miércoles, 17 de octubre de 2012

RUSIA SE REIVINDICA EN EL MUNDO


En las últimas semanas se han sucedido una serie de éxitos para Rusia en la escena internacional que refuerzan el papel de este gigante. Aunque continúa muy lejos de ser la superpotencia que en su día fue la URSS, la Rusia de hoy está en el tren del crecimiento económico, su influencia sobre Europa crece a medida que aumenta la dependencia energética de la UE y su papel en las antiguas fronteras soviéticas sigue siendo hegemónico. 


El pasado 2 de octubre se celebraron en Georgia las elecciones a la Presidencia del país. El enemigo de Rusia Mijail Saakasvili perdió y dará paso al millonario Bidzina Ivanishvili, que ha prometido rebajar la tensión entre ambos países después de la invasión rusa en 2008.


Ese año Saakasvili ordenó el ataque a Osetia del Sur, una región independizada de facto de Georgia y apoyada por Rusia. Fue un error de cálculo garrafal de la fuerza y la voluntad de Moscú, que no solamente expulsó a los georgianos, sino que atacó la propia Georgia imponiendo su voluntad. Esa voluntad ha supuesto poner fin a los sueños del ya ex presidente de integrar a Georgia en Occidente con una posible adhesión a la OTAN. Rusia no lo consiente y tras la derrota de Saakasvili, ese desafío en las fronteras rusas se ha alejado aún más.



Soldados rusos en Georgia, 2008.
Precisamente el control de las antiguas fronteras de la URSS por parte de Rusia se ha convertido en una obsesión tras la caída del imperio soviético en 1991. Moscú nunca ha abandonado la idea de ser la heredera de la URSS y de tener cierto derecho de tutela de las antiguas repúblicas soviéticas hoy independientes. Es la política llamada del “extranjero cercano”, y para ello cuenta con firmes aliados integrados en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) como Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán o Tayikistán, país con el que el pasado 5 de octubre Rusia firmó un tratado por el que mantiene sus bases militares hasta el año 2042.


Parece un hecho algo exótico y lejano, pero su significado estratégico es muy alto. Tayikistán comparte frontera con Afganistán, por lo que se encuentra en primera fila ante un territorio muy conflictivo y con gran presencia militar occidental, cerca de China y con un potencial muy alto de recursos naturales. Tener soldados rusos en esa frontera supone, ante todo, un mensaje a la OTAN y a EEUU de dónde está el límite de su presencia en Asia Central.

 

Contra la presencia de EEUU en Asia Central

Precisamente los EEUU traspasaron ese límite en 2001 instalando una gran base militar en Uzbekistán rompiendo así el “monopolio” ruso en la zona. Sin embargo, en 2005 el gobierno de Tashkent exhortó a los estadounidenses a abandonar el país. El plazo de la retirada se cumple en 2014, y a pesar de los intentos de EEUU de mantener su presencia tan golosa en la zona después de su retirada de Afganistán también en 2014, el gobierno uzbeko a finales del pasado mes de agosto anunció que mantiene su decisión de que “no haya bases extranjeras en el país”. Otra buena noticia para los rusos.


Aunque Rusia al parecer está recuperando su estatus hegemónico en Asia Central, su política de controlar al “extranjero cercano” ha fracasado estrepitosamente en algunos lugares como los estados bálticos –integrados en la OTAN y en la UE- y es muy polémica en otros como Ucrania o la mencionada Georgia, donde la influencia rusa no es bienvenida pero cuenta con gran fuerza, la que otorga el gas y el petróleo.


Gaseoducto ruso en construcción.
Así, por ejemplo, en 2006 y 2008 Rusia cortó el suministro de gas a Ucrania imponiendo sus condiciones al gobierno surgido en 2004 de la llamada “revolución naranja” que quería acercar Ucrania a Occidente (a la OTAN y a la UE) y alejarla de la influencia rusa. Sin embargo, para Moscú Ucrania continúa siendo clave para considerarse una gran potencia. Por ello su empeño en estar presentes en las decisiones que se tomen en Kiev. Y la caída en desgracia y el encarcelamiento el pasado verano de la ex primera ministra y heroína de la “revolución naranja”, Yulia Timoshenko, es un síntoma de que Moscú continúa muy presente a orillas del Dniéper.
 

