viernes, 28 de septiembre de 2012

EL RIVAL DE MERKEL

La canciller alemana Angela Merkel ya tiene rival. Los socialdemócratas del SPD, o mejor dicho su dirección, han elegido al que será su contrincante en las elecciones federales de 2013. Se llama Peer Steinbrück, es de Hamburgo, tiene 65 años y fue ministro de finanzas en la gran colación entre 2005 y 2009. Todo un peso pesado que revela que el SPD quiere ganar la cita electoral.


Tres años después de que los socialdemócratas alemanes sufrieran la peor debacle electoral de la posguerra en septiembre de 2009, el SPD ya tiene nuevo candidato para enfrentarse a Angela Merkel, la todopoderosa canciller de Alemania. La enorme influencia y poder económico, pero sobre todo político, que ha acumulado Alemania en los últimos años hacen de este enfrentamiento electoral un acontecimiento del máximo interés para todos los europeos, y en especial para los españoles que sufren las consecuencias de la política de austeridad de la derecha alemana.


Esta política de recortes sociales y educativos que el Gobierno alemán está extendiendo por la zona Euro ya la están padeciendo los propios alemanes desde hace tiempo. Esto ha hecho mella en la popularidad de Merkel, que ha pasado de contar con una cómoda mayoría que supera en 93 escaños a su directo rival del SPD, a tener a un 59% de los ciudadanos insatisfechos con el trabajo de su Gobierno, según una encuesta de la televisión pública alemana ARD hecha pública el pasado 2 de agosto.


El SPD sabe que puede ganar en 2013 a pesar de que hace tan sólo tres años sufrió su mayor desastre electoral, pasando a solamente el 23% de los votos, once puntos menos que en las elecciones de 2005. Fue una derrota sin paliativos para un partido que, según criticaron los electores, había perdido su identidad tras dos legislaturas de gobierno del socialdemócrata Schröder y una de gran coalición con Merkel. Fueron años de políticas neoliberales y de recortes sociales que fueron alejando al SPD cada vez más de sus bases y sus votantes, que se echaron en manos de partidos más pequeños como los Verdes y la Linke.

 
Debacle sin guerra interna

La ventaja del SPD es que ha sabido gestionar la derrota electoral con sabiduría. La hecatombe no se tradujo en una guerra civil y en un desgaste interno a base de reproches y ataques mutuos, sino que los barones del partido pactaron una nueva ejecutiva de integración. El objetivo era salvar los muebles, las demás cuestiones, entre ellas la de la candidatura, se dejaron para más tarde.

La 'troika' del SPD: Steinbrück, Gabriel y Steinmeier.
En principio se preveía una larga travesía por el desierto. Nadie pudo ver entonces que la gran ganadora Angela Merkel sufriría un enorme desgaste por su gestión de la crisis. Esto ha acelerado los mecanismos de decisión del SPD que, de pronto, se vieron forzados a dar respuesta a quién iba a enfrentarse a la canciller y, por tanto, iba a ser la voz del partido en la oposición.

 
Se preveía una lucha de poder entre el secretario general del partido, Sigmar Gabriel, el portavoz del grupo parlamentario y candidato en 2009, Frank Walter Steinmeier, y el ex ministro Peer Steinbrück. Una lucha que, alentada por las grandes posibilidades de éxito, podía desembocar en una guerra abierta que pusiera fin a la paz interna en el SPD y destapar la caja de pandora apaciguada tras el desastre electoral. Sin embargo no ha sido así, y hoy mismo por la mañana se ha dado a conocer el nombre del candidato sin que, públicamente, haya trascendido ningún enfrentamiento.


Una voz contra Merkel

Steinbrück, ministro de Merkel.
Al final será Steinbrück, diputado, ex ministro y ex presidente del Land de Renania Westfalia, el más poblado de Alemania. Ahora el SPD tiene, al fin, una voz autorizada para hacer frente a Merkel, y la canciller a un rival ya oficial que se enfrentará a ella en un año. Sin duda esta circunstancia tendrá efectos en la política y la actitud de Alemania hacia el resto de Europa, ya que Merkel tendrá que tener siempre un ojo mirando hacia Steinbrück que, sin duda, se convertirá en el referente y la esperanza de los socialistas europeos.

