo secretamente en nómina de unos 21.000 euros brutos al mes hasta enero de 2013 y con un despacho en la sede central de la Calle Génova, a pesar de que ya no tenía cargo orgánico alguno desde julio de 2009. Cuando se supo, la secretaria general del PP y presidenta de Castilla La Mancha, María Dolores de Cospedal, tuvo que dar entonces explicaciones a la prensa sobre la famosa y bochornosa “indemnización en diferido”.

El PP mantenía y cubría las espaldas de Bárcenas, y éste correspondía con su silencio y disciplina. “Un acto de lealtad” del ex tesorero del PP, como se lo explicó meses después a Pedro J. Ramírez. Una lealtad que duró hasta que entró en prisión el pasado 27 de junio.


Bárcenas el “traidor”
El 10 de julio todo había cambiado. El abogado Miguel Durán, letrado de Pablo Crespo, ex secretario de organización del PP de Galicia e imputado por el caso Gürtel, visitó al ex tesorero del PP en la cárcel y afirmó que “Bárcenas se ha ratificado en todas las acusaciones y tiene suficiente información para hacer caer al Gobierno actual. El motivo por el que no lo dijo cuando declaró ante el juez es que ha estado muy presionado a la hora de ratificar los papeles. En la cárcel, está entristecido, cabreado, pero no lo vi deprimido. Se siente maltratado por su gente”.

¿Qué ha ocurrido? Los papeles que hace medio año Bárcenas calificó de falsos y por los que se querelló contra El País, ahora los reconoce como suyos y verdaderos. Eso sí, esta recuperación repentina de la memoria la hace a través de El Mundo, la herramienta periodística que ha elegido para ejercer su venganza. La entrevista concedida a Pedro J. Ramírez se antoja sólo el principio. Bárcenas no se muerde la lengua y ya ha destapado públicamente algún episodio comprometedor en el que el presidente del Gobierno estaría involucrado.

El director de El Mundo describe en su artículo una reunión entre Bárcenas y Javier Arenas en la que habría estado presente el propio Mariano Rajoy: Ante el estupor de Arenas y Rajoy, Bárcenas describió entonces el cobro de una comisión de 200.000 euros por encargo del PP de Castilla-La Mancha a cambio de la adjudicación de una contrata municipal en Toledo a una empresa de construcción y servicios cuyo polémico presidente aparece en la lista de donantes del partido. Cuando Bárcenas les mostró documentos acreditativos de la operación, Rajoy se echó literalmente las manos a la cabeza y –siempre según los recuerdos del ex tesorero– exclamó: «¡Por Dios, Luis, cómo puedes tener estos papeles!»”. 


Se estrecha el cerco a Rajoy
El objetivo de Bárcenas es el presidente del Gobierno Mariano Rajoy, al que señala como uno de los beneficiario del escándalo de los sobresueldos y conocedor de las irregularidades y sobornos en el entorno del PP. Se siente traicionado por él y le está presionando para conseguir un trato favorable que le evite una condena. ¿Qué consecuencias políticas tendrá este escándalo?


El cerco que está tejiendo Bárcenas en torno a Rajoy comienza a estrecharse mientras las reacciones de los antiguos compañeros del ex tesorero no se han dejado esperar. María Dolores de Cospedal, por ejemplo, ha anunciado que los abogados del partido "ya tienen encomendado el ejercicio de acciones judiciales" contra Bárcenas por calumnias. Los miembros del Gobierno apoyan públicamente a su presidente mientras el propio Rajoy guarda silencio.

 

No hay desbandada ni sálvese quien pueda en las filas conservadoras excepto por parte de la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre. Como si ella nunca hubiera estado salpicada por casos de corrupción y de financiación ilegal como los casos Gürtel o Fundescam, exige a Rajoy que “si ha habido irregularidades hay que reconocerlas”. Un disparo a la línea de flotación del argumentario oficial que en el cuartel general del PP en Génova han respondido con la misma fuerza: “A lo mejor se refiere al PP de Madrid”. La guerra entre sectores enfrentados en el partido ha comenzado. No hay tregua y Aguirre quiere aprovechar la debilidad de su contrincante. Rajoy tiene un poderoso enemigo interno que debilita su defensa. Pero no es lo único que se empieza a desmoronar en la estructura de su defensa.  