Ni los EEUU ni la Unión Europea, tanto en 2008 en Georgia como ese año en Ucrania, tomaron ninguna medida para defender a sus partidarios o amenazaron a Rusia por sus maniobras, excepto algunos gestos aislados de llamadas a boicotear el Eurocopa de fútbol que no quedaron en nada. Es el poder que da el contar con la mayor reserva de gas del mundo y una de las más altas de petróleo.


Socio de un club emergente

Rusia sabe que la energía es su gran baza en el mundo, lo que le permite estar entre los llamados BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), los estados que han experimentado un mayor crecimiento económico en la última década y que mejor proyección tienen para el futuro, con expectativas de superar a la UE a medio plazo y a EEUU a largo plazo. Si Moscú pertenece a este club es por sus reservas energéticas, pero sabe que tiene que diversificar y apostar para mantener su status.



Por eso el pasado 28 de septiembre la empresa petrolífera Rosneft firmó un acuerdo con Venezuela para explotar conjuntamente con la empresa estatal venezolana PDVSA la Faja petrolífera del Orinoco a cambio de un crédito de 1.500 millones de dólares. Es la primera vez que Rusia sale de su territorio para explotar yacimientos ajenos. Pero no se trata sólo de petróleo. El presidente venezolano Hugo Chávez explicó el día de la firma del acuerdo que las "relaciones cada día son más solidas", y destacó el "tremendo apoyo" de Moscú para tener capacidad operativa y logística en seguridad y defensa. Un mensaje muy claro para Washington.
 

El acuerdo con Venezuela es una “invasión” clara de Rusia de una zona que los EEUU continúan considerando como su esfera de influencia, y más cuando se trata de un país con una de las mayores reservas de petróleo del mundo. Pero no es la única. El pasado 9 de octubre Irak permitió la explotación de un campo petrolífero a un consorcio ruso-japonés. Es la primera vez que una empresa rusa vuelve a Irak después de que los EEUU las vetara por el rechazo ruso a la invasión de 2003. Pero el negocio no queda ahí: el mismo 9 de octubre se hizo oficial la venta de armas rusas a Irak por valor de 4.200 millones de dólares.
Acuerdo Rusia-Irak.


Moscú vuelve a Oriente Próximo, donde aún mantiene una base naval en Siria desde los tiempos de la URSS. Y es en Siria, antigua aliada de la Unión Soviética y muy buen cliente de la industria de armas, donde Rusia está poniendo en práctica su nueva autoestima frente a los EEUU y a Europa al vetar, junto a China, todas las resoluciones de la ONU para debilitar o condenar al régimen de Bashar Al-Assad. Es, ante todo, una demostración de músculos ante la comunidad internacional.


Rusia está en racha y se está reivindicando en el mundo. Sin embargo, mientras los éxitos se acumulan en el exterior, aumentan las protestas y el rechazo en el interior contra el régimen autoritario de Vladimir Putin. ¿Supondrá algún obstáculo al creciente poder ruso?   

viernes, 12 de octubre de 2012

POR UNA FIESTA DE LA SOCIEDAD CIVIL

Todos los años se repite la misma imagen. El rey Juan Carlos vestido de uniforme militar y en calidad de Capitán General de los Reales Ejércitos, preside la tribuna de honor. A su lado, también vestido de militar, su heredero el príncipe Felipe. Ya detrás de la familia real –este matiz es muy importante- están los representantes de las principales instituciones del Estado. Todos reunidos para ver desfilar al Ejército entre música militar y aviones de combate sobrevolando el centro de Madrid. Esta es la imagen de la Fiesta Nacional, y no podría ser menos integradora.


Según la última encuesta del CIS el 26,9% de los españoles considera que los políticos son uno de los tres principales problemas de España. Es una cifra muy alta que ha ido creciendo en los últimos meses y que los políticos no aciertan a encarar. Por su parte, la Monarquía también sufrió un suspenso por parte de la ciudadanía en el barómetro del CIS publicado hace un año, en octubre de 2012. No hay datos posteriores porque después de este, sencillamente, el CIS no ha vuelto a consultar a los españoles sobre qué opinan de esta institución. Por último, también según otra encuesta, un 74,1% de los catalanes estaría a favor de un referéndum sobre la independencia de Cataluña.


La sociedad española está expresando su desencanto y su falta de identificación con unas instituciones estatales que han hecho muy pocos esfuerzos por mostrar su cercanía. Se escenifica su superioridad y alejamiento de la sociedad civil en la mayoría de los actos públicos, y el de la Fiesta Nacional del 12 de Octubre es el mejor ejemplo para ello.