Durante la última etapa de gobierno del SPD, en la gran coalición con la CDU entre 2005 y 2009, Steinbrück fue ministro de finanzas con Merkel como canciller, un argumento que sin duda pondrá en duda la valía del candidato como una verdadera alternativa. Fue precisamente Steinbrück quien comenzó a inyectar dinero público a los bancos alemanes afectados por la quiebra de Lehman Brothers en 2008 e ideó la creación de un "banco malo", medida que, sin embargo, fue rechazada por Merkel. Este fue uno de los muchos encontronazos con los miembros conservadores del Ejecutivo que acabaron adelantando las elecciones a 2009.


Hoy está por ver qué camino escogerá el candidato socialdemócrata: el de la política social y el frente europeo, incluidos los países del sur, para salir de la crisis. O en cambio un discurso electoralista enfocado hacia determinados electores alemanes que comienzan a rechazar la idea de Europa en su conjunto y a ensalzar los supuestos valores alemanes.


Esta última opción está creciendo en Alemania, donde, según la misma encuesta de la ARD, dos tercios de los alemanes consideran que con Merkel la defensa del Euro está en buenas manos. En esta misma encuesta la CDU, el partido gobernante, mejora su intención de voto hasta un 36% y el SPD baja al 28%. Ahora con Steinbrück la batalla no ha hecho más que comenzar.

lunes, 24 de septiembre de 2012

EL (muy) CARO AMIGO ÁRABE


Barack Obama y el rey Abdulah de Arabia Saudí.
Los Estados Unidos y Arabia Saudí mantienen una relación de amistad y dependencia mutua que ha configurado el mapa político de la segunda mitad del S. XX y en la actualidad. Aunque esta relación le está costando cara a los EEUU, ambos se necesitan y se protegen. ¿Por qué?


El pasado mes de junio Venezuela e Irán pidieron una reunión urgente de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) para coordinar una menor producción y exportación de crudo y provocar así una subida del precio del barril. Esta medida habría supuesto un ingreso adicional de millones de dólares para los países miembros de este organismo, pero habría supuesto un golpe muy duro para el resto de las economías, en especial la de EEUU y la UE.

Sin embargo, y a pesar de que habría ganado con ello mucho más dinero, Arabia Saudí, la mayor potencia exportadora de petróleo, reaccionó aumentando su producción y beneficiando con ello sobre todo a los EEUU. Al final no hubo guerra de precios e Irán y Venezuela prescindieron de convocar a la OPEP a finales de julio pasado al subir el precio hasta los 100 dólares, considerado un “precio justo” por ambos países.

Teniendo en cuenta que la OPEP fue fundada en 1960 por los principales países exportadores de petróleo del mundo para defenderse del abuso que imponían en sus relaciones bilaterales las economías de Occidente, ¿por qué Arabia Saudí ha frenado una operación que económicamente podía beneficiarle? Para encontrar la respuesta hay que remontarse al año 1945.



Reunión el día de los enamorados


Franklin D. Roosevelt y el rey Abdulaziz.
El 14 de febrero de 1945, Día de San Valentín, el entonces presidente de los EEUU Franklin D. Roosevelty el rey Abdulaziz de la dinastía Saudí se reunieron en la cubierta del navío de guerra USS Quincy tomar una serie de decisiones con consecuencias hasta nuestros días. Aunque no se han publicado notas oficiales sobre el encuentro, hoy se sabe que ambos llegaron a un acuerdo: los EEUU garantizarían la seguridad y continuidad del rey y de su dinastía en el trono de Arabia, y los saudíes garantizarían el suministro de petróleo crucial para la economía norteamericana.



Este acuerdo fue la conclusión de un largo proceso de acercamiento y de consolidación en la zona que comenzó en 1933 cuando el rey Abdulaziz, conocido en el mundo angloparlante como Ibn Saud, concedió a la empresa Standard Oil la prospección de yacimientos petrolíferos en los territorios que controlaba. El descubrimiento fue asombroso: las mayores reservas del mundo. La reacción norteamericana fue rápida, ya que ese mismo año reconocieron al rey y enviaron a un embajador. La cuestión no era baladí, ya que el rey Abdulaziz era entonces solamente uno más de los reyes beduinos que pugnaban por el control de la Península Arábiga, una zona pobre y desértica en la periferia de la política mundial hasta el descubrimiento de sus pozos petrolíferos.