Mientras, en la sede de Génova se insiste en desmentir la existencia de una caja B y el origen ilegal del dinero de los sobresueldos a altos cargos del partido. El argumento es que el Tribunal de Cuentas no habría detectado nada irregular. Sin embargo, este tribunal solamente fiscaliza la documentación que se le entrega voluntariamente. ¿Y desde cuándo se entrega voluntariamente las pruebas de una caja B ilegal? Además, hay que tener en cuenta que los miembros del Tribunal de Cuentas son nombrados por los partidos políticos en función de su mayoría en el Congreso, por lo que el PP controla este organismo gracias a su mayoría absoluta.

¿Es el Tribunal de Cuentas el organismo más indicado para investigar este escándalo de manera objetiva? Para el PP sí hasta que chocó con los repentinos avances de la investigación judicial. Bárcenas reconoce que sí existe una “caja B” y pocos días después un informe de una unidad de la Intervención General del Estado adscrita a la Fiscalía Anticorrupción acredita que efectivamente existe una contabilidad B en el PP. ¿Casualidad?


¿Qué puede temer Rajoy?
Este es el escenario al que se enfrenta Rajoy: Un partido dividido y una oposición interna mordaz, una investigación oficial que avanza imparable y paralela a las instituciones controladas por el PP, y un ex tesorero con gran cantidad de información muy comprometedora que se siente traicionado y amenaza con morir matando.


Sin embargo, el PP mantiene una actitud desafiante. El portavoz adjunto del Grupo Popular en el Congreso, Rafael Hernando, afirmó en una entrevista en RNE un día después de que El Mundo publicara la entrevista a Bárcenas que "lo que tenga que decir, lo diga en los tribunales" porque el PP "no tiene miedo de que tire de la manta". "Bárcenas está en prisión por mentir al juez, al fiscal y a Hacienda. Durante mucho tiempo mintió al partido y a los dirigentes del partido amasando una fortuna cuyo origen se desconoce, mientras ostentaba un cargo de enorme responsabilidad. Espero que lo esclarezcan los tribunales. A mi Bárcenas me ha engañado, defraudado, me ha llenado de vergüenza y a la mayoría de los militantes del PP también". Todo un desafío al ex tesorero que seguramente servirá para echar más leña al fuego.

¿Qué puede contar Bárcenas? Pablo Crespo, ex secretario de organización del PP de Galicia, afirmó en una entrevista al periódico La Opinión de la Coruña que “Me consta que hay dirigentes muy nerviosos porque se han puesto muy estupendos hablando de la corrupción, pero que tire la primera piedra el que esté libre de pecado”.

Crespo debe saberlo bien. Se le imputa ser el “número dos” de la trama Gürtel, una red de corrupción que presuntamente se aprovechaba del gobierno del PP en determinadas comunidades autónomas (sobre todo en Madrid y en Valencia) para enriquecerse a base de contratos públicos amañados. Parte de ese dinero habría recaído en las arcas del PP para pagar actos públicos y campañas electorales. Uno de los nombres que apareció en la investigación de este caso –que comenzó el juez Garzón antes de ser expulsado de la magistratura- es el de Luis Bárcenas.

¿Va el caso Bárcenas mucho más allá del simple enriquecimiento personal del ex tesorero? ¿Se aprovecharon los dirigentes del PP para llenarse los bolsillos? Pero parece que este caso es mucho más que un simple ejercicio de latrocinio. ¿Pagó el PP sus campañas electorales con dinero negro? ¿Ese dinero provenía de sobornos como le ha revelado Bárcenas a El Mundo? Y si fuera así, ¿qué empresarios sobornaron al PP y, sobre todo, qué consiguieron a cambio?


Luis Bárcenas tiene la clave para destapar lo que podría ser todo un sistema de financiación ilegal y de clientelismo del PP a costa de las instituciones públicas. Un escándalo sin precedentes que afectaría al partido en el gobierno y con el mayor poder institucional en la historia de la democracia reciente en España. Rajoy tiene razones para sentirse preocupado. Pero a Bárcenas sólo le mueve salvar su pellejo.