 
Para empezar habría que revisar el concepto de Fiesta Nacional. En un contexto globalizado y europeo, las fiestas nacionales tienen cada vez menos sentido excepto para reivindicar una especificidad y una diferenciación que, por otro lado, de hecho se pierde cada día que pasa. Por ejemplo, resulta extraño ver al presidente del Gobierno reivindicando con su presencia en la tribuna la soberanía española, mientras al día siguiente negocia la pérdida de un poco más de esa soberanía estatal con respecto a la Unión Europea u otros organismos internacionales de carácter financiero.


¿Por qué el 12 de Octubre?

Por otro lado, la elección de la fecha de la celebración debería ser lo más representativa posible. Resulta cuanto menos cuestionable que el 12 de Octubre represente ya algo para alguien. La fecha del descubrimiento de América como fecha de la Fiesta Nacional contiene unas claras connotaciones difícilmente conciliables con el presente europeo de España. Esta fecha y el homenaje a Colón sirvieron a los intereses propagandísticos y discursivos del franquismo y de su triste intento de identificación con el imperio español del S. XVI.


La democracia española ni se identifica ni tiene nada que ver con la monarquía hispánica de los Habsburgo ni con el reinado de los reyes católicos. Ni siquiera sirve la reivindicación de los lazos culturales con América Latina. España no es, ni de lejos, el referente cultural y económico de los países hispanoamericanos. Como mucho representa una cómoda puerta de entrada a Europa y a su mercado. Pero España ni siquiera lidera esta cuestión en el seno europeo, cada vez más fragmentado, ya que cada estado, a la hora de la verdad, negocia individualmente sus intereses.


Tampoco estaría de más preguntarse ¿a quién representa la Fiesta Nacional? ¿Solamente a los españoles?, o ¿también a los más de cinco millones de extranjeros que, según el INE, viven en España? El concepto de nación que se deriva de la la ‘Fiesta Nacional’ a priori no incluye a estas personas. En una sociedad cada vez más abierta (son fronteras físicas en la UE, con libre movimiento y para afincarse, de viajar, de informarse, etc.) resulta cada vez más importante crear los mecanismos para integrar a los habitantes de un estado y miembros de una sociedad en sus valores, independientemente de su origen. Y es que los habitantes de España disfrutan todos, a priori y ante la ley, los mismos privilegios y las mismas desventajas, sean españoles con DNI o no.      


Por último, habría que replantearse el formato de la Fiesta Nacional. ¿Por qué un desfile militar? ¿Representa el Ejército a la nación española? En mi opinión nunca lo ha hecho, al menos en su totalidad. El actual Ejército es el descendiente directo del ejército franquista de la Guerra Civil que, y lo dejó muy claro, solamente representaba a los vencedores. Medio país queda así fuera y nunca se ha creado una cultura política que identifique al español medio con su ejército independientemente de su ideología política, ya que esta identificación casi siempre ha venido acompañada de un determinado punto de vista político.


Hoy, además, tampoco se puede decir que el actual ejército profesional represente a la sociedad. El anterior ejército compuesto por quintas al menos sí incluía entre sus filas a jóvenes de todos los lugares de España que, forzadamente o no, servían en esta institución. Se podía así crear la ilusión de un Ejército compuesto por ciudadanos iguales que cumplían su deber de servir al estado. Hoy esto no existe, ya que el que es soldado lo es como profesión, a cambio de un sueldo público. Cabe preguntarse entonces, ¿por qué no desfilan también otros trabajadores públicos como médicos, maestros, funcionarios, etc.?


La sociedad española ha cambiado mucho desde la Transición y demanda una mayor cercanía y eficacia a sus instituciones y a sus representantes. Son momentos muy difíciles para los símbolos y los discursos que tradicionalmente el estado ha ido blandiendo para  justificar su poder, y el formato y trasfondo de la Fiesta Nacional del 12 de Octubre es un ejemplo de ese discurso y simbolismo ya caduco. El Estado y sus instituciones deben ser más integradoras y adecuarse a la realidad contemporánea de España. Y para ello no vendría mal revisar la actual fiesta y adaptarla a la sociedad civil.  

lunes, 8 de octubre de 2012

AFGANISTÁN, UNA GUERRA LEJANA QUE A NADIE LE IMPORTA



El 7 de octubre de 2001, hace ya once años, los EEUU y sus aliados invadieron Afganistán y dieron comienzo a un nuevo capítulo de la guerra que lleva asolando el país desde 1979. Iban a derrocar a un gobierno fundamentalista, apresar a Bin Laden y a reconstruir uno de los estados más pobres y peligroso del planeta. Sin embargo, Afganistán ha derivado en una guerra de guerrillas, emboscadas y recuentos de cadáveres, especialmente de civiles y de soldados de la OTAN. Es una victoria imposible que ya tiene fecha de caducidad en 2014 y que a la opinión pública no le interesa.