Abdulaziz tuvo que enfrentarse primero con la dinastía Hachemí, apoyada por los británicos tras la Primera Guerra Mundial. Éstos le prometieron el control de Arabia y de Siria si les apoyaba contra los turcos otomanos en la guerra. Esta familia, que se decía descendiente del profeta Mahoma, apoyó a los aliados –contando con la exótica ayuda de Lawrence de Arabia- pero vio como se le fue hurtando poco a poco los territorios que le habían prometido: Siria caería en manos francesas, Jordania y Mesopotamia serían protectorados británicos –aunque acabarían reinando allí- y el Hiyaz, la tierra santa islámica donde se encuentran Medina y Meca, fue conquistada por Abdulaziz y la dinastía Saudí, que poco a poco fue haciéndose con el poder en casi toda la península.


Desde 1945 el apoyo norteamericano puso fin a toda discusión sobre quién dominaba Arabia. Así, los EEUU proporcionan a los saudíes la ayuda exterior que necesitaban para ser reconocidos en el mundo, pero también los medios para mantenerse en el poder en casa. Esta es la razón por la que Arabia Saudí se encuentra entre unos de los mayores compradores de armas a los EEUU, adquiridas con el dinero que los EEUU gastan en comprar el petróleo saudí.
 

Es una relación contradictoria, sobre todo por parte saudí, ya que ésta se legitima en el mundo musulmán como guardiana de los lugares sagrados del Islam revistiéndose de una versión extremista de esta religión, el wahabismo, que impone la versión más radical de la sharia y desprecia la presencia de “infieles”. Es decir, para mantener esa misma legitimidad no puede reconocer su dependencia de un poder extranjero, algo muy peligroso para la seguridad y continuidad de la casa real.


El precio de la amistad: 11-S, Afganistán, Irak e Irán

Es exactamente lo que ocurrió tras la Segunda Guerra del Golfo en 1991. La vecina Irak invadió y conquistó a la pequeña Kuwait y amenazó a Arabia Saudí. Los EEUU rápidamente organizaron una coalición bajo bandera de la ONU y desembarcaron centenares de miles de soldados en el desierto saudí para, primero, defender a los saudíes de una posible continuación de la ofensiva iraquí, y, segundo, para expulsar a los invasores de Kuwait.


Tras la victoria, los EEUU mantuvieron soldados en Arabia Saudí, lo que provocó que Osama Bin Laden y su organización Al Queda le declarara la guerra a los norteamericanos y a la casa real saudí por permitir la presencia de “infieles” en el territorio más sagrado del Islam. Años más tarde esta amenaza se materializó en los atentados del 11-S llevados a cabo, en su mayoría, por fanáticos saudíes partidarios de Bin Laden. La paradoja es que estos atentados fueron planeados por fanáticos religiosos reclutados y pagados por Arabia Saudí durante la guerra de Afganistán contra la URSS a petición de los EEUU. Ahora los soldados norteamericanos luchan contra estos guerrilleros y sus sucesores en las mismas montañas afganas que los soviéticos hace treinta años.


Estos atentados sirvieron de ‘excusa’ al entonces presidente de los EEUU George W. Bush –hijo del presidente que en 1991 intervino en Kuwait y empresario petrolero- para invadir y conquistar Irak, ya que, según él y su equipo, estos atentados eran demasiado complejos para unos terroristas y las supuestas armas de destrucción masiva iraquíes podrían ser usadas contra civiles norteamericanos. No existían tales armas y la falta de planificación convirtió la posguerra iraquí en un caos de violencia. Pero Sadam Hussein, el gran enemigo y amenaza de la monarquía saudí, había caído y las bases de EEUU en Arabia Saudí fueron reemplazadas por bases en Irak.   


Roosevelt nunca habría imaginado que, a cambio de garantizar el flujo de petróleo, los EEUU se verían envueltos en una maraña de conflictos y juegos de equilibrio en Oriente Próximo y Medio. Así, además del conflicto con Irak y la trampa de Afganistán, los EEUU están en guerra fría con Irán que amenaza en convertirse en caliente en cualquier momento.



La revolución Islámica de 1979 llevó al poder en Teherán a un régimen clerical radical chií, enemigo histórico del Islam suní. Arabia Saudí, como guardiana de Medina y Meca y como sociedad wahabita, se enfrentó directamente con Teherán implicando a los EEUU en ese conflicto. Aunque fueron los iraquíes los que primero pagaron con su sangre entre 1980 y 1988 la guerra suní contra los persas chiíes, ésta fue financiada con los petrodólares de Arabia Saudí.

 
Más de 30 años después de la revolución islámica el régimen clerical sigue vivo y, una vez más, Arabia Saudí se encuentra entre los máximos enemigos de Teherán junto a Israel. Otra gran contradicción del régimen saudí. Sin embargo ambos temen a Irán y a su programa nuclear, lo que provoca que EEUU amenace y sancione a los iraníes para tratar de frenarlo, aunque en principio parece reacio a entrar en guerra directamente, entre otras cuestiones porque el Fondo Monetario Internacional alerta de que se incrementaría el precio del petróleo en un 30%.
 
 

En febrero de 1945 los EEUU sellaron un pacto por el que garantizaron el flujo de petróleo necesario para mantener su primacía económica en el mundo, pero esa garantía ha salido cara. Guerras, atentados, invasiones, etc. La presencia de EEUU en Oriente Medio y Próximo depende del petróleo, y esa dependencia, aunque había disminuido en los últimos años, vuelve a crecer (ver gráfico).
 
 
Solamente el uso de energías nuevas, al margen del petróleo, podrían alejar a las economías occidentales y a los EEUU de la dependencia de Arabia Saudí, una relación que está saliendo cara a los norteamericanos. Mientras tanto, los saudíes siguen cumpliendo su parte. Hoy el precio del barril de Brent es de 109,50 dólares.

martes, 18 de septiembre de 2012

¿QUIÉN DEBE TEMER A ESPERANZA AGUIRRE?



Cuando Esperanza Aguirre dimitió de su puesto como presidenta de la Comunidad de Madrid pasó al mito. En un acto meditado y con un discurso potente y bien armado, la ex presidenta anunció que deja la política. Sin embargo, hay muchas razones para sospechar que no será así y que Aguirre ha pasado a un nivel superior de la escena política española. La pregunta que surge ahora es ¿quién debe temer a Esperanza Aguirre?


Fue un acto de apariencia improvisada pero muy estudiado. El mismo día en el que iba a realizarse una entrevista en directo en TVE al líder de la oposición Alfredo Pérez Rubalcaba, Aguirre convocó una rueda de prensa por sorpresa y con urgencia sin especificar por qué. Un golpe de efecto muy eficaz y manido por los servicios de comunicación de la Puerta del Sol y que crean una expectación en los medios de comunicación que rara vez se decepciona.


El lunes 17 de septiembre de 2012 la noticia estuvo a la altura. Esperanza Aguirre anunció su dimisión por razones personales y su retirada de la política. Aunque enseguida se especuló y se le preguntó si su enfermedad tenía algo que ver en su decisión –ella lo negó-, cada vez hay menos personas que comienzan a sospechar que Aguirre realmente no deja la política, simplemente pasa a un siguiente nivel.


El anuncio fue un acto de liberación para Aguirre, ya que se deshace de la pesada mochila del Gobierno regional de Madrid. Si este cargo le había servido como catapulta para su carrera política y como ariete contra el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, una vez que Mariano Rajoy ganó las elecciones nacionales en noviembre del año pasado, el sillón presidencial se había convertido en un lastre para su siguiente misión: ser la portavoz de los críticos del PP con la gestión del presidente del Gobierno.
 

La cuestión de ETA

Esa crítica ya ha comenzado el pasado verano con la cuestión sobre la excarcelación del preso de ETA Josu Uribetxebarria Bolinaga. Mientras el sector ‘duro’ del PP se oponía a esta medida –entre ellos el ex ministro Jaime Mayor Oreja y Esperanza Aguirre- el Gobierno advirtió que estaba obligado a acatar la decisión de los tribunales. Comenzó así la primera trifulca en el seno del PP sobre la cuestión más difícil para Rayo en clave interna: la gestión del fin de ETA.