En 2010 el periodista estadounidense Sebastian Junger publicó el libro “War” (Guerra) en el que describía su experiencia junto a una unidad del ejército de los EEUU en un recóndito valle afgano. Entre junio de 2007 y junio de 2008 Junger acompañó a los soldados en sus misiones en el Valle del Korengal, en la frontera con Pakistán. Allí no se construían escuelas ni carreteras.
 

Un soldado en el valle del Korengal.
Mientras el mundo miraba hacia Irak y a la resistencia contra la ocupación de los EEUU, en Afganistán se mataba y se moría. Pero lejos del foco de la mirada de la opinión pública. El propio Junger cuenta que este vacío informativo no era por la censura. De hecho, no fue censurado mientras recogía material y escribía su libro. El ejército norteamericano tiene sus mecanismos de control y sus oficinas de prensa, como todas las instituciones públicas y empresas privadas, pero al parecer no ejercieron presión alguna sobre Junger.

 
La imagen que se nos está dando, o intentando dar, sobre la misión que los soldados llevan a cabo allí poco o nada tiene que ver con la realidad. La misión de la OTAN, bautizada como ISAF (International Security Assistance Force) –en la que España colabora actualmente con 1481 soldados- comenzó como un clásico caso de Peacebuilding, las misiones que hasta ese momento llevaban a cabo los cascos azules y las agencias de la ONU en lugares asolados por la guerra con el objetivo de “construir la paz”: básicamente crear la infraestructura económica, política y social necesaria para construir un estado viable, a la par que se derrotaba a las fuerzas que se oponían a ese esfuerzo.


Una contradicción demasiado fuerte

Pero con el tiempo esta misión se fue topando con cada vez más resistencias. Y es que la contradicción entre construir una escuela mientras se apunta con un fusil a los padres de los alumnos es demasiado fuerte.


Habitantes del valle del Korengal.
Cuenta Junger en su libro cómo durante una operación a gran escala del ejército de los EEUU en el Valle del Korengal, un comandante estadounidense trataba de convencer a los dirigentes locales para que dejaran de apoyar a la insurgencia talibán y se convirtieran en aliados. Les explicó que los norteamericanos tenían la “orden” y la “voluntad” de llevarles el progreso a sus casas. Carreteras, canalizaciones, electricidad, escuelas, etc. En cambio, los talibanes solamente les ofrecían cinco dólares a sus hijos para que se jugaran la vida atacando a los soldados estadounidenses. Los talibanes ofrecían una miseria por sus vidas.


El argumento era bueno y el comandante confiaba en sus posibilidades. Sin embargo, cuando los dirigentes locales se reunieron de nuevo para discutir sus opciones una vez escuchado al oficial, le declararon la yihad a los estadounidenses. ¿Qué había pasado? Mientras el oficial estaba hablando, se había entablado un duro combate en el exterior que acabó con el bombardeo de una zona del valle que provocó 15 muertos.


Los EEUU no pueden ganar esa guerra porque no pueden vencer su gran contradicción. La guerrilla les obliga a actuar armados todo el tiempo, lo que les resta credibilidad en sus esfuerzos de construcción de la paz. Además, cada baja de los EEUU es un argumento en contra de la guerra así como el enorme coste que supone mantener a miles de soldados a miles de kilómetros.


Enseguida surge la inevitable comparación con Vietnam. Sin embargo, existen importantes diferencias entre los soldados norteamericanos de entonces y de ahora y entre la percepción que se tiene de ellos en su patria. Ya no son reclutas obligados a servir en el ejército y empujados a la selva. Ahora son profesionales que acuden a la guerra conscientemente, aunque es cierto que en muchos casos empujados por la falta de alternativas reales para ganarse la vida. Es decir, no existe el argumento de la injusticia que supone mandar a tus hijos a una guerra absurda. Ahora van mercenarios.


¿Una sociedad desinformada o apática?

Es el caso también de los soldados de los ejércitos europeos que sirven en Afganistán. Por ejemplo, en la sociedad española apenas existe conciencia sobre la presencia de soldados españoles en esa guerra y de su participación en la misma. También es cierto que apenas existe información publicada que explique realmente lo que está sucediendo en esas tierras tan lejanas.
 