El adelanto de las elecciones vascas al próximo 21 de octubre garantizan que la cuestión de ETA se sume a los muchos frentes mediáticos abiertos para el Gobierno, ya de por sí cada vez más debilitado debido a la crisis económica. Y es que el sector ‘duro’ o anti Rajoy no puede atacar a su líder por sus políticas económicas y reformas, todas de un estricto corte neoliberal, y por ello tendrá que hacerlo a través de las cesiones que, inevitablemente, se tendrán que hacer frente al mundo abertzale para garantizar la paz. Tampoco hay que olvidar el órdago lanzado por el nacionalismo catalán. Y aquí entra Aguirre.


Si no quiere desgastar su imagen y su legitimidad dentro del partido, Aguirre no podía encabezar la oposición a Rajoy al frente de una administración pública obligada a aplicar las leyes redactas en la Moncloa. Aguirre no podía acompañar su insumisión en el discurso con una insumisión política y legislativa como hizo con José Luis Rodríguez Zapatero, cuyas normas eran sistemáticamente recurridas. Una vez libre del cargo de presidenta y en el limbo del mito de la derecha española, Aguirre es hoy más peligrosa para Rajoy.    


Un enfrentamiento sin tregua

Francisco Granados.
Es para todos conocido el enfrentamiento y la animadversión que Aguirre siente por Mariano Rajoy y sus aliados, sobre todo el ex alcalde de Madrid y actual ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón. Aguirre encabezó en 2008 a los críticos con la continuidad de Rajoy al frente del PP tras perder las elecciones de ese año y pagó por ello. Rajoy ganó el congreso y apartó a sus críticos de los máximos cargos orgánicos nacionales del PP –entre ellos a Ignacio González, el sucesor de Aguirre- y apostó claramente por los rivales de la presidenta madrileña.


Aguirre respondió atrincherándose en el PP de Madrid, apartando y marginando a los partidarios de Rajoy en el partido regional, entre ellos quien fue vicepresidente regional y consejero Alfredo Prada. Es más, en torno a esas fechas conflictivas de junio de 2008 -cuando se celebró el congreso del PP- se produjo el turbio episodio de los espionajes a miembros del PP fieles a Rajoy con personal adscrito a la Comunidad de Madrid. Aunque la Justicia ha dado carpetazo al caso, las sospechas recayeron en Francisco Granados, entonces un fiel de Aguirre, que habría ordenado el espionaje a Alfredo Prada y al entonces ‘número dos’ de Gallardón, Manuel Cobo.


Sin riesgos en Madrid

Precisamente Granados e Ignacio González protagonizaron durante años un enconado enfrentamiento interno en el seno del PP y del gobierno madrileño por el favor de Aguirre. Ambos querían ser sus sucesores, pero ganó González. Granados se pasó al bando de Rajoy y fue apartado del Gobierno primero y de la Secretaría General del PP de Madrid después a favor de González. Esto ocurrió justo después de las elecciones generales de noviembre. El debate sucesorio estaba cerrado. Ya había un único delfín y Aguirre podía alejarse del mando directo de Madrid sin el riesgo de que provocara un vacío de poder y una guerra civil.

Ignacio González.
Otro elemento a favor de la dimisión de Aguirre es que, al igual que Ignacio González no tiene nada que temer de su propio partido en Madrid, tampoco tiene que tener ningún miedo de la oposición. El Partido Socialista de Madrid, dividido y menguado tras cada cita electoral, no es ninguna amenaza para que el sucesor de Aguirre –apenas conocido y sin el carisma de su jefa- mantenga el poder. El secretario general de los socialistas de Madrid y su portavoz en el Parlamento regional, Tomás Gómez, ha llevado al partido prácticamente a la ruina, a la división y está ahora más pendiente de enfrentarse con el PSOE federal para pelear por su supervivencia política que de hacer oposición. De hecho, la dimisión de Aguirre le cogió totalmente por sorpresa, sin discurso y sin una posición clara al respecto, a pesar de que era un escenario muy probable. Nada que temer pues desde la izquierda.


La pregunta que surge ahora es ¿qué hará Rajoy si Aguirre ataca? Y, ¿cuándo se producirá ese ataque? No tardará mucho ya que las elecciones vascas y gallegas están a la vuelta de la esquina. Será un buen momento para examinar la capacidad electoral del PP –en cierta manera tocada tras los fracasos en Andalucía y Asturias- y sin duda los críticos con Rajoy estarán al quite para atacar a su líder si los resultados no son los esperados. Y seguramente Esperanza Aguirre tendrá un papel protagonista. Y es que no dejará nunca de ser la ‘Presidenta’ para sus fieles seguidores.  

martes, 4 de septiembre de 2012

EL FIN DE TELEMADRID


La dirección de Radio Televisión Madrid ha dado orden de comenzar el que, probablemente, será penúltimo acto de la dilatada vida del ente público: el despido masivo de sus trabajadores. En concreto, ha convocado un concurso  por 235.950 euros para que una empresa externa le asesore en el proceso de reestructuración de la empresa pública. Esa reestructuración, aseguran desde la dirección, es necesaria debido a los elevados costes que supone para los ciudadanos en plena época de crisis.

 
La que fue durante muchos años una televisión de vanguardia y todo un ejemplo para el resto de cadenas en España, se ha convertido ahora en una ruina humeante de baja calidad y nula credibilidad, bastión reconocido en toda España de la propaganda reaccionaria al servicio del ego político de Esperanza Aguirre.


El objetivo último y confeso de Aguirre es privatizar Telemadrid. Pero para conseguirlo necesita argumentos, y ella misma se ha encargado de fabricarlos en los últimos años. Al convertir Telemadrid en su oficina de propaganda, muchos miles de madrileños optaron por abandonar su fidelidad a los hasta entonces únicos informativos de televisión de calidad en la región. Consecuencia, menos audiencia y por lo tanto menos ingresos por publicidad. Empezaba el camino de la inviabilidad económica del ente público, reforzado por la adjudicación a dedo de altísimos presupuestos a programas de amigos que no generaban ninguna audiencia pero sí elevadísimos costes, o la externalización de servicios que pueden realizar los trabajadores d ela propia casa.   


Este despilfarro acumulado en los últimos años ahora provocará un ERE que no deja de ser otra cosa que un saneamiento previo –pagado por todos los madrileños- a la privatización una vez que el Gobierno de Rajoy cambie la ley estatal que impide a los ejecutivos autonómicos decretar esta medida.


Una jugada redonda

La jugada ha sido redonda para la derecha, ya que mientras llegaba a este punto de degradación necesaria para su privatización, Telemadrid ha servido de vocero de la derecha del PP y ha formado parte de la red de medios de comunicación reaccionarios y de su estrategia de intenso desgaste del anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.


En resumen: el PP ha generado la ruina de Telemadrid con la que argumentarán su privatización, y mientras tanto han utilizado esta televisión pública para hacer propaganda descarada destruyendo toda su credibilidad informativa. Una jugada redonda que, por supuesto, se premia: sus ejecutores ya están tomando posesión de sus nuevos asientos en la dirección de TVE. ¿Para realizar la misma jugada en el ente público estatal?
 
Los primeros indicios dicen que sí: cambio de la norma de elección de la dirección en el Parlamento, purga de profesionales, eliminación de los programas de más éxito, etc. Está claro que la derecha piensa destruir el modelo de televisión pública profesional, objetiva y eficiente creado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.


Destruir para privatizar, y privatizar para vender a sus aliados y perpetuar así el control mediático independientemente de las mayorías parlamentarias. Y es que Esperanza Aguirre y el PP tienen una estrategia de reordenación del panorama de la comunicación de la que carece la izquierda.
 
 
Ya en 2005 el Gobierno de la Comunidad de Madrid aprovechó el paso a la TDT decretado por el Gobierno socialista de España para adjudicar los canales a una lista de medios afines a la derecha o, al menos, no simpatizantes con los socialistas. La consecuencia ha sido que, siete años después, estos medios se han consolidado e incluso se han reforzado con respecto a su posición anterior. Nacieron así Intereconomía y Libertad Digital, y Pedro J. Ramírez pudo dar el salto a la televisión huyendo de la exclusividad del periódico de papel, herido de muerte.
 