Esta información en España solamente llega de manera esporádica y generalmente cuando se ha producido alguna muerte en combate. Y en esos casos siempre la fuente de información es el Ejército. Los medios de comunicación no envían a reporteros y los free lance no van a Afganistán. ¿Miedo, autocensura, falta de interés? De todo un poco. Siempre es más fácil -y barato- utilizar la nota de prensa facilitada por la ISAF y sus imágenes. De hecho, la ISAF cuenta con una potente oficina de prensa que incluso ofrece puestos vacantes para periodistas civiles interesados.


Algo absolutamente impensable en la Guerra de Vietnam, después de la cual el ejército de los EEUU culpó a la prensa por su derrota con el argumento de que iban ganando la guerra hasta que las noticias sesgadas (sin censura) en la televisión pusieron en contra al pueblo americano y se forzó la retirada. Una excusa, sin duda, pero que ha mutado en los últimos años en una estrecha colaboración entre los medios y el ejército –lo peor para una información libre y objetiva.


Al final la OTAN perderá la guerra de Afganistán y se tendrá que retirar sin cumplir sus objetivos y con la opinión pública en contra. Según el Pew Research Center, un think tank de estadounidense que investiga los estados de opinión en el mundo, con respecto a Afganistán en octubre de 2011, un 68% de alemanes se posicionaba en contra de la participación de su país y un 70% creía que la guerra estaba perdida, una percepción que aumentaba hasta el 71% entre los británicos, de los que el 57% quería que sus soldados regrsaran inmediatamente al Reino Unido. El mismo porcentaje se daba entre los ciudadanos de EEUU  que también creían que sus soldados deben volver a casa.

Pero la gran aliada de los talibán no es la oposición a la guerra de los votantes, es la crisis económica. Entre 2002 y 2013 la guerra solamente en Afganistán –no contar la de Irak- le habrá costado a los EEUU más de 641 billones de dólares según una estimación del CSIS (Center for Strategic & International Studies). Demasiado dinero para no alcanzar ningún resultado.
 
Así, por ejemplo, en abril de 2010, tras años de defensa, millones de dólares gastados en munición y 42 muertos, los soldados de los EEUU abandonaron el Valle del Korengal. Los talibanes ocuparon inmediatamente sus antiguas posiciones que se habían mantenido para nada (ver video).
 
 

lunes, 1 de octubre de 2012

LAS REDES SOCIALES Y EL 25-S


El pasado 25 de septiembre miles de personas rodearon el Congreso de los Diputados en Madrid. Lo hicieron convocados por una plataforma virtual a través de internet. Sin líderes ni una organización política que encauzara esa fuerza ni que hiciera de portavoz, ¿qué hizo posible el éxito de esta convocatoria?


A principios de agosto de este año y al calor de las movilizaciones del mes de julio contra los recortes presupuestarios del Gobierno de España, un grupo de personas desconocidas anunció una “marcha para rodear el Congreso de los Diputados” el 25 de septiembre. Se hacían llamar ‘Coordinadora 25-S’ y la matriz de su acción estaba en un blog casero donde se colgaban los mensajes y las adhesiones a la propuesta.


Enseguida las redes sociales, sobre todo Twitter y Facebook, multiplicaron el alcance de esta convocatoria lo que provocó, a su vez, que los medios de comunicación tradicionales informaran sobre ello aumentando así su impacto. En pocos días esta convocatoria había traspasado el umbral de la marginalidad para situarse en el centro de la agenda política.


Aunque al principio los partidos y sindicatos trataron de deslegitimar esta acción, la atención mediática y política tuvo como consecuencia un efecto cascada, ya que muchas organizaciones minoritarias especialmente entre la izquierda, algunas con representación parlamentaria, se adhirieron a la convocatoria obligados por la marea. Si no lo hacían, pensaban, quedarían fuera de la dinámica de la protesta y por lo tanto fuera de la agenda de la lucha contra las políticas del Gobierno. Tenían que estar allí si querían conservar su legitimidad representativa, aunque no lideraran ni encauzaran. Esto hizo aumentar más aún el impacto de la convocatoria.


Al final se había conseguido algo inaudito. Ya no era una organización política o un movimiento social el que convocaba y cuya fuerza y/o prestigio garantizaba el éxito de la protesta. Ahora quien marcaba agenda era una coordinadora virtual, de individuos sin prestigio ni carisma reconocido, quien ponía la fecha y la hora. Y nada más. La protesta ya tenía una dinámica propia.


La policía, ciega, perdida y frustrada

El éxito fue espectacular. Miles de personas el día 25 de septiembre y repetición de la convocatoria cuatro días más tarde, el 29 de septiembre, con igual o mayor éxito. La Delegación del Gobierno de Madrid estuvo totalmente perdida. Desde el principio invocó amenazas de índole legal para desanimar y atemorizar a los posibles manifestantes (es un delito penal, es anticonstitucional), y al fracasar en ese intento reprimió las protestas con una fuerza brutal y, a juicio de muchos, desmesurada y equivocada.

 
Esta represión no era más que reflejo de la incapacidad y la impotencia de la policía de luchar contra un adversario virtual, intangible. Había mucha masa, pero ningún líder a quien apresar y a quien aplicar un castigo ejemplarizante. La consecuencia fue la frustración convertida en violencia. Esta represión ciega, en vez de convertirse en un elemento disuasorio para el día 29 de septiembre, se convirtió en la causa de su convocatoria y en la razón de la presencia de muchas personas que desafiaron así el miedo que la policía quería instalar como único argumento para evitar la protesta.
 
 
La argumentación y el debate para desanimar a los manifestantes eran imposibles: No había nadie, ningún líder ni portavoz, que representara a los “indignados” con quien se pudiera canalizar el debate.

 

Sin líderes ni portavoces

Desde un punto de vista estrictamente organizativo –independientemente del contenido y del discurso de la protesta- el 25S y 29S marcan un momento fundamental. Suponen el anacronismo definitivo de las antiguas fórmulas de convocatoria y la consagración de las nuevas tecnologías y de las redes sociales como elementos de uso político de primera magnitud consolidando un medio que ya fue fundamental en el movimiento del 15-M, la matriz ideológica -que no organizativa- de las últimas protestas.

 
Lo que comenzó en España como el rudimentario “Pásalo” por SMS los días posteriores al 11M en 2004, ahora es una cascada de información no controlada y al margen de los medios de comunicación tradicionales. Para la convocatoria de la acción política ya no es necesaria una organización estructurada y disciplinada que controle canales de información, ya sean políticos o informativos, y que tenga recursos para ello.


Es decir, ya no se necesita a militantes para repartir octavillas ni pegar carteles, ni se necesitan octavillas ni carteles. Tampoco se necesita el dinero para comprarlos ni a periódicos, radios ni televisiones para multiplicar el impacto del mensaje. Las redes sociales han roto la barrera de acceso a los medios de comunicación y destruido el monopolio de los mismos en manos de las organizaciones políticas y empresariales, democratizando la manipulación de la información.


Ya no se necesita pues a un partido o a un sindicato para llevar a miles de personas a la calle. Es más, ahora son los miles de manifestantes los que llevan a (algunos) partidos a la calle, como es el caso de algunos miembros de IU. Es el mismo problema al que se enfrentan los medios de comunicación tradicionales. La llegada de internet y de las redes sociales como herramientas ha roto el monopolio de los medios en manos de organizaciones con recursos y empresas. Si antes se necesitaba dinero para crear un periódico y ser leído, ahora sólo se necesita abrir un blog en internet. Es gratis y es lo que utilizaron los convocantes del 25S.

Tampoco hay que olvidar la labor de las redes sociales en la denuncia y documentación de la represión policial. Miles de fotografías y videos colgados en la red testimoniaron la violencia y destruyeron la legitimidad de estos actos. Se adelantaron a los medios tradicionales, que acabaron recogiendo esas denuncias y multiplicando su efecto (por ejemplo las cargas en Atocha o el hostelero del Paseo del Prado). Ya no es posible la manipulación de la información de los hechos, al menos de la manera tradicional, aunque la Delegación del Gobierno insistió en los viejos e inútiles métodos al prohibir el 29S la presencia de las televisiones en Neptuno. Había miles de móviles para reemplazar a las cámaras.   


Las redes sociales e internet suponen el cambio de paradigma de nuestro tiempo, con un impacto parecido al de la aparición de la imprenta de Gutenberg en el S. XV. Las trabas al acceso de la información van desapareciendo y en el caso de la movilización política ya han demostrado su fuerza, aunque es cierto que para ello el contexto social y político debe ser propicio (“las condiciones objetivas”, según Lenin).


Pero las redes no dejan de ser continente al que hay que dotar de contenido. Y ese, en el caso de las protestas del 25S y 29S, todavía está por definir.