Todo gracias a Esperanza Aguirre, que sabe como cobrarse los favores. Y lo hace.
 
 
Pincha aquí para acceder a la web de los trabajadores de Telemadrid.

domingo, 2 de septiembre de 2012

LA SENTENCIA DE HARRY ‘EL SUCIO’



Sin duda el gran protagonista del espectáculo de los republicanos para la nominación de su candidato presidencial fue Harry ‘El Sucio’. Por sorpresa, un Clint Eastwood ya envejecido pero lleno de energía apareció en el escenario de la convención de Tampa y expresó lo que sin duda es ya el Leitmotiv de la campaña del candidato Mitt Romney: el mensaje de que Obama ha engañado a sus electores.

 
Era como volver a los viejos tiempos de John Wayne. La imagen de un Clint Eastwood joven, serio y agresivo, caracterizado de vaquero silencioso y hostil que tantas veces ha encarnado el actor en los Spaguetti Western, presidía la convención republicana mientras el Clint Eastwood de verdad, un anciano de 82 años, comenzó un show memorable en la historia de los espectáculos electorales estadounidenses.

 
Sin guión y sin ayuda alguna, Eastwood improvisó una ‘charla’ imaginaria con el presidente Barack Obama representado por una silla vacía. Esa charla era una serie de reproches sobre las promesas incumplidas por el presidente en su campaña de 2008, sobre todo aquellas relacionadas con el empleo, la crisis económica y las guerras de Irak y Afganistán.

Mitt Romney

La escenografía era muy poderosa. La imagen del vaquero Eastwood presidiendo la sala corresponde al marco republicano –siguiendo la teoría de Lakoff-, un claro guiño hacia los votantes conservadores tradicionales. Eastwood tiene dos caras. La del vaquero parco en palabras y justiciero, y la de Harry el Sucio violento con su Magnum especial. Pero también tiene la cara del director de los Puentes de Madison. Esta segunda cara es la que, amparándose en la primera, utilizan los republicanos en su campaña para penetrar en el campo contrario.  


La silla vacía y la ‘conversación’ del viejo actor con el presidente ausente son una apuesta arriesgada y directa dirigida al corazón de los votantes de Obama de hace cuatro años. Los mismos que se movilizaron con el impresionante “Yes, we can” y que  decidieron expulsar a los republicanos de la Casa Blanca por los engaños de la administración Bush en Irak. Y para no entorpecer esta labor, no hubo ni rastro del candidato republicano. “No votes a Romney, vota contra Obama”, viene a decir la estrategia republicana.  


Esta charla ha inaugurado sin duda la carrera electoral y ha lanzado un primer torpedo hacia uno de los puntos que legitiman a Obama: su credibilidad. No es un mensaje dirigido a los republicanos, cuyo voto se da por seguro, sino que se trata de pescar en el estanque demócrata con las mismas armas que utilizó el ahora presidente hace cuatro años. Unas armas que se le pueden volver en contra muy fácilmente, ya que la inmensa expectativa que se puso en la gestión del primer presidente afroamericano no se ha cumplido. No se podía cumplir.

Obama en un cartel de 2008.

Las guerras en el exterior, las torturas en Guantánamo, la crisis económica y la gestión del desempleo son solamente algunos de los argumentos que no han sido solucionados de manera satisfactoria para una gran parte de los votantes demócratas de 2008. Y es que hace cuatro años Obama solamente podía ganar su extenuante carrera contra Hillary Clinton primero y John MacCain después subiendo la apuesta hasta límites muy altos. Utilizó la esperanza de los electores y pidió que confiaran en él. Ahora ese mensaje se le vuelve en contra.


En España está sucediendo algo parecido, pero sin la necesidad de que pasen cuatro años. En noviembre de 2011 Mariano Rajoy ganó las elecciones en España subiendo también el umbral de la esperanza hasta unos límites irresponsables. Prometió acabar con la crisis y con el desempleo. Hoy, nueve meses después, su credibilidad está por los suelos.
 

¿Surgirá un Clint Eastwood español para hacerle el mismo reproche que a Obama?